Lindgren | Agua y otros cuentos | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 216 Seiten

Reihe: Letras Nórdicas

Lindgren Agua y otros cuentos


1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-18930-05-8
Verlag: Nórdica Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, 216 Seiten

Reihe: Letras Nórdicas

ISBN: 978-84-18930-05-8
Verlag: Nórdica Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Agua y otros cuentos recoge los relatos más importantes escritos por Torgny Lindgren en los últimos 25 años. Estos cuentos, inéditos hasta ahora en nuestro país, son una parte fundamental de su producción literaria, y por ellos es reconocido internacionalmente. Con una técnica sencilla, Lindgren aborda una gran variedad de temas: desde la búsqueda del agua en una Suecia que más parece un país africano que uno nórdico ('Agua'), a la relación de mutua dependencia de un padre y su hija, con un final sorprendente ('Rut y Signar'), pasando por uno de sus temas predilectos, las consecuencias de realizar actos reprobables ('La patata de cinco dedos'). No faltan los relatos de temática literaria, auténticas obras maestras del género, como 'Selma y Verner' que trata de la relación entre los premios Nobel Selma Lagerlöf y Verner von Heidenstam, o 'La muerte de Thomas Mann'. Torgny Lindgren es uno de los más importantes escritores suecos actuales. Su característico estilo consigue conmovernos en muchos de los cuentos de este libro.

Torgny Lindgren nació en 1938 en Norsjö, en el norte de Suecia. A su debut literario en 1965 le sigue una carrera como escritor con numerosos galardones y premios. Considerado como uno de los grandes narradores contemporáneos, ha publicado varias novelas entre las que destacan: Betsabé, El camino de la serpiente sobre la roca, En elogio de la verdad y Miel de abejorro. En 1990 fue nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Linköping (Suecia). Desde 1991 es miembro de la Academia Sueca.

Lindgren Agua y otros cuentos jetzt bestellen!

