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E-Book, Spanisch, 240 Seiten

Reder Globalización y filosofía

E-Book, Spanisch, 240 Seiten

ISBN: 978-84-254-2904-0
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
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'Las cosas de este mundo se hallan en tal constante fluir que nada permanece en el mismo estado durante mucho tiempo'. Esta sentencia del filósofo político John Locke (1632-1704) parece hoy más actual que nunca. El fenómeno designado vagamente como globalización ha supuesto la intensificación y la aceleración de las relaciones transfronterizas en la política, la economía y la cultura, entre otros ámbitos. Un fenómeno que no es nuevo, ya que la humanidad ha conocido previamente impulsos globalizadores como los que tuvieron lugar durante el Renacimiento y a finales del siglo XIX. Sin embargo, en su versión actual el proceso ya no involucra únicamente a los Estados, sino también a los individuos, a las instituciones y a las organizaciones. Michael Reder, a través de ejemplos concretos y de los modelos interpretativos ofrecidos por distintos pensadores desde Kant hasta Habermas, se pregunta en esta obra qué puede aportar la filosofía práctica a la reflexión sobre la política, la economía o la cultura en el actual contexto de globalización y, al mismo tiempo, analiza qué función política puede desempeñar hoy la filosofía mediante la apertura de nuevas perspectivas fundamentales sobre la realidad. En ambos planos ha de esclarecerse hasta qué punto el fenómeno de la globalización puede describirse y entenderse como una forma moderna de la cosmópolis.
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I. Introducción
Valoración ambivalente de la globalización «Las cosas de este mundo se hallan en tal constante fluir que nada permanece en el mismo estado durante mucho tiempo.» Esta sentencia del filósofo político John Locke (1632-1704) parece hoy más actual que nunca. En la sociedad mundial, la vida está sometida a un cambio cada vez más rápido: las nuevas tecnologías abren posibilidades de comunicación y de información insospechadas, el aumento de los espacios de acción da origen a una economía global dotada de una elevada dinámica propia, y las discusiones políticas sobre el papel de Naciones Unidas son una prueba de la creciente importancia de las instituciones políticas mundiales. Pero, en este mundo globalizado, durante los últimos años también han surgido bastantes problemas. Sin lugar a dudas, los violentos conflictos representados por el 11 de Septiembre y las guerras de Afganistán y de Irak no son más que la punta del iceberg de los conflictos globales. Al mismo tiempo, la pobreza sigue siendo un grave problema: en el mundo hay más de mil millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza, es decir, disponen de menos de un dólar al día para vivir. Pero los conflictos se perfilan también en muchos otros ámbitos. Así, no hay duda de que las discusiones sobre el cambio climático, y en particular sobre sus efectos en los países en vías de desarrollo, seguirán ocupando un lugar muy importante en la política mundial de los próximos años. Para describir todos estos fenómenos suele usarse el concepto de «globalización». Este vago concepto designa de forma muy genérica la intensificación y aceleración de las relaciones transfronterizas en los ámbitos más dispares, como la política, la economía o la cultura. En este proceso participan muchos viejos actores, pero también actores nuevos. La globalización es un fenómeno muy controvertido en el discurso público. En correspondencia con ello, sus valoraciones también difieren mucho entre sí. Para unos, la globalización es un fenómeno extremadamente positivo. La creciente economía mundial, argumentan, contribuirá al bienestar de todos los hombres y ayudará a resolver el problema de la pobreza. Además, dicen, la globalización es un paso importante en el camino hacia la paz global. La paz en el mundo está cada vez más cerca. Organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional o Greenpeace son la expresión simbólica de la vitalidad de las discusiones globales que van en esta dirección. Para otros, en cambio, el fenómeno revela exactamente todo lo contrario: para sus críticos, la globalización es un proceso político que no disminuye las diferencias de poder existentes entre ricos y pobres, entre países industrializados y países en vías de desarrollo, sino que las hace aún mayores. Según ellos, el único objetivo de las empresas que actúan a escala global es maximizar su beneficio, ajustándose cada vez menos a unos estándares sociales generales. Además, en la época de la globalización el riesgo de guerras no disminuye, sino que aumenta. Ante una consideración más exacta, sin embargo, ninguna de estas dos posiciones resulta convincente. Al igual que otros muchos fenómenos sociales, la globalización es un fenómeno ambivalente. En los distintos ámbitos se encuentran ventajas y desventajas, a veces complejamente entrelazadas las unas con las otras. Ciertamente, en la fase actual de la globalización no ha podido lograrse la paz mundial ni solucionarse el problema de la pobreza en el mundo. Pero, al mismo tiempo, los impulsos de la economía mundial han contribuido eficazmente al desarrollo de muchos países, como ha ocurrido en el Este de Asia. Por otra parte, los múltiples esfuerzos de Naciones Unidas (piénsese, por ejemplo, en las conferencias mundiales sobre temas tan distintos como el desarrollo sostenible o las cuestiones de género) también han conducido al surgimiento de una conciencia global de los problemas y a la toma de algunas decisiones políticas. La