E-Book, Spanisch, Band 379, 270 Seiten
Reihe: Teatro
Valera Teatro
1. Auflage 2010
ISBN: 978-84-9897-962-6
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 379, 270 Seiten
Reihe: Teatro
ISBN: 978-84-9897-962-6
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Juan Valera y Alcalá-Galiano (Cabra, Córdoba, 1824-Madrid, 1905). España. Político y diplomático, fue un hombre culto y refinado, con numerosas aventuras amorosas y amistades literarias.
Autoren/Hrsg.
Weitere Infos & Material
Asclepigenia
Diálogo filosófico-amoroso
La escena en Constantinopla. Siglo V de la Era Cristiana.
Habitación de Proclo. Es de noche. Una lámpara de siete mecheros, puesta sobre un trípode o candelabro de bronce, ilumina la estancia. Puertas al fondo y a los lados.
Escena I
Proclo, de edad de cincuenta años, seco, escuálido, consumido por vigilias, ayunos, estudios y mortificaciones, aparece sentado en un sitial. Su discípulo, Marino, está de pie, junto a él.
Marino¡Maestro! ¿Estás decidido a recibir esta noche?
ProcloLo estoy. En cualquier otra ciudad podría yo excusarme: en Byzancio no, que es mi patria. ¿Cómo privar a mis paisanos del auxilio y consuelo de la sabiduría?
MarinoDifícil es; pero debieras reposar y cuidarte. Estás que pareces el espíritu de la golosina de puro desmedrado. Te vas a matar con tantos afanes.
ProcloLléveme el cuerpo donde quiero ir, y luego que muera.
MarinoMe afliges al decir eso. ¿Qué haré yo sin ti en este mundo? Pero dime, y perdona mi atrevida curiosidad: los que vienen a consultarte hablan siempre a solas contigo; no extrañes que note una contradicción...
ProcloDi cuál es, y te demostraré que es aparente.
Marino¿No afirmas tú que se requieren largos preparativos antes de comunicar la sabiduría? ¿Qué revelas entonces a los que te consultan?
ProcloNo toda la verdad, cuyo resplandor los cegaría, sino algo de la verdad, velado en símbolos. Así el Sol se vela entre nubes, a fin de que ojos mortales puedan fijarse en su disco glorioso.
MarinoVeo que esta noche estás expansivo. ¿Me permites que te haga varias preguntas?
ProcloHaz las que se te antojen. Si me es lícito, contestaré.
MarinoPues con tu venia: ¿Qué nos trae aquí desde el fondo del Asia, donde estabas estudiando los más obscuros ritos y misterios del Oriente, y desentrañando su oculto sentido? ¿Es capricho de tu alma o mandato de un numen?
ProcloHace ya años que mi alma no tiene caprichos. Es mandato de un numen.
Marino¿Puedo saber de cuál?
ProcloDe Venus Urania.
Marino¿La evocaste?
ProcloNo la evoqué. Ya sabes tú que en el día rara vez me tomo el trabajo de evocar a los númenes. Ellos mismos bajan del Olimpo y vienen a verme, enamorados de mi afable trato. Es verdad que en la escala de la vida ocupo lugar inferior al de ellos. Si quiero elevarme a la inteligencia y a la causa soberanas, a través de todas las manifestaciones corpóreas de su omnipotencia, tengo primero que subir por mil grados hasta llegar a dichos númenes, y aun, después, desde los númenes hasta el manantial inexhausto de lo celeste y terrenal, del espíritu y la naturaleza, hay una peregrinación harto penosa. Por dicha, yo tengo un atajo, una trocha, un sendero recóndito y breve, por donde luego, no ya a la inteligencia y a la causa, sino más hondo; por donde llego al Uno. Me abstraigo de todo lo exterior; echo a un lado sentidos y potencias; borro imágenes de la fantasía; cubro con niebla densa todo lo escrito en la memoria, y hundiéndome en el abismo del alma, hallo al que es. Allí nos juntamos él y yo, Allí él y yo no somos más que el Uno. De este modo se explica que siendo yo simple mortal, sea tan considerado por los dioses. En la ligereza de carácter, propia de la serena beatitud de ellos, no caben estas reconcentraciones poderosas de la mente que me llevan al Uno. Ya te lo he dicho mil veces: por el principio vital, que gobierna mis sentidos, no valgo más que un perro; por el alma racional me quedo por bajo de las divinidades olímpicas; mas por la inteligencia especulativa e intuitiva, llego al Uno y dejo muy atrás de mí a los ángeles, a los demonios, a los genios y a los númenes. Por la unidad esencial que en mí hay, y de la cual hasta la inteligencia es emanado tributo, soy el Uno mismo. El Uno soy yo en los instantes dichosos de entusiasmo, de conjunción y de éxtasis.
MarinoPor Hércules vivo, maestro, que me lleno de envidia siempre que te oigo afirmar esa unión, por la cual te pones en el Uno o te identificas con el Uno. Se me ocurre, no obstante, cierta dificultad.
ProcloExplánala y te la resolveré.
