E-Book, Spanisch, 381 Seiten
Reihe: Literatura universal
Grey La heroína de Fort Henry
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-7254-681-3
Verlag: Century Carroggio
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 381 Seiten
Reihe: Literatura universal
ISBN: 978-84-7254-681-3
Verlag: Century Carroggio
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
La familia Zane, formada por cinco hijos y una hija, la heroína de nuestra historia, descubre los fértiles valles de Ohio y decide fundar, con un puñado de valientes, lo que llegó a ser una próspera colonia. Ante las hostilidades de las poblaciones autóctonas, con la ayuda del general Clark, los Zane acuerdan levantar la más famosa fortaleza de la frontera. Con esta novela histórica y de aventuras, Zane Grey traza un cuadro magistral de lo que fue la conquista del Oeste.
Zane Grey (Zanesville, Ohio 1872-Altadena, California 1939) fue un escritor estadounidense, célebre por sus novelas del Oeste.? Se educó en su localidad natal, Zanesville, fundada por su familia, se graduó en odontología en la Universidad de Pensilvania y, ejerciendo como dentista, conoció, en una de sus excursiones a su futura esposa 'Dolly'. Con su ayuda, y la herencia familiar, decidió dedicarse por completo a la literatura. En tanto que su esposa permanecía en el hogar, encargándose de la carrera literaria del autor y educando a sus hijos, Grey pasaba largas temporadas fuera de casa, pescando y escribiendo. En 1918 los Grey se mudaron a Altadena, en California, un lugar que habían conocido durante su luna de miel, adquiriendo una gran mansión. El amor de Grey por Altadena se resume en una frase que es citada a menudo en la ciudad: 'En Altadena, he encontrado aquellas cualidades que hacen que la vida valga la pena'.? El interés de Zane Grey por el Lejano Oeste se inició en 1907, cuando llevó a cabo con un amigo una expedición para cazar pumas en Arizona. En 1910 su primera novela del Oeste, La herencia del desierto tuvo un gran éxito, lo que impulsó su carrera como autor de novelas populares acerca de la conquista del Oeste. Formó su propia compañía cinematográfica, que realizaría numerosas películas basadas en sus obras. El éxito de sus novelas le reportó una gran fortuna, lo que le permitió pasar parte de su tiempo viajando y viviendo una vida aventurera, utilizando sus experiencias para sus novelas.? A lo largo de su vida escribió unos noventa libros de aventuras del Oeste, de los que llegó a vender millones de ejemplares. Algunas de sus obras más conocidas son El caballo de hierro, La herencia del desierto, La estampida y La heroína de Fort Henry.? Falleció en 1939 y sus restos fueron sepultados en el Union Cemetery de Lackawaxen, en Pensilvania, donde existe también un museo en su memoria.
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Introducción al autor y su obra La novela del Oeste no debería ser considerada como un género menor dentro de la literatura narrativa. Es evidente que la proliferación de estas novelas ha degradado la calidad literaria de las mismas, pero dicha degradación no es consustancial al género en sí. Las obras de Zane Grey deben situarse en la misma línea de los poemas épicos antiguos y de los cantares de gesta medievales, sin olvidar su paralelismo con los libros de caballería prerrenacentistas. Se trata de una aproximación a la realidad histórica, pero a través de la tradición popular que idealiza a sus héroes y engrandece las hazañas por ellos realizadas. El mundo de Zane Grey es muy distinto del nuestro y sus personajes se pierden en un lejano horizonte. La conquista del Oeste (la gran epopeya de Norteamérica), lo mismo que la Reconquista española, pertenece a una etapa histórica durante la cual se estaba formando una nación. Cuando se pierde el interés por ese pasado, la lectura de los relatos épicos se convierte en un mero entretenimiento o evasión. El objetivo primordial de esta introducción es el de posibilitar al máximo la lectura compresiva de las obras de Grey. Para ello es preciso conocer el marco geográfico y el