E-Book, Spanisch, 310 Seiten
Reihe: Horizontes Educación
Santos Rego / Lorenzo Moledo / García Álvarez La educación en red
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-19312-66-2
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Una perspectiva multidimensional
E-Book, Spanisch, 310 Seiten
Reihe: Horizontes Educación
ISBN: 978-84-19312-66-2
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Es este un libro que invita al análisis dialógico, en tanto que aborda un tema de poliédricas dimensiones para el presente y, sobre todo, para el porvenir de la educación en la irreversible sociedad del conocimiento. Educar en red significa descubrir conexiones entre vectores de aprendizaje dentro y fuera del currículo, pensando en la mejor formación de una ciudadanía que ya poco o nada tiene que ver con el mundo de ayer. Además de apuntar al fortalecimiento de la innovación desde proyectos coparticipados, el volumen remite a una prudente consideración de la alfabetización digital sin perjudicar abiertamente la atención al peso que hemos de seguir concediendo al espacio comunitario. Estamos, pues, ante un enfoque que facilita la transición hacia el empleo, al suponer aproximaciones estratégicas entre lo formal y lo no formal y donde, por lo general, se asume un principio de cooperación entre agentes que operan sabiendo que la buena gestión de la diversidad abre vías de éxito en torno a metas comunes.
Miguel A. Santos Rego. Catedrático de la Universidade de Santiago de Compostela, en la que ha sido vicerrector de profesorado y director del Instituto de Ciencias de la Educación. En la actualidad es coordinador del grupo de investigación ESCULCA (Grupo de Referencia Competitiva), de la Red de Investigación RIES, de la Red de Excelencia UNIASC, y director del Departamento de Pedagogía y Didáctica, además de Premio Nacional de Investigación Educativa y presidente de la Comisión de Informes, Evaluación, Certificación y Acreditación (CGIACA) de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Galicia (ACSUG).
Mar Lorenzo Moledo. Catedrática de la Universidade de Santiago de Compostela (Facultad de Ciencias de la Educación). Pertenece al grupo de investigación ESCULCA (Grupo de Referencia Competitiva), a la Red de Investigación RIES y a la Red de Excelencia «Universidad, Innovación y Aprendizaje en la Sociedad del Conocimiento». Ha sido Premio Nacional de Investigación Educativa y Premio María Barbeito de Investigación. Ha desempeñado importantes cargos de gestión en la universidad, entre los cuales destacan el de vicerrectora y coordinadora del Programa de Doctorado en Educación de la USC.
Jesús García-Álvarez. Profesor ayudante doctor de la Universidade de Santiago de Compostela (Facultad de Ciencias de la Educación). Pertenece al grupo de investigación ESCULCA (Grupo de Referencia Competitiva), a la Red de Investigación RIES y a la Red de Excelencia UNIASC. Ha participado en procesos de evaluación de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Galicia (ACSUG). Actualmente es asesor de la UNED en el Centro Penitenciario de Teixeiro (A Coruña) y coordinador del Grado en Educación Social de la USC.
