E-Book, Spanisch, Band 1, 840 Seiten
Reihe: El ciclo de Drímar
Martínez Yggdrasil
Primera
ISBN: 978-84-16637-98-0
Verlag: Sportula Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
E-Book, Spanisch, Band 1, 840 Seiten
Reihe: El ciclo de Drímar
ISBN: 978-84-16637-98-0
Verlag: Sportula Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
Hace trescientos años, el ejército de Dios cayó sobre una humanidad desprevenida, enzarzada en una guerra absurda que amenazaba con destruir la galaxia, y puso fin al conflicto. Y a muchas otras cosas. Dios lleva todo ese tiempo gobernando, dando forma a una nueva humanidad más conformista, más adecuada a sus planes. El Imperio que ha construido parece condenado a ser eterno.
Pero no todos están de acuerdo con esa situación. En un planeta aislado y desconocido que un día fue la cuna de la humanidad, Tinúviel y Jormungand esperan y planean. Y, mientras aguardan para construir un nuevo futuro, exploran el pasado que los ha llevado a ser lo que son.
Recuerdan Tierra de Nadie, el viejo planeta prisión en el que varias especies inteligentes se las apañaron para convivir en armonía antes de que la celosa y mezquina Confederación de Drímar decidiese que su existencia no podía ser permitida.
Recuerdan a la orden religiosa de los soytos, empeñados en construirse un dios a su medida.
Recuerdan a Hamuel, que investigó la vida del primer robot consciente de sí mismo y borró las huellas de su paso por el universo.
Recuerdan el Cielo antes de que fuera el Cielo, cuando no era más que una estación espacial conocida como la Peonza donde la Confederación de Drímar y el Mandato Sáver jugaban misteriosos juegos de poder e influencia.
Recuerdan todo eso y mucho más. Se recuerdan a sí mismos. Saben bien de dónde vienen y con esa información esperan dar forma al incierto futuro al que se encaminan. Por el camino, encontrarán nuevos aliados.
Y quién sabe si algo más.
Candás, 1965 Rodolfo Martínez publica su primer relato en 1987 y no tarda en convertirse en uno de los autores indispensables de la literatura fantástica española, aunque si una característica define su obra es la del mestizaje de géneros, mezclando con engañosa sencillez y sin ningún rubor numerosos registros, desde la ciencia ficción y la fantasía hasta la novela negra y el thriller, consiguiendo que sus obras sean difícilmente encasillables. Ganador del premio Minotauro con Los sicarios del cielo (ahora en Sportula como Este incómodo ropaje), ha cosechado numerosos galardones a lo largo de su carrera literaria, como el Asturias de Novela, el UPV de relato fantástico y, en varias ocasiones, el Ignotus (en sus categorías de novela, novela corta y cuento). Su obra holmesiana, compuesta hasta el momento de cuatro libros, ha sido traducida al portugués, al polaco, al turco y al francés y varios de sus relatos han aparecido en publicaciones francesas. En 2009 y con El adepto de la Reina, inició un nuevo ciclo narrativo en el que conviven elementos de la novela de espías de acción con algunos de los temas y escenarios más característicos de la fantasía
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1 KATIA —En realidad al que necesitas es a Bailarín Lujurioso, ¿verdad? Katia se volvió en la cama, sorprendida. Isak la miraba con una sonrisa a punto de asomarle a la boca. En eso no había cambiado; le gustaba pincharla y ver cómo saltaba. —No —contestó, aunque no sonó muy convencida—. Os necesito a ambos, aunque Bailarín —dudó unos instantes— es más necesario. Él asintió. —Lógico. No sabes dónde te vas a meter, así que necesitas un buen telépata. Eso lo entiendo. Pero no tienes por qué decir que me necesitas para no ofenderme. Creí que estábamos por encima de eso. —Lo estábamos —asintió Katia; se dio cuenta de que él no había captado el matiz. —¿De qué utilidad puede serte un tipo como yo, un aficionado en todo, un experto en nada? Tampoco ha