Mandonico | ¡Dios mío, qué bueno eres! | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 83, 216 Seiten

Reihe: 100xUNO

Mandonico ¡Dios mío, qué bueno eres!

La vida y el mensaje de san Carlos de Foucauld
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-1339-405-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

La vida y el mensaje de san Carlos de Foucauld

E-Book, Spanisch, Band 83, 216 Seiten

Reihe: 100xUNO

ISBN: 978-84-1339-405-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Esta biografía del recién proclamado santo Carlos de Foucauld, escrita por quien ha sido vicepostulador de su causa de canonización, se centra en los aspectos más sobresalientes de su espiritualidad y de su actividad pastoral. El libro arranca con una descripción del periodo histórico que le tocó vivir a Carlos de Foucauld para centrarse a continuación en su perfil biográfico y místico. La fascinación que nuestro santo sigue ejerciendo todavía hoy en la Iglesia y fuera de ella reside «en haber vuelto a proponer un retorno puro al Evangelio». La elaboración de este libro fue inspirada por la beatificación de los mártires de Argelia, que tuvo lugar el 8 de diciembre de 2018, y cuya historia fue contada en Simplemente cristianos. La vida y el mensaje de los beatos monjes de Tibhirine, escrito por Thomas Georgeon y François Vayne, y que fue publicado por Encuentro en esas fechas.

Andrea Mandonico nació en 1955, es miembro de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), doctor en Teología, ha sido durante años profesor ordinario de Teología espiritual, decano de la Facultad de Pastoral y Catequesis y director de la Biblioteca de la Universidad Católica de África Occidental, con sede en Abiyán (Costa de Marfil). De 2007 a 2013 fue consejero provincial de su Instituto. Es vicepostulador de la causa de canonización de Carlos de Foucauld; postulador de la causa de canonización de la hermanita Magdalena de Jesús y del fundador de su Instituto, monseñor Melchior de Marion Brésillac. Desde 2015 es profesor encargado de la Pontificia Universidad Gregoriana. Ha publicado: Nazaret nella spiritualità di Charles de Foucauld. Un luogo, un'esperienza, un simbolo (Padua 2002), Testimoni dell'Emmanuele (Génova 2010), Camminare nella luce di Cristo. Fede ed evangelizzazione in CDF (Asís 2013). Se ha encargado de la traducción y edición italiana de la biografía del centenario de la muerte de Carlos de Foucauld escrita por Pierre Sourisseau, Charles de Foucauld. Biografia 1858-1916, Cantalupa 2018.

Mandonico ¡Dios mío, qué bueno eres! jetzt bestellen!

Autoren/Hrsg.


