E-Book, Spanisch, Band 39, 316 Seiten
Reihe: Cátedra de Bioética
Peralta Núñez Justicia y bioética
1. Auflage 2025
ISBN: 978-84-7399-184-1
Verlag: Universidad Pontificia Comillas
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Desafíos desde contextos de pobreza, desigualdad y exclusión social
E-Book, Spanisch, Band 39, 316 Seiten
Reihe: Cátedra de Bioética
ISBN: 978-84-7399-184-1
Verlag: Universidad Pontificia Comillas
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Doctorado en 'Filosofía: Humanismo y Trascendencia' de la Universidad Pontificia Comillas. Madrid, España. Grado: Doctorado. Fecha de obtención: 2022. Tesis: «Recuperar la Justicia: La bioética como movimiento social». A. in Applied Philosophy (Health Care Ethics). Loyola University Chicago. Chicago, Il; Estados Unidos de América. Grado: Magister. Fecha de obtención: 2010. Tesina: «An (otherwise) Wanted Pregnancy». Licenciatura en Humanidades y Filosofía. Instituto Tecnológico de Santo Domingo, República Dominicana. Grado: Licenciado. Fecha de obtención: 2009. Tesina: «El aborto: Una mirada multidimensional». Otros estudios Bachillerato en Teología. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, República de Chile. Grado: Bachiller. Fecha de obtención: 2014. Examen de grado: Aprobado (dos menciones de honor). Máster en Espiritualidad Ignaciana. Universidad Pontificia Comillas. Madrid, España. Grado: Magister. Fecha de obtención: 2019. Trabajo Fin de Máster: «Elegir en tiempos de incertidumbre. Proponer los 'tiempos para hacer sana y buena elección [Ej 169-189] en la cultura contemporánea».
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PRÓLOGO
En tiempos tan complejos como los que vive el mundo, en los que la irracionalidad pareciera andar desbocada por caminos del populismo, la posverdad y la polarización, cuando no de la cruel violencia destructiva, hay personas que deciden seguir pensando y afrontando las cuestiones duras y difíciles de la existencia personal y de la vida social desde la filosofía. Una de esas personas es el autor de este libro: el jesuita dominicano, Cristian Peralta Núñez, que, en su deseo de plantar cara a los desafíos de los contextos sociales de pobreza, desigualdad y exclusión social que en su país natal ha conocido, decidió confrontar a la bioética de costuras liberales con la justicia de hechuras sociales. Ese es un modo concreto de hacerle frente a un nuevo nihilismo que no sólo diluye los conceptos y categorías que tenían un peso filosófico acrisolado, sino que hasta pretende eliminar la posibilidad misma de debatir sobre las ideas. Lo que en la Grecia clásica supuso la filosofía como superación de la tragedia, sigue vivo en trabajos de filosofía moral como el presente, asumiendo la llamada a pensar sobre lo esencial de la vida desde las capacidades del logos —palabra y razón— que distinguen al ser humano: deliberar y pensar con justicia y cordura, combinando la sabiduría práctica (phrónes) y la templanza (sophrosyne) como réplica a la impotencia del “padecer lo terrible” [pathin to deinón] a lo que exponía la tragedia y a lo que hoy arrojan algunos poderosos empeños irracionales de nuestro tiempo. Unas y otras son voces de la “no-filosofía”, como las llamó Paul Ricoeur reflexionando sobre el paso de la tragedia a la filosofía.
El razonamiento ético que en el libro que presentamos se practica está inserto dentro del campo interdisciplinar de la bioética contemporánea que rebrotó en EE.UU. en los años setenta del siglo XX, y encontró en la filosofía su hogar epistemológico primero y su identidad última, yendo más allá de una simple aplicación mecánica de teorías y conceptos filosóficos tradicionales a situaciones particulares. Sobre la tan traída y llevada cuestión de la identidad y el estatuto epistemológico de la bioética, me resulta muy esclarecedora la posición del profesor Jorge Ferrer, SJ, de quien quiero hacer aquí memoria agradecida, cuando recordaba que, con la bioética, estamos haciendo ética, pues la pregunta de fondo que plantea y que le confiere unidad e identidad epistemológica al discurso, no se refiere sólo tanto a cuestiones de hecho, sino fundamentalmente a los juicios axiológicos justificados en la situación que orientan en la toma de decisiones en orden a una praxis que contribuya al genuino bien de las personas en la comunidad.
Y si la ética —filosofía moral— es la que da identidad epistemológica a la bioética, el objeto estudiado es la justicia, cuyo manto se extiende a buena parte de las cosas que más nos importan a los seres humanos, ya que, de hecho, pocas hay que no guarden directa relación con ella. Con ella se relacionan el uso del poder, las crisis económica y política, la emergencia ecológica, la igualdad de derechos entre hombre y mujer, la exclusión social, el desempleo, la inmigración, los crímenes contra la humanidad o la guerra, los derechos de las personas con discapacidad o la distribución de los recursos sanitarios, por mencionar algunos asuntos de una lista que se podría alargar casi ad infinitum.