cambiado en eso. Le encanta compadecerse de sí mismo. Y sigue siendo un pedante. —Quizá —dijo, negándose a seguirle el juego—. Pero eres una de las escasas personas en la Confederación que tiene un procesador no biológico. Aquello sí que lo dejó sorprendido. —¿Y qué? Ya sabes por qué lo tengo. Los bioproces son mucho mejores, más rápidos y con mucha mayor capacidad. Nunca lo he negado. No sé por qué el hecho de que me aferre a un sistema anticuado de almacenamiento y manipulación de datos me hace útil para tu misión. —Sigues usando demasiadas palabras para decir las cosas. —Sí. Pero no cambies de tema. —No sé lo que puede haber pasado en Tierra de Nadie. Lleva aislada más de mil años y… —Dudó unos instantes. ¿Tenía que contárselo todo? Sí, pero no ahora—. Quiero tener todos los terrenos cubiertos. Si pasase algo que afectara a los bioproces, lo más probable es que tu… —rebuscó en su memoria la palabra—… ordenador permaneciera intacto, y viceversa. —Ya veo. Pero sabes tan bien como yo que no se pueden tener cubiertas todas las alternativas. Y que incluso intentarlo es un error. Creí que os enseñaban esas cosas en el Servicio. Katia se encogió de hombros. —De todas formas, quiero ir lo más preparada posible. —De acuerdo. Suena creíble. Desde luego, si es una mentira que te has montado para no herir mis sentimientos, es la mejor que he oído en muchos años. Se incorporó a medias en la cama y miró por la ventana. Al fondo, en el horizonte marino, el sol se ponía lentamente, rojo e hinchado, desparramando su luz por las nubes alargadas que lo cubrían parcialmente. Volvió a tumbarse y la miró unos instantes sin decir nada. —¿Dormimos? —preguntó—. Supongo que mañana tendremos que levantarnos temprano. Katia no pudo evitar sonreír. Isak era tan transparente, saltaba tanto a la vista cuándo quería algo y no deseaba decirlo. —Sí —dijo ella—, pero hay tiempo. Ven aquí. Bailarín Lujurioso iba junto a Katia, envuelto en el hidrotraje que se ajustaba a su cuerpo como un guante y lo mantenía constantemente húmedo, además de contener los repulsores de campo que le permitían flotar a un metro por encima del suelo e impulsarse con cola y aletas. El delfín nunca había salido de Ballena Varada y para él mucho de lo que veía (aunque conocía bastante de la sociedad humana a través de la trivi) resultaba desconcertante. Katia sabía que la costumbre multi de diseñar genéticamente todo cuanto necesitasen le desagradaría a Isak, y los propios multis encontrarían inquietante a aquel humano con un procesador electrónico. Por un momento se arrepintió de haber ido a buscarlo, pero enseguida cambió de idea. Por un lado, necesitaba las habilidades telepáticas de Bailarín Lujurioso. Y por el otro, necesitaba también a Isak. No por su ridícula negativa a usar un bioproc; en realidad no sabía muy bien por o para qué lo necesitaba, pero quería que estuviera con ella en aquel viaje. Agitó la cabeza y miró a Bailarín Lujurioso. Los ojos del delfín parecían brillar, divertidos. Teóricamente no podía leer sus pensamientos a menos que ella le diese acceso a ellos, solo podía captar el tono general de sus emociones. ¿Y si…? Qué importa. Llegaron a la habitación donde los multis los esperaban. Katia se adelantó siguiendo el protocolo e Isak y el delfín fueron tras ella, siempre a un par de pasos de distancia. El resto del equipo quedó más retrasado. El multi había adoptado una apariencia humanoide para aquel encuentro, como hacían casi siempre que tenían que tratar con humanos. Incluso se había tomado la molestia de modelarse ojos, nariz, orejas y boca, algo que rara vez hacían, conformándose con hacer aparecer una tosca boca y dos círculos vacíos como ojos. Tras él había otros dos, también de aspecto humanoide, aunque con los rasgos perfilados de u modo más vago. Por un instante Katia se preguntó hasta donde llegaba la capacidad mimética de los multis. ¿Podían