E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Biblioteca Digital Journey
Sanz / Alonso / Saiz García IA Generativa
1. Auflage 2024
ISBN: 978-84-129299-2-8
Verlag: Trama Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
La nueva era de la información
E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Biblioteca Digital Journey
ISBN: 978-84-129299-2-8
Verlag: Trama Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
¿Qué supone la inteligencia artificial generativa para el sector de la información y la comunicación? ¿Qué desafíos éticos, de buenas prácticas y de derechos de propiedad intelectual encaramos? Once especialistas de ámbitos y procedencias diversas reflexionan sobre las claves, los retos y las oportunidades que supone el uso de la inteligencia artificial a medio y largo plazo, aportando una rica paleta de perspectivas y matices.
Este primer volumen de la Biblioteca Digital Journey proporciona un conjunto de análisis y materiales que servirán, sin duda, a todos aquellos que se aproximen por primera vez a las importantes transformaciones que ya está provocando la IA, y también a quienes trabajan de forma directa con esta tecnología que está llamada a revolucionar nuestra sociedad en los próximos años.
Pepe Cerezo es experto en estrategia y desarrollo de negocios digitales, especialmente en el sector de los medios de comunicación. Fundador de Digital Journey, director de Evoca media y socio de Programmatic Spain. Es autor de 'Los medios líquidos. La transformación de los modelos de negocio' (2018), 'Los medios ante los modelos de suscripción' (2019) y 'Deconstruyendo los medios de comunicación: Cómo adaptar las empresas de comunicación a los entornos digitales' (2022).
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Ética para la IA David Sanz1
La inteligencia artificial (IA), antaño confinada a las páginas de novelas de ciencia ficción y a las especulaciones de filósofos y científicos visionarios, ha emergido como una fuerza transformadora que impregna casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Desde los asistentes virtuales en nuestros dispositivos móviles hasta los algoritmos que deciden qué noticias leemos o qué productos compramos, la IA está redefiniendo el tejido mismo de nuestra sociedad. Nos encontramos en una encrucijada histórica, un punto de inflexión en el que debemos reflexionar profundamente sobre las implicaciones éticas de una tecnología que no solo amplifica nuestras capacidades, sino que también desafía nuestros valores más fundamentales. La revolución de la IA no es simplemente una cuestión tecnológica; es un fenómeno que plantea preguntas esenciales sobre lo que significa ser humano, sobre nuestra capacidad para discernir entre lo real y lo fabricado, y sobre cómo queremos que sea el mundo en el que vivimos. Por primera vez en la historia, nos enfrentamos a máquinas que no solo pueden procesar información a velocidades inimaginables, sino que también pueden aprender, adaptarse y, en cierta medida, crear. La IA tiene la capacidad de generar contenido desde cero, simulando la creatividad humana con una precisión y confianza que pueden hacernos dudar de qué es auténtico y qué es artificial. Este fenómeno plantea interrogantes cruciales: ¿Cómo impactará en nuestra identidad individual y colectiva una tecnología que puede tomar decisiones y generar contenido sin supervisión humana? ¿Qué responsabilidades éticas deben asumir los diseñadores, desarrolladores y usuarios de estas tecnologías? ¿Estamos preparados para las implicaciones sociales, económicas y culturales que conlleva la integración masiva de la IA en nuestras vidas? En este capítulo exploraremos las profundas implicaciones éticas de la inteligencia artificial, examinando los riesgos y oportunidades que presenta. Analizaremos los debates actuales en torno a la creación de contenidos, los negocios y la gestión de datos, y ofreceremos una visión de futuro que nos permita navegar éticamente en un mundo cada vez más impulsado por la IA. Mi intención es fomentar una reflexión crítica y constructiva que nos permita aprovechar al máximo el potencial de esta tecnología, al tiempo que minimizamos sus riesgos y protegemos los valores fundamentales de nuestra sociedad. La ética en la IA es un campo relativamente nuevo, pero con raíces profundas en la filosofía y la literatura. La imaginación humana ha anticipado durante mucho tiempo las posibilidades y peligros de crear máquinas inteligentes. Escritores como Mary Shelley con Frankenstein y, más tarde, Isaac Asimov con sus cuentos de robots, exploraron las complejidades morales de dar vida a entidades artificiales. Isaac Asimov en particular dejó una huella indeleble en el pensamiento sobre la ética en la IA al proponer las Tres Leyes de la Robótica en su colección de relatos Yo, Robot. Estas leyes, aunque ficticias, sentaron las bases para considerar cómo deberían comportarse las máquinas inteligentes en relación con los seres humanos: Un robot no debe dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. Un robot debe obedecer las órdenes que le sean dadas por los seres humanos, excepto si dichas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley. Con el desarrollo de la Máquina de Turing a mediados del siglo XX, la cuestión de si una máquina puede pensar dejó de ser un mero ejercicio filosófico para convertirse en un desafío científico y tecnológico. Alan Turing, en su famoso artículo «Computing Machinery and