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E-Book, Spanisch, 380 Seiten

Jung Simbología del espíritu

Estudios sobre fenomenología psíquica, con una aportación del Dr. Riwkah Schärf
1. Auflage 2025
ISBN: 978-607-16-8280-2
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Estudios sobre fenomenología psíquica, con una aportación del Dr. Riwkah Schärf

E-Book, Spanisch, 380 Seiten

ISBN: 978-607-16-8280-2
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Guía y recorrido por la convicción de que el psicoanálisis representa un punto de vista nodal en la historia del pensamiento humano, aunque lo haga bajo la forma de la provocación (o más bien por eso), pues no cabe duda de que recostarse en el diván y buscar la sabiduría mientras decimos disparates es un desafío, quizás incluso un insulto, a las bien definidas rutinas de la filosofía analítica.

Carl Gustav Jung (Suiza, 1875-1961), tras graduarse en medicina en las universidades de Basilea y de Zu?rich, con una sólida formación en biología, zoología, paleontología y arqueología, inicia sus trabajos en el campo de la psicología. Sus teorías transformaron la psicología moderna a la vez que trazaron un amplio conocimiento de la mitología y de la historia. Fue fundador de la escuela de psicología analítica. De Jung, el FCE también ha publicado Respuesta a Job (1964).
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1. ACERCA DE LA PALABRA “ESPÍRITU”


 
La palabra “espíritu” tiene tal cantidad de acepciones que cuesta cierto trabajo tener presente todo lo que significa. Con el nombre de espíritu se denomina el principio opuesto a la materia. Lleva implícito el concepto de una sustancia inmaterial o existencia, que en el plano superior y universal se denomina “dios”. Esta sustancia inmaterial se concibe también como portadora del fenómeno psíquico y aun de la vida. En contraposición a este concepto existe la antítesis espíritu-naturaleza. El concepto de espíritu está, en este caso, limitado a lo sobre o antinatural y carece de una relación sustancial con el alma y la vida. La misma limitación tiene el concepto de Spinoza, según el cual, el espíritu es un atributo de la sustancia única. El hilozoísmo va más lejos y considera al espíritu como una cualidad de la materia.

Según una idea muy generalizada, el “espíritu” se concibe como un principio activo superior, en tanto que el alma se considera inferior. De modo inverso, para algunos alquimistas el espíritu es un ligamentum animae et corporis, dentro del cual el último se concibe como spiritus vegetativus (posteriormente llamado espíritu de la vida o de los nervios). También es frecuente considerar que espíritu y alma son en esencia la misma cosa, y por lo tanto sólo artificialmente han sido separados. Según Wundt, el espíritu se acepta como “el ser interior, aun cuando esto no implica una relación con un ser exterior”.

Para otros, el espíritu se limita a ciertas facultades o funciones psíquicas, como el juicio y el razonamiento, frente a los sentimientos considerados más como cualidades “anímicas”. Para ellos el espíritu significa el conjunto de fenómenos del pensamiento racional, es decir, del intelecto, incluyendo la voluntad, la memoria, la fantasía, la imaginación y las aspiraciones que obedecen a motivos ideales. Otra interpretación de espíritu corresponde al concepto de “ingenio”, el cual presupone un funcionamiento intelectual variado, rico, original, brillante, sorprendente y agudo. Con el término “espíritu” se designa también una determinada posición o sus principios; por ejemplo, se enseña “con el espíritu de Pestalozzi”, o “el espíritu de Weimar es la herencia alemana imperecedera”. Un caso especial es el que se refiere al espíritu de la época, que representa el principio y el motivo de ciertas concepciones, de ciertos criterios y de ciertas acciones de naturaleza colectiva. También se conoce el término espíritu objetivo, con el cual se designa el contingente total de las creaciones culturales humanas, especialmente de índole intelectual y religiosa.

El espíritu, comprendido como posición, tiene, como el uso de la palabra lo indica, una tendencia a la personificación: el espíritu de Pestalozzi puede ser también, en un sentido concretizante, su espíritu, es decir, su imago o fantasma; así como los espíritus de Weimar pueden ser los espíritus de las personas de Goethe y Schiller, ya que espíritu significa también espectro o fantasma, es decir, el alma de un muerto. El “soplo helado del espíritu” demuestra, por una parte, la relación original de ???? con ?????? y ?????, ambos con el significado de “frío”; y por otra parte, señala el significado original de p?e?µa, que no es otra cosa que “aire en movimiento”, así como también animus y anima tienen relación con ??eµ?? (viento). La palabra alemana Geist (espíritu) está relacionada más bien con espumoso e hirviente, por lo que no debe perderse de vista su afinidad con Gischt o Gäscht (espuma) y gheest, así como con el término aghast. La emoción se considera desde tiempo inmemorial como un estado de posesión por lo cual, aún ahora, cuando una persona monta en cólera se dice, por ejemplo, que está poseída por el diablo o por un espíritu maligno, o que éstos se han introducido en ella.1

Así como, según la concepción antigua, los espíritus y las almas de los muertos tienen una calidad sutil, como el soplo del viento o el humo, así también para los alquimistas, el espíritu significa una esencia sutil, volátil, activa y vivificadora, dentro del cual quedó comprendido, por ejemplo, el alcohol y todas las otras sustancias misteriosas (arcano). Dentro de este orden de ideas, espíritu es espíritu de vino, espíritu de sal de amoniaco, espíritu de aldehído fórmico, etcétera.

