Steidele | Gentleman Jack. Una biografía de Anne Lister | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 124, 368 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

Steidele Gentleman Jack. Una biografía de Anne Lister

Terrateniente, seductora y diarista secreta del siglo XIX
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-18708-28-2
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Terrateniente, seductora y diarista secreta del siglo XIX

E-Book, Spanisch, Band 124, 368 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

ISBN: 978-84-18708-28-2
Verlag: Siruela
Format: EPUB
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Anne Lister, curiosa y culta, aventurera y emprendedora, cautivadora e inquietante, divertida y seductora... La biografía de uno de los personajes más excéntricos, rebeldes y fascinantes del siglo XIX. «Un libro fascinante sobre una mujer extraordinaria».The Times «Combativa y valiente. Con este libro Angela Steidele retrata a una noble aristócrata inglesa amante de las mujeres y ávida de educación. La autora combina hábilmente diarios y cartas con sus propias investigaciones para crear una 'biografía erótica'».Deutschlandfunk Kultur Anne Lister (1791-1840) fue una ilustre aristócrata de Yorkshire, intrépida viajera, audaz empresaria y, en una época en la que ser mujer ya era una tarea difícil, vivió abiertamente su homosexualidad. Decidió vestir siempre de negro y hablar con naturalidad de su desinterés hacia los hombres. Fue la primera mujer que escaló el Vignemale en los escarpados Pirineos, viajó hasta el Cáucaso y dormía con una pistola bajo la almohada. Tan osada como Don Juan y tan apasionada como Heathcliff, Anne no permitió que las costumbres de la sociedad de la Regencia la limitaran: aunque a los ojos de todos permaneció soltera, unió su vida en matrimonio con su acaudalada vecina, Ann Walker, en 1834. Sus numerosos diarios permanecieron ocultos durante décadas antes de que se descifrara el código que inventó para dejar constancia de los detalles eróticos de sus prolíficas conquistas. Estas confesiones, junto con sus cartas, cuentan la historia de una mujer extraordinaria, pero también hacen un retrato detallado e invaluable de la época en la que vivió. En este libro, original y rompedor, la célebre autora Angela Steidele brinda una perspectiva nueva de este personaje tan peculiar y fascinante, cuyas proezas han sido llevadas incluso a una exitosa serie de televisión.

Angela Steidele (Bruchsal, Alemania, 1968) ha escrito varios libros sobre la vida de personalidades de sexualidad diversa de los siglos XVIII y XIX. Love story: Adele Schopenhauer and Sibylle Mertens estuvo entre los finalistas al premio NDR Kultur de No Ficción. Steidele ha ganado el Premio Gleim de Literatura por In Men's Clothes, su biografía de Catharina Linck, y el Premio Bávaro al Libro por su novela Rosenstengel. Actualmente vive en Colonia.
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Eliza
1791-1810

Anne Lister tenía catorce o quince años cuando se enamoró por primera vez. Ella y Eliza Raine tenían la misma edad y estaban en la misma clase en la escuela Manor House, sita en York. Ni Anne ni Eliza podían ser más distintas de las otras chicas. Eliza había nacido en Madrás y tenía la piel oscura y el cabello negro. Anne llevaba ropas raídas y era objeto de muchas miradas y burlas por ser diferente. «¡Me traía sin cuidado!».1 Quería aprender más de lo que correspondía a una chica, y recibió el apelativo de «la Salomón del colegio».2

