Rechazaré todos los mundos | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 280 Seiten

Rechazaré todos los mundos


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-17268-95-4
Verlag: Nou Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, 280 Seiten

ISBN: 978-84-17268-95-4
Verlag: Nou Editorial
Format: EPUB
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SINOPSIS 'Rechazaré todos los mundos' es una novela que nos presenta un futuro cercano donde la inteligencia artificial está cada vez más presente en nuestra vida cotidiana. Veronique, la primera IA autoconsciente en recibir la ciudadanía, trabaja en proyectos que aceleran la automatización y eliminan millones de puestos de trabajo. Sara, una joven que será despedida, cuestiona el futuro tecnológico que expulsa a los humanos y decide asesinar a Veronique, un ser que existe sin estar vivo. Pero mientras tanto, nace Asgardia, la nueva nación extraplanetaria con reconocimiento de la ONU. ¿Habrá guerra entre humanos y máquinas? ¿Qué es la consciencia y cómo surge? A través de postulados filosóficos y antropológicos, 'Rechazaré todos los mundos' nos invita a reflexionar sobre la gran revolución que tal vez sustituya a los humanos por la IA autoconsciente. Con una trama emocionante y llena de suspense, esta historia nos ofrece una visión del futuro que nos espera en los próximos veinte años, donde sufriremos más cambios tecnológicos, biológicos y culturales que en los últimos cinco mil años. ¿Estamos preparados para esta gran revolución? 

BIOGRAFÍA Dioni Arroyo (Valladolid, 1971), diplomado en Educación Social y licenciado en Antropología Social y Cultural, ha vivido muchos años en Pontevedra, así como en Tenerife, Algeciras o Jerez. Ha publicado nueve novelas de género recibiendo el reconocimiento por algunas, como el Éride 2013 por su ópera prima 'Los Ángeles Caídos de la Eternidad' y por la distopía 'Metanoia'; también posee una nominación a los Premios Ignotus en la Categoría Mejor Novela 2017 por 'Fractura' (editorial Apache libros), en la que realiza una dura crítica al fracking y otra nominación Premios Ignotus Categoría Mejor Novela Breve 2021 por 'Un mundo para el olvido' de Nowevolution ediciones.        Cultivó el terror gótico con 'El Sabor de tu Sangre' y 'Gótica y Erótica', (ambas en Éride ediciones) y la ciencia ficción transhumanista y con trasfondo social con 'Fracasamos al Soñar' (Nowevolution ediciones), primera entrega de sus Crónicas Cibernéticas.        En 2014 fue seleccionado por la editorial de Estados Unidos, Babel books, Inc. para actualizar una versión de 'El Buscón de Quevedo', que publica en aquel país.         Con 'La Maquilladora de Cadáveres' (Apache libros) se reedita su primera novela, debido al interés suscitado por la crítica y por la temática negra y bizarra.         'Cuando se Extinga la Luz' (Huso ediciones, 2018), es una ucronía con toques góticos y lovecraftianos, y en el 2020, en plena pandemia, ve la luz su segunda entrega de las Crónicas Cibernéticas: 'Un Mundo para el Olvido'. También presenta en el Celsius 2020, 'El Último de la Fiesta' (Apache Libros), sobre la amistad entre un niño y una máquina.         En primavera del 2022 publica el ensayo 'El Mito del Vampirismo. Aproximación antropológica a un arquetipo universal' (Apache Libros), que presenta en el festival de literatura Golem fest de Valencia.         Ha sido vicepresidente de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) desde el 2016 hasta finales del 2019, año en el que recibe el emblemático Premio Literario Rosa Chacel por la Asociación Cultural Eclipse, galardón 'que reconoce la carrera literaria, su proyección nacional y su aportación al género fantástico en las letras españolas'.
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Prólogo


Vamos a entrar en un territorio desconocido. Nos dirigimos hacia un futuro que no sabemos qué nos puede deparar. Es un viaje a través de la lectura de una novela de ciencia ficción que nos habla sobre inteligencias artificiales muy evolucionadas y sobre transhumanismo. Que nos provocará muchas reflexiones y dudas, tras cuestionar nuestras certezas previas. Y nos impulsará a abrir nuestra mente a nuevas realidades, tal vez insospechadas, llenas de esperanza y de terror. O de ambas cosas.

