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E-Book

E-Book, Spanisch, 166 Seiten

Reihe: Problem Solving

Nardone Psicosoluciones

Cómo resolver rápidamente problemas humanos imposibles
1. Auflage 2012
ISBN: 978-84-254-3003-9
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Cómo resolver rápidamente problemas humanos imposibles

E-Book, Spanisch, 166 Seiten

Reihe: Problem Solving

ISBN: 978-84-254-3003-9
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection



Cómo resolver rápidamente problemas humanos imposibles. En el centro de esta breve obra se encuentran abundantes casos clínicos, agrupados por los tipos corrientes de síntomas. Las exposiciones se centran en el síntoma y son breves, claras en la lógica de la estrategia y siempre van acompañadas de una ironía amable que manifiesta el espíritu de este enfoque de la terapia breve: tomar plenamente en serio el síntoma que hace la vida imposible al paciente, pero mostrando al mismo tiempo que no es más que una construcción inadecuada que puede ser desmontadas para dar lugar a otra mejor.

Giorgio Nardone es director del Centro di Terapia Strategica de Arezzo, que fundó junto con Paul Watzlawick. Dirige la Escuela de Especialización en Psicoterapia Breve Estratégica y la Escuela de Comunicación y Problem Solving Estratégico, con sedes en Arezzo, Milán, Madrid y Barcelona. Reconocido internacionalmente como el máximo exponente de los investigadores que impulsaron la evolución de la Escuela de Palo Alto, es autor de numerosos trabajos que se han convertido en una referencia teórica y práctica para estudiosos, psicoterapeutas y managers de todo el mundo.
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1. La teoría


Construir realidades patológicas


«Soy como una marioneta rota, con los ojos caídos hacia dentro».

Esta frase de un enfermo mental dice más que la totalidad de los textos sobre la introspección.

E.M. Cioran,
Silogismos de la amargura

Con el fin de introducir mis argumentaciones acerca de la forma en que los seres humanos «construyen» sus propias patologías, creo que puede ser útil basarme en una anécdota real que no viene directamente de la práctica clínica, ya que opino que los terapeutas deberíamos aprender mucho no solo de aquello que acontece en nuestras consultas sino sobre todo de lo que sucede en las usuales interacciones humanas; observar cómo cambia la naturaleza de las cosas; cómo los fenómenos sociales e interpersonales, según sus diferentes manifestaciones, producen patologías o estrategias para resolver patologías; y aprender de estas observaciones cómo afrontar los problemas para los cuales los pacientes nos piden soluciones.

Hace algunos años, en Estados Unidos, un hombre tenía un miedo muy grande a volar, casi una obsesión, simplemente porque temía encontrar una bomba en su avión (nos encontrábamos en la época de los atentados aéreos) y, al mismo tiempo, sentía un amor infinito por las capitales del arte europeo, que no podía ir a visitar a causa de su indomable miedo.

Después de muchas reflexiones, el hombre, que era un apasionado de los cálculos de probabilidades, quiso saber cuántas eran verdaderamente las probabilidades de encontrar una bomba en su propio avión.

Comenzó a llamar a agentes de viajes esperando que estuviesen informados y preguntó:

–Disculpe: ¿me puede decir cuántas probabilidades tengo de encontrar una bomba en el vuelo de Nueva York a París?

Como se puede suponer, la mayoría de los agentes de viaje le contestó:

–¡No tengo tiempo de pensar en esas estupideces!

Hasta que, casualmente, por cuestiones del azar, encontró a un agente de viajes tan apasionado como él del cálculo de probabilidades, que le respondió prontamente:

–Una probabilidad entre cien mil.

Él pensó un poco en esto, y después preguntó:

–Pero permítame, ¿cuántas probabilidades tengo de encontrar dos bombas en el mismo avión?

Y el agente de viajes dijo:

–Pues se tendría que hacer un cálculo exponencial, llámeme dentro de media hora y lo habré hecho.

El hombre llamó después de media hora exacta, y el agente afirmó:

–Bien, he hecho el cálculo exponencial: hay una probabilidad entre 100.000.000 de que usted pueda encontrar dos bombas en el mismo avión.

El hombre respondió:

–Bueno, entonces reservo un billete para el vuelo de la próxima semana de Nueva York a París.

El hombre fue arrestado en la puerta de embarque de la TWA: llevaba una bomba dentro de su maletín, y sostenía que obraba de ese modo por el bien de todos porque reducía así, en gran medida, las probabilidades de encontrar otra bomba en el avión.

Esta anécdota extravagante introduce claramente un concepto de fondo, ya bien conocido por el filósofo Locke, quien afirmaba que, en realidad, nosotros consideramos «insensatos a quienes, partiendo de premisas equivocadas y usando una lógica correcta y convincente, llegan a conclusiones erróneas». Hoy diremos, de acuerdo con la moderna filosofía de la ciencia, que cada persona crea su propia realidad sobre la base de lo que hace, guiada por la perspectiva que asume en la percepción de la realidad con la cual interactúa. El lector puede, esforzándose, asumir el punto de vista del hombre de la anécdota y llegar, así, a la comprensión del proceso lógico mediante el cual fue impulsado a construir racionalmente una acción tan irracional como la de llevar una bomba para evitar encontrar otra.