Weitere Infos & Material


Carta II El verdadero amor Sanatorio de Hällnäs a 25 de agosto de 1941. Querido hermano: Me siento ahora a escribirte, tengo toda la tarde para mí, debes perdonarme si la carta resulta larga, ya sabes lo caprichoso que soy, que tus cartas sean cortas como destellos de sol en invierno lo entiendo muy bien, tus pulmones son fuertes y no tienes fiebre y por eso no tienes descanso ni sosiego. Tienes tu fiebre a tu manera. Mis manchas y glándulas no han cambiado. Elna y Anna han muerto. Y Arne el de allá de Bränntjärn, también, hace ahora un mes, pensaban que iba camino de mejorar, estaba operado, claro, y seguramente creía que le mandarían a casa para el otoño. Pero se reprodujo, se reprodujo y tengo que contarte cómo pasó porque yo tal vez no fui completamente inocente, se reprodujo y al cabo de una semana se había ido, fue fácil para él a pesar de que se había preocupado tanto. Tenía treinta y un años. Te acuerdas seguramente de cómo era. Bajo y pálido y alegre, tocaba la guitarra. Tenía relaciones con Vendla, ella solo tiene veintitrés años y nació en Vindelgransele. Es parienta de los Lindblom de Ristjöln, es delgada y guapísima de cara, lleva el pelo recogido en un moño en lo alto de la cabeza, tiene la nariz grande y los labios carnosos y es creyente. Arne también lo era. Creyente. Arne y Vendla solían pasear por el bosque. Vendla tiene dos manchas en el pulmón izquierdo, pero ha ido a mejor desde que vino aquí, ella misma dice que no siente nada, solo que quizá está un poco más caliente que antes. Más caliente. Ellos solían pues dar un paseo por el bosque después de comer y detrás del bosquecillo de abetos de arriba solían sentarse a descansar. Y yo había visto eso, había visto cómo estaban allí sentados entrelazándose los dedos. Y un día hacia finales de julio, era un domingo y hacía calor, un calor que quemaba, aunque yo no llevaba más que una camisa de manga corta, me corría el sudor como si hubiera estado en una tala del bosque, un domingo decía, me fui detrás de ellos. Ellos iban más deprisa que yo y él la rodeaba con un brazo, ella solo llevaba la blusa y la falda y era una falda que estaba como cortada por un lado. Yo tampoco tenía prisa, las fuerzas que uno tiene se pueden ahorrar y sacarlas cuando pueden servirle a uno, las campanillas acababan de abrirse y yo cogí una margarita y me la puse en el bolsillo de la camisa. Cuando llegué a lo alto del paseo por el bosque ellos ya se habían sentado, vi que a Arne casi le desagradaba que yo no les dejara en paz, Vendla se cambió una peineta del pelo, llevaba una bolsa de bombones. Pero yo me senté y empezamos a hablar de la guerra. Me acuerdo exactamente todavía hoy de cómo fue, los abetos olían al calor del sol y había hormigas en la hierba y Arne llevaba un pañuelo de seda azul en el cuello debajo de la camisa. Ahora van a apoderarse de Rusia, dijo Arne. A saber para qué quieren toda la Siberia. Y yo dije que seguramente no lo sabían, que no iban a apoderarse de Rusia por ninguna razón especial. Pero si uno se apodera de algo siempre encontrará una manera de beneficiarse de ello, dije. Primero se coge y luego uno le saca partido a lo que ha cogido. Hitler es la Bestia, dijo Arne. Ha logrado soltarse y el mundo entero le mira con asombro. Ha conseguido poder para hacer la guerra y conquistar pueblos y todos los habitantes de la tierra tienen que rendirle pleitesía. Y Vendla no decía nada. Pero yo dije que bien podía ser así, que Hitler era la Bestia. Lo había leído en el Apocalipsis por la noche, dijo él. No había podido dormir. Caerá fuego del cielo sobre la tierra y todos los que no adoren la imagen de la Bestia serán muertos y los pueblos serán llevados a cautividad y la Bestia es de color escarlata. Es marrón, que es el color de Hitler, dije yo. Pero es rojo escarlata por dentro, dijo Arne. Y allí estábamos medio tumbados, había una calma realmente dominical, yo me estiré para acercarme un poco más a Vendla, ya sabes que tengo las piernas largas y la espalda larga y torcida y las manos que me gusta tener libres delante de mí cuando hablo. Y no tardará en atacarnos, dijo Arne. Suecia será bañada en sangre. Y Vendla no decía nada, era como si no oyera, se había levantado la falda un poco por encima de las rodillas, de vez en cuando se tomaba un bombón. Así que tú crees que Hitler puede interesarse por nosotros, dije yo. Para qué iba a querer apoderarse de Suecia. Entonces él se quedó en silencio un rato pensando. Pues ahí lo ves, dijo luego señalando el bosque y las montañas y el río Vindelälven. Quién no iba a querer