Scolari | Ecología de los medios | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 300 Seiten

Reihe: Comunicación

Scolari Ecología de los medios

Entornos, evoluciones e interpretaciones
1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-9784-827-5
Verlag: Gedisa Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Entornos, evoluciones e interpretaciones

E-Book, Spanisch, 300 Seiten

Reihe: Comunicación

ISBN: 978-84-9784-827-5
Verlag: Gedisa Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



En los últimos años hemos asistido a una ampliación de los conflictos; las aulas, los hospitales, la familia, el trabajo, la comunidad, entre otros, se han convertido en espacios donde, con asiduidad, aparecen este tipo de relaciones. Además esta diversificación ha venido acompañada de un aumento de la complejidad de los conflictos; cada vez resulta más difícil entender cómo se constituyen y desarrollan estos. Este libro presenta una propuesta de análisis; el Mapeo de conflictos. Se trata de mostrar al profesional una técnica que le permita, por un lado, diagnosticar cómo está construido el conflicto y, por el otro lado, establecer los posibles escenarios futuros en los que puede derivar la relación conflictual. La necesidad de procesos de exploración como un paso previo al diseño de estrategias de intervención queda puesta de manifiesto a lo largo de las páginas de este libro. El autor presenta, junto con una gran diversidad de ejemplos, un proceso de aplicación de la técnica a través del desarrollo de un único caso que es usado de manera transversal a lo largo de los diferentes capítulos.