contexto histórico de los acontecimientos; los ideales y el carácter de los personajes, así como el valor literario de los relatos. Establecidas estas premisas, su lectura no solo resultará más interesante, sino también más enriquecedora. El marco geográfico En los relatos de Zane Grey, del mismo modo que en la historia de los Estados Unidos de América, el factor geográfico tiene una importancia trascendental. Hasta comienzos del siglo XX, la nueva nación era ante todo una realidad eminentemente geótica y si el europeo se transformó en americano, ello fue debido fundamentalmente a la impronta del medio físico. El encuentro del hombre de Europa con las tierras de América dio como resultado un pueblo nuevo, con unas características propias. Por razones religiosas, económicas y sociopolíticas, fueron numerosos los europeos occidentales (ingleses, franceses, irlandeses y escoceses) que, como si escapasen de un callejón sin salida, marcharon a Norteamérica. Aquel inmigrante europeo, que llegaba agobiado por el peso de cuatro mil años de historia y con los pies cansados de recorrer caminos demasiado hollados, se encontró allí frente a un amplio horizonte que le permitía mirar en todas direcciones. Ante él se extendían territorios que parecían infinitos, sin fronteras y sin caminos. Era algo así como el reencuentro del hombre con la tierra. Ese predominio absoluto del espacio sobre el tiempo determinó un modo de vida totalmente distinto al de la vieja Europa. En la coordinación de espacio y tiempo que requiere el acontecer histórico, la primera magnitud se imponía a la segunda (exactamente al revés de lo que sucede hoy) y ello resultaba beneficioso para aquellos hombres que emprendían un largo camino. El avance hacia el Oeste —exploración y conquista, asentamiento y colonización— tenía que ser necesariamente lento. Para conseguir sus propósitos y para que naciese un nuevo hombre libre, los pioneros tenían que transformarse durante el camino y sepultar su pasado en aquellas tierras vírgenes. El territorio no solo daría cuerpo a la nueva nación, sino que tomaría parte activa en su historia. El esquema geomorfológico de toda la América septentrional, y de los Estados Unidos en particular, es muy sencillo y claramente diferenciado. De Norte a Sur, en el sentido de los meridianos, se desarrollan las grandes montañas (las cordilleras costeras y las Rocosas, en el sector occidental, y los montes Allegheny, así como los Apalaches, en el sector atlántico) y discurren los caudalosos ríos. El avance humano —conquista, poblamiento y colonización— seguirá, por el contrario, el sentido Este a Oeste. Los primeros inmigrantes llegados de las islas británicas se establecieron en el litoral atlántico, donde las características geográficas eran muy similares a las de Europa occidental, y allí fundaron trece colonias. Las formas de vida de aquellos hombres se diferenciaban muy poco de las europeas. Pero la aventura de lo desconocido les aguardaba más allá de las crestas azules de las montañas, en el inmenso corazón del nuevo continente. La ausencia de pronunciados relieves y las vías naturales de penetración (el río San Lorenzo y el Ohio lo son por antonomasia) facilitaron el avance de la colonización. Gracias a los numerosos ríos, muchos de los cuales iban a desembocar en el Mississippi («padre de las aguas»), la cordillera de los Apalaches y los montes Allegheny no representaron una barrera infranqueable para los atrevidos pioneros. A partir de entonces, y durante casi dos siglos, la frontera se fue desplazando hacia el Oeste. Pero antes de llegar a la costa del Pacífico, las caravanas primero y más tarde el ferrocarril tendrían que cruzar las grandes llanuras de la depresión central, las montañas Rocosas y los interminables desiertos del Suroeste. El primer paso, no exento de dificultades, permitió a los colonizadores establecerse en las fértiles tierras del Middle West (A esta etapa de la colonización americana hace referencia la primera novela de Zane Grey, La heroína de Fort Henry). Pero el Oeste americano propiamente