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Reihe: Concilium

Royalty La aparición de la «herejía» en el judaísmo del Segundo Templo y en el cristianismo primitivo. Concilium 355 (2014)

Concilium 355/ Artículo 2 EPUB
1. Auflage 2014
ISBN: 978-84-9073-010-2
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Concilium 355/ Artículo 2 EPUB

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La noción cristiana de herejía, la idea de que alguien que sostiene ideas teológicas diferentes debe ser condenado como satánico y excluido de la comunidad, y el género de la heresiología, la retórica de la diferencia demonizada, son esenciales en la formación del cristianismo ortodoxo. Habitualmente, los especialistas han situado el desarrollo de esta idea y el discurso de la heresiología en el siglo II d.C., pero la noción precede al uso técnico del término y se encuentra en textos cristianos del siglo I como en los escritos sectarios de Qumrán. La noción de herejía es fundamental en muchos textos que llegaron a formar parte del Nuevo Testamento.

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Robert Royalty*
LA APARICIÓN DE LA «HEREJÍA» EN EL JUDAÍSMO DEL SEGUNDO TEMPLO Y EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO
La noción cristiana de herejía, la idea de que alguien que sostiene ideas teológicas diferentes debe ser condenado como satánico y excluido de la comunidad, y el género de la heresiología, la retórica de la diferencia demonizada, son esenciales en la formación del cristianismo ortodoxo. Habitualmente, los especialistas han situado el desarrollo de esta idea y el discurso de la heresiología en el siglo II d.C., pero la noción precede al uso técnico del término y se encuentra en textos cristianos del siglo I como en los escritos sectarios de Qumrán. La noción de herejía es fundamental en muchos textos que llegaron a formar parte del Nuevo Testamento. El cristianismo primitivo fue un movimiento dividido a los pocos años de la crucifixión de Jesús, como muestran las cartas de Pablo, y casi ciertamente ya había divisiones dentro del mismo movimiento de Jesús (Mc 9,34; Mt 28,17). Pero el grupo de cristianos que reivindicaron el título de «ortodoxo» o de pensamiento correcto en el siglo II d.C., sostenía que la verdad revelada por Jesucristo se le dio a los apóstoles originales y solo era preservada por sus partidarios. Según ellos, la diferencia en el cristianismo era el resultado de errores que surgieron después del tiempo de Jesús y de los apóstoles. Estos cristianos ortodoxos parecían haber inventado la idea de que alguien que sostiene ideas (doxa) diferentes es un hereje: otro endemoniado cuyas creencias le condenan a él o a ella a las garras de Satanás para la eternidad. Mientras que los especialistas han situado, habitualmente, el desarrollo de esta noción y el discurso sobre la herejía en el siglo II d.C., la idea de herejía precede al uso técnico del término en los textos cristianos del siglo I y los textos sectarios de Qumrán1. Las creencias y las prácticas cristianas eran incluso más diversas durante sus primeros siglos de lo que lo son actualmente. Las personas que seguía o creían en Jesús de Nazaret durante los dos primeros siglos, y posteriormente tenían ideas muy diferentes sobre quién era, de dónde procedía y qué significado tenía su muerte —si es que su muerte era realmente importante para ellos—. Un significativo número de textos cristianos primitivos se centran en su enseñanza u orientación más bien que en su muerte y resurrección. A estos otros grupos se les llama frecuentemente cristianos gnósticos, marcionitas, judeocristianos, y de otras maneras. Encontramos varios enfoques sobre la diferencia en estos textos no canónicos, algunos de los cuales analizaremos más adelante. En este ámbito diverso del cristianismo primitivo, la heresiología no es sino un enfoque discursivo sobre la retórica de la diferencia. Hay importantes cuestiones sobre si debería usarse o no la palabra «cristiano» para describir a estas comunidades de los siglos I o II. El autor de Hechos sitúa sus orígenes en Antioquía en la primera generación del movimiento bajo Pablo y Bernabé (11,26), pero solo aparece dos veces en otros pasajes del Nuevo Testamento (Hch 26,28 y 1 Pe 4,16). Mientras que los especialistas de épocas anteriores usan, al escribir sobre el siglo I, inflexiblemente el término «cristiano» solo para referirse a los autores y grupos del Nuevo Testamento, son hoy muchos los expertos que cuestionan la validez de este término para cualquier comunidad del siglo I, prefiriendo, en cambio, otras variaciones, como «el movimiento de Jesús», «comunidades paulinas» y «comunidades centradas en Cristo». En el libro de los Hechos, las cartas de Ignacio y los escritos de Justino Mártir la oposición al nombre «cristiano» era una característica del discurso heresiológico ortodoxo. Asimismo, los especialistas han criticado una dualidad «judía-cristiana» en los dos primeros siglos2. Hay importantes cuestiones sobre el desarrollo, la evolución o los modelos de familia de la «identidad cristiana» o las reconstrucciones históricas de «la separación del judaísmo y el cristianismo» en el siglo I3. Una cuestión central en estos estudios