Ibsen | Brand | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 220 Seiten

Reihe: Literaria

Ibsen Brand

Poema dramático en cinco actos
1. Auflage 2017
ISBN: 978-84-9055-822-5
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Poema dramático en cinco actos

E-Book, Spanisch, 220 Seiten

Reihe: Literaria

ISBN: 978-84-9055-822-5
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Brand es considerado, junto a Peer Gynt, el texto más importante e intenso de Ibsen. Es la historia de un hombre que quiere `sanar a la raza humana de sus vicios e imperfecciones`. En nuestra época, tan llena de moralistas y de nuevos predicadores, la figura del pastor protestante Brand y su intento de vivir según una virtud perfecta constituye una fuerte provocación. La grandeza y la tragedia del personaje, que ha hecho de la autonomía su religión y su bandera cívica, nos ayudan a comprender la causa de la angustia y la crisis del hombre contemporáneo.

Henrik Ibsen (1828-1906) es universalmente reconocido como el creador del drama moderno. Entre sus obras más conocidas de su primera época figuran Brand (1866) o Peer Gynt (1867), convertida en el drama nacional noruego. En la década de 1870 comenzó a escribir un teatro más realista y social, que provocó una gran polémica y le ganó la fama internacional. Casa de muñecas (1879) o Un enemigo del pueblo (1882) pertenecen a este período. Muchas de sus obras se siguen representando en los principales teatros del mundo, y han ejercido una influencia inmensa en el teatro del siglo XX.

Ibsen Brand jetzt bestellen!

Autoren/Hrsg.


