Maioli Sanese | Padres e hijos | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 224 Seiten

Reihe: Ensayos

Maioli Sanese Padres e hijos

La relación que nos constituye
1. Auflage 2006
ISBN: 978-84-9055-215-5
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

La relación que nos constituye

E-Book, Spanisch, 224 Seiten

Reihe: Ensayos

ISBN: 978-84-9055-215-5
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Madres, padres e hijos. No hay nada más antiguo ni nada más desconocido que esta relación. ¿Qué significa ser padres? Este libro no da consejos, no prescribe normas ni comportamientos. Describe una identidad. No se 'hace' de padre o madre, se 'es' padre o madre. El problema de ser personas, de ser hombres y mujeres verdaderos. 'Todo lo que yo soy -y por tanto cómo me trato a mí mismo, cómo trato los sentimientos, cómo trato a mi hijo, cómo trato mi trabajo, a mis amigos, el mundo, la realidad y la vida- lo irradio sobre mi hijo, que absorbiendo mi imagen, por así decir, aprende quién es, aprende su propia identidad'.  Lejos de ceder a la tentación de afrontar el problema desde el intelectualismo o el psicologísmo, y menos aún desde el tecnicismo, este libro revela una experiencia, describe la vida de los padres y los hijos, sus problemas, sus inquietudes, sus esperanzas.

Vittoria Maioli Sanese (1943) es psicóloga de pareja y de familia. En 1970 fundó el Consultorio Familiar en Rímini, del que sigue siendo directora. Además de su trabajo clínico, guía grupos de reflexión para padres, trabajadores sociales, educadores y psicólogos, e investiga sobre la familia desde el punto de vista psicológico, existencial, social, cultural y antropológico.

