E-Book, Spanisch, 302 Seiten
ISBN: 978-84-7112-733-4
Verlag: Ediciones Morata
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Vea Vecchi. Trabajó como tallerista durante más de 30 años en la Escuela Infantil municipal Diana, en Reggio Emilia, realizando investigación pedagógica y documentación en el área de los múltiples lenguajes infantiles. En la actualidad es asesora de 'Reggio Children', un centro internacional para la defensa y la promoción de los derechos y de las potencialidades de niñas y niños.
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PRÓLOGO “Cada uno crece solo si es soñado” Por Alfredo Hoyuelos La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de la cosas, no copiar su apariencia. ARISTÓTELES. Reconocimiento Escribo estas líneas el día que fallece Eugenio TRÍAS, sirva esta presentación de reconocimiento a este gran pensador que me puso en el camino de comprender la filosofía estética como ese movimiento sutil que se mueve entre el límite ambiguo de lo bello y lo siniestro (TRÍAS, 1982), en el abismo de la duda, de la ambigüedad, en el filo de la navaja. En ese territorio en el que las verdades no son obvias, sino inciertas, y donde el desequilibrio creador puede emerger. La estética, en realidad, “vive en la luz, vive en la sombra; en la certeza del mundo expresado y frente al vértigo de lo desconocido” (ZÁTONYI, 1998, pág. 9). La estética se mueve en las aguas de la transgresión. Ésta es su ética: “un buen modo de calibrar la valencia estética de una obra (…) consiste en advertir la capacidad que la obra tiene de subvertir y pervertir, por su sola presencia, los propios postulados” (TRÍAS, 1997, pág. 213). Esa frontera —repleta de tensión y conflicto vital— de la que somos habitantes poéticos nos permite desvelar múltiples significados, como en un jeroglífico simbólico que, muchas veces, se manifiesta a través del humor y de la ironía. De esta manera, la estética “impide que el hombre sea capturado y paralizado por sí mismo, que se despreocupe de sus compromisos (…) para dar sentido a nuestra vida” (ZÁTONYI, 1998, pág. 18). Así, la estética (TRÍAS, 1997, págs. 199-219) dota a los acontecimientos de un sentido transcendental que desvela o desoculta para mostrar la realidad profunda de las cosas. Establece lazos con el pasado, recrea el presente y se lanza hacia el futuro creando una sensación de inmortalidad. Por este motivo tiene esa capacidad de seducción: “La magia y el hechizo de la obra artística, su particular capacidad de encantamiento, se hallan en estrecha trabazón con su propia capacidad crítica” (pág. 209). He tomado prestadas para el título de este prólogo unas palabras de Danilo DOLCI (1970) que cita Vea VECCHI. Creo que sintetiza muy bien el objetivo de este libro: un viaje que se mueve en una mezcla fascinante, sugerente y provocadora entre el realismo y la utopía. Ingredientes imprescindibles para entender, desde el punto de vista estético, ético y político, la aventura educativa reggiana de la que nos habla la autora. Este libro como metáfora La obra que tenemos en las manos narra, desde vivencias y reflexiones propias, el sentido del taller en experiencia reggiana. Pero hablar del taller en las escuelas de Reggio Emilia es sentir cómo una tela de araña teje significados entre todo lo que concierne a la cultura de este enfoque educativo: la organización precisa de las escuelas, el rol de las profesionales, el valor de la escucha, observación y documentación, la poética de las relaciones, la función de la cocina y del personal de limpieza en la escuela, las características arquitectónicas y estéticas del espacio-ambiente, el alcance de la participación de las familias en el palpitar democrático de la escuela en la ciudad, la importancia de lo bello y lo artístico en el cruce de imaginarios posibles… Vea habla de todo esto, sin caer en el riesgo de convertirse en un manual formal o en un recetario. De hecho, el libro está lleno de profundas reflexiones que son una invitación a caminar junto a los senderos, vericuetos y jeroglíficos por los que la autora ha transitado o está moviéndose actualmente. La extraordinaria obra que tenemos en las manos es, en origen, la traducción de un libro publicado en inglés. Vea VECCHI, que tiene la particularidad de no darse tregua en sus reflexiones permanentes, para esta versión española incluye cuatro novedosos capítulos o partes de capítulos (algunos ya avanzados en la versión noruega o sueca): una suculenta entrevista a algunas maestras sobre el significado que para ellas tiene esta maravillosa invención de Loris MALAGUZZI, del taller y del tallerista; una profunda entrevista a talleristas sobre el significado formativo y transgresor de su trabajo en las escuelas; una entrevista a las directoras actuales de la