Intelligence», propuso el «Test de Turing» como una forma de evaluar la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente indistinguible del de un ser humano. Este avance abrió la puerta a debates profundos sobre la naturaleza de la conciencia, la inteligencia y la ética en la creación de máquinas capaces de pensar. ¿Qué significa que una máquina pueda «pensar»? ¿Tenemos el derecho de crear entidades que puedan sufrir o tener experiencias conscientes? Estas preguntas siguen siendo objeto de intensa discusión en la filosofía de la mente y la ética tecnológica. Las Tres Leyes de la Robótica de Asimov, aunque revolucionarias en su momento, resultan insuficientes para abordar los complejos desafíos éticos que plantea la IA en la actualidad. La tecnología ha avanzado a un ritmo vertiginoso, y las aplicaciones de la IA se han expandido más allá de lo que Asimov o sus contemporáneos podrían haber imaginado. Por esa razón, aunque no existe un marco regulatorio global unificado, diversos países y organismos internacionales están trabajando en el desarrollo de normas y directrices para garantizar el uso ético y responsable de la IA. UNESCO: La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura aprobó en 2021 la primera norma mundial sobre la ética de la IA, la «Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial». Este documento establece una serie de principios éticos que deben guiar el desarrollo y uso de la IA, como la protección de los derechos humanos, la transparencia, la responsabilidad y la no discriminación. Unión Europea: La Unión Europea ha presentado propuestas legislativas para regular la IA, con un enfoque en los sistemas de IA de alto riesgo. Estas propuestas buscan garantizar la seguridad, la transparencia y la no discriminación de los sistemas de IA que se utilizan en áreas sensibles como la justicia, la contratación y la gestión de infraestructuras críticas. OCDE: La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha desarrollado una serie de principios para la IA, que incluyen la gobernanza inclusiva, la sostenibilidad, el respeto a los valores democráticos y el bienestar humano. Los Principios de Asilomar: Guía elaborada por expertos en la materia que recoge 23 principios éticos para la investigación en inteligencia artificial La ética y la inteligencia artificial son un campo en constante evolución. Es fundamental que los desarrolladores, los gobiernos, la sociedad civil y todas las partes interesadas trabajen juntos para garantizar que la IA se desarrolle y utilice de manera responsable y beneficiosa para todos. Desde la aparición de la Inteligencia Artificial Generativa, los LLMs (Large Language Models o grandes modelos del lenguaje), y en especial con el lanzamiento de ChatGPT al gran público, el debate sobre los aspectos éticos de la inteligencia artificial ha adquirido una dimensión y una complejidad mucho mayores. Los aspectos éticos de los tradicionales sistemas de Machine Learning (aprendizaje de máquina) se reducían generalmente a la transparencia para poder explicar de forma sencilla cómo se generan las respuestas y a la eliminación de sesgos, muy relacionado con el aspecto anterior, para garantizar que los datos de entrenamiento sean neutros. Los nuevos modelos plantean retos mucho más complejos que muchas veces se plantean de forma exagerada, confundiendo la realidad de la tecnología actual con la futura y el entrenamiento de los modelos con su uso. Por eso es necesario abordar esta cuestión estructurándola en tres áreas: Entrenamiento de la IA, con foco en los aspectos más relacionados con la propiedad intelectual y el posible sesgo que pueden contener los datos utilizados. Utilización de la IA: abordar el impacto puede generar las respuestas de la IA generativa, su posible uso comercial y las consecuencias de que la IA pueda actuar, por ejemplo, llamando a una API o conectándola a algún mecanismo, como el caso de los coches autónomos. La IA general: se analizan algunos aspectos éticos de lo que podría venir en el futuro, cuando los sistemas de IA tengan capacidad real para pensar. Aspectos éticos en el entrenamiento de la IA generativa
Una de las características de estos modelos generativos es la ingente cantidad de datos que necesitan para generar buenos resultados. Damos por sentado que estos datos se han obtenido todos de fuentes públicas (aunque se han suscitado dudas al respecto). El problema ético que se plantea aquí es el siguiente: OpenAI, por poner un caso conocido, está cobrando por utilizar el servicio de ChatGPT. Sin embargo, los autores que han publicado contenidos que han sido usados en el entrenamiento de ChatGPT no reciben ninguna compensación. La cuestión es ¿deberían recibirla? Podemos pensar que el trabajo de un autor, aunque lo haya puesto a disposición del público en internet, debería ser compensado si se utiliza con fines comerciales. ¿Qué sucede entonces cuando este trabajo se busca con Google y se aprovecha su contenido? Aclaremos que no se trata de hacer plagio y vender el resultado, sino de inspirarse en un contenido para crear otro. De alguna forma es lo que hace ChatGPT a partir de la enorme inversión que ha realizado OpenAI en su desarrollo, entrenamiento y puesta a disposición del público y las empresas. Un caso interesante es el de Reddit, que llegó a un acuerdo con OpenAI para poder utilizar todo su contenido para el entrenamiento de ChatGPT. Recordemos que este contenido en realidad lo generan los...