Jin | Una llegada inesperada y otros relatos | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 309 Seiten

Reihe: Literatura

Jin Una llegada inesperada y otros relatos


1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-9055-318-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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Reihe: Literatura

ISBN: 978-84-9055-318-3
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Una llegada inesperada y otros relatos ofrece por vez primera en español una selección de trece cuentos de uno de los más prestigiosos escritores de ficción en lengua inglesa de nuestros días. Haciendo gala de un estilo directo, desprovisto de sentimentalismo y con un sutilísimo sentido del humor, Ha Jin nos hace partícipes, de dos experiencias vitales que han marcado su historia personal: la situación de desvalimiento del individuo ante la omnipresencia del Estado opresor en la China de Mao y la experiencia migratoria, con sus aspiraciones, dificultades y frustraciones. 'A través de mi escritura intento presentar una nación... aquella del sufrimiento humano. Si es literatura debe tener un significado universal, que sea reconocible por todos'. Los relatos breves de Ha Jin han sido objeto de los más prestigiosos premios y reconocimientos literarios internacionales, tales como el Hemingway Foundation/PEN Award por Ocean of Words, el Flannery O`Connor Award por Under the Red Flag y el Asian American Literary Award por The Bridegroom.

Ha Jin, es el pseudónimo de Jin Xuefei (Liaoning, 1956), escritor de origen chino que reside en Estados Unidos desde 1985. Durante su juventud, en plena Revolución Cultural de Mao, forma parte del Ejército de Liberación Popular, donde se produce su primer contacto con la literatura europea. Con la reapertura de las universidades tras la muerte de Mao, Ha Jin se matricula en un programa de inglés en la Universidad de Heilongjiang, a cuya finalización, en 1985, recibe una beca para estudiar en la Universidad de Brandeis, Massachusets. Tras la sangrienta represión de la plaza de Tiananmen en 1989, se ve obligado a permanecer en Estados Unidos y opta por dedicarse a la escritura en lengua inglesa. Desde 1993 hasta hoy ha impartido clases de poesía, lengua y literatura inglesa en distintas universidades americanas y ha desarrollado una prolífica carrera literaria, con la publicación de cuatro volúmenes de relatos cortos -Ocean of Words (1996), Under the Red Flag (1997), The Bridegroom (2000) y A Good Fall (2009)- además de siete novelas, varios volúmenes de poesía, un libro de ensayos y hasta un libreto para ópera. Ha Jin ha recibido varios premios de reconocido prestigio, como el de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, el Faulkner y el National Book Award, además de ser finalista de los Pulitzer en 2005.

