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E-Book, Spanisch, 162 Seiten

Ménage Historia de las mujeres filósofas


1. Auflage 2012
ISBN: 978-84-254-3029-9
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

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Escrito por Gilles Ménage en 1690, gran latinista y preceptor de Madame de Sévigné y Madame de La Fayette, Historia de las mujeres filósofas es un libro sin precedentes sobre las pensadoras de la Antigüedad. Similar a una enciclopedia, Ménage da cuenta de quiénes fueron y qué dijeron. Sesenta y cinco mujeres a las que hoy difícilmente encontraríamos en nuestros diccionarios filosóficos. Este libro devuelve la palabra a pensadoras silenciadas por la historia, las rescata del mero papel de hijas, esposas o amantes de notables filósofos y las considera protagonistas de un quehacer intelectual en pie de igualdad con el resto de los pensadores. 'No es que no hayan existido mujeres que filosofaran. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, tal vez después de haberse apropiado de sus ideas'. Umberto Eco

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FILÓSOFAS DE ESCUELA INCIERTA

HIPO (ca. siglo XII a. C.). Hija del centauro Quirón, que enseñó a Eolo la observación de la naturaleza, según testimonio de Clemente de Alejandría en el libro i de los Stromata12 y de Cirilo en el libro IV de Contra Juliano.13 Pues la observación de la naturaleza es una parte esencial de la filosofía. También en el libro IV14 de los Stromata, de Clemente, Eurípides recuerda a Hipo como adivina y mujer versada en cuestiones astrológicas.

ARISTOCLEA (siglo VI a. C.). Se verá más adelante con el nombre de Temistoclea, en el apartado de las pitagóricas.

CLEOBULINA (fl. 570 a. C.). Hija de Cleóbulo, uno de los siete sabios de Grecia, por eso conocida vulgarmente así, aunque a ella su padre (son palabras de Plutarco) la llamaba Eumetida. Escribió enigmas en versos hexámetros que elogió Ateneo en el libro X, capítulo XV.15 Aristóteles, en el libro III, capítulo II de la Retórica, cita este célebre enigma sobre la aplicación de la ventosa: «Vi a un hombre que con fuego soldaba bronce sobre otro hombre».

Plutarco testifica en el Banquete de los siete sabios16 que este enigma es de Cleobulina. En este mismo libro Tales la llama «la sabia», lo cual el compilador del índice de Plutarco interpreta que significa «dedicada a la filosofía». Y así estimaba Charles Caton de Court,17 varón de doctrina y modestia singulares, que tenían que ser interpretadas estas palabras. La recuerda Cratino en la pieza Cleobulinas,18 obra que escribió sobre su nombre. Pues indican Laercio en su «Cleóbulo»19 y Ateneo en el libro IV, capítulo XXI,20 que esta pieza se conoce con el nombre en plural. Menos correctamente en singular, Cleobulina, esta obra es citada por Pólux en el libro VII, capítulo XI.21 Sobre Cleobulina, además de Plutarco y Laercio en los textos citados y de Suidas en «Cleóbulo», hay que consultar a Clemente de Alejandría en el libro IV de los Stromata,22 en el que dice que ella lavaba los pies de los huéspedes de su padre. Sabemos por Homero en la Odisea, canto XIX, por el apóstol Pablo en la Primera carta a Timoteo, capítulo V, por el libro I, capítulo XXV, de Samuel, por Plutarco en las Virtudes de mujeres23 y a través del oráculo dado a los milesios, citado por Heródoto, que en otro tiempo las mujeres acostumbraban a lavar los pies de los hombres.

ASPASIA (ca. 470-410 a. C.). Milesia, hija de Axíoco. Enseñó retórica a Pericles y retórica y filosofía a Sócrates. Consultad a Platón en el Menéxeno24 y a Clemente de Alejandría en el libro iv de los Stromata.25 Suidas en «Aspasia»26 y el escoliasta de Aristófanes en Los acarnienses la llaman «sofista » y, lo que es rarísimo en su sexo, «maestra de elocuencia». Nos indica Ateneo, en el libro V,27 que también fue poeta y que muchos de sus versos fueron publicados por Heródico Cratecio. Fue, primero, amante y, después, esposa de Pericles. Capturada por los atenienses, éste la desposó en un matrimonio infausto para la patria, pues este hecho fue el origen de dos grandes guerras, contra los samios y contra los peloponesios. De esto trata Aristófanes en Los acarnienses. Los versos de Aristófanes, que fueron traducidos al latín por Frischlin,28 suenan así:

Los jóvenes que marchaban hacia Megara se habían embriagado jugando al cotabo y furtivamente se llevaron a la meretriz Simeta. Los megarenses, conmocionados por un justo dolor, robaron a su vez dos hetairas amigas de Aspasia. A causa de tres meretrices se inició una guerra entre todos los pueblos griegos. El olímpico Pericles lanzaba con ira truenos y relámpagos y agitaba toda Grecia. Además promulgó leyes escritas más bien como cantos de banquete: prohibió a los megarenses permanecer en tierra, en el foro, en el mar y en el continente. Pronto los megarenses, cada vez más forzados por el hambre, rogaron a los lacedemonios que interpusieran su influencia para que revocásemos este decreto que había sido promulgado a causa de unas rameras. Pero nosotros no queríamos oír sus muchas y reiteradas súplicas. Oíamos el furor de la guerra y el estrépito de las armas.