globalización, por lo tanto, solo puede analizarse y discutirse de forma adecuada si no se opta precipitadamente por su glorificación o por su demonización, sino que se ofrece una imagen equilibrada de los ambivalentes procesos globales. La globalización como fenómeno histórico La globalización no es un fenómeno nuevo. Los historiadores señalan, antes bien, que la historia de los últimos 500 años ya ha conocido varias fases de globalización. El periodo comprendido entre los años 1450 y 1500, por ejemplo, es una de estas fases. Este periodo se caracteriza por importantes transformaciones sociales y científicas, que tuvieron como consecuencia un aumento de las relaciones en distintos planos. En este sentido, lo primero que hay que mencionar son las interrelaciones geográfico-espaciales generadas por los numerosos viajes en barco a través de los océanos y por el comercio entre distintas regiones y continentes. Al mismo tiempo, este periodo se caracteriza por toda una serie de investigaciones científicas e innovaciones técnicas que transformaron radicalmente la vida cotidiana y la entera imagen del mundo –desde la invención de la imprenta hasta la concepción heliocéntrica del mundo, según la cual la Tierra no está en el centro del universo, sino que todos los planetas giran alrededor del Sol. Desde el punto de vista político, en esta fase también se produjeron cambios decisivos. Tanto el poder papal como el poder imperial conocieron fuertes resistencias (desde los movimientos conciliares hasta la Reforma), las tensiones sociales marcaron la vida social (revueltas campesinas) y surgieron los primeros signos de una transformación del sistema político. Filosóficamente, y como consecuencia del redescubrimiento de los ideales de la Antigüedad, la realización individual e intelectual del hombre y la idea de igualdad cobraron cada vez mayor protagonismo. La religión, en cambio, perdió, al menos en parte, su pretensión de absolutez. Todos los cambios mencionados indican que la época del Renacimiento conoció un primer impulso globalizador que presenta algunas semejanzas con la situación actual. En esta época, los hombres percibieron muy claramente la dimensión global de la acción social. Ciertamente, esta primera fase de la globalización fue muy distinta, tanto cuantitativa como cualitativamente, de la globalización actual, sobre todo por las diferencias técnicas, políticas y económicas existentes entre los respectivos puntos de partida. A pesar de ello, y en virtud de la semejanza estructural existente entre estas dos fases, muchos historiadores consideran que en esta época apareció por primera vez el fenómeno de la globalización en el plano de la sociedad (mundial). Históricamente, otra época que tiene especial interés para la investigación de la globalización es el final del siglo xix. Esta época conoció un impulso globalizador que todavía guarda mayor similitud con la situación actual. A partir de 1871, las fronteras de los Estados nacionales se hicieron cada vez más porosas y el comercio transnacional floreció rápidamente. Este desarrollo partió en gran medida de los propios Estados nacionales, por lo que la mayoría de las veces se habla de él como una fase de internacionalización. Aparte de los Estados, eran muy pocos los actores importantes en el plano global. En muchos sentidos, entre los países industrializados de entonces hubo una relación económica tan fuerte como la que existe en la actualidad, por lo que a veces esta fase también se denomina «primera globalización». El comercio global de mercancías alcanzó cotas de crecimiento similares a las actuales. Pero los problemas globales también se mostraron por primera vez muy claramente: así lo indica el gran número de personas que se vieron obligadas a emigrar desde el Viejo Continente al Nuevo Mundo, huyendo de la pobreza o en busca de trabajo. La división entre los países ricos del Norte y los países pobres del Sur también se puso de manifiesto por primera vez con toda su crudeza, pues, como es sabido, en esta primera globalización los países del Sur fueron integrados casi siempre en el comercio mundial como proveedores de materias primas y como mercados para los productos de las potencias coloniales, y solo de forma muy limitada pudieron disfrutar del bienestar económico que trajo consigo el comercio mundial. La llamada primera globalización quedó interrumpida repentinamente por la Primera Guerra Mundial. Hasta aquí hemos puesto dos ejemplos históricos de globalización. Pero ¿cuáles son los aspectos más importantes que se relacionan con la globalización actual? Antes de exponer desde un punto de vista filosófico los rasgos fundamentales de la globalización, hemos de referirnos brevemente a algunos de los aspectos más importantes con los que suele relacionarse este concepto. En primer lugar, hemos de mencionar, sin lugar a dudas, las numerosas instituciones globales que se han creado desde la Segunda Guerra Mundial en campos muy diversos. La sustitución de la Sociedad de Naciones por el sistema de Naciones Unidas, con sus suborganizaciones y organismos especiales, es un impresionante ejemplo de ello. Pero también lo es el surgimiento de instituciones globales en el ámbito económico, como, por ejemplo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Tratado General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio –el predecesor de la actual Organización Mundial del Comercio, que es para muchos la expresión paradigmática de la globalización económica. La creciente importancia de las organizaciones en el plano continental, como, por ejemplo, la Unión Europea, también es parte de...


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