Orczy | Mía será la venganza | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 212 Seiten

Reihe: Literatura universal

Orczy Mía será la venganza


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-7254-686-8
Verlag: Century Carroggio
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, 212 Seiten

Reihe: Literatura universal

ISBN: 978-84-7254-686-8
Verlag: Century Carroggio
Format: EPUB
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Novela de la serie de la Pimpinela Escarlata, probablemente la más entretenida. En el marco de la revolución francesa, en el París de la guillotina, se narra con datos reales la situación convulsa a modo de novela histórica y muy bien documentada. Es una novela de amor, aventuras y venganza donde se mezclan las relaciones de la aristocracia con jacobinos, girondinos y las turbas de los alborotadores.

Hija del barón Felix Orczy (compositor) y su esposa la condesa Emma Wass. Entre los amigos de la familia estaban los compositores Charles Gounod, Franz Liszt y Richard Wagner. El padre, un empresario que había intentado modernizar con nueva maquinaria su empresa, vio como los obreros incendiaban las máquinas en una revuelta y quedó tan afectado que decidió abandonar Hungría con su familia en 1868. Vivieron en Bruselas y luego en París, donde Emma estudió música. Por último la familia se estableció en Londres en 1880. Emma Orczy siguió cursos de la West London School of Art y luego de la Heatherley's School of Fine Art, donde ella conoció a Montague Maclean Barstow, al que desposará en 1894. Los esposos carecían de medios económicos y Emma Orczy tuvo que trabajar con su marido como traductora e ilustradora. Su único hijo, el futuro escritor John Montague Orczy-Barstow, nacido en 1899. Poco tiempo después, la baronesa publicó su primera novela, The Emperor's Candlesticks (1899), que no obtuvo éxito alguno. En revancha, una serie de relatos policiacos aparecidos en el Royal Magazine le atrajo cierto público. Eran bastante originales, pues hacía que los casos criminales los resolviera no el usual detective, sino un 'Viejo del rincón' (The Old Man In the Corner, 1909) que permanecía sentado en un salón de té londinense atando o desatando nudos en un cordel y tomando vasos de leche o porciones de tarta de queso. Sus casos se los traía una joven periodista, Polly Burton. El libro siguiente, In Mary's Reign (1901), fue mejor recibido y en 1903 escribió con su marido una pieza teatral que introducía en escena a un caballero inglés que recogía a aristócratas franceses huidos de la Revolución francesa, The Scarlet Pimpernel ('La Pimpinela escarlata'). La obra conoció un gran éxito durante cuatro años y esto impulsó a la escritora a escribir una novela bajo el mismo título y otras mismas sobre el mismo personaj, sir Percy Blakeney, La pimpinela escarlata (1905 - 1940), de las cuales la más famosa fue Will Repay (1906). El personaje principal es un aristócrata aparentemente dandy, fatuo y superfluo, que lleva una doble vida en tiempos del Reinado del Terror, durante la Revolución francesa, salvando a aristócratas inocentes del Comité de Salud Pública y la guillotina. Percy se siente traicionado por su esposa, la actriz francesa Marguerite Saint Just, y es perseguido sin tregua por el agente republicano francés Chauvelin. El éxito de sus obras permitió a la baronesa comprarse una propiedad en Montecarlo, Villa Bijou, donde pasaba los inviernos. En esos años viajó bastante por Europa y América. Murió en Henley-on-Thames el 12 de noviembre de 1947 a la edad de ochenta y dos años. Su hijo, John Montague Orczy-Barstow, también adoptó la profesión de la escritura bajo el pseudónimo de 'John Blakeney', tomado del personaje más célebre creado por su madre.