Weitere Infos & Material


Elevada meseta cubierta de nieve. Neblina espesa. Llueve. La escena está casi a oscuras. Brand, vestido de negro, con un bastón en la mano y unas alforjas a la espalda, camina penosamente hacia el Oeste. Le siguen, a alguna distancia, un campesino y su Hijo. CAMPESINO.–¡Eh, extranjero! ¡No tan aprisa! ¿Dónde estás? BRAND.–Aquí. CAMPESINO.–(Gritando.) ¡Que pierdes el camino! La niebla se hace cada vez más espesa. Apenas se ve el extremo de tu bastón. EL HIJO.–¡Padre! Aquí hay una hendidura. CAMPESINO.–Y aquí una grieta. BRAND.–Yo no veo el camino. CAMPESINO.–¡Detente! ¡Que Dios nos ayude! ¡Cuidado con la nieve! Tu capa es delgada como una hoja. BRAND.–(Escuchando.) Oigo el ruido de un torrente. CAMPESINO.–Hay un arroyo bajo la nieve, y más allá un abismo sin fondo, en el que nos despeñaremos. BRAND.–Y sin embargo lo repito: debo continuar hacia adelante. CAMPESINO.–No es posible. Espera: la nieve cruje; está socavada. ¡Detente! Expones tu vida. BRAND.–Es preciso. Obedezco al maestro que me envía. CAMPESINO.–¿Cómo se llama tu maestro? BRAND.–Se llama Dios. CAMPESINO.–Y tú, ¿quién eres? BRAND.–Un pastor. CAMPESINO.–Puede ser. Pero te aseguro que aunque fueras deán u obispo morirías antes de que amaneciera si continuaras caminando sobre esta nieve socavada por un torrente. (Se acerca lentamente a Brand y le dice en tono persuasivo.) Ni el sabio ni el héroe pueden hacer lo imposible. Retrocede, pues. No seas tan inflexible, tan testarudo. Solo tenemos una vida. ¿No es verdad? ¿Qué quieres que hagamos si la perdemos? Hay una legua desde aquí hasta el poblado más próximo, y la neblina es tan espesa que puede cortarse con un cuchillo. BRAND.–La niebla espesa preserva de los fuegos fatuos. CAMPESINO.–Pero ¡oye! Por todas partes, en torno nuestro, existen pantanos bajo el cieno. Y nada tan traidor como esos pantanos. BRAND.–Los atravesaremos. CAMPESINO.–¿Vas a hacernos andar por encima de las aguas? ¡Adelante, pues! Pero prometes más de lo que puedes dar. BRAND.–La verdadera fe permite andar por encima de las aguas. Hubo uno que así se lo demostró a los hombres. CAMPESINO.–Era en tiempos antiguos. Hoy se hubiera ido al fondo. BRAND.–¡Adiós! (Quiere avanzar.) CAMPESINO.–¡Expones la vida! BRAND.–Si el Señor necesita mi muerte, ¡benditos sean los pantanos, los torrentes y los abismos! CAMPESINO.–(En voz baja, a su hijo.) No. Es un loco, un testarudo. EL HIJO.–(Casi llorando.) Padre, volvamos. Ya ves que la lluvia aumenta y que el tiempo cada vez está peor. BRAND.–(Deteniéndose de pronto y acercándose al campesino.) Escúchame, campesino. Me dijiste hace poco que tu hija, que vive en los límites del fiord, se estaba muriendo. Así te lo ha participado, y no morirá con tranquilidad si no te ve antes. ¿No es verdad? CAMPESINO.–Sí; tan cierto como que Dios me oye. BRAND.–Te ha señalado un plazo, que concluye hoy. CAMPESINO.–Sí. BRAND.–¿Puedes perder un día? CAMPESINO.–No. BRAND.–Pues entonces, ¡ven! CAMPESINO.–No es posible. Retrocede. BRAND.–(Mirándole fijamente.) Oye. ¿Darías cien escudos por la salvacion de tu hija? CAMPESINO.–Sí, padre. BRAND.–Y doscientos escudos, ¿los darías? CAMPESINO.–Sacrificaría con gusto mi casa y mi ganado para que ella muriera con tranquilidad. BRAND.–Y tu vida, ¿la sacrificarías? CAMPESINO.–¿Qué? ¿Mi vida? BRAND.–Sí. CAMPESINO.–(Rascándose las orejas.) ¡A fe mía que todo tiene un límite! ¡Por Nuestro Señor Jesucristo, recuerda que tengo mujer e hijos! BRAND.–El que acabas de nombrar tenía una madre. CAMPESINO.–Pero eso ocurría en tiempos que ya han pasado. Entonces se hacían milagros, y ahora no. BRAND.–Vuelve en ti. Tu vida es el camino de la muerte. Tú no escuchas a Dios, y Dios no te escucha a ti. CAMPESINO.–¡Oh! ¡Qué inflexible eres! EL HIJO.–(Tirándole de la manga.) Volvamos. CAMPESINO.–Sí. Pero es preciso que él venga con nosotros. BRAND.–¿Yo? CAMPESINO.–Sí, tú. Si permaneces en este sitio se sabrá que hemos salido juntos; no podré negarlo, y me acusarán de tu muerte. Si te ahogan las aguas, a mí me ahogarán los hierros. BRAND.–Sufrirás por causa del Señor. CAMPESINO.–¡Qué me importan su causa ni la tuya! Demasiado tengo en qué ocuparme. Ven. BRAND.–¡Adiós! (Se oye un confuso ruido a lo lejos.) EL HIJO.–(Gritando.) Un alud. BRAND.