E-Book, Spanisch, 180 Seiten
Reihe: Con vivencias
Lahille La simplicidad voluntaria en 130 consejos prácticos
1. Auflage 2012
ISBN: 978-84-9921-340-8
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Vivir de forma sencilla para vivir mejor. La guía de los decrecentistas
E-Book, Spanisch, 180 Seiten
Reihe: Con vivencias
ISBN: 978-84-9921-340-8
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Esta obra os invita a elegir voluntariamente un modo de vida sencillo. La actual recesión económica nos obliga a realizar sustanciales economías, pero ¿por qué no, en vez de padecer esta coyuntura, optamos por elegir deliberadamente un nuevo concepto de vida, el de la simplicidad voluntaria? No se trata de apretarse el cinturón, sino de una forma de hacer totalmente distinta, orientada hacia un nuevo arte de vivir que privilegia el ser al estar, el ser al parecer y la frugalidad al despilfarro. Al liberarnos de las sirenas del consumo excesivo, todos podemos acceder de manera natural a una mayor libertad, a una mayor felicidad y armonía y a una real conciencia ecológica en la vida diaria. Los decrecentistas que han adoptado la vía de la frugalidad encontrarán aquí una guía decididamente práctica. Philippe Lahille aborda aquí temas tan variados como el hiperconsumo, la publicidad, los intercambios, la ayuda mutua, el dinero, los medios de comunicación, la cultura, la ecología, las vacaciones, la vivienda, la familia o la salud... y propone más de 130 consejos prácticos que podrán cambiar radicalmente nuestra vida y darle más sentido. El objetivo no es aplicarlos todos, sino elegir aquellos que nos convienen y planificar su ejecución (con la ayuda de un calendario al final de la obra). Cada cambio será vivido entonces como una oportunidad de desarrollo y no como una súbita obligación. Elegiremos así nuestros propios valores, aquellos que se convertirán seguramente en los nuevos modelos para las generaciones futuras. Esta obra es una invitación concreta a elegir la vía de la frugalidad, que será sin duda la del hombre del mañana, y de la que estamos invitados a ser los primeros actores.
Philippe Lahille nació en el sudeste francés, en la región de Toulouse. Inició su carrera profesional en el mundo del libro hasta ser hoy en día el responsable de un grupo editorial. Su encuentro en Montreal en el año 2004 con Serge Mongeau, una de las principales figuras del movimiento de la Simplicidad Voluntaria, dio origen a la difusión de sus obras en Francia. Habiendo crecido en el campo, la simplicidad voluntaria fue siempre para él (como ya lo había sido para sus padres) una filosofía de vida y un valor aplicado a la vida diaria. Como no es un nostálgico ni va a la búsqueda de un modo de vida autárquico, está convencido de que, en nuestra sociedad de despilfarro y de hiperconsumo, los 'decrecentistas' tienen por delante un largo recorrido.
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El consumo Cuántas veces, en unos grandes almacenes, en un catálogo de venta por correspondencia o en una web comercial, os habéis chiflado por un objeto que os parecía tan… tentador. Tentador, ahí está el problema. Tentador como tentación. Pues, como bien sabéis, nuestros comerciantes y publicistas tienen como único objetivo el de haceros «sucumbir a la tentación». Y una vez comprado el objeto, con ese nuevo juguete en casa, os sentís satisfechos. ¿Durante cuánto tiempo? Unas semanas, solamente unos días, puede que unas horas… Ese objeto tan codiciado perderá rápidamente todo su interés y acabará en el desván (y luego en el mercadillo de segunda mano). Todos hemos vivido esta situación en repetidas ocasiones. Según parece, es lo que hace funcionar a la sociedad de consumo, y cuando el consumo funciona, todo funciona. Igual que con el apetito. Entonces, ¿cómo frenar esta irreprimible necesidad de tener el último chisme de moda? ¿Unas ganas terribles de comprar? Ecología *** Economía **** Mayor bienestar *** Un método muy sencillo, y que os costará menos de un euro en la papelería. Comprad una pequeña libreta que os quepa en el bolsillo o en el bolso. Apuntad el objeto de vuestros deseos (en lugar de comprarlo), la fecha del día de su descubrimiento e imponeos una semana de reflexión. Siete días más tarde, ¿aún tenéis ganas de comprarlo? Curiosamente no. El antojo ha pasado, puede que desechado por otro (que apuntaréis a su vez en la libreta). Quizás vuestro compañero de trabajo os habrá contado que ese chisme electrónico es precisamente eso, solo un chisme, y que se muerde los puños por haberlo comprado… Este método funciona, según la gente, hasta en un 70% de los casos. Así eliminaréis el 70% de objetos inútiles de vuestro hogar. Si tenéis que ahorrar, aquí tenéis un procedimiento asombrosamente eficaz. Y aunque vuestra cuenta bancaria esté saneada, adoptad igualmente este método por una razón bien simple: ese lector MP3 que, una semana después, todavía tenéis tantas ganas de comprar, ¿no sería mejor permitiros un modelo de alta gama, de una marca más fiable y con una larga garantía? Además, ese tiempo de reflexión que os imponéis os permite comparar mejor los productos y beneficiaros de la competencia. Varias revistas de defensa del consumidor proponen dossieres muy completos, con numerosas comparaciones, que os guiarán hacia compras inteligentes. La simplicidad voluntaria no es una forma indirecta de «apretarse el cinturón». Su objetivo es incitaros a consumir mejor, a comprar productos bellos y fiables, de excelente calidad, a ser posible fabricados localmente y reparables. No importa que cuesten el doble. Pensad en el ahorro realizado al no comprar decenas de objetos superfluos. Salís ganando. Entonces, esa pequeña libreta, ¿la probáis?