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Introducción AL AUTOR, LA ÉPOCA Y LA OBRA
por Juan Leita
Emma o Emmuska Orczy, mundialmente conocida con el nombre de Baronesa d'Orczy, nació en Tarnaórs (Hungría) en el año 1865. Siendo todavía muy joven, emigró de su país natal para cursar sus primeros estudios en Bruselas y en París. Años más tarde, sintiendo en su interior una afición especial por la pintura, se trasladó a la ciudad de Londres para entregarse plenamente al aprendizaje y al ejercicio del arte pictórico. Por aquellos tiempos, Emmuska Orczy no sospechaba en absoluto que su verdadera vocación y su autenti­co éxito estribaban más bien en las letras. Al estilo de muchos novelistas y escritores famosos, como Charles Dickens y Robert Louis Stevenson, por ejemplo, la autora de La Pimpinela Escarlata experimentó la inquietud de los viajes y de los casi constantes cambios de lugar y residencia. Después de numerosas peregrinaciones por diversas partes del mundo, sin embargo, decidió afincarse de un modo más definitivo en la capital de Inglaterra. Había conocido allí al pintor Montague Barstow, con quien luego contrajo matrimonio y compartió varios de sus intereses artísticos en la gran ciudad londinense, que de hecho vino a convertirse en su segunda patria. Fue ya a principios de nuestro siglo cuando Emmuska Orczy decidió probar suerte en el campo de la literatura, abordando en primer lugar el género policíaco, que por aquel entonces había alcanzado ya un éxito y un interés extraordinarios por parte del público lector. En estrecha colaboración con su marido, se propuso crear la figura de un detective que fuera totalmente distinta de la celebérrima y arrolladora fi­gura de Sherlock Holmes. De esta manera, escribió doce narraciones de ese estilo que fueron publicadas en el Royal Magazine en 1901 y luego recopiladas en un volumen que llevaba el título general de El viejo en el ángulo. "El viejo en el ángulo" es un personaje gris e irrelevante cuyo verdadero nombre no aparece jamás en los relatos. Sentado cómodamente ante una taza de café, se dedica siempre a discutir sobre asesinatos enigmáticos y difíciles de resolver con un periodista del Evening Standard llamado Polly Burton. El extraño y oscuro protagonista se interesa solamente por aquellos crímenes que constituyen un intricado y misterioso problema. Su mayor placer consiste en averiguar por pura inducción o cálculo de probabilidades la exacta y verdadera identidad del criminal. Sin duda alguna, la Baronesa d'Orczy no alcanzó la fama literaria por ese conjunto de obras menores. No obstante, es necesario hacerle justicia en este punto concreto, observando que la originalidad innegable de esas narraciones sirvió de base para otros grandes autores del género policíaco. Ellery Queen, por ejemplo, se inspiró evidentemente en la fi­gura del "viejo en el ángulo" para crear a uno de sus detectives más famosos. Patrícia Highsmith debió de leer también uno de sus relatos para urdir la trama de su célebre novela Extraños en un tren, llevada magistralmente al cine por el gran Alfred Hitchcock. Por otra parte, la Baronesa d'Orczy fue autora de una narración titulada Muerte misteriosa en Percy Street cuyo mecanismo fundamental recuerda claramente una famosa obra de Agatha Christie: El asesinato de Rogerd Acroyd. Tras describirse minuciosamente la realización de un crimen, con todas sus implicaciones, el lector se encuentra con la sorpresa final de que el asesino es el mismo protagonista que lo narra todo. No hay ninguna duda, sin embargo, de que el auténtico éxito de Emmuska Orczy en el campo literario se llevó a cabo con la creación de su más célebre personaje: la Pimpinela Escarlata. Atraída por el acontecimiento sorprendente y singular de la Revolución francesa, se sumergió en el estudio detallado y en la lectura atenta de grandes historiadores, como Carlyle, que dedicaron ímprobos esfuerzos a la descripción objetiva de la mayor revolución de la historia. Fruto de ese interés y de esa preocupación fue la idea de crear un personaje audaz y aventurero que tomara parte en las intrigas y en los sucesos acaecidos realmente en aquel período revolucionario de la historia de Francia, tan importante y decisivo también para la historia universal. La primera novela de esta larga serie: La Pimpinela Escarlata, apareció en 1905 y obtuvo casi inmediatamente una calurosa acogida por parte de los lectores. Desde entonces la Baronesa d'Orczy quedaría para siempre unida al nombre de esa pequeña flor roja que desde aquel preciso instante tenía que simbolizar para todo el mundo la valentía y la grandeza de espíritu. Inmersa ya plenamente en la creación original de nuevas aventuras