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Ecología de los medios:
de la metáfora a la teoría (y más allá)
Carlos A. Scolari1
¿Qué es una teoría? Según el Diccionario de la Real Academia Española, una teoría puede ser —¡al mismo tiempo!— un conocimiento especulativo independiente de toda aplicación, una serie de leyes que relacionan un orden de fenómenos, una hipótesis cuyas consecuencias se aplican a una ciencia (o a una parte importante de ella) y, entre los antiguos griegos, una procesión religiosa. Como podemos ver, una teoría abarca desde explicaciones científicas (de origen empírico o especulativo, esto es, las llamadas teorías científicas) hasta prácticas religiosas. Etimológicamente, «teoría» deriva del griego observar y tiene relación con la acción de «mirar» o «ver». Proviene de theoros (espectador), formada a su vez por thea (vista) y horar (ver). En esta introducción quisiera retomar una concepción de «teoría» menos conectada a lo visual y más cercana a lo auditivo: la teoría entendida como un campo conversacional donde diferentes sujetos más o menos competentes hablan sobre un tema determinado. En otras palabras, las teorías entendidas como un hacer performativo. Si, como decía Austin (1982), podemos hacer cosas con las palabras, entonces los científicos hacen teorías. En este contexto, el análisis de las conversaciones es esencial para entender un dominio científico.2 ¿Dónde se hablan las teorías? Las universidades, los libros y las revistas científicas, los centros de investigación y los congresos constituyen el entorno organizativo donde se producen, circulan e interpretan los discursos científicos. Los científicos no se limitan a intercambiar discursos: también discuten hipótesis, se confrontan, llegan a acuerdos —el llamado «consenso científico»— y asumen compromisos. Desde esta perspectiva, un campo científico es algo más que un espacio donde se manifiestan conflictos y diferentes actores ponen en juego sus capitales simbólicos (Bourdieu, 1999): es también una red de conversaciones, un tejido de compromisos lingüísticos —en el sentido de la teoría de los actos del habla (Searle, 1990; Austin, 1982)— donde esos actores definen qué tipo de interacciones quieren mantener entre ellos, en qué clase de conversaciones les interesa participar y cómo las llevarán a cabo. Si queremos comprender la actividad de un campo científico, debemos mapear sus discursos, identificar los enunciadores y enunciatarios que integran la red de conversaciones y comprender los actos del habla y escucha que tienen lugar dentro de esa porción de la semiosfera (Lotman, 1996). Las teorías de la comunicación constituyen un campo discursivo que se caracteriza por su heterogeneidad. Según R. T. Craig: […] las diferentes tradiciones de la teoría de la comunicación ofrecen distintos caminos para conceptualizar y discutir las prácticas y problemas comunicativos. Estos caminos derivan de (y apelan a) ciertos lugares comunes y creencias sobre la comunicación, al mismo tiempo que problematizan otros. Es en este diálogo entre tradiciones que la teoría de la comunicación puede ser plenamente interconectada con la práctica discursiva (o metadiscursiva) sobre la comunicación en la sociedad (Craig, 1999: 120). Podría incluso decirse que las teorías de la comunicación no han sido otra cosa que una gran conversación destinada a aclarar el significado de la palabra «comunicación» (Scolari, 2008). Las teorías de la comunicación han sido clasificadas de diferentes maneras: a partir de su origen disciplinario (sociología, psicología, antropología, etc.), de sus sistemas explicativos (cognitivo, sistémico, etc.), de sus niveles de organización (interpersonal, grupal, institucional, masiva, etc.), de sus premisas epistemológicas (empíricas, críticas, etc.) o de su concepción implícita de la práctica comunicacional (retórica, semiótica, fenomenológica, etc.) (Craig, 1999). Además de considerar las teorías como conversaciones, en este artículo proponemos una nueva clasificación: las teorías generalistas y las teorías especializadas. Las teorías generalistas se proponen construir cuadros integradores o globales de todos los procesos que afectan al mundo de la comunicación. Si bien es impensable una teoría que lo explique todo, es evidente que algunas construcciones teóricas apuntan a integrar y generar un modelo explicativo de mayor alcance. Entre las teorías generalistas, podemos mencionar a la economía política de la comunicación y la cultura, la cual abarca los procesos de producción, distribución y consumo de la comunicación, sin dejar de lado el análisis de las mercancías culturales (Golding y Murdock, 1997; Mosco, 2009). A su manera, también la teoría de la información de Shannon y Weaver propuso en su momento un modelo explicativo «lineal y secuencial» al decir de McLuhan, pero que, al mismo tiempo, incluía todos los elementos del proceso de comunicación (emisor, canal, mensaje, receptor, código, ruido, etc.). Las teorías especializadas se focalizan en un aspecto o proceso determinado de la comunicación y dejan otros fuera de su modelo explicativo. Las teorías de los efectos limitados, del newsmaking o de la agenda-setting son ejemplos de un tipo de construcción teórica que apunta a explicar una porción reducida del universo comunicacional. Por otra parte, los discursos científicos sobre la comunicación siempre han manifestado una tendencia a hablar de los medios de forma aislada: se estudia «la televisión», «la radio», «el cine», etc. También la semiótica ha seguido en cierta forma el mismo camino (es por eso que existe una «semiótica de la televisión», una «semiótica del cine», etc.). Si partimos de esa oposición entre teorías generalistas y teorías especializadas, no nos costará mucho ubicar a la ecología de los medios entre las primeras: como veremos en los próximos capítulos, se trata de una teorización expandida que abarca, según el teórico-enunciador elegido, casi todos los aspectos de los procesos de comunicación, desde las relaciones entre los medios y la economía hasta las transformaciones perceptivas y cognitivas que sufren los sujetos a partir de su exposición a las tecnologías de la comunicación. Por otro lado, la ecología de los medios no se concentra en ningún medio en especial —es una teoría transmedia a todos los efectos— ni a un período de tiempo limitado: su reflexión comienza con la aparición del lenguaje, sigue con la transición de la oralidad a la escritura, llega hasta nuestros agitados días de vida digital y en algunas ocasiones no renuncia a delinear escenarios futuros. 1. McLuhan y sus precursores
Generalmente, cuando se habla de la «universidad invisible» se piensa en el grupo organizado alrededor de George Bateson, Paul Watzlawick, Ray Birdwhistell y Edward Hall en la década de 1970. Sin embargo, también la ecología de los medios sufrió un período de ostracismo académico que la condenó a la invisibilidad por unos cuantos años. El famoso monográfico «Ferment in the Field» del Journal of Communication (1983) sobre el estado de los estudios de comunicación la ignoró totalmente, y algo similar pasó una década más tarde en «The Future of the Field I y II» (1993). Encorsetada entre la investigación empírico-administrativa y los enfoques crítico-reproductivistas, la ecología de los medios tardó un tiempo en encontrar su lugar bajo el sol académico. Sin embargo, poco a poco los ecólogos de los medios fueron ganando terreno y hoy tienen su propia organización —la Media Ecology Association—, una publicación científica —Explorations in Media Ecology— y una presencia en los eventos de organizaciones como la International Communication Association (ICA). En esta Introducción repasaremos rápidamente la historia de esta corriente del pensamiento comunicacional. La consolidación de una visión ecológica de los medios fue paralela a la difusión de las ideas de la ecología a partir de los años sesenta. Si bien el concepto de «ecología de los medios» fue oficialmente introducido por Neil Postman en una conferencia en el National Council of Teachers of English en 1968, el propio Postman reconocía que Marshall McLuhan lo había utilizado de manera privada a principios de esa década, en la época de mayor brillo intelectual del canadiense (The Gutenberg Galaxy es de 1962 y Understanding Media de 1964) (Morrison, 2006). Sin embargo, otros investigadores prefieren atribuir exclusivamente a Postman el mérito de la acuñación semántica (Lum, 2006: 9). En cualquier caso, durante su conferencia —incluida en este volumen— Postman definió a la ecología de los medios como «el estudio de los medios como ambientes» (the study of media as environments). Podemos decir que con Postman se produce el salto de la metáfora a la teoría, o mejor, el desplazamiento de un uso puramente metafórico del término ecología de los medios al inicio de la delimitación de un campo científico determinado. Postman apostó fuerte por el nuevo concepto: en 1971 creó el primer programa en Ecología de los Medios en la Universidad de Nueva York, dando, de esta manera, el primer paso en su institucionalización académica. Más allá del origen semántico de la ecología de los medios, es evidente que esta...



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