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Introducción MIGUEL A SANTOS REGO MAR LORENZO MOLEDO JESÚS GARCÍA-ÁLVAREZ Santiago de Compostela, 2022 Puede que el alcance comprensivo de la temática que este libro aborda no se agote en las páginas del volumen que presentamos. Ni sería razonable pretenderlo ni todas las visiones posibles cabrían en una tentativa como la que hemos proyectado. Aun así, creemos haber logrado lo esencial de lo que el título anuncia, esto es, avanzar una perspectiva multidimensional acerca de una ruta abierta para continuar indagando sobre el aprendizaje y el conocimiento en una época tan singular como la que vivimos. Empezaremos, naturalmente, clarificando lo que nos parece más sustancial. El término o la palabra red se ha vuelto omnipresente en la vida cotidiana de la gente, máxime de aquellas personas que cuentan con un nivel formativo medio o superior. Se trata de un vocablo comodín para significar un ritmo de cambio acelerado en un marco de globalización económica que, mediado por la tecnología de vanguardia en el sector de las comunicaciones, ha puesto de relieve la necesidad de una mayor conexión entre individuos y sectores productivos a propósito de cómo fortalecer la innovación desde proyectos coparticipados para dar mejores respuestas a los desafíos del mundo productivo, el desarrollo, el bienestar de la ciudadanía y la sostenibilidad de las fuentes energéticas. Además, se trata de una locución que se une, indefectiblemente, al auge de una alfabetización digital (no en vano hablamos de la sociedad red), por más que su uso no tenga por qué restringirse o identificarse en exclusiva con ese ámbito de realidad virtual. También puede remitir, según coordenadas sociopolíticas e incluso económicas, al mayor peso que deberíamos conceder al espacio comunitario. Como han recordado recientemente Arias y Costas (2021), uno de los principales retos que deben afrontar nuestras sociedades es conseguir un nuevo nacimiento de la esfera pública en red, que permita reconstruir en torno a ella el espíritu colaborativo que una vez anunció (Benkler, 2006). Educación en red significa, antes o después, descubrir y analizar las conexiones posibles entre vectores de aprendizaje dentro y fuera del currículo, en una perspectiva integradora de conocimiento y dominio de destrezas acordes con la mejor formación para un tiempo histórico. De ahí que, en el fondo, la educación en red podría verse como un reclamo para hacer una educación más global, de forma un tanto próxima a lo que en el campo de la historia global es el progreso de la atención a las conexiones que definen el cambio en el mundo, desde las primeras épocas registrables hasta el presente. Así, también el educador de hoy ha de procurar conexiones en un afán de abordaje global para una tipología de estudiantes y una ciudadanía que poco o nada tienen que ver con el mundo de ayer. Es un hecho que la sociedad actual se está representando en red, por lo cual la educación, que siempre se vale de su dimensión adaptativa, ha de proceder en un sentido próximo, y sin dejar de aprovechar esa conectividad para crear y disponer encuentros estratégicos según ejes de diversidad y comunalidad de intereses, donde la ecología y la sostenibilidad se abran paso al compás de innovaciones en la formación del profesorado y el acceso a la profesión docente. Ha sido precisamente la creciente e inexorable complejidad en el abordaje de los problemas educativos lo que ha inducido la aparición de redes en el ámbito de la educación y la formación en sus distintos niveles y modalidades. Así las cosas, el aprendizaje en red es aquel, como dicen Gros y Suárez-Guerrero (2016), del cual, o bien se recupera su contenido mayoritario en Internet, o bien se construye socialmente en la red en escenarios informales (redes sociales, blogs abiertos...). Además, este aprendizaje define los operativos cotidianos de las organizaciones más innovadoras, ya sea en la órbita económica, cultural, social o política. Y, si tal evidencia marca la diferencia en cuanto a conocimiento y habilidades mediadas por la tecnología, entonces es evidente que también la educación ha de situarse en la vanguardia de preparar a los ciudadanos del futuro para mostrar un nivel competencial a la altura de esa realidad. Todos sabemos que los aprendizajes no tienen lugar exclusivamente en los entornos formales (léase, básicamente, escuela). Los contextos no formales, y aun los informales, han ido adquiriendo una significativa importancia en el aprendizaje humano, al lado de competencias que afloran y se desarrollan en esas mismas situaciones. Lo cual hace más difusas líneas de demarcación del aprendizaje que antaño eran