es el problema de definir esencialmente el judaísmo de los siglos I y II como «no cristiano». Las identidades religiosas se mantuvieron fluidas durante un tiempo; Juan Crisóstomo exhorta a sus destinatarios «cristianos» a que no sigan asistiendo a la sinagoga y a los templos paganos (Homilies 1.v.2, 7, viii.1; 4.vii.2–7). La denominada «división judía-cristiana» comenzó en algún momento del siglo I, pero no hay acuerdo sobre cuándo llegó a consumarse definitivamente. Todos los cristianismos son judíos en sus orígenes, de ahí la inutilidad del término «cristianismo judío»4. Pero, al tiempo que reconocemos los problemas de identificar una «separación de los caminos» en los dos primeros siglos, constatamos la existencia de un grupo de textos que se centran, de formas diferentes, en Jesús5. Yo utilizo los términos «cristiano» y «ortodoxia» con mucha más libertad que otros especialistas que analizan el origen de la noción de herejía. Esto no significa identificar o priorizar una «esencia ortodoxa» cristiana, sino comparar diferentes textos cristianos con el objetivo de averiguar el origen del discurso de la herejía. En el grupo de textos sobre Jesús a finales del siglo I —es decir, textos cristianos— hay algunos que resaltan la diferencia misma como central para la identidad del grupo: «Nosotros somos los verdaderos cristianos y ellos no lo son». Las características retóricas de la primitiva heresiología cristiana incluyen: 1) la creencia de que la salvación depende de lo que una persona piensa o cree, más bien que de las costumbres o las prácticas; 2) una noción escatológica apocalíptica de que la diferencia o el desacuerdo son demoniacos, lo que conduce a la confrontación con los adversarios; 3) la valoración de la ideología de la tradición recibida, incluida la idea de que la comunidad «ortodoxa» mantiene la verdad original y, por consiguiente, toda diferencia es una desviación; 4) la doxografía de las creencias opuestas; y 5) la construcción de una red universalizada de oposición6. La noción de herejía incluye una teoría sobre el origen de la diferencia dentro de la comunidad, habitualmente apocalíptica o demoníaca. Estas varias características retóricas poseen contextos ideológicos y funciones políticas diferentes en las comunidades y los discursos cristianos primitivos, que emergieron plenamente a comienzos del siglo II. Las tradiciones israelitas antiguas incluyen numerosos ejemplos de diferencia y desacuerdo sobre lo que nosotros llamaríamos materias religiosas. Incluso en los antiguos mitos de la Torá encontramos conflictos sobre la función profética de Aarón y Miriam (Ex 32,1-35; Nm 12,1-15). El conflicto en 1 Re 13,1-32 entre el «hombre de Dios» de Judá y el anciano profeta sobre la verdadera y la falsa profecía en Betel, termina con la muerte del sureño por seguir la profecía del norteño. Entre los profetas escritores, Jeremías informa de los enormes conflictos con otros sacerdotes y profetas de Jerusalén durante el asedio babilónico. Jeremías explora la cuestión del origen de la falsa profecía y la genealogía del error más detalladamente en 14,13-16 y 23,9-10, en un ataque contra la moralidad, la teología y las fuentes de la profecía de sus adversarios. Pero en Jr 30–31 el profeta imagina la restauración definitiva de todo Israel y no adopta un viraje heresiológico. La unidad predomina. La aparición de diferentes sectas y partidos en el judaísmo del Segundo Templo introduce más conflictos y reacciones discursivas diversas con respecto a la diferencia dentro del judaísmo. Los manuscritos de Qumrán testifican intensas diferencias con otros dirigentes y comunidades judías. Mientras que el desacuerdo y la condena de los otros pueden inferirse en numerosos manuscritos, los tres textos que describen la historia y la vida de la comunidad de la Alianza son centrales en la naciente heresiología de Qumrán. El primero es 4QMMT, Miqsat Ma‘asæ ha-Torah o Una carta haláquica, que describe las diferencias entre el autor, el «Maestro de Justicia», y las anónimas autoridades religiosas de Jerusalén sobre la interpretación de la ley judía. Explicando doxográficamente los puntos de diferencia y usando las frases «nosotros decimos que» y «nosotros pensamos que», 4QMMT define a la comunidad de la Alianza recurriendo a la oposición entre «nosotros» y «ellos». La doxografía es una característica central de la heresiología; las posiciones de los «herejes» deben explicarse, refutarse y demonizarse. Otras importantes características heresiológicas en los manuscritos son el sectarismo, el dualismo apocalíptico y la escatología. Lo vemos con toda claridad en el Documento de Damasco (CD), un texto de constitución que incluye la historia (o historias) de la Comunidad de la Alianza de Qumrán7. Este texto es profundamente dualista en múltiples niveles. Socialmente, CD describe una terrible oposición entre la Alianza, que sigue al Maestro de Justicia, y los «hijos de Belial», seguidores del «Escarnecedor» que descarrió a Israel. Ideológicamente, este dualismo se extiende a la interpretación de la halaká. El documento mantiene que la Alianza posee la comprensión correcta del sabbath, las fiestas y...



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