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PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
El libro que tengo ahora el honor de prologar constituye una estimulante caja de sorpresas, especialmente para quienes piensan que ya saben todo o casi todo acerca de la familia. Los capítulos que componen este libro están arrancados de la vida de una excelente psicóloga profesional, con muchos años de experiencia al servicio del matrimonio y la familia. Los textos aquí reunidos convergen en una unidad: la de la vida de su autora. Una vida hecha comunicación a través de decenas de conferencias impartidas por toda Italia, en las que la palabra vivida se ha hecho alimento y ayuda al servicio de la identidad de muchos padres. El libro que tienes entre tus manos, amable lector, está fundamentado científicamente, pero es algo más que eso: es sobre todo un urgido discurso en el que se palpa lo vital, dramático y experiencial de algunas cuestiones relevantes, de acuerdo con las nuevas exigencias de nuestro tiempo acerca de la familia. Unas experiencias —la de su autora y centenares de padres— que han sido verificadas por la primera en el quehacer clínico de la terapia y orientación familiar al que se ha dedicado durante más de seis décadas. El hecho de mostrar cómo encontrar la propia identidad de la pareja, en tanto que madres y padres, es en mi opinión una de las mejores aportaciones de este libro. Es precisamente ese encuentro consigo mismo —en tanto que padre o madre— lo que se ha ofrecido a otros muchos hombres y mujeres en los que también ha arraigado esta experiencia vital —inconmensurable, grandiosa y en modo alguno delegable— de la paternidad y maternidad, una vez que esa experiencia les ha acontecido y ha sido por ellos acogida. Los hitos más relevantes con que se jalonan aquí los mil y un temas que su autora trata acerca de la familia no son meras construcciones teóricas más o menos permeables a la presión de las ideologías del momento. En el discurso que aparece en las páginas que siguen se trata de la experiencia hecha biografía, de la palabra que entreteje la urdimbre del encuentro, de la orientación —incluso en esas pequeñas cosas domésticas— para que otros aprendan con cierta facilidad cuál es el ser de la paternidad y maternidad. Las numerosas preguntas y cuestiones planteadas por los asistentes a esas conferencias, de que se ocupa la segunda parte de esta publicación, son contestadas con sinceridad, firmeza y transparencia. Con su lectura —estoy seguro de ello— los lectores encontrarán esos referentes que todo caminante precisa para no extraviarse en la travesía de la vida conyugal. Las afirmaciones a que llega Maioli Sanese no surgen de la mera conceptualización teórica —por bien fundada que esté— acerca de la familia y el matrimonio. Estas afirmaciones hincan sus raíces en el ámbito de lo vivido, allí donde la vida se hace biografía palpitante, y la biografía deviene en historia conclusiva y contrastada. Además de disponer de una excelente capacidad de observación, es preciso reconocer a su autora la valentía con que sostiene en público las conclusiones a que ha llegado en su trabajo clínico, con independencia de que sean o no «políticamente correctas». Todas las páginas de este libro están atravesadas por ese vigoroso coraje —fundado sobre las experiencias propias y ajenas, y abierto a la reflexión— que tanto animará a continuar con su lectura al interesado lector. Es un libro que, sin duda alguna, hará pensar sobre muchas de las estereotipias puestas en circulación por el «imaginario colectivo» acerca de numerosas realidades familiares. Esta publicación, preciso es reconocerlo, tiene «tirón», arrastra, invita a no detenerse en su lectura, conmueve y trasmite una renovada energía —además de ilustrarnos—, para continuar desempeñando ese complejo y necesario oficio de la paternidad en el horizonte erizado de dificultades del siglo XXI. Me detendré, ahora, en considerar tan sólo una de las cuestiones innovadoras de las que se ocupa su autora. Éste es el caso, por ejemplo, de lo que se ha dado en llamar ‘la ideología de género’, una cuestión medular por cuanto atañe a la identidad de las personas en tanto que padres y madres. «Estamos asistiendo —escribe— a una fuerte feminización del hombre y a una masculinización de la mujer». El problema reside en no aceptar la diversidad masculina y femenina o en suponer que pueden homologarse si se llega a un pacto o acuerdo, si se llega a «pensar de la misma manera». Pero la diversidad se sostiene en la diferencia. Se llega a eso cuando «se lleva a cabo una operación que yo considero irracional y violenta, porque conduce a la eliminación de una parte de la realidad. [...] Es como si cada uno de los dos tuviera que renunciar, de algún modo, a una parte de sí mismo, a la propia y plena identidad y a la propia realización». Maioli Sanese insiste en algo muy importante: la banalización y casi extinción del «sentimiento de pertenencia» en la familia. «La cultura dominante ha intentado minar todo esto en nombre de la nada, exaltando precisamente la no pertenencia, la autonomía y el origen individual de cada uno». La abolición del padre y del «código paterno» ha suscitado la eliminación en los hijos de todo lo que eso lleva consigo: la ley paterna, la indagación sobre el propio destino, la identidad personal, los sentimientos de predilección y satisfacción, la afirmación de sí mismo, el impulso de búsqueda y conocimiento, etc. Eliminando al padre se ha eliminado el vínculo de pertenencia. «El 68 —escribe— marca el apogeo de la desestabilización del concepto de autoridad, con la consiguiente ‘destrucción’ del padre». La ausencia del padre y la cultura apátrida han reducido esa sociedad bicéfala —padre y madre— que es la familia a un solo código: el materno. De acuerdo con ello, «la familia se está convirtiendo en el lugar del sentimiento, de los cuidados, de las necesidades. Ha perdido todo aquel plus ligado al ‘código del padre’». Vittoria Maioli Sanese entiende que no es la llegada del hijo la que hace a la pareja ser padre y madre. Lo que les hace ser padre y madre es la unión conyugal. En su opinión, la familia es conyugalidad. La llegada del hijo hace que sean en total la pareja más uno. «La pareja no puede mezclarse nunca con la familia: esos dos son siempre dos y nunca pueden convertirse en tres, cuatro... Se convierten siempre en dos + uno, dos + tres, etc., [...] el desbarajuste mayor es añadir la identidad de padres a la identidad conyugal». Según esto, la identidad de la persona está sujeta también a un cierto ciclo. Primero se es hijo, y luego se es esposo y esposa, es decir, padre y madre. El autor de estas líneas está de acuerdo con este ‘salto’ de hijo a padre y madre. Pero no se identifica plenamente con el ciclo propuesto por la autora acerca de la identidad de los padres. En opinión de quien esto escribe no es que la identidad de la persona vaya saltando de una a otra etapa, sino que en la medida que madura y asume los cambios vitales que acontecen en su persona, la identidad se va modelando de otra forma. Así por ejemplo, los esposos continúan siendo hijos pero hijos-esposos, hijos que han ‘abandonado’ a sus padres —en los que sus padres siguen siendo sus padres y de los cuales ellos siguen siendo sus hijos— para fundar una familia. La nueva familia fundada por ellos ocupa ahora el lugar prioritario de las relaciones interpersonales y por eso mismo constituye el ‘núcleo duro’ de su ser personal, de sus preocupaciones y responsabilidades, de sus proyectos e ilusiones, en definitiva, de la vida como tarea que se han marcado y el proyecto común en que libremente se han embarcado. De otra parte, la unión conyugal —por muy denso y exigente que sea el vínculo entre ellos, que lo es— no es sinónimo de maternidad y paternidad. Considero más bien que la maternidad y paternidad constituyen otra etapa evolutiva de la identidad de los esposos, sin que haya ninguna pérdida o quiebra en la transformación de sus anteriores y respectivas identidades como hijos. Es cierto que la maternidad y la paternidad no comienzan con el nacimiento del hijo, sino con la fecundación, con la presencia de un ser vivo en el seno de la madre. La maternidad y la paternidad están vinculadas a la fecundidad, a la emergencia ex novo de un ser que es diferente de ellos, libre y distinto de la relación que les une, aunque esa relación esté presente y sea la razón de ser del origen del nuevo ser. Estoy muy de acuerdo, no obstante, con Maioli Sanese en la mayoría de las afirmaciones que sostiene, especialmente en lo que se refiere a las crisis que se suscitan en los hijos cuando sus padres no respetan la espontánea y natural evolución de su identidad o cuando uno de ellos o ambos se adhieren tanto a la vida de los hijos que obstaculizan o sofocan su personal unidad con el otro cónyuge. Ésta suele ser una de las causas principales que suscita numerosos conflictos entre los jóvenes esposos y sus respectivas familias de origen. ¡Cuántos esposos continúan estando más vinculados como hijos a sus respectivas madres que, como cónyuges, a sus respectivas esposas! ¡Cuántas esposas persisten en adorar a sus padres varones sin que se...



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