experiencia reggiana, que sitúan la realidad política actual de Reggio Emilia; y algunas reflexiones de la autora sobre la actualidad del taller fuera del taller como aportación al desarrollo cultural de la ciudad. Se trata, por lo tanto, de una obra que tiene una autora, pero que en realidad es una canción a varias voces. En el prólogo a la edición inglesa titulado Invitación a la danza, Gunilla DAHLBERG y Peter MOSS reflexionan en profundidad sobre los cimientos de la experiencia reggiana. Esta Invitación a la danza, también incluida en este volumen, supone una interesante y brillante introducción para comprender algunos de los hilos que tejen esa fabulosa tela de araña de la que hablaba. Leí por primera vez el manuscrito de este libro en un viaje de ida y vuelta en tren para participar en una Muestra Internacional de Cine educativo para niños y jóvenes. Y creo que la metáfora de un viaje es una buena manera de entender el sentido de esta obra. La autora nos invita, a través de reflexiones y múltiples ejemplos entresacados de su práctica educativa con los niños y niñas, a ponernos en un camino, en un tránsito, en una aventura para desvelar los misterios y tesoros profundos del sentido del taller y de la experiencia educativa reggiana; éste sería en viaje de ida. Pero el libro es también una provocación permanente a pensar la educación con otra mirada alejada de los cánones sólo pedagógicos, psicológicos o didácticos que, a veces, encierran a la escuela en planteamientos miopes, rígidos y excesivamente disciplinares y disciplinados. Es, así, un viaje de vuelta hacia cada realidad diferente para todas las personas que trabajamos a diario en centros educativos. Lo que sí puedo asegurar es que de este viaje, no se vuelve igual. La lectura de este libro no deja indiferente: fascina, molesta, encanta, hace reír, pensar, soñar, detiene, descubre, desvela y, sobre todo, hace preguntarse de otra manera el arte de educar. También es una obra transdisciplinar que puede servir cómo reflexión y proyecto a estudiantes, formadores, artistas, pedagogos, investigadores o arquitectos. Vea y la scuola dell’infanzia Diana: Una escuela amable Conocí a Vea en enero de 1987 cuando fui a realizar prácticas y a formarme como tallerista en la que durante muchos años fue su territorio de investigación permanente: la escuela Diana. Con el tiempo, ha sido siempre un placer volver a encontrarnos con nuevas ideas, diálogos y proyectos. De Vea me sorprendieron —entre otras cosas— su particular presencia física, su disposición en todo momento a discutir y confrontarse (que no enfrentarse) con las maestras sobre las ideas que emergían continuamente en la escuela, su curiosidad insaciable, su capacidad dialógica con los niños y niñas y su amor por la belleza. Y, sobre todo, me estremeció su forma de mirar la cotidianidad de la escuela, siempre con los ojos de la novedad, con esa extrañeza típica del artista. Dice NIETZSCHE (2007) que aprender a mirar significa “acostumbrar el ojo a mirar con calma y con paciencia, a dejar que las cosas se acerquen al ojo”1, para conseguir una mirada profunda, contemplativa, larga y pausada. El asombro del conocer (AA.VV., 2011) es la exposición actual que relata las experiencias de los centros educativos de Reggio Emilia. Esta exposición, heredera de “Los cien lenguajes de los niños”, es una elaboración coral, cuya ideación ha sido a cargo de Vea junto a la pedagoga Tiziana Filippini. Representa, a lo largo de su recorrido narrativo, formas que tienen los niños y niñas, si son escuchados, de expresar la originalidad de su cultura en diálogo con la cultura adulta. Y esto no es posible sin la capacidad de asombro. El asombro (L’ECUYER, 2012) es esa emoción transcendental, un sentimiento de admiración que hace que uno se detenga en la belleza de las cosas pequeñas, en los detalles de lo cotidiano que, atravesados por dicha emoción, se hacen sorpresivamente extraordinarios. Vea preserva esa capacidad de asombro necesaria para ver las cosas con ojos nuevos, con curiosidad y, al mismo tiempo, con misterio estético, porque ha comprendido —con fascinación— que los niños y niñas pequeños se asombran porque no dan el mundo por supuesto. Es, como titula a uno de los capítulos del libro que sigue una idea de MALAGUZZI, una “profesional de la maravilla”. Recuerdo que hablábamos de temas muy variados porque Vea es una fuente cultural inagotable. Siempre dispuesta a leer, a estudiar, a buscar relaciones impertinentes entre acontecimientos cotidianos. Vea, como otros talleristas, aportaba a la escuela Diana una mirada interpretativa nueva. Recuerdo a niños y niñas jugando y danzando con hojas secas en el patio. Donde a los demás nos parecía un ludismo motriz, ella veía una performance o un espectáculo de body art....