protagonizadas por su personaje preferido, Em­muska Orczy no dejó de sentir, sin embargo, la antigua y constante inquietud del lugar y de los viajes. Durante varios años se afanó por recorrer prácticamente todos los países de los distintos continentes, mientras la primera novela de su arrojado y apasionante protagonista era reeditada y traducida en gran número de naciones. Es muy curioso, por ejemplo, que ya en las primeras décadas del siglo XX G.K. Chesterton, el famoso creador de las inefables historias del padre Brown, empleara ese inmenso éxito editorial de la Baronesa d'Orczy para ilustrar la idea concreta de que no es nada ori­ginal repetir algo archisabido, cuando escribió: "Sería como ofrecer al mundo un nuevo retrato de Rodolfo Valentino (el actor de cine que estaba de moda en aquella época) o hacer una nueva edición de La Pimpinela Escarlata". Emmuska Orczy murió en Montecarlo en 1947, cuando las adaptaciones teatrales y cinematográficas de sus novelas habían popularizado ya mundialmente su nombre, haciendo suyas las divertidas peripecias de su más logrado personaje. ¿Qué amante verdadero del cine no recuerda, por ejemplo, la espléndida encarnación de sir Percy que hizo Leslie Howard al lado de la exquisita Merle Oberon en el papel de su amada y fiel esposa Marguerite? ¿Quién en aquel tiempo no se entusiasmó con la nueva y trepidante versión cinematográfica, ya a todo color, de La Pimpinela Escarlata, interpretada en aquella ocasión por David Niven en el papel del atildado, irónico e intrépido aristócrata inglés? Sin ningún género de dudas, el poderoso arte del cine, con su plasmación única en imágenes, confirmó plenamente la fuerza y la originalidad de la creación imaginativa de la Baronesa d'Orczy. LA GRAN REVOLUCIÓN DE LA HISTORIA Aunque no podamos hacer aquí un estudio tan preciso y detallado de la Revolución francesa como lo llevó a cabo Emmuska Orczy para concebir y desarrollar las tramas de sus novelas, es útil y conveniente recordar ante todo algunos puntos decisivos de esa época histórica para poder situarnos con mayor cercanía y más exacta comprensión en las hazañas y actividades de la Pimpinela Escarlata y de su banda. El 14 de julio de 1789 se suele designar como la fecha clave del comienzo de la Revolución francesa. El pueblo, que se consideraba tiranizado y sumido en una gran pobreza a lo largo y a lo ancho de todo el país, decide echarse a la calle para terminar con la opresión del régimen real. Empuñando picas y la serie más variada de armas, sesenta mil personas se dirigen en masa hacia la prisión de la Bastilla de París, que se tenía como un símbolo del poder absolutista del rey. Tras derribar sus puertas, romper sus ventanas y destrozar todos sus muebles, la plebe acaudillada por Camille Desmoulins se apodera de la cárcel y ejecuta inmediatamente a su gobernador, el marqués de Launay. La noticia de la caída de la Bastilla llegó al palacio de Versalles entrada ya la noche. Tuvieron que despertar al monarca para explicarle lo sucedido y, cuando Luis XVI todavía aturdido y asombrado preguntó: "¿Ha sido un motín?", uno de sus ministros le respondió: "No, señor. Es una revolución". Luis XVI era un hombre bajo y regordete que gozaba de todas las cualidades típicas de un buen padre de familia: honrado, alegre, piadoso y amante de las diversiones nobles, como la caza, por ejemplo. No obstante, carecía de todos aquellos atributos que son necesarios para ser un buen gobernante. Si de hecho era incapaz de regir atinada y correctamente su reino, todavía era más inútil para sofocar una re­volución. De este modo, Luis Capeto tuvo que ir cediendo ante las continuas presiones de los representantes revolucionarios, hasta el punto de pretender abandonar varias veces el país en secreto, juntamente con su esposa Maria Antonieta y su hijo el Delfín. Sus intentos de huida, sin embargo, resultaron un completo fracaso, teniendo que ver con sus propios ojos los acontecimientos que debían precipitar fatalmente su caída. Dos partidos se disputaban por entonces la soberanía del poder y la tarea de dirigir la nación: los girondinos y los jacobinos. En la sala de la Convención Nacional, los girondi­nos se sentaban a la derecha del presidente y eran partidarios de la moderación, mientras que los jacobinos ocupaban los sitios de la izquierda y propugnaban los métodos drásticos y violentos (de ahí nacieron precisamente los términos políticos de "derecha" y de "izquierda", que desde entonces pasaron a ser patrimonio universal, con las modificaciones necesarias que han ido asumiendo hasta la actualidad). Los hombres más radicales que iban a representar la caída...



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