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Introducción
1. Hijo pródigo de la Revolución Cultural
«Como ser afortunado, soy portavoz de aquellos desafortunados que sufrieron, resistieron o perecieron al final de su existencia, que crearon la historia y que, al mismo tiempo, se vieron engañados y arruinados por la misma». HA JIN 1.a. El escritor y sus circunstancias En el prefacio a su primer libro de poemas, Between Silences. A Voice From China (1990), Ha Jin, escritor de origen chino afincado desde 1985 en los Estados Unidos, manifestaba su deseo de convertirse en portavoz de aquellos compatriotas cuyas voces eran silenciadas por el gobierno chino. Para este escritor, su distanciamiento geográfico y cultural constituía una buena oportunidad para exponer la situación de su país ante la opinión pública occidental. Sin embargo, transcurrido un tiempo, Ha Jin reconoció haberse dejado llevar por un arrebato de excesiva sinceridad y no haber sido «consciente de que adoptar semejante postura era complejo, imposible, sobre todo para una persona en mi situación. El exceso de sinceridad es siempre peligroso. Puede calentar en exceso el cerebro»1. Asimismo, el escritor fue consciente de que dicha actitud reivindicativa bien podría haber sido objeto de tergiversación y que el propio pueblo al que pretendía servir pudiera reprocharle que se apropiase de un derecho ilegítimo: «Tú no has sufrido con nosotros: te has apropiado de nuestra miseria para beneficiarte personalmente de ella. Has vendido a tu país y tu pueblo en el extranjero»2. Las circunstancias históricas, políticas y personales jamás le pusieron las cosas fáciles a este escritor cuya carrera literaria ha venido desarrollando en Estados Unidos desde sus inicios. Nacido el 21 de febrero de 1956 en Liaoning, provincia al noreste de China que limita con Corea del Norte, Ha Jin tuvo una infancia itinerante. El traslado de su padre, un oficial del Ejército Rojo, por diferentes provincias del país hizo que desde joven estuviera expuesto a las costumbres y las tradiciones ancestrales de la China rural. A esa vida itinerante hay que añadir una existencia alejada del núcleo familiar tras su ingreso a los tres años en una guardería que le permitía ver a sus padres una vez por semana. No cabe duda que dicho distanciamiento le ocasionó cierto desapego hacia sus progenitores, como el propio escritor ha manifestado en entrevistas3 y ha recogido en su narrativa (sobre este asunto trata «Una llegada inesperada», un cuento cargado de grandes dosis autobiográficas y que da título a esta antología). A los siete años comenzó sus estudios de primaria en Dalián, ciudad que con frecuencia aparece en su obra. Su formación escolar quedó interrumpida tres años más tarde con el advenimiento de la Gran Revolución Cultural, un movimiento político mediante el cual el Presidente Mao Zedong intentaba recobrar el poder perdido tras el estrepitoso fracaso del Gran Salto Adelante4. Iniciada oficialmente el 29 de mayo de 1966, la Revolución Cultural supuso para Mao una ocasión propicia para restablecer los principios más ortodoxos del comunismo y, al mismo tiempo, purgar del Partido a los rivales que pudieran cuestionar su autoridad y la de la Banda de los Cuatro5. Por otra parte, este movimiento fomentó el culto al líder y la difusión de su pensamiento que se ejerció a través de miles de jóvenes estudiantes adeptos a Mao (los Guardias Rojos), quienes mediante campañas de extremada violencia llevaron al país al caos. Legitimados por declaraciones como la «Carta al Camarada Lin Biao» del 7 de mayo de 1966 en la que el Presidente Mao afirmaba que «debe haber una revolución en la educación puesto que no se puede seguir tolerando el fenómeno de intelectuales burgueses gobernando nuestras escuelas», los Guardias Rojos culparon a profesores y pedagogos y les hicieron responsables de la elaboración de programas de estudios burgueses y revisionistas6. Siendo todavía un joven adolescente, Ha Jin sufrió las consecuencias de esta atmósfera antiintelectual y de asedio a la pedagogía y cultura. La educación en la China continental quedó paralizada tras el cierre durante casi una década de la mayor parte de centros de enseñanza secundaria y universitaria. La labor educativa en los colegios de primaria quedó reducida a copiar citas y eslóganes del Presidente Mao y a memorizar y recitar canciones revolucionarias7. Recuerdos del ambiente represivo de esta época se dan cita en «Una década», cuento que narra cómo una maestra de primaria es acusada por sus alumnos de exhibir prácticas burguesas y revisionistas, motivo por el cual caerá en desgracia ante las autoridades escolares. La Revolución Cultural se