Esta gran cantidad de acepciones y de matices de la palabra “espíritu”, al mismo tiempo que pone obstáculos al psicólogo para limitar conceptualmente su tema, le facilita la tarea de describirlo, ya que los muchos y variados aspectos le permiten dar un panorama intuitivo del fenómeno. Se trata de un complejo funcional, que originalmente, en una etapa primitiva, se percibía como una presencia invisible y etérea. William James describe con detalle este fenómeno primitivo en su obra Varieties of Religious Experience. Un ejemplo conocido es el viento del milagro de Pentecostés. Para la experiencia primitiva la personalización está relacionada con la presencia invisible en forma de espectro o de demonio. Las almas o espíritus de los muertos son lo mismo que la actividad psíquica de los vivos; son su continuación. De ello se desprende lógicamente el concepto de que la psique es un espíritu. Por esto, cuando acaece en el individuo algo psíquico, que él experimenta como perteneciente a él mismo, es su propio espíritu. Pero si le acaece algo psíquico que le parece extraño, se trata de otro espíritu, del cual el individuo se encuentra quizá poseído. El espíritu, en el primer caso, corresponde a una posición subjetiva; en el último caso, a la opinión publica, al espíritu de la época o a una disposición original o primitiva, no humana todavía, antropoide que se denomina el inconsciente.

En relación con el concepto primitivo del espíritu, considerado como soplo o viento, se trata siempre de un ser activo, alado, en movimiento, así como también un ser vivificador, estimulante, excitante, inspirador y animador. Expresado en términos modernos, el espíritu es lo dinámico, por lo cual constituye lo opuesto clásico a la materia, es decir, a sus cualidades estáticas, inertes y sin vida. En último término es el contraste entre vida y muerte. Una diferenciación posterior de este contraste conduce a la antítesis curiosa entre espíritu y naturaleza. Sin embargo, si el espíritu es lo esencialmente dotado de vida y vivificador, no es posible considerar a la naturaleza como carente de espíritu o muerta. Se trata, por lo tanto, de la presuposición cristiana de un espíritu, que concede a éste una calidad vital tan superior a la de la naturaleza, que ésta, frente a aquél, resulta ser la muerte.

Esta evolución especial del concepto del espíritu se basa en el reconocimiento de que la presencia invisible del mismo es un fenómeno psíquico, es decir, el propio espíritu, el cual no sólo está constituido por transportes vitales, sino también por imágenes internas. Entre los primeros se consideran especialmente aquellas imágenes y prototipos que constituyen el contenido interior, y entre las segundas, las que son condicionadas por el pensamiento y la razón, que rigen el mundo de imágenes. De esta manera, al espíritu vital, original y natural, se ha superpuesto un espíritu superior, que se enfrenta al primero, el cual es lo simplemente natural. El espíritu superior habría de ser el principio regulador sobrenatural, supraterrenal y cósmico, y como tal recibió el nombre de “dios”, o cuando menos se consideró como un atributo de la sustancia única (según Spinoza) o como una persona de la Divinidad (según el cristianismo).

La evolución correspondiente del espíritu en sentido contrario, el del hilozoísmo, es decir, a maiori ad minus, se llevó a cabo, bajo signos anticristianos, en el materialismo. Una premisa para esta involución es la identificación del espíritu con las funciones psíquicas, que ha permitido insistir cada vez más en su dependencia del cerebro y del metabolismo, y que ha llegado a ser aceptado como una verdad definitiva. Sólo fue necesario darle a la “sustancia única” un nombre diferente, “materia”, para crear el concepto de espíritu, que dependía en absoluto de la nutrición y del medio exterior, y cuya manifestación superior era el intelecto o la razón. De esta manera, la presencia original, en forma de aliento o soplo, cayó, aparentemente, dentro del campo de la fisiología humana, con lo cual se dio margen a que Klages presentara su acusación contra “el espíritu, como contrario del alma”. Este último concepto rechaza la espontaneidad original del espíritu, al rebajarlo a un atributo dependiente de la materia. Era, sin embargo, necesario conservar en alguna forma la cualidad característica del espíritu, del deus ex machina, si no dentro de sí mismo, cuando menos en su sinónimo original, el alma, como esencia etérea, policroma y tornasolada,2 y alada como mariposa (anima, ????).

Aun cuando la interpretación materialista del espíritu no fue aceptada totalmente, sí ha sido reconocida, fuera de las esferas religiosas, en el campo de los fenómenos del conocimiento. Se aceptó el concepto de espíritu, como “espíritu subjetivo” para designar los fenómenos endopsíquicos en tanto que el término “espíritu...



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