Marino¿Por qué, si hallas al Uno, hundiéndote en el abismo del alma, te allanas a buscarle en la naturaleza? ¿Por qué no estás siempre reconcentrado y como viviendo en la eternidad?
ProcloPara imitar al propio Uno. Porque el Uno y yo, además de ser el Uno, somos el Bien. Es nuestra ley no quedar en el centro, absortos en el absoluto egoísmo y en la inefable contemplación de nuestra esencia. Tenemos que salir fuera a crear y mostrarnos activos. De él y de mí emanan la voluntad, la inteligencia y la palabra, y ellas crean el mundo. Desenvuelve el Uno su idea, y van apareciendo el ser, la vida, y la armonía, y el movimiento, y cuanto es y será. Desenvuelvo yo mi idea, y nacen el arte, las religiones y la ciencia. Y la creación del Uno y mi creación se compenetran y confunden y vienen a ser la misma. ¿Me entiendes ahora?
MarinoMe pasmo de tu claridad. Con sobrada razón mereces apellidarte el sumo pontífice de todas las creencias, el gran ciudadano de todas las repúblicas y el archimetafísico de todas las metafísicas. No, Proclo, tú no eres un mortal.
ProcloEn la esencia no lo soy. En la esencia soy eterno. Considerado en mi unidad, vivo en la eternidad primitiva: esto es, en un punto inmóvil, en el cual toda la duración infinita de los siglos se halla parada, cifrada y reconcentrada. Considerado en el ápice de mi mente, en la inteligencia, vivo en la eternidad secundaria; torrente de las existencias sucesivas, perpetuo tránsito, movimiento sin término, carrera sin meta, mudanza y proceso que no acaban.
MarinoY dime, maestro: el sacrificio que sin duda haces al salirte del Uno y penetrar con la mente, y con el discurso, y con el afecto en este universo visible, ¿qué principal propósito lleva?
ProcloLleva varios propósitos; pero el principal es de la mayor trascendencia. La ley divina que sigue la historia me ha suscitado en el tiempo debido para una función importantísima. Mi espíritu toma carne hacia el fin de la civilización antigua para comprenderla toda en conjunto armónico. El genio de la Grecia, con sus castizas o peculiares creaciones, con los sueños de sus poetas desde Lisio y Orfeo hasta ahora, con su pensamiento filosófico desde Pitágoras hasta Jámblico, con los descubrimientos de sus matemáticos, astrónomos y físicos, y con las enseñanzas arcanas de Samocracia y de Eleusis; el genio de la Grecia, con los despojos ópimos que trajo de Egipto, de Persia y hasta de la India, después de las conquistas del Macedón; todo este trabajo, toda esta aglomeración de doctrinas, experimentos y especulaciones, han venido a fundirse en mi cabeza como en horno o crisol candente. Ya fundido todo, he desechado la escoria por los bríos de mi virtud crítica, y he guardado sólo el metal limpio y puro. Por último, por otra virtud plasmante que hay en mí, he vaciado ese metal como en un molde, y he sacado a la luz el refulgente y completo sistema de la antigua sabiduría. Los pueblos del Norte acabaron ya con el imperio de Occidente. El imperio de Oriente sucumbirá también. Pronto vendrá la barbarie. Las tinieblas de la ignorancia cubrirán al mundo. Yo seré, desde entonces hasta que aparezca la aurora de una nueva y tal vez más rica civilización, faro luminoso que alumbre y guíe al humano linaje.
MarinoReconozco la importancia de tu vida y de tus obras. Pero, concretándonos al caso singular de tu venida a Byzancio, ¿qué es lo que a ello te mueve?
ProcloMuéveme amor.
Marino¿Amor de patria? ¿Amor de gloria?
ProcloAmor de una mujer.
Marino¡De una mujer! Me dejas turulato. ¿Quién había de suponer que pensabas en tales cosas?
ProcloNo hay motivo para que te quedes turulato. ¿Qué tiene de absurdo que yo ame a una mujer? La amo desde que la vi: desde hace quince anos. Ella tenía entonces diez y siete. Hoy tiene treinta y dos. Entonces era como capullo de rosa; hoy debe de brillar con toda la pompa y el esplendor de la hermosura, en la plenitud de su vida. Claro está que si yo estuviese siempre reconcentrado en el Uno, no la amaría; pero, volviéndome, y no puedo menos de volverme, al mundo exterior, ¿qué hallaré en todo él que represente mejor al Bien y al Uno mismo? ¿Qué imagen, qué trasunto, qué destello de la belleza increada descubrirá el sabio que valga más que la mujer hermosa? Cuando el artista quiere representar a la ciencia, a la poesía, a la virtud, ¿no les da forma de mujer?
MarinoEs cierto.
ProcloNo debes, pues, maravillarte de que yo ame en esta mujer a la ciencia, a la poesía y a la virtud con forma visible.
MarinoYa no me maravillo. ¿Y puedo saber cómo se llama tu amada?
ProcloSe llama Asclepigenia. Es la hija de mi maestro Plutarco. Ya te he dicho que la conocí quince años ha. La conocí en Atenas. Plutarco me acabó de enseñar la filosofía. Asclepigenia me inició en los misterios caldeos, en los ritos de...