propuso erradicar todo vestigio de la cultura ancestral china, considerada por los maoístas como una rémora para los ideales de la Nueva China. Para ello, se orquestó una campaña, la «Destrucción de los Cuatro Viejos», una cruzada iconoclasta que abogó por eliminar las viejas ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos que, como bien afirma Javier Martín Ríos, «aún pervivían en los funcionarios y los dirigentes del partido; [y] para ello Mao Zedong se valió de la juventud para destruir todas las reminiscencias feudales que obstaculizaban la creación ideal del Estado comunista»8. Quizás el lado menos dramático de esta destrucción fue el cambio masivo en las denominaciones de calles, negocios, escuelas, teatros, restaurantes, periódicos (cambios que asimismo se observan en la narrativa de Ha Jin) e, incluso, en los nombres de pila de los propios Guardias Rojos, quienes escogían otros más apropiados y acordes con los nuevos aires revolucionarios9. A partir del verano de 1966, numerosas familias con un origen social calificado de «malo» (es decir, aquellas acusadas de burguesas, pequeño-burguesas o revisionistas) vieron como sus propiedades fueron confiscadas o destruidas. Muchas de estas familias no solamente sufrieron la expropiación de sus bienes sino que también fueron repatriadas a las regiones de sus antepasados dejando así limpias de su perversión los barrios donde vivían. El aniquilamiento de la cultura afectó también al patrimonio histórico chino (público o privado) que fue saqueado y desmantelado como sucedió con el Templo y la tumba de Confucio así como con numerosas bibliotecas y museos de todo el país. Del mismo modo, los Guardias Rojos también se incautaron de oro y moneda extranjera, substracción bien recibida por las autoridades quienes consideraban que de este modo se recuperaba una riqueza ganada ilícitamente por las clases explotadoras10. Al haber quedado paralizada la educación como consecuencia del cierre de centros educativos, los jóvenes disponían de escasas opciones en las cuales poder ocupar su tiempo: o bien regresaban a sus casas o se alistaban en el Ejército Rojo. Sin embargo, muchos niños y adolescentes que no tenían la edad para la vida castrense, prefirieron formar parte de escuadrones de jóvenes guardias rojos y manifestar de este modo su fidelidad al Presidente Mao. La violencia extrema y descontrolada de los primeros tiempos de la Gran Revolución Cultural China alcanzó a la familia de Ha Jin. Su madre sufrió todo tipo de humillaciones puesto que su padre (el abuelo materno del escritor) había sido terrateniente y, por consiguiente, un enemigo de clase. Asimismo, los soldados también destruyeron la biblioteca del padre quien, por otra parte, al haber sido miembro del ejército popular se había involucrado activamente en la difusión de los ideales culturales maoístas11. Pese al hostigamiento sufrido por su familia, resulta sorprendente que el joven Jin formara parte durante años de la Pequeña Guardia, período que recuerda haberlo pasado «portando brazaletes, ondeando banderas y cantando canciones revolucionarias»12. Cuando todavía no había cumplido los catorce tuvo que mentir sobre su edad para poder ingresar con algunos de sus compañeros (como él, hijos de militares de rango) en el Ejército Popular de Liberación que no admitía a jóvenes menores de dieciséis años. Durante los cinco años y medio de su etapa castrense pasada en un puesto fronterizo entre Manchuria y la Unión Soviética, Ha Jin estuvo ocupado en el suministro de munición antes de pasar a trabajar como radiotelegrafista. Al no poder optar por una educación formal, muchos soldados intercambiaban a escondidas obras proscritas por el régimen. Fue así como pudo leer el Quijote13 y alguna novela de autores clásicos de la literatura rusa. Con Tolstoi, Dostoievski, Chéjov o Pushkin logró desarrollar posteriormente una enorme afinidad puesto que, según sus propias palabras, «el mundo que describían me recordaba al mundo que yo experimenté... una vida bastante dura»14. De ellos también aprendió el pathos de la vida15. A finales de 1969 Ha Jin llegó a participar en las escaramuzas que se venían produciendo en la frontera que el río Ussuri traza entre China y la Unión Soviética16. La escalada de tensión entre ambas potencias favoreció que se acrecentaran los rumores sobre un ataque soviético a Manchuria. Eso motivó que muchos jóvenes chinos se alistaran al ejército convencidos de que era mucho mejor morir combatiendo como un mártir contra el enemigo que hacerlo en el hogar familiar o en un refugio antiaéreo17. Su experiencia militar quedó reflejada en Ocean of...



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