Pedrero Sánchez | Adela Edwards Salas . 1874-1939 | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 97, 176 Seiten

Reihe: Obras fuera de colección

Pedrero Sánchez Adela Edwards Salas . 1874-1939

Sobre todo, maestra
1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-277-2939-1
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Sobre todo, maestra

E-Book, Spanisch, Band 97, 176 Seiten

Reihe: Obras fuera de colección

ISBN: 978-84-277-2939-1
Verlag: Narcea Ediciones
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Adela Edwards Salas, 1874-1939, nació en Santiago, Chile, en el seno de una ilustre familia de reconocido prestigio socio-político. Recibió una excelente preparación cultural. Poseedora de cualidades excepcionales: un talante positivo, alegre y dialogante y una generosidad sin límites, compartió lo que tenía: sus ideas y su trabajo incansable en favor de la educación, que cristalizó en la fundación de la Escuela Normal Santa Teresa. Su prestancia arrolladora la habían rodeado de un gran prestigio en todos los ambientes sociales y educativos de su época. La vida y la obra de Adela ofrecen el testimonio de una educadora innata que supo captar que la educación de niños y jóvenes no pasaba solamente por las maestras, sino por las familias, por el barrio, por la patria... Sin salir de Chile tejió una red de relaciones internacionales con educadores de vanguardia. Fruto de su experiencia fue la publicación del libro Paso a Paso, método simultaneo de lectura y escritura, de amplia divulgación en Chile. Y, sin hacer alardes de feminismo, centró su labor en la profesionalización de la mujer, consciente de que era el camino más directo para su promoción como persona. En su madurez conoció la Institución Teresiana. Sintonizó vitalmente con el pensamiento de Pedro Poveda, su fundador, y se incorporó a dicha Institución a la que confíó la continuidad de su obra: la Escuela Normal Santa Teresa.

Mª Guadalupe Pedrero Sánchez, Doctora en Historia, ha ejercido como docente en Universidades del Estado de Sao Paulo, Brasil: en Campinas y como titular en la Universidad Estadual Paulista (UNESP). Ha participado en Congresos y Seminarios de historiadores en diferentes países de Latinoamérica. Vinculada al Archivo Histórico de la Institución Teresiana ha contribuido en la organización de los Archivos de la Institución en América.
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I. CONTEXTO HISTÓRICO

Los cambios que afectan a la sociedad de la primera mitad del siglo XX, crisis y rupturas, algunas heredadas del siglo anterior, ponen en cuestión no solo el sistema político, sino también el social, el económico, las relaciones internacionales y las formas de pensar.

Verdaderamente se trata de una época agitada, convulsa, “era de extremos” como la denomina Hobsbawm al tratar de la historia del siglo XX1. Guerras impensables como la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil española, preámbulo de la Segunda Gran Guerra; alteraciones sociales, desde la revolución comunista al nazismo, desde la descolonización al subdesarrollo y la dependencia, desde la industrialización al tecnicismo, desde los estados liberales a la globalización presidida por el mercado. En el campo científico, adquiere una primacía casi absoluta el dominio de la ciencia. Cambios que afectan también al sistema educativo, al maestro, a la escuela y a la familia.

En el nuevo continente, desde 1804 a 1830 tiene lugar la independencia de los países iberoamericanos, proceso lógico seguido a las guerras napoleónicas en la península ibérica. En la primera etapa, hasta 1914, se inicia el proceso; de 1914 a 1930 se constituyen las principales unidades político-nacionales y, a partir de 1830, se consolidan las nuevas nacionalidades –Estados– con características propias, en el marco de los cambios derivados de la revolución industrial que repercuten en el orden político, social, económico y de mentalidad; al entrar en el siglo XX, los nuevos estados o naciones elaboran sus constituciones2.

Chile declara su independencia en 1810. Luchando junto al héroe de la independencia, Bernardo O'Higgins, encontramos al primer Edwards, bisabuelo de nuestra protagonista que había llegado a Chile en 1804. En 1833 se establece la primera Constitución del país como República. A partir de 1891 se organiza un sistema parlamentario que, manteniendo las instituciones republicanas, favorece una cierta estabilidad política, sucediéndose una alternancia de poder entre dos grupos políticos o partidos: la Alianza Liberal y la Coalición Conservadora. De 1891 a 1925 se suceden siete presidentes, de Jorge Mont a Arturo Alessandri Palma.

Durante esa etapa, en Chile, se desarrollan las obras públicas, se impulsa la educación, se expande el comercio y la economía muestra un gran vigor; iniciativas sostenidas en gran medida gracias a las abundantes riquezas que el Estado recauda por medio del impuesto a la venta del salitre, principal producto de exportación del período. Por otra parte, es una etapa favorable para la formación de oligarquías vinculadas a la industria y a las grandes haciendas.

Con ocasión de las celebraciones del centenario del proceso de independencia, en 1910, comienza a percibirse una cierta sensación de pesimismo, con fuertes críticas al sistema político parlamentario en vista del cerrado elitismo de la clase oligárquica, por parte de algunos intelectuales de diversos grupos políticos, especialmente ante la denominada “cuestión social”.

En la primera década del siglo XX se habían promulgado algunas leyes sociales, como la ley de la silla (1904), la ley sobre habitaciones obreras (1906) y la ley de descanso dominical (1907) que resultaron insuficientes para solucionar las graves carencias que afectaban a los sectores obreros y populares. En esa coyuntura histórica, surgen las primeras agrupaciones y partidos políticos de izquierda, tales como los movimientos anarquistas y el Partido Obrero Socialista, fundado en 1912, que pasaría a convertirse en el Partido Comunista de Chile, diez años más tarde.

