Navarro Puerto | Los rostros bíblicos de María | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 336 Seiten

Reihe: Estudios Bíblicos

Navarro Puerto Los rostros bíblicos de María

Exégesis y hermenéutica bíblica feminista
1. Auflage 2020
ISBN: 978-84-9073-588-6
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Exégesis y hermenéutica bíblica feminista

E-Book, Spanisch, 336 Seiten

Reihe: Estudios Bíblicos

ISBN: 978-84-9073-588-6
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
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Este libro habla de los distintos rostros de María. Unos son narrativos, como los de cada evangelio, y otros son culturales y simbólicos, como el de la carta a los Gálatas y el texto del Apocalipsis. La María bíblica que emerge de estas páginas, lejos de ser una figura plana, unívoca y patriarcal, es un personaje de fe rico, complejo, de trasfondos que no se ven a simple vista. El público lector irá desvelando el rostro poliédrico de una mujer de fe, libre, activa, fuerte, muy distinta a la María domesticada por el patriarcado. Irá viendo las distintas formas de comprender e interpretar a María. Este es un libro de análisis atento, de hermenéutica audaz y de resultados sorprendentes.

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Introducción Ningún estudio sobre María debe prescindir de las narraciones bíblicas. Esto es, de los evangelios, sobre todo, donde aparece como figura narrativa y desde donde remite a su condición histórica. En los cinco primeros capítulos nos vamos a ocupar de ella en las narraciones evangélicas, incluyendo el texto de los Hechos de los Apóstoles. En los dos restantes abordaremos textos del Nuevo Testamento que tradicionalmente se han interpretado como alusivos a María. Esta división, como queda apuntado, no es cronológica, pues de serlo tendríamos que comenzar por el texto paulino. Elijo, por tanto, un abordaje en cierto sentido tradicional que resultará familiar a la mayor parte del público lector. Además, me mueve a decidirme por este orden mi propósito de destacar a la María evangélica, dando prioridad, por tanto, a los relatos evangélicos. María, como el mismo Jesús y otros personajes de nuestra fe bíblica, nos ha sido transmitida mediante narraciones, de manera que antes de nada debemos acudir a ellas. La metodología que voy a seguir, en general, es la propia del análisis narrativo o exégesis narrativa de los textos bíblicos en la cual queda integrado lo básico de los resultados del método histórico-crítico y otros acercamientos metodológicos. El estudio sincrónico, por tanto, asume los resultados de los estudios diacrónicos. Tomar los relatos evangélicos sin tener en cuenta la historia es no solo osado, sino peligroso en los tiempos que corren. Cuando hablo de historia, me refiero tanto a la condición de los personajes narrados, que, en el caso concreto de María de Nazaret, es, sin duda, un personaje que existió históricamente, como a los procesos mediante los cuales el texto ha quedado tal y como lo encontramos ahora1 y que remiten a la historia crítica de composición de los textos. Aunque no es fácil separar ambos niveles, mi trabajo los distinguirá cuando sea necesario. Lógica e inevitablemente aparecerán las hermenéuticas feminista y psicológica que forman parte de mi modo de entender e interpretar los textos. María en los evangelios Uno de los problemas con los que se han encontrado y se encuentran quienes desean reconstruir la vida de María, así como la de Jesús, es el intento reiterativo de contar su historia, de forma concordista, tomando como punto de partida los distintos relatos evangélicos. El resultado suele ser, paradójicamente, pobre y frustrante. La paradoja estriba en que, en efecto, cuando se procede a mostrar el perfil caleidoscópico de esta figura, de evangelio en evangelio, nos encontramos con un personaje sugerente y evocador, con una figura interesante y rica. Es lo que intentaremos mostrar en lo que sigue, conscientes del carácter construido y elaborado de dicha figura. María histórica Los datos históricos deducidos estrictamente de los textos del Nuevo Testamento acerca de este personaje, son pocos y sobrios. El primero de ellos, Gal 4,4-5, solo indica que Jesús tuvo una madre. En el resto del epistolario paulino ella no juega ningún papel, ni tampoco en la fuente oral («Q»), y ha sido, y sigue siendo discutido si Ap 12 se refiere a María, mujer histórica. Su presencia en los cuatro evangelios es cuantitativamente escasa y los datos comunes a los textos la presentan como una mujer judía, madre de Jesús, que, a lo largo de su actividad pública de predicación del Reino de D*s, se adhiere a su causa y forma parte de la primera comunidad que nace del acontecimiento de la Pascua. Los evangelios dan cuenta de una irregularidad en la concepción de Jesús que remite a su madre2. María narrada María es, sobre la base de esta sobriedad de datos históricos, una narración que nos han contado. Los detalles, la forma y organización, el género literario y la capacidad persuasiva de dicha narración han tenido enormes repercusiones a lo largo de la historia y de la geografía del Occidente cristiano. Ella forma parte de nuestros orígenes culturales y religiosos y, en ese sentido, es parte directa o indirecta de nuestra identidad, especialmente en ámbitos católicos mediterráneos y latinos. No es de extrañar que se halle en el trasfondo de nuestra identidad relacional, colectiva e incluso individual, a