un país así, dijo. Y claro que era verdad. Ya te advertí al principio que iba a escribir una carta larga. Y ya lo ves. Pero a nosotros no nos tocará, dije yo. Para qué iba a querer un sanatorio. Y sobre eso Arne no dijo nada al principio. Huirá de nosotros como de la peste, dije yo. Pero entonces dijo Arne: Nos matará como a todos los demás. Y entonces me di cuenta de que verdaderamente daba pena. Pero qué iba a hacer yo. Hitler nos matará, no va a hacer ninguna diferencia, dijo. Tienes miedo, dije yo. Tienes miedo de verdad. Sí, dijo él. Tengo un miedo horrible. Y lo peor es por las noches. Y dijo que Vendla había dicho que a ella le pasaba igual, aunque ahora estaba sentada sin decir nada, ni siquiera estoy seguro de que oyera, no decía nada. Te acordarás de que a mí siempre me ha ido mal con las personas que tienen miedo. Las personas que tienen miedo me asustan. De qué íbamos a tener miedo nosotros, dije. Si nosotros vivimos en el filo de una navaja. El filo de un cuchillo, dijo él. Con esta enfermedad, dije yo. Estas vidas nuestras pueden cortarse de repente. En cualquier momento. Así que por qué habíamos de tener miedo. Así que según tú si uno está tísico no tiene por qué temer a Hitler, dijo él. Era difícil contestar a esa pregunta así que pensé un rato. Primero se acostumbra uno al miedo, traté de decir. Se lo toma uno como se puede tomar el sabor de un agua que uno tiene que beber todos los días. Y luego uno se acostumbra a llamarlo miedo. Y entonces se transforma y se convierte en una especie de confianza. Aunque eso no era exactamente lo que yo quería decir. Yo hubiera querido decirlo mucho mejor, sobre todo porque Vendla estaba escuchando. Se había echado de espaldas y tenía una pajita en la boca. De modo que el miedo y la confianza resultarían entonces como una misma cosa, dijo Arne y se notaba que le parecía que me había metido en profundidades y que él me llevaba ventaja. Si uno tiene miedo no hace más que estar buscando salvarse todo el tiempo, dije yo. Como el que va a ahogarse, como si no hubiera nada a lo que agarrarse más que a la salvación. Y no se tiene tiempo de agarrar la propia vida. Y luego dije esto, esto que nunca debía haber dicho: Yo celebro mis bodas con la vida cada día. Esas fueron las palabras que Arne no soportó oír, eran demasiado fuertes para él, cayeron sobre él como un martillazo, empezó a toser y luego ya no nos dijo ni una palabra en todo el día. Pero Vendla se incorporó de repente y me miró y era como si me viera de verdad por primera vez, celebro mis bodas con la vida cada día, y se le formaron pequeñas arrugas alrededor de los ojos cuando me miró y abrió la boca un poco y movió los labios levemente como si en su interior repitiera lo que yo había dicho y estaba extraordinariamente bella. Y al rato nos levantamos y empezamos a bajar, no hablamos nada más durante un buen rato, y Vendla iba entre nosotros, pero ahora iba un poquito más cerca de mí, se había hecho como un vacío entre Arne y ella. Arne había empezado en seguida a toser levemente, pero íbamos andando y pegábamos patadas a las piedras y nos agachábamos a arrancar alguna hierba con los dedos y mirábamos las nubes y tratábamos de hacer como si nada, el calor era más denso y pesado aunque ahora íbamos bajando. Y de vez en cuando sentía la cadera de Vendla contra mí, era como si ella suavemente y con cuidado pero también con decisión tropezara conmigo a posta, celebro mis bodas con la vida todos los días, y yo sentía cómo los músculos de su costado se enrollaban y se marcaban al andar. Y cuando estábamos a mitad de camino dijo Vendla y yo lo recuerdo palabra por palabra, exactamente como lo dijo: Yo no tengo tanto miedo como en realidad debería tener. No porque sea creyente. No por la vida eterna. Sino porque sé que todo es provisional y pasajero. Hasta aquello en lo que se cree no es más que algo en lugar de otra cosa. Y continuó: Uno elige lo que ha de creer y lo que da miedo y lo que ha de esperar. Aquello en lo que uno verdaderamente podría creer, eso es inaccesible. Hasta la fe es provisional. Así que por qué iba a tener uno miedo todo el tiempo, dijo ella. Exactamente eso dijo, palabra por palabra. Y cuando lo dijo yo sentí que ella era la persona más sensata que me había encontrado. Todo es provisional y pasajero y aquello que verdaderamente fuera algo en lo que creer, eso es inaccesible, por eso el ser humano no necesita sentir tanto miedo como en realidad podría sentir. Cuando llegamos al sanatorio, Arne se fue en seguida a su cuarto y se...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.