E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Ilustrado
Qué, Quién, Cuándo
1. Auflage 2018
ISBN: 978-84-17281-89-2
Verlag: Nórdica Libros
Format: Unbekannt
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Los complices olvidados por la historia
E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Ilustrado
ISBN: 978-84-17281-89-2
Verlag: Nórdica Libros
Format: Unbekannt
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Descubra quiénes están detrás de algunas de las figuras más legendarias del arte, la política, la ciencia y la tecnología en este fascinante compendio de hechos históricos y datos biográficos. Como Michael y Joy Brown, que regalaron a Harper Lee el dinero suficiente para que pudiera dedicarse a escribir Matar a un ruiseñor. O Thomas A. Watson, el ayudante que construyó el teléfono inventado por Alexander Graham Bell. Y Sam Shaw, el hombre cuyas icónicas fotografías ayudaron a Marilyn Monroe a convertirse en el mito que es hoy en día. Cada uno de estos artículos está firmado por un reconocido analista e ilustrado por un artista de prestigio. Este libro es un homenaje a aquellas personas que ayudan a escribir la historia.
JENNY VOLVOVSKI, JULIA ROTHMAN y MATT LAMOTHE son socios de ALSO, una empresa de diseño afincada en Chicago y Nueva York que ha ganado numerosos premios. Son los autores de Dónde, por qué, cómo (que se editará próximamente en Nórdica Libros). KURT ANDERSEN es escritor, editor y presentador del programa de la radio pública estadounidense Studio 360. Es autor de numerosas novelas y obras de no ficción, y sus escritos también han aparecido en Vanity Fair, The New Yorker, Time y The New York Times.
Weitere Infos & Material
tan maravillosa como esperábamos y mucho más exitosa. Nuestros temperamentos y nuestros perfiles editoriales eran perfectamente complementarios, y juntos dirigimos la revista cinco de sus doce años, durante los cuales cada uno comprendió implícitamente que el otro era esencial para su existencia y ocasional grandeza. Para mí —para ambos— fue lo que hizo que el mundo se fijara en nosotros y me permitió mi siguiente aventura, y la siguiente y la siguiente. Otra persona que fue fundamental para el éxito de Spy fue Anne Kreamer, con quien me casé cinco años antes de empezar la revista. Primero, nos presentó a Graydon y a mí a un colega compañero suyo de clase que tenía un máster en Administración de Empresas, el cual se convirtió en nuestro socio comercial y nos empujó a convertir nuestra divertida idea en una revista real. Y, cuando nos pusimos en marcha, Anne dejó su trabajo para unirse a nosotros como mal pagada directora de ventas de publici-dad, permitiendo que la revista sobreviviera a su infancia y luego prosperara. Después de que ella y yo nos fuéramos de Spy, fue mi mecenas de facto durante algunos años; su ima-ginativo nuevo trabajo ayudaba a subvencionar mi cambio profesional de editor de revista a escritor de ficción. El primer gran artículo que publiqué, «Por qué se casan los hombres», fue una oda dedicada a ella, y, en mi primera novela, muchas hebras del ADN de la principal pro-tagonista femenina provenían directamente de ella. Fue Anne quien por fortuna me habló de cambiar mi trayectoria profesional una vez más hace unos años, de escritor a, de nuevo, editor de revista semanal; ella, que es la primera lectora de todo lo que escribo; ella, que tenía más fe en mi talento que cualquier otra persona en nuestra familia. Y fue a ella a quien finalmente correspondí, convirtién-dome en su mentor, mecenas y apoyo hace una docena de años cuando decidió reinventarse como autora de inteligen-tes, amables y francas memorias y guías para la vida. Así que puede que la moraleja de esta historia —de este libro— sea que los más afortunados son aquellos que cuen-tan con cómplices secretos, y que ese secreto debería ser revelado. El mentor crucial en mi caso fue Gene Shalit, que era el crítico de cine y corresponsal cultural del programa Today, quien me sacó de la universidad para que fuera su escritor (sobre todo de los ensayos diarios que leía en la cadena de radio NBC). Posteriormente, admitió que creó y me ofreció ese puesto de trabajo porque en nuestra primera reunión utilicé la palabra antropomórfico. Como jefe era perfecto: inquebrantablemente alegre, alentador y agradecido, gene-roso en todos los sentidos posibles. Cuando ya llevaba un año en mi puesto, firmó un contrato para producir un libro de ensayos humorísticos titulado The Real Thing, y me pidió que lo escribiera en su nombre. Cerca de la Navidad, cuando ya había escrito media docena de ensayos, me llamó para que acudiera a su despacho para anunciarme que había cambiado de parecer. En lugar de ser su negro...