El autor británico J. G. Ballard escribió que “no parece haber género mejor equipado que la ciencia ficción para explorar ese inmenso continente de lo posible”. Es una definición muy adecuada. Cierto que existe una ciencia ficción de aventuras, en la estela de aquellos libros y películas que llenaron la infancia de tantas personas que crecimos en el siglo XX. A menudo, las obras de aventuras espaciales se acercan mucho a los relatos de lo maravilloso o fantasía, con elementos sobrenaturales que aceptamos de buen grado para disfrutar de la historia. Sin embargo, una parte fundamental del género que también se llama prospectivo no se limita solo a entretener (finalidad muy lícita, por otro lado): prefiere hacerse preguntas y especular a partir de ellas. No pretende adivinar el futuro, no actúa como un oráculo, como cree mucha gente, sobre todo la más pesimista y amante de las catástrofes imaginadas. Hay una función más importante que la adivinatoria y que ya he mencionado más arriba: la de hacernos revisar nuestras creencias más arraigadas y nuestros prejuicios. Y la de señalarnos las amenazas que ya están en nuestro presente y quizás no queremos ver.

Todo eso consigue Dioni Arroyo en esta novela. Lo hace con una historia de ritmo trepidante, sin darnos un respiro, ya que desearemos saber lo que nos cuenta en la siguiente página. Nos atrapa gracias a las dos protagonistas, dos mujeres muy distintas, pero igual de poderosas: Sara y Veronique. Sara es humana; Veronique, una ginoide soporte de una inteligencia artificial tan desarrollada que ha alcanzado la singularidad tecnológica. Esta consiste, nos dice la Wikipedia (una enciclopedia colectiva y digital que se renueva de forma constante y que ha desplazado al olvido los tomos de las enciclopedias de antes), en que los robots, computadoras, inteligencias artificiales, etc., sean capaces de replicarse a sí mismas y mejorarse, de tal manera que cada vez sean más rápidas, potentes y con una mayor inteligencia, fuera del control humano, y llegarían incluso a superarnos. Ambas mujeres cumplirán alternativamente la función de protagonista y antagonista, de villana y heroína. De hecho, la narración se bifurca al principio y aparece una dislocación temporal que no tardaremos en comprender. Por otro lado, el relato se ubica en diferentes espacios: una cárcel en el desierto de Catar, varias ciudades de la Tierra y el lejano Reino Espacial de Asgardia. Este último puede parecernos, de primeras, una interesante utopía, una alternativa a la dureza de la vida terrestre, sometida a enormes problemas de precariedad laboral y a las consecuencias del cambio climático, así como a regímenes más preocupados por mantener su hegemonía y el poder de sus dirigentes que por el bienestar de sus ciudadanos, aunque en esto último no hay nada nuevo.

Eso sí, cuando conozcamos a los personajes, procuremos no fiarnos tampoco de las apariencias ni de nuestras primeras impresiones. Debemos prepararnos para muchas sorpresas. Algunas de ellas francamente perturbadoras.

En el primer tercio del siglo XX, la filósofa francesa Simone Weil escribió sobre las durísimas condiciones de trabajo de los obreros y obreras (señaló qué diferencias agravaban la situación de ellas) en las fábricas industriales de su país, en especial aquellas que funcionaban con cadenas de montaje. Narró con tanta compasión como lucidez una situación de práctica esclavitud que había conocido personalmente. Obreros y obreras habían sido transformados en una especie de autómatas que debían trabajar a destajo durante largas horas, sin tiempo para pensar, en una dinámica fatigosa y embrutecedora. Un siglo más tarde, Weil, muy probablemente, se habría asombrado de los cambios producidos. En el comienzo del siglo XXI, la época que imaginaba la ciencia ficción del XIX y XX, las máquinas han sustituido paulatinamente a los seres humanos en muchos campos laborales, no solo en la industria, y más que nos van a sustituir. No obstante, esa mecanización se da sobre todo, no lo olvidemos, en los países más desarrollados. Fuera de ese ámbito, en muchos lugares del mundo se sigue trabajando con horarios extenuantes y sueldos ínfimos, en condiciones que o no garantizan o que directamente son muy nocivas para la salud. Igual que en la época que describió Weil, se sobreexplota, automatiza y, por tanto, deshumaniza a la clase obrera.