Ateneo recogió asimismo esta cita de Aristófanes en el libro XIII.29

Pero oigamos también qué dice, acerca de Aspasia, el propio Plutarco en su «Pericles»:30

Pero porque se cree que lo que llevó a cabo Pericles contra los samios lo hizo para agradar a Aspasia, no resulta incongruente, sobre todo en este punto, considerar qué arte y qué fuerza tan grande poseía esta mujer para tener bajo su poder a los hombres principales de la ciudad y para que los filósofos hicieran mención de ella como ilustre y célebre. Es sabido que nació en Mileto y que fue hija de Axíoco. Dicen que siguió los pasos de una tal Targelia, así como los de las antiguas mujeres jónicas, y que buscó la amistad de los que eran muy ricos. Ciertamente, Targelia, que era de hermoso rostro y que unía belleza y agudeza de ingenio, tuvo familiaridad con muchos griegos, concilió a todos éstos con el rey y, mediante su colaboración, furtivamente esparció en las ciudades los principios del partido de los medas. Pero dicen que Pericles eligió a Aspasia porque era prudente y experta en cuestiones políticas. También el propio Sócrates la frecuentó con sus íntimos. Los socráticos llevaban a sus mujeres a escucharla, aunque tuviera una escuela poco decorosa y honesta, pues criaba jóvenes que hacían negocio con sus cuerpos. Esquines cuenta que Lisicles, un ganadero que tuvo relación con Aspasia después de la muerte de Pericles, de ser un hombre de baja estofa y abyecto se convirtió en uno de los principales de la ciudad de Atenas. En el Menéxeno de Platón, aunque el principio haya sido escrito en tono de broma, hay, sin embargo, algo de verdad cuando se afirma que es por todos sabido que muchos atenienses aprendieron de Aspasia el arte de hablar. Pero es verosímil que el amor de Pericles por ella fuera lascivo ya que él tenía como esposa a una pariente próxima que antes había estado casada con Hipónico y que le había dado un hijo, Calias, un rico personaje. También de la unión con Pericles había engendrado esta mujer a Jantipo y a Paralo. Como este matrimonio fuera odioso a ambos, Pericles la entregó a otro contra su voluntad. Entonces él se casó con Aspasia, a la que amó mucho, pues, cuando iba o volvía del foro, siempre la saludaba con un beso. En las comedias Aspasia es llamada nueva Ónfale, Deyanira y Juno. Cratino abiertamente la denominó «concubina» […].31 Pero se cuenta que Aspasia fue tan célebre y noble que Ciro, que hizo la guerra al rey de los persas por el reino, llamaba Aspasia a la concubina que más amaba y que antes tenía por nombre Milto.

Asimismo, Plutarco narra que Aspasia fue acusada por el comediógrafo Hermipo de impiedad y de llevar a la prostitución a mujeres libres, de las que se servía Pericles. También escribe que ella se libró del juicio por la intercesión de este último.32

Ved el diálogo al que nos referimos, titulado Aspasia, acerca del cual Laercio testifica que lo escribió el socrático Antístenes.33

No hace mucho había en Roma, en la dactiloteca de Felicia Rondanina, mujer de la aristocracia, una antigua piedra de jaspe que, engarzada en un anillo, tenía grabada, bajo el nombre de ?S?S??, la imagen de una hermosa mujer de largos cabellos que le caían sobre el pecho y los hombros, adornada con un collar y pendientes, armada de un yelmo y protegida por una égida: en el casco había pintada una cuadriga de caballos y sobre ésta se podía ver a Pegaso y a la esfinge. Canini34 y Bellori,35 que describieron esta imagen, uno en sus antiguas Imágenes de hombres ilustres, el otro en su Iconología, consideraron que aquella mujer era Aspasia de Mileto, maestra de Sócrates. Pero, a pesar del respeto por esos doctos varones, permítaseme objetar: cómo puede decir ?spas?? en vez de ?spas?a; en efecto, no lo veo claro. Añado que nunca he encontrado ?spas?? en los libros antiguos, porque, de hallárselo, sería nombre de varón, no de mujer. ?spas? en vez de ?spa?? podría ser. Y pienso si el grabador no habría querido poner ?spas???, en caso genitivo. Debió de ser así.

DIOTIMA (siglo V a. C.). Enseñó a Sócrates filosofía amatoria, según el testimonio que él mismo da en el Banquete de Platón.36 Sobre la filosofía del amor hay que leer a los platónicos y en primer lugar a Máximo de...



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