Las teorías de la justicia comparten que sus demandas son parte del campo de la obligación, y no de la supererogación; difieren, eso sí, respecto a dónde trazar la frontera entre estos dos campos y también en lo que entienden por lo justo. Filosóficamente hablando, la aceptabilidad de cualquier teoría de la justicia está determinada por la fuerza moral de sus argumentos, mientras que la pluralidad de acepciones se advierte a poco que echemos una mirada a las diferentes concepciones de la justicia que en una época concreta pugnan entre sí, o que paremos mientes en la larga historia del pensamiento filosófico que arranca con la República de Platón y la Ética a Nicómaco de Aristóteles, que pusieron logos a la justicia relacionándola con reconocerle y asignarle a cada uno lo debido y con la igualdad proporcional, y llega hasta esta misma obra que nos ocupa.
Vaya por delante que en Justicia y bioética no se pretende abarcar la complejísima historia del concepto, sino seleccionar en la filosofía contemporánea aquellas teorías filosóficas que más ayuden a pensar la justicia en la bioética. Y, además, que no se le concede ningún carácter de absoluto al principio de justicia en bioética, pero sí se le tiene por principio de primer orden y de particular importancia para que toda ética coherente de la vida que no quiera perder el rumbo hacia el bien común ni la búsqueda de la inclusión de las personas y los grupos sociales más débiles y vulnerables de una sociedad. En ese sentido, la justicia está íntimamente unida a la responsabilidad moral ante la vulnerabilidad como condición humana, pero sobre todo a la vulnerabilidad como situación de vida con causa en los efectos de la desordenada distribución del poder y la riqueza en la sociedad. Pensar filosóficamente sobre la (in)justicia aparece como un excelente trampolín para ahondar en los fundamentos de nuestra común humanidad herida y en los vínculos que nos unen con los demás seres humanos, así como con aquellos lazos profundos que los humanos tenemos con la naturaleza no humana.
Este libro nos adentra en un diálogo profundo y constructivo con las teorías filosóficas más relevantes del liberalismo social y del comunitarismo en torno a la justicia social en el ámbito político de las sociedades y sus marcos institucionales; no pretende meterse en el terreno aún muy pantanoso del cosmopolitismo de la justicia global. De ahí que tenga pleno sentido que sean esas corrientes contemporáneas y no otras las elegidas, porque la bioética de nuestro tiempo se ha desarrollado en la tierra del liberalismo y de sus interlocutores. Los autores y sus obras están muy bien elegidos, porque representan las vertientes principales que se han de tener en cuenta para ubicar el principio de justicia en bioética y porque a través de ellos no sólo entramos en las honduras de los debates entre liberales y comunitaristas, sino también accedemos a ver cómo utilitaristas, socialistas, libertarios o feministas piensan sobre la justicia. Todo ello en una sintonía de fondo con el pensamiento social cristiano sobre las materias abordadas, como más adelante señalaré.
En el capítulo segundo, el Dr. Peralta estudia a fondo a tres filósofos (Rawls, Sen y Walzer) y una filósofa (Fraser) en lo que se refiere a la idea de justicia en el debate entre liberales y comunitaristas. De especial valor estimo el trabajo de exposición sobre la justicia en la perspectiva liberal social del norteamericano John Rawls y del británico de origen bengalí, Amartya Sen, que arrancando desde Rawls en no en pocos aspectos fue tomado distancia de él y superándole. Desde luego, el ya nonagenario Premio Nobel de Economía 2018 y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021, nunca ha pretendido encontrar un modelo ideal de justicia con principios generales para dirimir los conflictos. En su quehacer filosófico, prevenir las injusticias existentes tiene prioridad sobre alumbrar lo perfectamente justo. Pero el ansia por articular una idea de justicia social pegada al terreno desde el razonamiento público participativo y las exigencias de la equidad, no ha arrojado a Sen en brazos de ningún miope localismo comunitarista. Al contrario, reivindica mirar con “los ojos de la humanidad”, identificándose con los otros, pues nuestras opciones y acciones afectan de hecho las vidas de otros aquí y allá, y sus diferentes perspectivas históricas y geográficas nos ayudan a superar los intereses y perspectivas alicortas de nuestra comunidad local.
Sin quitarle importancia de las instituciones y reglas sociales, considera que la justicia no puede estar de espaldas a las situaciones reales de la gente. La libertad de escoger la vida que se desea vivir es un elemento fundamental de la justicia, que pide evaluar las capacidades reales de la gente para realizar su propia vida, y lleva responsabilizarse de la propia elección. El progreso de la humanidad no se mide en términos de PNB y de PIB, se ve en la calidad de la vida de la gente. No desprecia la información que proporcionan esas medidas, sino que pide ponerlas al lado de indicadores directos de calidad y libertad real de las vidas humanas implicadas en una realidad concreta. Observando la vida real de las personas es como logramos una estimación objetiva del desarrollo humano, así como conociendo las condiciones socio-culturales-ambientales que se tienen y las libertades que permiten elegir el tipo de vida que se desea desarrollar.
Ahí topamos de frente el enfoque de las capacidades tan nuclear al pensamiento de Sen. Claro que las disparidades sociales causan desigualdad en las capacidades, por eso no sirve una fórmula única de solución, hace falta discernimiento sobre cuáles son las necesidades particulares en el contexto donde la gente se desenvuelve. Acogiendo la pluralidad de situaciones y preocupaciones vitales, la categoría capacidad no se ocupa tanto de “los medios de vida” sino de “las oportunidades reales del vivir”. Esta poderosa intuición da cabida a una importante distinción entre lo que la persona termina haciendo (la...