–(Al campesino, que lo coge por la esclavina.) ¡Déjame! CAMPESINO.–No. BRAND.–Que me dejes, te digo. EL HIJO.–Ven con nosotros. CAMPESINO.–¿No? Que el diablo me lleve. (Luchando con Brand.) BRAND.–(Soltándose y haciendo caer al campesino sobre la nieve.) Ten por seguro que lo hará algún día. (Se aleja.) CAMPESINO.–(Frotándose el brazo, sin levantarse.) ¡Ah! ¡Qué fuerte es! Y a esto llama trabajar por el Señor. ¡Eh, pastor! (Levantándose.) EL HIJO.–Camina hacia la cumbre. CAMPESINO.–Sí, aún le veo. (Le llama de nuevo.) ¡Oye! ¿Te acuerdas en qué sitio perdimos el camino? BRAND.–(Oculto por la niebla.) No tienes más que fijarte en las señales de las encrucijadas; tú caminas siempre por los grandes senderos. CAMPESINO.–¡Quiera Dios que sea verdad! Al menos, podré calentarme esta noche junto al fuego. (Se marcha hacia el Este con su hijo.) BRAND.–(Volviendo a cruzar la escena por un punto más elevado y escuchando hacia el sitio por donde partieron.) Intentan volver a su casa. ¡Ah, miserable esclavo! Si te quedase un átomo de voluntad, si no te faltase más que el vigor, ¡de qué modo aliviaría tu marcha! ¡Con qué placer te cargaría sobre mis espaldas, aunque me rindiese la fatiga, aunque tuviera los pies ensangrentados! Pero ¿qué hacer por un hombre que no quiere cuando no puede? (Da algunos pasos hacia adelante.) ¡Ah! ¡La vida!... ¡La vida!... ¡De qué modo encadena a este buen pueblo! Todo ser enfermizo se aferra a la existencia, como si la salvación del mundo y de las almas reposara sobre sus miserables espaldas. Se le pueden exigir sacrificios. Sí, pero ¿su vida? ¿Su vida? Cuando se trata de ella, son avaros. (Parece sonreír ante un recuerdo lejano.) Cuando era niño, dos ideas se me ocurrían a menudo, que me obligaban a reír, aunque corriese el peligro de ser azotado, si la anciana maestra de escuela estaba de mal humor. Me imaginaba un búho que tuviese miedo de las tinieblas y un pez hidrófobo. No podía apartar estos pensamientos. Tenían garras y uñas y se aferraban a su presa. ¿Por qué me reía tanto? Es que veía, confusamente, un divorcio entre lo que es y lo que debiera ser, entre la carga que nos doblega y lo que la hace demasiado pesada. Débil o fuerte, cada hombre de mi país tiene algo de estos búhos, de estos peces. Creado para las profundidades, debe vivir en la noche de la existencia, y eso le asusta. Se agita ansiosamente para llegar a la playa. O bien, transido de miedo, ahogándose bajo la bóveda estrellada, pide aire y quiere ver el resplandor del día. (Se detiene un momento, se estremece y escucha.) ¿Qué es esto? Me parece que es un canto. Sí, un canto y risas. Silencio. Un ¡viva!, dos, tres, cuatro, cinco, y el sol que aparece. La niebla se disipa. Percibo la llanura a lo lejos, y allá arriba, en la cumbre, a los primeros rayos del sol, se forma un grupo alegre. Sus sombras se prolongan hasta Occidente. Hablan y cambian apretones de manos. Ahora se separan. Todos se alejan hacia el Este, excepto dos, que caminan en otra dirección. Ahora agitan los sombreros y los velos, y con las manos hacen señales de despedida. (El sol se eleva más y la niebla se disipa. Brand se detiene un momento y mira la pareja que se aproxima.) Hay resplandor a su alrededor. Diríase que la niebla desaparece ante ellos, que la llanura y el ribazo ven brotar las plantas, que el cielo les sonríe. Son, sin duda, un hermano y una hermana. Apretándose las manos corren por la llanura. La joven apenas toca el suelo. El joven tiene una figura esbelta. ¡Ah! Ella se le escapa; se echa a un lado. Él quiere cogerla. Corren, y su carrera se convierte en juego, y sus risas terminan en canto. (Eynar e Inés, en traje de viaje, atraviesan la meseta y se aproximan, jugando, con los rostros encendidos, sofocados por la carrera. La niebla se ha disipado por completo. Un hermoso día de verano brilla sobre la meseta con sus primeros rayos.) EYNAR Inés, linda mariposa, quiero apresar tus encantos entre la red cariñosa de las mallas de mis cantos. INÉS Si soy mariposa pequeña y traviesa, libar quiero el néctar que brinda la flor. Tú, joven alegre, si buscas un juego, tras mí correr puedes; pero asirme, no. EYNAR Inés, bella mariposa, mi red dispuesta ya está, y aunque huyas...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.