pesar de la ignorancia de dichas raíces que caracteriza a buena parte de las generaciones más jóvenes. En el imaginario cultural, la figura de María encarna el referente femenino que ha ido marcando a las mujeres y a los varones, dejando su impronta en el psiquismo de cada género, en las mutuas relaciones y en las estructuras sociopolíticas y religiosas. La persistencia multisecular de este modelo, su resistencia a los cambios y a la inculturación –incluso en este momento– no se explican apelando solamente a la inercia doctrinal, a los modelos de una determinada moral o a una potente ideología. Los procesos identitarios responden a leyes en las que las narraciones representan un papel de primera magnitud. La reflexión teológica sobre María (Mariología), como la Cristología, pretende contarnos de dónde venimos cristianas y cristianos. Con este pretexto –tomado como relato de orígenes– nos cuenta, en realidad, quiénes somos. Pero ya sabemos, según nos enseña la filosofía crítica de la ciencia3, que estos argumentos, incluso si hacen hincapié en su objetividad y neutralidad –precisamente por eso–, dicen tanto de sus autores como del tema que tratan. La Mariología refleja la historia de quienes (personajes e instituciones) la hicieron y la hacen, la ubicación y organización espacio-temporal (escenarios) en que se realiza y la implicación de los hilos de la acción según determinadas modalidades (argumento). La dificultad de inculturación de María en nuestra época y en Occidente no es un problema de dogma, sino más bien de personaje. Es un problema relativo a su identidad narrativa, pero, sobre todo, a la transmisión y la hermenéutica de su figura. Este personaje ha dejado de interesar a la mayoría de nuestros/as contemporáneos/as incluyendo a los cristianos y cristianas. Todo lo que contábamos de María se ha quedado anticuado y desfasado. Su figura, cada día más, corre el riesgo de quedar reducida a la arqueología o a cierta memoria cultural. Esto afecta al personaje, sin duda, pero también a los marcos narrativos. El personaje no encaja en los nuevos marcos y los marcos antiguos han dejado al personaje irrelevante y trasnochado. La inculturación de María en nuestros pueblos requiere revisar, honesta y críticamente, el marco narrativo de los principios cristianos sobre su figura4. Orígenes, identidad y narrativa María procede de las fuentes narrativas canónicas (evangelios) y de los documentos narrativos apócrifos. La revisión crítica de su figura remite en primera instancia a estas narraciones originales. Sin embargo, hasta llegar a ellas debemos abrirnos camino a través de otra maraña narrativa implícita escondida tras las argumentaciones teóricas de la Mariología. A nadie se le escapa que toda argumentación, incluida la de las ciencias exactas, recurre a esquemas narrativos verbales, simbólicos e icónicos para poder darse a entender. La figura de María nace en una narración y su reconstrucción histórica no deja de ser una variante narrativa. En la vida del cristianismo occidental mediterráneo, este personaje se encuentra estrechamente vinculado a la biografía de los sujetos y a las historias de los pueblos, al nacimiento y desarrollo de instituciones y momentos especiales en el tiempo (una batalla, la instauración de un patronazgo, una buena cosecha después de años malos, el nacimiento de una orden religiosa…). El marco narrativo de una historia, y no solamente el argumento, refleja una determinada ideología y la perpetúa. Por todo ello, es preciso tenerlo en cuenta. Según la psicología evolutiva, la modalidad humana de acceso a la realidad, su comprensión primigenia y su expresión son básicamente narrativas, anteriores y fundamento, además, de la modalidad paradigmática. Los avances en la psicología cognitiva reconocen un rol de primera instancia a la narrativa en la organización de la mente. Nuestras construcciones originales tienen lugar en una fase pre-lógica y pre-verbal, y solo permiten la posibilidad de una representación analógico-narrativa5. Estas investigaciones señalan que las narrativas son las herramientas más arcaicas y usuales para describir los hechos de la vida, para entender el presente y predecir el futuro6. Aunque en la práctica no es tan sencillo trazar una línea demarcadora entre las dos maneras de acceder y elaborar la realidad, es posible distinguirlas. Sea como fuere, la pregunta por la procedencia, que es también la pregunta por los cimientos de la identidad, remite a las narraciones del principio que tratan de dar una explicación al origen. Si en ese origen se encuentra la familia, habrá que detenerse en las narraciones que se cuentan en su seno, en su papel de cimiento narrativo de la identidad, en su importancia a la hora de proponer y/o producir cambios profundos (de segundo orden) y en las narrativas socioculturales y religiosas sobre la institución familiar. En palabras de José Luis Linares, identidad y narrativa son productos históricos, resultado directo de la relación del sujeto con la sociedad a lo largo de las etapas del ciclo vital, y, como tales, reúnen material procedente de la experiencia acumulada. Pero la experiencia, entendida como interacción con el medio social, no se corresponde con un hipotético conocimiento objetivo, sino que atraviesa varias ópticas sucesivas que la moldean arbitrariamente. Una de ellas corresponde al polo social de la interacción e incluye las interpretaciones...



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