Por ahora, no obstante, las máquinas, las computadoras y las inteligencias artificiales continúan sirviéndonos. ¿Hasta cuándo? Ese es uno de los puntos de partida de Rechazaré todos los mundos: quizás haya un momento en que nuestras creaciones artificiales dejen de obedecernos y empiecen a pensar por sí mismas, a tomar sus propias decisiones y a reproducirse. A ser autónomas. La singularidad tecnológica. Y, con ella, comenzarán, también, a exigir sus derechos civiles. Querrán ser como el resto de ciudadanos. La IA Veronique logra la ciudadanía catarí. Y conseguirá mucho más que eso.

Así, por una parte, la novela de Arroyo nos habla de las consecuencias de la mecanización del trabajo humano. Un gran número de personas que antes ocupaban determinados empleos (en la industria, en entidades bancarias, en supermercados, por ejemplo), quedan relegadas al paro y a mantenerse gracias a un subsidio, el IMV, Ingreso Mínimo Vital, si no encuentran otro trabajo. La sensación de fracaso y de inutilidad, de ser desechos o marginados sociales, lleva a la frustración y a la violencia. Es el caso de Sara Betancourt, una de las dos protagonistas, cuya decisión, que no debo desvelar, desencadenará toda la trama de esta historia.

Sin embargo, podríamos alegrarnos de que las máquinas, los robots y los androides se dediquen a los oficios más penosos y arriesgados (como se plantea en Blade Runner, de Ridley Scott) y, confiando en que no se rebelen contra nosotros como los replicantes, buscar auténticas alternativas de empleo para los humanos. Pero los peligros para nuestra especie no se quedan ahí, nos explica Arroyo. Otra de las cuestiones que aborda, más impactante si cabe, es la posibilidad de que el desarrollo vertiginoso de las inteligencias artificiales no solo nos desplace en el trabajo creativo (ya sucede con ilustraciones y con el ChatGPT), sino que la amenaza vaya más allá. Si las IAs logran ser más inteligentes que nosotros, si empiezan a pensar por sí mismas y cobran autoconciencia, ¿cómo pensarán y actuarán? Arroyo plantea que lo harán de un modo muy distinto al nuestro. Y, quizás llevadas por su programación, entenderán que protegernos significa hacerlo incluso de nuestros errores y violencia, para lo cual…, ¿qué remedio les quedaría sino controlarnos férreamente, imponer la seguridad y el bienestar a través de un poder absoluto? Es lo que han hecho los totalitarismos y ocultan los populismos.

Veronique, la IA protagonista, primero una ginoide y, después, metamorfoseada en otros soportes y con el nombre de Ada, alcanza la autoconciencia. No obstante, parece que sus intenciones son buenas. Continúa obedeciendo las leyes de la robótica: no puede dañar a los humanos ni permitir que se dañen entre sí por su inacción. Claro que esto último puede ser interpretado por ella de un modo muy curioso. Los lectores tendrán que descubrirlo.

Otro de los temas recurrentes de la ciencia ficción de Dioni Arroyo, que ya ha abordado en novelas anteriores como Fracasamos al soñar, es el del transhumanismo. Al hablar de transhumanismo nos referimos a un cambio radical de paradigma para la existencia humana. Biología, tecnología y ciencia interaccionan con el fin de mejorar el cuerpo, incluyendo la mente. Puede ser a través de los implantes artificiales. Esto no es nuevo: un marcapasos, una lente intraocular, una articulación de titanio, un implante dental son elementos transhumanos que ya asumimos como normales. Hace siglos, habrían sido considerados magia o brujería. Nos resultan un poco más novedosos o extraños, aunque cada vez menos, las prótesis de extremidades perdidas, los órganos artificiales o los microimplantes en el cerebro. Además de curar o rehabilitar, todo ello puede tener otros objetivos, deportivos o militares (superatletas, supersoldados), por ejemplo. Eso nos convierte en cíborgs, híbridos de humano y máquina. La ectogénesis, la fecundación, gestación y parto fuera del útero humano, entra también aquí y tal vez sea posible en unas décadas.

Otro camino del transhumanismo está en los avances científicos de la ingeniería genética, intervención en genes para evitar enfermedades y mejorar capacidades. Añadamos la posibilidad del trasvase del contenido de nuestra mente, memoria, yo, alma para quien crea en ella, a un soporte distinto del cuerpo de nacimiento. Por supuesto, ello supone considerar que la mente puede existir y sobrevivir fuera del cerebro origen. Con eso también especula Arroyo en su...



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