imitar a una persona hasta el punto de parecer humanos del todo? Basta, ahora no. Inclinó la cabeza y dijo: —Saludos en nombre de la Confederación de Drímar. Sed bienvenidos. El multi la imitó y dijo, con aquella voz fluida que los caracterizaba, en la que resultaba difícil distinguir donde terminaba una palabra y comenzaba la siguiente y, sin embargo, era perfectamente inteligible: —Somos bienhallados. Os saludamos en nombre de los Exiliados. —Los multis se llamaban así a sí mismos y ese era su nombre oficial en la Confederación, aunque nadie lo usaba, salvo en su presencia. —Soy Ekaterina Svenson Ivánova, embajadora plenipotenciaria de la Confederación de Drímar en el sistema Tierra de Nadie. Mis ayudas de campo son Bailarín Lujurioso de Ballena Varada —señaló al delfín— e Isak Yusuf Langerhasse, del mismo planeta. Ambos reconocidos como ciudadanos de la Confederación de Drímar con todos los derechos y obligaciones que tal estatus implica. —Mi nombre es Representante, y mis ayudas de campo son Ayuda Primero y Ayuda Segundo. —Señaló a ambos lados, a los multis que lo flanqueaban—. Si me lo permite le diré que no sabíamos que hubiera más alienígenas inteligentes aparte de los Exiliados. Bailarín Lujurioso carraspeó. Antes de que pudiera hablar, Katia se le adelantó y dijo: —Se trata de una especie terrestre. —Pensó en añadir algo más, pero no sabía cómo hacerlo sin ofender a Bailarín Lujurioso, así que decidió guardar silencio. En la cadera de Representante había una masa esponjosa y esférica de la que salían varios zarcillos que, aparentemente se clavaban en la carne porosa y acartonada del multi. Mientras Katia hablaba, Representante tocó la esfera con disimulo y luego, casi en el acto, asintió. —Ah, sí… un delfín, ¿no es eso? Qué interesante. —Sonrió, pero el gesto pareció totalmente vacío en aquella imitación de rostro. —¿No nos presenta al resto de su equipo, Representante? —dijo Isak de pronto. El multi arrugó la frente, tratando de parecer extrañado. —¿Por qué? No son más que varias… —tocó de nuevo al bioproc en su cadera—… máquinas multiuso. No necesitan ser presentadas. —Son seres vivos —insistió Isak, ignorando deliberadamente la mirada que le lanzaba Katia. —Son orgánicos, desde luego. Isak abrió la boca, pero antes de que pudiera decir nada más, Katia se le adelantó. —La nave partirá mañana a las nueve, hora local, si no hay inconveniente por su parte. —Ninguno, Ekaterina Svenson Ivánova. —Entonces nos retiramos hasta mañana. —Bien. Los humanos dejaron la sala. Katia apenas pudo esperar a que las puertas se cerrasen a sus espaldas para abalanzarse verbalmente sobre Isak. Este, que ya lo esperaba, la recibió con una sonrisa inocente. En cuanto se quedaron solos, los tres multis volvieron a las formas esféricas que para ellos eran el equivalente a una posición de reposo. Ayuda Primero le hizo notar a Representante la protuberancia metálica a un lado de la cintura del humano llamado Isak Yusuf Langerhasse. Representante esperó unos instantes (una costumbre que había aprendido de los humanos y que le gustaba utilizar) antes de preguntarle por qué creía necesario llamarle la atención sobre el particular. No hablaban. Tenían un lenguaje sonoro que habían creado a imagen y semejanza del de la Confederación después de descifrar las primeras transmisiones humanas. Pero su forma original de comunicarse, y que aún usaban cuando querían asegurarse de que nadie salvo ellos mismos podría oír lo que decía, consistía en un rápido intercambio de feromonas en el aire que, hasta el momento, ningún humano había detectado. —Lleva un procesador electrónico —codificó y luego lanzó hacia su superior Ayuda Primero. —¿Estás seguro? —La descripción coincide. —Creímos que los humanos ya no los usaban. —Algunos todavía sí. —Eso es evidente. —¿No pretenderá interaccionar con nuestros bioproces? —intervino Ayuda Segundo. Además de la...