González Olmedilla / López Barrera | La feria de los libros | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 192, 276 Seiten

Reihe: Los Cuatro Vientos

González Olmedilla / López Barrera La feria de los libros

Artículos de crítica literaria
1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-18818-79-0
Verlag: Renacimiento
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

Artículos de crítica literaria

E-Book, Spanisch, Band 192, 276 Seiten

Reihe: Los Cuatro Vientos

ISBN: 978-84-18818-79-0
Verlag: Renacimiento
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



La Feria de los Libros -título tomado de la sección semanal de crítica literaria del periódico Heraldo de Madrid- ofrece una amplia selección de reseñas literarias (75 en total), publicadas por Juan González Olmedilla, en este medio, entre 1924 y 1927. El autor sevillano dio a la luz artículos de opinión, reseñas de estrenos teatrales, críticas de libros, y otros textos, en dicho diario, donde también ejerció como redactor político. Olmedilla muestra -en estas entregas- un bagaje cultural de lecturas -su formación como escritor-, a la vez que intenta extraer, de cada obra analizada, lo más importante de su elaboración y estética, destacando siempre los valores positivos y válidos para el lector, sin obviar detalles que son disonantes (versos inconexos, erratas, copias). Merece especial atención su revisión de la primera vanguardia, con la defensa de un verdadero y puro vanguardismo, que no olvida la tradición.

Juan González Olmedilla (Sevilla, 1893-Buenos Aires, 1972) fue poeta, narrador, dramaturgo y periodista. Director, con apenas 18 años, de la revista hispalense Andalucía (1911-1912) y autor de varios poemarios, muy pronto se establece en Madrid, donde colabora en numerosos diarios y revistas, a lo largo de la década de los diez y los veinte, del pasado siglo. Formado en la lectura de Rubén Darío, tuvo contactos también con el Ultraísmo, publicando en revistas de dicho movimiento. Una vez incorporado a Heraldo de Madrid en 1924, desarrolla en éste su labor hasta 1937, año en el que sale fuera de España, en dirección a Argentina, país donde viviría exiliado hasta su muerte.