preclaras por estar formalizadas y corresponder casi exclusivamente a la esfera académica. Pero en la sociedad del conocimiento el currículo se ha visto ampliado gracias al todopoderoso influjo de la red (Internet), creadora y potenciadora de espacios flexibles para el aprendizaje (Gros y Suárez-Guerrero, 2016). De hecho, no es infrecuente oír hablar de aprendizaje distribuido o aprendizaje ubicuo, cuando se refieren formas de adquirir conocimiento en la actualidad. Toda vez que la información se ofrece y se expande a través de medios diversos (impresos, audiovisuales, informáticos, etc.). Al margen, pues, de anclajes conductistas y cognitivistas, la red es ya la metáfora fundamental en tanto que el aprendizaje, gracias a Internet y a las redes sociales, se entiende ahora, lisa y llanamente, como conexión. Pero conviene ser cautos, porque, sin darnos cuenta, muchos relatos contienen procesos asociativos que son los que nos permiten pensar metafóricamente, siendo el análisis del lenguaje, como defiende Storr (2022), el que nos enseña que somos capaces de utilizar alrededor de una metáfora cada diez segundos en el discurso oral y escrito. Y, con ello, es de celebrar que la pedagogía haya asumido el reto de diseñar otros espacios menos convencionales para favorecer experiencias centradas en la interacción social y la activa participación de los educandos como verdaderos protagonistas de su aprendizaje. Lo que se pone de manifiesto, además, es que la educación en red facilita la transición hacia el empleo y supone aproximaciones estratégicas entre lo formal y lo no formal en un plano de formación en donde las dimensiones cooperativas del aprendizaje no pueden obviarse a la ligera. Entre otras razones, debido al capital social que proporcionan allí donde se explora su potencial. Educar en red es asumir un principio de cooperación entre agentes que operan sabiendo que la gestión de la diversidad en la acción educativa abre vías de éxito para todos, generando confianza, ayuda mutua y compromiso en torno a metas comunes. Y ello porque la cooperación bien entendida e implementada, supone el desarrollo de dinámicas y estrategias basadas en la interdependencia positiva. Podría afirmarse, entonces, que una buena educación en red precisa de una pedagogía de la acción común (Puig, 2021), que hemos de traducir en aprendizajes compartidos para resolver problemas que nos afectan en grado considerable, donde las respuestas no serán las mejores para la sostenibilidad de la red sin la colaboración efectiva entre sus miembros. Es lícito, pues, decir que educación en red y sociedad del aprendizaje son ya dos expresiones de uso más corriente en la jerga pedagógica –y en otras, naturalmente, de proximidad epistémica y disciplinar– a medida que sentimos como imprescindible o inevitable su asociación con dinámicas de globalización económica que tienen en la tecnología y en los flujos de información sus asideros estratégicos más conspicuos para dar continuidad a recorridos formativos de nuevo cuño, surgidos al compás de innovaciones superpuestas en las esferas social, escolar y comunitaria. Tal circunstancia ha ido produciendo no solo un lenguaje diferenciado respecto a lo que teníamos por más común, sino también una corriente de sentido y significado que se traduce en singulares patrones de comunicación entre agencias y agentes en contextos de identificación formal y, por descontado, en otros donde prevalecen dimensiones no formales, y aun informales, de la acción educativa. Así pues, las posibilidades abiertas en un incesante curso de novedades asumibles en tal perspectiva reticular han modulado y ensanchado las oportunidades a nuestro alcance para avanzar más rápido, y con indicadores de mayor equidad, en la realización de unos progresos educativos a la altura de las mentadas posibilidades. Pero, ciertamente, ni ese progreso es siempre lineal, ni las oportunidades teóricamente factibles se traducen sistemáticamente en programas susceptibles de ser generalizados y evaluados, al margen de voluntades políticas y anticipaciones presupuestarias. Sin olvidar que el trabajo en red, y la gramática del aprendizaje que proyecta alrededor de la interacción en el sistema cultural de referencia, necesita de una previa alimentación cognitiva y socioemocional (conocimiento, destrezas, valores, o creencias) en los sujetos protagonistas de un proceso que ya no será provisional, puesto que su permanencia parece obligada por las mismas condiciones que rodean, de un tiempo a esta parte, el proteico crecimiento existencial de las personas. Combinar formas de aprender más convencionales y otras más ligadas a modelos basados en acciones de formación conectados (ya sea según...