Weitere Infos & Material


Introducción Contar la historia de un santo significa también describir su tiempo, echar una mirada a la sociedad en la que vivió, acompañarle en su itinerario histórico, descubrir ahí la huella de su amor a Cristo y a los hermanos, intentando identificar no solo su meta sino también su corazón. Me parece que podemos encontrar el corazón del camino de santidad de Carlos de Foucauld —y, por consiguiente, la posibilidad de comprender toda su vida— en el momento decisivo de su conversión, que tuvo lugar a finales de octubre de 1886. En una carta dirigida a un amigo dice: «He perdido el corazón por este Jesús de Nazaret crucificado hace 1900 años y paso mi vida intentando imitarle en la medida en que puede mi debilidad». Una imitación que se concentra en el misterio de Nazaret. Dios le había llamado a imitar a Jesús en su vida oculta «abrazando la existencia humilde y oscura del divino obrero de Nazaret». De esta imitación pende todo lo que «despliega» la vida del hermano Carlos. Enamorado de Jesús, le conoce en la lectura cotidiana del Evangelio y plasma su ser en la celebración y en la adoración eucarística, para convertirse después en caridad/fraternidad para con todos los hermanos «sin distinción ni excepción», ya sean cristianos, judíos, musulmanes, ateos, buenos o malos. Es una evangelización que nace de la contemplación del misterio de la Encarnación y encuentra en el misterio de la Visitación la modalidad propia del hermano Carlos, que escribe: Toda nuestra vida, [...] debe ser una predicación del Evangelio por el ejemplo; toda nuestra existencia, todo nuestro ser, debe gritar el Evangelio sobre los tejados; toda nuestra persona debe respirar a Jesús, todos nuestros actos, toda nuestra vida deben gritar que nosotros somos de Jesús, deben presentar la imagen de la vida evangélica; todo nuestro ser debe ser una predicación viva, un reflejo de Jesús, un perfume de Jesús, algo que grita a Jesús, que hace ver a Jesús, que brilla como una imagen de Jesús...2. Uno de los motivos que me han impulsado a escribir esta breve biografía del santo Carlos de Foucauld ha sido la beatificación de los mártires de Argelia, acontecida el 8 de diciembre de 2018. Leyendo el bello libro publicado por la Libreria Editrice Vaticana, y publicado en español por Ediciones Encuentro, sobre la vida y el mensaje de los beatos mártires de Tibhirine3, he descubierto, una vez más, que la raíz de su espiritualidad y de su testimonio llevado hasta el martirio se encuentra precisamente en Carlos de Foucauld. Ellos vivieron, como él, en medio del pueblo argelino, acompañándolo y viviendo con ellos momentos dificilísimos, conscientes de que se les podría pedir que dieran su vida. Quisieron compartir el destino del pueblo argelino pasara lo que pasara, sirviéndolo con la oración y con la caridad, hasta la muerte. «Sus testimonios están, a buen seguro, misteriosamente ligados en el amor al pueblo argelino, a ochenta años de distancia»4. Y además existe entre ellos una afinidad espiritual sorprendente. Basta con pasar las páginas de este libro para descubrir que el hermano Célestin encontró en la Fraternidad sacerdotal Jesús Caritas un apoyo para su ministerio5; que el «hermano Bruno es el hombre de la vida oculta en Nazaret»6; que el hermano Christian de Chergè, prior de Tibhirine, no solo empezó su testamento —«obra maestra de la literatura religiosa contemporánea»— el 1 de diciembre de 1993, aniversario de la muerte de Carlos de Foucauld, sino que, como él, amaba la «espiritualidad de Nazaret» y «estaba convencido de que para comprender a los musulmanes era preciso sumergirse con humildad entre ellos, salir del cara a cara para ponerse codo con codo, en la veneración del Dios único, con los medios de la amistad y de la oración»7. Un segundo motivo fue la lectura de la exhortación del papa Francisco Gaudete et exsultate. Una invitación a la santidad como meta elevada y última de toda vida cristiana. Al trasluz se puede leer la vida y la santidad de Carlos de Foucauld y, efectivamente, son muchas las páginas en las que lo podemos encontrar. Ya en el n. 1, donde el papa Francisco afirma que «el Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada», ya en este n. 1 —decíamos—, podemos encontrar toda la vida del hermano Carlos. En el n. 14 del mismo texto parece hacer Francisco una síntesis de la vida de Nazaret cuando escribe: «Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra». En el n. 16 nos invita el papa Francisco a estar atentos a los «pequeños gestos», mientras que en los nn. 143-146 hace lo mismo con los «muchos pequeños detalles cotidianos». Se hace difícil no pensar en el hermano Carlos cuando decía en su vida en Tamanrasset: Seamos infinitamente delicados en nuestra caridad; no nos limitemos a los grandes servicios, tengamos esa delicadeza que llega a los detalles y sabe con pequeñas cosas poner bálsamo en los corazones: [...] Con los que están cerca de nosotros, entremos incluso en pequeños detalles de salud, de consuelo, de oraciones, de necesidades; consolemos, aliviemos con las más minuciosas atenciones; para los que Dios pone cerca de nosotros, tengamos la ternura y delicadeza de las pequeñas atenciones que tendrían entre sí unos hermanos cariñosos, y la ternura de las madres con sus hijos, para consolar cuanto sea posible a los que nos rodean y ser para ellos un agente de consuelo y un bálsamo, como lo fue siempre Nuestro Señor para todos los que se le acercaron8. Por otra parte, en el n. 17 nos dice que estemos atentos al Señor que «nos invita a nuevas conversiones». «Vivir solo para él» llevó a Carlos de Foucauld a vivir una «vida variada y atormentada, casi vagabunda» por las calles de Europa, de Oriente Medio y, por último, en el Sahara. Cuántas veces se vio obligado a elegir a Dios en los momentos cruciales y a ponerle de nuevo en el primer lugar, a través de continuas y nuevas conversiones que permitiera a la Gracia manifestarse mejor en su existencia y en la misión que Dios le había confiado para reproducir en su vida un aspecto del Evangelio (cf. n. 20). Siempre según el papa Francisco, el camino de la santidad es el camino de las bienaventuranzas. Carlos de Foucauld fue capaz de manifestar en lo cotidiano de su vida esas bienaventuranzas en las que se trasparenta una vez más el rostro del Maestro (cf. n. 63). Escribe que «si alguno de nosotros se plantea la pregunta: ‘¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?’, la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro». El papa Francisco nos hace intuir que las bienaventuranzas tienen su plena realización en Mateo 25: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme». «¿Cuándo, Señor?». «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis». El hermano Carlos atestigua: «Me parece que no hay ninguna palabra del Evangelio que me haya producido una impresión más profunda y transformado más mi vida que esta: ‘Todo lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis’. Si pensamos que estas palabras son las de la Verdad increada, las de la boca que ha dicho: ‘Esto es mi cuerpo... esta es mi sangre’, con qué fuerza hemos de sentirnos llevados a buscar y a amar a Jesús en estos pequeños, en estos pobres»9. A estos pequeños, a estos pobres los encontró en el Sahara, adonde quiso ir como sacerdote para ser, con Jesús y como Jesús, Salvador. Salvador no con grandes obras, sino con una vida cristiana heroica y con su humilde presencia, haciendo a todos con los que se encuentre todo el bien posible, como hizo Jesús en Nazaret, sin hacer ruido, sin hacerse ver, más bien «silenciosa, secreta, [...] pobre, laboriosa, humilde, suavemente, con bondad como él». Se trata de una salvación que pasa a través de la intercesión y la súplica por estos hermanos «a los que les falta todo, porque les falta Jesús»; a través del apostolado de la bondad, la amistad cordial y fraterna, del ser mansos y humildes con todos y especialmente por medio de una vida entregada en un amor sin límites a cada hombre, sin exclusiones, sin fronteras, entreviendo en todos ellos el rostro del Padre, «porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios» (n. 61). Un amor infinito que experimentó el hermano Carlos sobre todo durante los tres años que pasó en Nazaret, donde vivió, en el convento de las clarisas, «sepultado en la vida de Nazaret como se sepultó él mismo [Jesús] en ella durante 30 años»; donde buscó cada día ser pequeño y pobre como lo había sido Jesús, en las largas horas de adoración, en...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.