El malestar hacia el régimen parlamentario persiste y se agudiza, hasta manifestarse de forma abierta en 1920, con la elección presidencial de Arturo Alessandri Palma. Alessandri asume la primera magistratura del país tras una campaña presidencial que apela a los sectores medios y populares, haciendo una dura crítica al sistema y a la clase política que sostenía al régimen parlamentario.

Durante su presidencia, Alessandri intenta implementar una serie de reformas sobre la institución política parlamentaria y la legislación social y laboral, con el objetivo de responder a las demandas ciudadanas e impedir un estallido social. Sin embargo, la clase política oligárquica se niega a acceder a tales reformas, lo que provoca un agudo clima de frustración e impotencia ante el régimen político imperante.

En septiembre de 1924 se produce una crisis provocada por la intervención militar denominada “Ruido de sables”, que obliga al Congreso a aprobar sin debate un paquete de leyes sociales que estaban pendientes. Ante la intervención militar, Alessandri renuncia al cargo y sale del país. Pocos días después es disuelto el Congreso y una junta militar asume el poder que se mantiene hasta el 20 de marzo de 1925, fecha en la que se solicita al presidente depuesto, Alessandri, que regrese a cumplir el resto de su mandato.3 Tras el regreso a la Primera Magistratura, Alessandri impulsa la redacción de una nueva Constitución política que logró fortalecer el poder ejecutivo sobre el legislativo, proclamó la separación definitiva de la Iglesia y el Estado, y aumentó el período presidencial de cinco a seis años. Entre otros reajustes se pone fin al parlamentarismo, restaurando el sistema presidencialista.

Teniendo ese trasfondo político, al abordar el marco temporal de la biografía de Adela Edwards, 1874-1939, destacamos algunos de los temas emergentes de carácter general, muy significativos en la primera mitad del siglo XX, presentes en el escenario que aquí contemplamos y relacionados directamente con el ciclo vital de Adela.

Estos temas destacados son los siguientes: el pensamiento de que Estado y progreso se reclaman; el despertar del feminismo; la movilización del campo a la ciudad fruto de la industrialización y la progresiva secularización de la sociedad.

Estado y progreso se reclaman. La educación como puente

En ese contexto, en el que Estado y progreso se reclaman, la educación se constituye como medida necesaria para el progreso por parte de los Estados, un medio de preparar ciudadanos, alimentando el patriotismo y el nacionalismo, como defendía el historiador Michelet, al afirmar que el patriotismo nacionalista y el amor a la patria eran la solución a los problemas creados por la industrialización, entre otros la destrucción de los modos de vida de los campesinos4.

La consecuencia más inmediata al considerar la educación como puente será la progresiva profesionalización de los educadores y la promoción de instituciones orientadas a la formación de profesores. En Europa los modelos educativos más cotizados fueron el alemán y el inglés y no faltó país en enviar a sus jóvenes universitarios a Alemania, a Inglaterra y posteriormente a Estados Unidos. Fenómeno registrado también en América Latina. En los países más avanzados se pedían hombres prácticos, emprendedores, resolutivos, de fuerte carácter y personalidad, capaces de triunfar en una sociedad organizada sobre nuevas bases y llena de oportunidades. Los hombres nuevos no necesitaban saber latín sino matemáticas, física e idiomas modernos5.

Reformas que también se manifiestan en el orden social. A finales del siglo XIX, en Europa, los gobiernos aprobaron decretos y legislaciones de orden público, moralidad y sanidad, pues esos temas se consideraban vitales para la salud nacional; temas en los que, a pesar de las reticencias, grupos anticlericales, liberales, republicanos y católicos se unen porque se tornaban necesarios para el orden social, inclusive con aparentes contradicciones. Por una parte, al mismo tiempo que la familia se constituye como base de la unidad nacional, se la critica como causa de opresión, al reclamar el derecho de la mujer al trabajo como medio de emancipación.

En ese contexto general, el Estado chileno también se preocupa por elevar el nivel cultural del país y hace que el tema educativo esté presente en el Parlamento y en los órganos de gobierno. Más allá de las diferencias entre los partidos de la República, todos coincidían en destacar la educación como uno de los componentes necesarios para el desarrollo de la nación, base para asentar la democracia y medio necesario para la transformación social y para preparar ciudadanos para el Estado6.

Las autoridades, principalmente durante los decenios de 1841 a 1861, encontraron entre sus obstáculos la escasez de capital humano disponible para llevar a cabo la tarea de alfabetización.

La escuela se convierte en un proyecto político idóneo para la construcción de la sociedad moderna; para lo cual se debía homogeneizar y uniformar toda la población nacional. Ante esa necesidad, incluso en medio del proceso secularizador, se registra la entrada de órdenes religiosas, después de la independencia, como una necesidad para cubrir el campo de la enseñanza. Surgen diversas iniciativas para dar los primeros pasos con el fin de organizar un sistema educativo nacional para atender a los habitantes de la joven república.

Así, durante el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851) se funda la Universidad de Chile y se crea la primera Escuela de Preceptores para formar a los futuros docentes primarios. En 1860, Manuel Montt proclama la Ley General de Instrucción.

Poco antes, en 1856, se había fundado la...



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