E-Book, Spanisch, Band 31, 238 Seiten
Reihe: El Ojo del Tiempo
Steiner Los libros que nunca he escrito
1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-16964-18-5
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 31, 238 Seiten
Reihe: El Ojo del Tiempo
ISBN: 978-84-16964-18-5
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George Steiner (París, 1929-Cambridge, 2020), fue uno de los más reconocidos estudiosos de la cultura europea y ejerció la docencia en las universidades de Stanford, Nueva York y Princeton, aunque su carrera académica se desarrolló principalmente en Ginebra e Inglaterra. En 2001 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
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Me imagino que no son muchos hoy los que leen las obras de Francesco degli Stabili, más conocido como Cecco d’Ascoli. Lo que ha sobrevivido de estos escritos es la epopeya incompleta , dos tratados astrológicos y unos cuantos sonetos, aunque aquí la atribución y la procedencia son inseguras. Ya sólo por razones lingüísticas estos vestigios son casi inaccesibles al lector común. Los investigadores interesados en Cecco deben estudiarlo en códices problemáticos o en ediciones defectuosas. Sin embargo, las obras de D’Ascoli, difíciles y a menudo repelentes, han ejercido su hechizo. Si bien rigurosamente prohibidas por la censura eclesiástica –los ejemplares que se pudieron localizar fueron arrojados a las llamas y su posesión clandestina fue objeto de persecución inquisitorial–, se han conservado unos catorce códices del siglo XIV y al menos treinta aparecieron en el transcurso del XV. A la que se considera como la primera versión impresa de en 1473 siguen veintiséis ediciones más entre 1476 y 1550. Durante el siglo XVI, el tema que se per?la es el de la osadía intelectual de Cecco, el de una in?exible integridad protocientí?ca que hace de él un auténtico precursor de Giordano Bruno y Galileo.
De Sanctis, en su in?uyente historia de la literatura italiana, expresa una matizada admiración por la manera en que Cecco usa la poesía para exponer y argumentar hipótesis cientí?cas, para aspirar a una síntesis entre ciencia exacta e imaginación a la manera de Lucrecio. En su (1866-1867), Carducci condena la envidia de Cecco a la , una envidia expresada por una maldad imitativa. Pero permite que la epopeya didáctica de D’Ascoli exhiba destellos de brillantez cognitiva y escolástica. Una interpretación moderna, como la que aparece en la de Achille Tartaro, de 1971, subraya la ?nalidad expositiva de los opúsculos astrológicos de Cecco. Tartaro sitúa los escritos de Cecco en el polémico contexto de la hegemonía lingüística y literaria toscana y de la incomodidad de la posición lingüístico-psicológica de Bolonia y las Marcas, atrapadas entre los prestigiosos polos de Florencia y Venecia. En septiembre de 1969 tuvo lugar un coloquio erudito sobre Cecco en Ascoli-Piceno. Sus actas fueron publicadas en 1976. Tampoco éstas son fáciles de conseguir.
Hay tres referencias que son quizá más reveladoras que este irregular legado. Petrarca le rinde homenaje:
donde , «enciendes», adquirirá un signi?cado odioso. La segunda es la del uso del bestiario, parcialmente alegórico, de Cecco por parte de Leonardo da Vinci. Y luego está Goethe, en el acto IV de II:
2.
En otro lugar, Goethe, fascinado –como hemos visto en el texto sobre la China antigua de Needham– por la alquimia, saluda la valentía intelectual de Cecco y lo cita como un atrevido cuestionador tanto del cielo como del abismo.
Viene al caso la alusión de Goethe a Norcia y a la colina Sabina. Ninguna aproximación a Cecco d’Ascoli es válida si no tiene en cuenta su regionalismo. A lo largo y ancho de las Marcas, en la segunda mitad del siglo XIII, estaban extendidas las expectativas apocalípticas, la . Con frecuencia se apoderaba de este país salvaje un presentimiento de la inminente ruina de la o?cial y su ministerio jerárquico. De manera decisiva, estos presentimientos se nutrían de creencias y ritos arcaicos, precristianos y anticristianos. Proliferaban los movimientos heréticos, como los o , que se habían escindido de la ortodoxia franciscana. Entre ellos había seguidores del papa-ermitaño Celestino y su «gran renuncia». Las profecías de la Sibila, también en dialecto, fueron ampliamente difundidas y escatológicamente interpretadas. Se asociaron a determinados emplazamientos embrujados y numinosos como Monte Vettore y el oscuro Lago di Pilato. Estos rincones de la montaña siguen siendo fantasmales. La magia, tanto blanca como negra, la hechicería, los arrebatos de posesión fanática y exorcismo impregnaban la existencia cotidiana en un paisaje de rocas lunares, cuevas, espesos bosques y lagos insondables. Todavía hoy, el folklore local y los rituales propiciatorios conservan huellas de este siniestro patrimonio. Como dicen las rimas coloquiales:
3.