Anne pudo acudir a aquel internado privado gracias a su tía y madrina, Anne Lister sénior, la menor de las hermanas de su padre Jeremy. El hermano mayor de este, James Lister, había sido nombrado heredero único de la casa familiar, Shibden Hall, que se hallaba en las proximidades de Halifax, al oeste de Yorkshire. Los hermanos pequeños de James —Joseph y Jeremy, Hannah, Phoebe, Martha y Anne sénior— no habían recibido casi nada. Sin una dote, ninguna de las hermanas podía casarse; las cuatro vivían en Shibden Hall junto a su hermano mayor, que, al igual que ellas, nunca se casó. El padre de Anne, Jeremy, tuvo que ocuparse de sus propias necesidades económicas. Se alistó en la infantería, fue enviado a Canadá y posteriormente luchó contra los rebeldes americanos en la primera batalla de la guerra de la Independencia, en Lexington y Concord, Massachusetts, en 1775. Ascendido a capitán, regresó a su país en 1783, entre los derrotados ingleses. En 1788, a los treinta y cinco años, se casó con Rebecca Battle, de dieciocho, que no tardaría en recibir una modesta herencia. En 1789, mientras Jeremy servía en Irlanda, Rebecca dio a luz a su primer vástago, un niño que moriría poco después. Al quedarse embarazada por segunda vez, sus cuñadas la invitaron a Halifax, donde la joven alumbró una niña el 3 de abril de 1791. La pequeña recibió el nombre de su tía de veintiséis años, «aquella que [...] me tomó en su regazo tan pronto vine al mundo, me dio el primer alimento que probé y me acogió en el seno de la Cristiandad».3

1 Mapa del norte de Inglaterra, Laura Fronterré.

Anne tenía dos años cuando Jeremy, haciendo uso de la herencia de Rebecca, adquirió la modesta Skelfler House, en Market Weighton, junto con los campos de alrededor y dos granjas en usufructo. Jeremy confiaba en vivir de los ingresos producidos por sus tierras, como hacía su hermano. Anne pasó los primeros años de su infancia en los montuosos paisajes de Yorkshire Wolds. Durante el resto de su vida, uno de sus «mayores placeres» de siempre sería dar «un buen paseo por el campo».4 Más tarde tuvo tres hermanos, Samuel, John y Jeremy, quien también moriría en sus primeros meses de vida, y una hermana. Cuando nació Marian, en 1798, Anne, que tenía siete años, también se vio beneficiada por ello; «mi madre me daba el pecho cuando mi hermana nació», recordaba Anne. «Tenía demasiada leche. Aquello me gustaba muchísimo».5

Aquello era lo único que abundaba en la casa de los Lister. Jeremy ganaba poco. Cuando tenía dinero, lo gastaba con poca inteligencia, y, hecho a los bruscos modales del Ejército, discutía a voz en cuello los asuntos domésticos. Mientras tanto, su hija mayor se estaba convirtiendo en un «ingobernable marimacho».6 «Huía de mi doncella y me mezclaba con los trabajadores. [...] Cuando mi madre me creía bajo techo, yo, de noche, ya me había escapado. Veía escenas de lo más curiosas, mujeres de mala vida, etc.».7 «Mi carácter estaba marcado por la curiosidad, y había sido así desde la cuna», escribió acerca de sí misma, «fui un auténtico diablillo. Me enviaron muy pronto a la escuela porque en casa no podían conmigo». En aquel tiempo, las niñas de la pequeña nobleza y las familias de clase media aprendían a leer y escribir en casa, y no se las enviaba a la escuela, al menos, hasta que tenían doce años. Anne, sin embargo, se incorporó a la Escuela Ripon para Niñas, dirigida por Mrs. Hague y Mrs. Chettle en el norte de Yorkshire, con tan solo siete años. «Me azotaron a diario, con alguna que otra excepción durante las vacaciones, a lo largo de dos años».8 Aparte de a «silbar muy bien»,9 Anne aseguraba que en la escuela no había aprendido nada. «Siempre estaba de charla con las niñas, en vez de aplicarme en mis libros».10 Sus profesores la consideraban «una niña extraña, que vestía de manera extraña, pero de aspecto refinado, muy despierta e independiente e incapaz de decir una mentira».11

Rebecca pensaba que su hija mayor era «a veces un poco pretenciosa».12 Se negaba a aprender a cocinar o arreglar la casa y dejaba que su madre se las apañara con la doncella el día de la colada. La única tarea doméstica de la que Anne no podía escapar era la costura, puesto que debía zurcir y remendar sus propias ropas. Para disgusto de su madre, Anne no quería llevar el obligado tocado de las niñas ni los sombreros poke ya que su prominente ala le limitaba la visión. Cada vez que Anne visitaba Shibden Hall, las cartas de Rebecca no dejaban de preguntar con inquietud por la manera en que su hija se vestía. El tío James y la tía Anne se llevaban mejor con su díscola sobrina que la madre de esta última. Anne respetaba a James, un hombre tranquilo, amante de los libros, y su madrina la trataba como a la hija que nunca tuvo. Tras una prolongada estancia en Shibden Hall, en 1802, a la edad de once años, se quedó a vivir allí durante casi un año entero desde agosto de 1803.