dicho, el legendario Oeste de las caravanas y de los vaqueros, comienza más allá del Mississippi. Una enorme extensión de tierras llanas que van ascendiendo paulatinamente, desde el margen derecho del gran río (a unos 200 metros sobre el nivel del mar) hasta la vertiente oriental de las montañas Rocosas, en donde las praderas alcanzan los 600 metros de altitud. Por su morfología y por su clima, la gran llanura difería mucho de cuanto habían conocido aquellos hombres en Europa o en América. Para los que se arriesgaron a seguir adelante, la adaptación al nuevo hábitat supuso una profunda transformación. Al otro lado de las Rocosas se encuentran las áridas y desoladas tierras del Far West; una zona de altas mesetas, con altitudes entre los 1.000 y los 2.000 metros, que se extiende desde las montañas y valles de Wyoming e Idaho hasta los desnudos desiertos de Arizona y de Nuevo México, en donde el saguaro de grandes proporciones constituye la única vegetación. Es allí, en medio de un mar de arena y bajo un sol abrasador, donde hombre y caballo se sienten más solos e impotentes. La meseta de Columbia (estados de Oregon e Idaho) presenta como principales accidentes geográficos el gran cañón excavado por el río Salmon, afluente del Snake, las montañas Azules y en el ángulo sudoriental, al pie de los montes Wasatch, el Gran Lago Salado (Great Salt Lake, Utah). La amplia depresión tectónica formada entre Sierra Nevada y las Rocosas recibe el nombre de Gran Cuenca, y corresponde al estado de Nevada. La aridez de esta región aumenta hacia el Sur y alcanza su mayor intensidad en el Valle de la Muerte, terrible desierto de caracteres saharianos en el que predominan las dunas de arena. La tercera gran altiplanicie del Lejano Oeste es la del Colorado, en los estados de Arizona y de Nuevo México, que se caracteriza por sus interminables desiertos y por las profundas gargantas abiertas por el curso violento de los ríos. El Gran Cañón, con sus murallones de casi 2.000 metros de altura, constituye un gran fenómeno geológico de sorprendente belleza. Al este de la altiplanicie del Colorado, sobre la frontera de los estados de Nuevo México y de Texas, se encuentra el Llano Estacado. Las referencias a estas agrestes regiones, que por su acusado carácter se erigen en coprotagonistas, son continuas en las novelas de Zane Grey y su descripción ocupa gran número de páginas. En La estampida se habla de las praderas, en donde pacen los grandes rebaños de búfalos, y del Llano Estacado, último reducto de los comanches. En El caballo de hierro se sigue el tendido del ferrocarril Union Pacific a lo largo de las grandes llanuras y a través de las montañas Rocosas, hasta llegar a Promontory Point en el estado de Utah. Y, para que la referencia al marco geográfico quede completa, en La herencia del desierto se describen de forma magistral el desierto de Arizona y el Gran Cañón del Colorado. Los habitantes de las grandes llanuras Antes de la llegada del hombre de rostro pálido, Norteamérica estaba habitada desde hacía miles de años por los pieles rojas. Durante la glaciación Würm o Wisconsin, que afectó a Eurasia y a América septentrional, Alaska permanecía unida a la Siberia nororiental mediante un istmo de 80 kilómetros de longitud. Entonces se inició el poblamiento de América. Pueblos cazadores de origen asiático atravesaron el actual estrecho de Bering en etapas sucesivas y se fueron estableciendo a lo largo y ancho del territorio. Cuando llegaron los primeros europeos, la población amerindia se encontraba muy esparcida y diluida (un habitante por cada 10 km cuadrados, aproximadamente) en lo que hoy es Estados Unidos. Los pieles rojas pertenecían a diversas razas y pueblos, hablaban distintas lenguas, en torno a sus jefes se agrupaban en tribus y podían disponer de grandes extensiones de terreno. Entre grupos próximos era frecuente la rivalidad y muchas tribus desconocían la existencia de las otras. Formaron confederaciones, como la de las Cinco Naciones (mohawks, oneidas, onondagas, senecas y cayugas), y entre tribus distintas se...