Cada realidad cambia según el punto de vista de quien la mira: esto conduce a reacciones diversas sobre la base de las diferentes atribuciones que se pueden hacer a la misma realidad.

En este sentido es iluminadora la historia que sigue:

«En un día muy caliente, en una ciudad del sur de Italia, un padre y su hijo emprenden un viaje, con su asno, para visitar a unos parientes que viven en una ciudad lejana de su comarca.

El padre va montado sobre el asno y el hijo camina a su lado; los tres pasan delante de un grupo de personas, y el padre escucha que éstos dicen:

–Miren eso, ¡qué padre tan cruel!: va sobre el asno y su hijito debe andar en un día tan caliente.

Entonces el padre baja del asno, hace subir al hijo y continúan así el camino.

Pasan frente a otro grupo de personas y el padre escucha que éstos dicen:

–Pero miren: el pobre viejo camina, en un día tan caliente, y el joven va muy cómodo sobre el asno; ¡qué clase de educación es ésta!

El padre, entonces, piensa que lo mejor es que los dos vayan sobre el asno, y así continúan el camino.

Un poco después pasan frente a otro grupo de personas y el padre escucha:

–¡Observen qué crueldad!: esos dos no tienen ni un poco de misericordia con ese pobre animal que debe cargar tanto peso en un día tan caliente.

Entonces el padre se baja del asno, hace bajar también a su hijo y continúan caminando junto al asno.

Pasan enfrente de otro grupo de personas, que dicen:

–¡Qué imbéciles esos dos!: en un día tan caliente caminan a pesar de que tienen un asno sobre el cual montar...».

Como el lector puede comprender, la historia podría continuar hasta el infinito: lo que nos muestra es cómo de la misma realidad se pueden tener percepciones y opiniones muy diversas, y cómo, sobre la base de cada una de éstas, las reacciones de las personas cambian.

«No existe una realidad verdadera, sino tantas realidades como se puedan inventar», afirmaba Oscar Wilde.

Por tanto, se debe constatar que no existe un conocimiento realmente verdadero de las cosas, solamente puede existir un conocimiento idóneo, o bien un conocimiento instrumental que nos permita administrar la realidad con la cual interactuamos. Lo anterior, que caracteriza el punto de vista de la filosofía de la ciencia actual, conduce a tomar distancias de las tesis deterministas o positivistas que quisieran defender la posibilidad de un conocimiento científicamente verdadero, optando por el estudio de los modos más funcionales de proceder con relación a una realidad nunca del todo verdadera, ya que ésta es fruto de los puntos de vista que adoptamos, de nuestros instrumentos cognoscitivos y de nuestros modos de comunicarnos. Este enfoque, denominado constructivismo, sobre la base de la conciencia de la imposibilidad de lograr una verdad definitiva, se encamina hacia el perfeccionamiento de nuestra conciencia operativa; o sea de nuestra capacidad de administrar estratégicamente la realidad que nos circunda. Éste, sin embargo, no es un conocimiento del todo moderno; ya Epicteto, el filósofo de la antigüedad, afirmaba: «no son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos de ellas».

Kant, en su Crítica de la razón pura, aseguraba que muchas veces los seres humanos confunden los resultados de su modo de definir, deducir o clasificar los conceptos con las cosas en sí mismas.

En el antiguo budismo zen se tienen dos concepciones de la verdad: la verdad de esencia y la verdad de error. La verdad de esencia se alcanza mediante la iluminación, o bien trascendiendo la realidad concreta, porque la esencia está en lo trascendente y no en la vida terrena; por tanto, tal verdad no puede ser alcanzada en el curso de la vida de un ser humano.

Las verdades de error son, en cambio, aquellas verdades instrumentales parciales que se construyen en la relación con las cosas terrenales para incrementar nuestra capacidad de gobernarlas. Los seres humanos, en la mejor de las hipótesis, podemos perfeccionar nuestra capacidad de inventar «verdades de error».

Como se puede ver, la moderna epistemología constructivista, o mejor la contemporánea filosofía de la ciencia, reúne antiguos saberes de Oriente y Occidente, aunque llega a tales consideraciones mediante la evolución experimental de la ciencia aplicada. Es, de hecho, gracias a las ciencias «exactas» que se llega a la constatación de la absoluta imposibilidad de tener certezas científicas definitivas.

Desde que Einstein y Heisenberg iniciaron la revolución científica de la física contemporánea, introduciendo la relatividad y el principio de indeterminación, la ciencia moderna se ha orientado hacia la búsqueda de un conocimiento instrumental y operativo y ha dejado de lado la búsqueda de verdades absolutas. De la misma forma, desde que Gödel (1931) con su tratado sobre las Proposiciones indecidibles demolió la posibilidad de una lógica rigurosamente racional, la lógica matemática ha evolucionado hacia el desarrollo de modelos que contemplan la contradicción, el autoengaño y la paradoja como procedimientos rigurosos y predictivos en la construcción de las creencias y del comportamiento humano.

En palabras de Von Glasersfeld (1995), hoy se debe adaptar nuestro conocimiento a las realidades parciales, construyendo, frente a los problemas, estrategias que se basen cada vez más en los objetivos que nos trazamos, y que se adapten paso a paso al desarrollo de tales realidades. De modo que la transición es de...



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