Este tema de los brujos que son capaces de levantar un puente en una sola noche por consentimiento angélico o diabólico está muy extendido por la Europa alpina y prealpina.
En las Marcas, en cada encrucijada misteriosa o consoladora se entretejen . En las actas del de 1969, Febo Allevi ofrece un panorama magistral.
A pesar de arduas búsquedas en los archivos (la esperanza persiste), casi ningún aspecto de la vida y la catástrofe de Francesco Stabili ha quedado claro ni incontrovertido. Su fecha y lugar de nacimiento son pura conjetura. Ancarano y el año 1269 parecen los más probables. Pero la de Giovanni Villani y los materiales recogidos por el anticuario Angelo Colocci, nuestras fuentes principales, dan sólo una información imprecisa y tardía. El que se cree único retrato auténtico de Cecco desapareció en Rávena en 1692. ¿Se lo llevó el diablo? Nada se sabe de la infancia ni de la educación de Cecco. La escolarización estaba en manos de los monasterios. En algún lugar de su recorrido, D’Ascoli adquirió sus considerables conocimientos de latín y neolatín, además de su familiaridad con la poesía y la mitología clásicas. Indicaciones fragmentarias apuntan a estudios en Ascoli y Salerno, centro de saber avanzado, políticamente maltratado pero no carente de distinción. Se desconoce por completo si su incluyó una estancia en París, centro de cosmología y debate escolásticos. (¿Visitó Dante París, como a?rman algunos biógrafos?)
A temprana edad y en circunstancias ignotas, Cecco d’Ascoli fue nombrado catedrático de astrología de la Universidad de Bolonia, de todas la universidades occidentales. Los escasos hechos que han llegado hasta nosotros no tienen mucho sentido. Este nombramiento, habitualmente fechado en 1322, contó al parecer con el voto de los estudiantes. La popularidad de Cecco y su extravagancia provocaron según parece o?ciosos celos entre sus colegas y entre las autoridades eclesiásticas. Fue condenado por profesar por el inquisidor dominico Lamberto de Cingolo el 16 de diciembre de 1324. Cecco se vio obligado a abandonar Bolonia. No sabemos nada de lo que se dice que fue su reelección para el cargo «por la aclamación de los estudiantes». Cuando reaparece D’Ascoli, a ?nales de mayo de 1326, es como astrólogo y médico de corte del duque Carlos de Calabria, a la sazón regente de Toscana. Bajo su patrocinio, Cecco se creyó tal vez inmune a la censura y la persecución eclesiásticas. Se entregó a la especulación ?losó?co-cientí?ca, hizo profecías y trazó horóscopos, quizá abiertamente. Detenido en julio de 1327, Francesco degli Stabili fue quemado vivo junto con todas sus obras en Florencia, entre la Porta a Pinti y la Porta alla Croce, el 16 de septiembre. La sentencia fue ejecutada bajo la autoridad del vicario ducal, un tal señor Jacobo de Brescia. La hagiografía sostiene que Cecco fue a la muerte proclamando «lo he dicho, lo he enseñado, lo creo». Es muy posible que esto sea un adorno romántico . Pero ¿cómo se explica su espantosa suerte?
Ha habido muchas conjeturas. Que Stabili era un individuo orgulloso, irascible, arrogante, quizá perturbador y dado a la autopropaganda es algo que se re?eja en los testimonios disponibles. Se ganó peligrosos enemigos sin preocupación alguna. Destacó en los precarios márgenes de los cargos o?ciales académicos y eclesiásticos. Se basó en el desigual apoyo de estudiantes y príncipes absentistas. Este –lo cual equivale a decir mago de los cuatro elementos– un tanto histriónico invadía el terreno de demasiada gente. Sin embargo, ¿qué fue lo que justi?có una acusación de herejía? que los expedientes del Santo O?cio sobre el juicio y la pena capital de Cecco se conserven en Roma. Así lo piensan algunos estudiosos. De ser así, no obstante, hasta el día de hoy no se ha permitido acceder a ellos y mucho menos publicarlos. ¿Qué podemos deducir de ?
El de D’Ascoli plantea problemas de orden lingüístico y hermenéutico casi inabordables hasta para los medievalistas e historiadores de la ciencia más cuali?cados. Su título mismo ha sido interpretado de diversas maneras. ¿Se deriva del latín , que signi?ca un conjunto, una colección de elementos dispares? Hay testimonios de este uso en Cicerón, Virgilio y Quintiliano. O, lo que es más plausible, ¿se re?ere al latín , que...