001 Hago la prueba. Compro la libreta el día:
Útil, bonito y duradero La pequeña libreta antes mencionada puede reducir vuestras compras impulsivas en un 70%; de acuerdo, pero ¿qué hacéis con el 30% restante? Cualquier decisión de compra debe responder a tres criterios esenciales: ¿es útil (quiero decir verdaderamente útil, es decir, imprescindible)?, ¿es bello y noble?, y ¿es duradero? Comprad solamente aquello que os es rigurosamente necesario, después de una madurada reflexión. Y cuando estéis convencidos de la legitimidad de esa compra, no os precipitéis sobre el primer modelo que os llegue. Informaos, evaluad, comparad, probad y escoged aquello que reúna la calidad óptima (funcional, silencioso, ecológico, fiable) y la estética perfecta (bello, noble tanto de factura como de material). ¿El objeto en cuestión es dos veces más caro? Tened paciencia el doble de tiempo antes de comprarlo, pero ponedle un precio. No compréis cosas de gama baja mientras esperáis… Quedaréis decepcionados. Esa baja gama durará dos veces menos (entonces no es menos caro) y contaminará vuestro campo visual por su mediocridad. Cada nuevo objeto debe embellecer vuestra vida. Sea útil o decorativo (debe reunir ambas cosas), su nobleza lo convertirá en sagrado ante vuestros ojos. Siempre será un placer mirarlo, manipularlo meticulosamente, cuidaréis de él y velaréis por su perfecto mantenimiento. Tendrá un lugar destacado en vuestra vivienda. Simplicidad debe ir parejo con belleza y utilidad, nunca con mediocridad. Publicidad no, gracias Ecología ***** Economía *** Mayor bienestar ** Y si bastara sencillamente con no ser tentados… O, dicho de otra forma, con escapar del bombardeo publicitario: vuestro buzón se inunda a diario de publicidad que os propone promociones, unas más apetitosas que otras, la mayoría de las veces de productos de los que no tenéis ninguna necesidad. ¿Sabíais que…? Cada hogar recibe 35 kg de publicidad al año en el buzón (o más bien «cajón de la propaganda»), es decir, un millón de toneladas de papel. Esto representa el 30% de la totalidad de documentos impresos, o sea el 30% de la pasta de papel que se produce. Algunos folletos publicitarios publicados por las grandes marcas alimentarias imprimen varios millones de ejemplares. No os hagáis ninguna ilusión: sois vosotros quienes pagáis la cuenta, porque el presupuesto publicitario de estas marcas (o de sus proveedores) repercute sobre el precio final de los productos. Pegad en vuestro buzón un adhesivo de STOP PUBLICIDAD:
A veces se consiguen estos adhesivos en lugares públicos, pero si no es fácil podéis hacerlos vosotros mismos. El cartero lo tendrá siempre en cuenta. En cuanto al correo publicitario debidamente personalizado (a menudo propuestas de crédito destinadas solamente a sobreendeudaros), nada más sencillo: utilizad el sobre-respuesta y devolved la publicidad acompañada de un mensaje tipo (que antes habréis impreso en cantidad) con el texto siguiente:
Vuestras coordenadas en la parte superior Señor, Señora,
No estando interesado en su publicidad, le pido, en virtud de la Ley L 78/17 del 6 de enero de 1978 (Ley de Informática y de Libertades) que mis datos sean definitivamente eliminados de su lista de prospección.
Adjuntad el documento publicitario recibido, haciendo mención de vuestro nombre, dirección y eventual número de cliente. Si no hay sobre-respuesta, no importa, no lo franqueéis, sin embargo indicad encima: RECHAZADO. Correos cargará los gastos al destinatario. Haced la misma operación tantas veces como sea preciso y denunciad, si es necesario, la reincidencia a los servicios de las organizaciones de defensa del consumidor de cada ayuntamiento o de cada comunidad. Aligerad aún más vuestro buzón solicitando recibir las facturas y demás extractos por correo electrónico. Todo el mundo saldrá ganando: tanto el remitente como el destinatario. Poned freno también a la publicidad por teléfono. Podéis inscribiros a la Lista Robinson (y en las de cada comunidad) de exclusión publicitaria para dejar de sufrir la venta intempestiva. No limitéis vuestra acción a la publicidad distribuida o telefónica. Huid, de manera general, de cualquier forma de publicidad, ya sea televisiva, radiofónica, en revistas o por mensajería. Escoged las cadenas televisivas sin publicidad, escuchad las radios cuyos programas transmiten algo con sentido, leed la prensa que suscita la reflexión, que invita al análisis y no esas revistas de papel glaseado con un 80% de anuncios, y que son una afrenta al sentido común ecológico. Esas revistas viven a expensas de sus anunciantes y sirven de intermediarios para sus departamentos de marketing. A ese laboratorio de cosméticos, que publica 30 páginas de publicidad al año, nunca le van a rechazar un artículo que hace el elogio de sus cremas o ungüentos.
002 Pego en mi buzón un adhesivo de STOP PUBLICIDAD. 003 Me inscribo en la Lista Robinson. 004 Me borro sistemáticamente de todas las newsletters indeseables en mi cuenta...