Shibden Hall había sido erigida a principios del siglo XV y pasó a ser propiedad de la familia Lister por vía matrimonial en 1619. La mansión, construida en ladrillo, salvo los tramos de madera de algunas secciones, y revestida toda ella de piedra, se alza hoy día en las afueras de Halifax, en medio de los Peninos. El viejo camino que llevaba desde Shibden Hall hasta Halifax era «tan empinado, tan escarpado, y a veces, también, tan resbaladizo», que Daniel Defoe creía que, «para una ciudad de tanto intercambio mercantil como esta [...], resulta muy engorroso y peligroso».13

Halifax había experimentado un enorme auge desde el siglo XVIII, lo que produjo un profundo cambio en su sociedad y su paisaje. Desarrollos técnicos tales como la hiladora Jenny y los telares accionados por máquinas de vapor habían industrializado la producción textil, que se extendía sobre todo por el norte y las Tierras Medias. A Manchester, «madre de la industria del algodón», se la llegaba a ver de lejos debido a sus «densas masas de humo negro y a sus largas chimeneas de ladrillo».14 A partir de allí, los comerciantes empezaron a construir enormes molinos que se desplegaban a lo largo de los valles del río, molinos en los que se fabricaban buenos tejidos ingleses. Los habitantes de los pueblos más desfavorecidos inundaban las ciudades prósperas, como la anteriormente insignificante Halifax, en busca de trabajo, aunque fueran trabajos por los que se pagaba una miseria. Para las familias de clase media propietarias de fábricas, el incremento de la riqueza se vio acompañado de la influencia política. Por su condición de miembros de la vieja aristocracia terrateniente, los Lister guardaban cierta distancia respecto a la nueva clase mercantil, aunque uno de los tíos de Anne, Joseph, participó en el negocio de los tejidos de lana, si bien sin demasiada fortuna. Gracias a su primera esposa, Joseph se convirtió en el propietario de la enorme y elegante Northgate House, en Halifax.

Mientras la industria se extendía por el valle, en la colina de Shibden Hall las cosas seguían funcionando a la manera tradicional. La hacienda, consistente en cuatro docenas de pequeños campos, ninguno mayor de tres hectáreas, fue arrendada. Una cantera, una pequeña y primitiva mina de carbón y un molino proporcionaban ingresos adicionales, complementados por los dividendos procedentes de las participaciones en el Turnpike Trust (peaje de carreteras) y la Calder and Hebble Navigation (peaje de canales). Aún no había cumplido doce años cuando Anne escribió a sus padres sobre la conveniencia de cosechar avena en Shibden Hall y reflexionó sobre el significado político e histórico-sociológico de «mi tema favorito, las cosechas».15 Recibía clases de las hermanas Sarah y Grace Mellin. Además de eso, el organista de la vieja parroquia de Halifax le daba clases de canto dos veces a la semana. «Prefiero la música al baile».16

Tras pasar un año con sus padres y hermanos en Market Weighton, donde el párroco local le enseñó latín, Anne ingresó, en 1805 o 1806, en la Escuela Manor House de York, considerada una de las mejores escuelas para chicas del lugar. El internado ocupaba el ala norte del King’s Manor, que en el siglo XIII había sido el palacio abacial y en la actualidad alberga una parte de la universidad. Junto con otras cuarenta chicas, Anne aprendió a leer y a escribir, además de matemáticas, geometría, astronomía, geografía, historia y heráldica.

2 Escuela de Manor House, York, 1822, grabado de Henry Cave.

El artista Joseph Halfpenny, que había publicado detallados dibujos arquitectónicos de la catedral de York,...



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