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PRÓLOGO. Entre el modernismo
y las primeras vanguardias:
Juan González Olmedilla A mi nieta Blanca Barrera Reyes, en su primer aniversario Si nos atenemos a lo que informa Mario Méndez Bejarano1, Juan González Olmedilla nació en Sevilla el 6 de diciembre de 1893, justo el mismo año que Jorge Guillén o Melchor Fernández Almagro2. Entra de lleno en esa famosa generación del 27, por zona de fechas, aunque su trayectoria literaria sea bien distinta a la de dicho grupo. La calle Resolana en el barrio de la Macarena lo acogió en fecha temprana («y en la parroquia de la Macarena recibió las aguas bautismales», según Méndez Bejarano). Fue hijo de Juan González y María Pastora Olmedilla. Una hermana del poeta, Doña Pastora González Olmedilla, recibe en la posguerra –años 1942, 1944, 1949– ayuda económica por ser familiar de médico, según consta en los Anales de la Real Academia de Medicina. Su infancia, según el mismo poeta señala en un poema, se relaciona con el Barrio de Santa Cruz: «¡Calles del Barrio de Santa Cruz! (…) / por donde discurrió mi infancia/ sin aros y sin juguetes;/ infancia llena de definiciones/ y clasificaciones académicas». El autor cursó sus estudios secundarios en el Instituto Técnico de Sevilla, entre 1905 y 1910. En su expediente del Archivo de la Universidad de Sevilla, se encuentran los datos referentes a sus estudios superiores. Los días 11 y 17 de junio de 1910, con 16 años, verificados los dos ejercicios de Grado de Bachiller, obtiene en ambos la calificación de Aprobado. Posteriormente, residiendo en la calle Antolínez, n. 8 (junto a Martínez Montañés y Baños), de la capital hispalense, el 24 de septiembre de ese año se matricula en la Universidad Literaria de Sevilla en las asignaturas Lógica fundamental, Historia de España y Lengua y Literatura Españolas, correspondientes al Curso Preparatorio común para las carreras de Filosofía y Letras y Derecho. El 19 de junio de 1911, según Acta, los resultados son: Lógica fundamental, Notable; Lengua y Literatura Españolas, Sobresaliente e inscrito en el Cuadro de Honor; e Historia de España, Suspenso. En examen de Historia tuvo que dictar la Lección 6ª: Celtas y celtíberos. Los celtas. Su origen; su llegada a la península y comarcas por donde se extendieron. Sus tribus.– vestigios de la vida y de la civilización de los celtas. La confederación celtibérica. Sus límites. Pueblos que comprendía. Organización social y política de los celtíberos. Sus costumbres. El examen escrito suspendido fue verificado oralmente por el Secretario del Tribunal, Dr. Celestino López, el 19 de septiembre de 1911. Sin embargo, un día después, el 20 de septiembre de ese año, Olmedilla solicita al Rector que se aplique a la asignatura Historia de España la Matrícula de Honor obtenida en Lengua y Literatura Españolas. El Rector, en nombre de S.M. EL REY (Q.D.G.), le concede, conforme a lo dispuesto en el artículo 7º del Real Decreto de 10 de agosto de 1877, la petición. En el curso 1911-1912, ya con 17 años, se matricula en Derecho Natural, Economía Política y Derecho Romano. Sin embargo, el Acta de 15 de junio de 1912 no recoge ningún resultado; lo que prueba que ya, por esas fechas, había abandonado la carrera. Todavía figura en su Expediente, el oficio del Rector de Sevilla al correspondiente de Madrid, fechado el 9 de noviembre de 1914, donde se especifica que «Habiendo sido autorizado para trasladar su expediente académico a esa Universidad el alumno de la Facultad de Filosofía y Letras D. Juan González Olmedilla tengo la honra de remitir a V.S. las adjuntas certificaciones académicas oficiales núms. cuatro, expedidas por duplicado, a favor del expresado alumno a los efectos prevenidos en la Real Orden fecha 10 de octubre de 1902»3. Tuvo amores iniciales en el citado Barrio sevillano de Santa Cuz («Hay una calle donde mi juventud primera,/ –pródiga de sus días y sus sueños-/ hizo promesas de amores eternos/ junto a una cara de virgen morena»). También en ese lugar se fraguó su mundo poético: «¡Cuántas noches de novilunio/ –el alma en sombra igual que tus calles-/ arrastré mi vida indecisa/ por tus soledades,/ buceando en tu gran silencio/ que perfumen los azahares,/ el sendero nonato de mi impulso,/ el ignorado cauce/ de mis virgíneas actividades!». Con 17 y 18 años, en 1910 y 1911, en su primer y único año universitario sevillano y gracias a su compañero José María Romero Martínez (1893-1936), de su misma edad (dos meses mayor que él), conoce la poesía y a su gran maestro, Rubén Darío: «Quiero dejar aquí tu nombre de poeta bucólico, José María Romero, en testimonio de amistad y como una flor de gratitud. Tú me enseñaste a amar al Poeta, cuando mi alma titubeaba frente a los innumerables senderos. Fue en Sevilla, en abril y en nuestros diez y ocho años: ¡tres veces primavera! Mañanas del Bachillerato»4. Marchó a Madrid en 1912, residiendo en la calle Bolsa n. 5 de la capital, con su madre y su esposa Rosario Berenguer, de la que tuvo un hijo, Juan Francisco. Su amistad con Rafael Lasso de la Vega, también residente en esos momentos en la capital, es evidente. Así escribe, en 1916: «Un joven y fuerte homérida que, como Quirón, tiene presas entre sus cabellos seculares abejas griegas…¿Rafael Lasso de la Vega? Justo. A este armonioso y sereno vate he aludido. Él, que amó a Rubén– y cuya labor comprendió como pocos–, es quien nos hace la inapreciable merced de estos versos magníficos, escritos por Darío en el otoño de 1910, y que, como un tesoro oculto, Lasso de la Vega, hasta hoy ha conservado inéditos»5. Ya en Madrid, Olmedilla se localiza en el círculo de su amigo, según las palabras de Xavier Bóveda, que recoge Cansinos: «Es un caso de telepatía. Lasso sabe cuándo el poeta gallego /Bóveda/ ha cobrado unos versos en Prensa Gráfica o Eliodoro Puche ha recibido un giro de su padre u Olmedilla, su paisano, ha hecho alguna combinación afortunada»6. En el curso 1912-1913 estuvo matriculado en la Universidad Central de Madrid, aunque dejó los estudios universitarios, a partir de ese año, dedicándose a lo que era la pasión de su vida: el periodismo. Perteneció a la Asociación de la Prensa y colaboró en Vida Artística, La Esfera y Nuevo Mundo. También en La Tribuna, El Liberal, Por esos mundos, Blanco y Negro y Los Lunes del Imparcial. En esta última publicación, colabora en 28 ocasiones, entre 1914 y 19257. Simultaneó domicilio con Sevilla, probablemente el domicilio paterno, donde también residió hasta principios de los veinte, aproximadamente. De entre sus primeras colaboraciones poéticas, merece destacarse «Becqueriana», inserta en el número 13 de la revista sevillana Vida artística, «Revista decenal de Espectáculos, Ciencias, Literatura, Arte, Sport y Anunciadora de la Industria y el Comercio», el 15 de junio de 1911, dentro de un «Homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer», con motivo del Monumento al poeta en el Parque de María Luisa. Texto que hay que unir a los de otros colaboradores, como «La rima eterna», de Jacinto Ilusión (José María Izquierdo), «La voz de Bécquer», de Muñoz San Román, «Un soneto de Bécquer» y «Gustavo Adolfo Bécquer», de Manuel Chaves o Manuel Requena, «A Bécquer»8. En esta revista compartirá inquietudes literarias con José María Izquierdo o Julián Fernández Piñero, y también tendrán cabida Francisco Villaespesa y la artista Tórtola Valencia. En la prolongación de ese Homenaje, en el n. 24 (10 enero 1912), ya no se encuentra su firma, y sí la de Izquierdo («El rielar del Monumento Becqueriano»). El texto, «Becqueriana», parte del epígrafe «Yo voy por un camino, ella por otro», del autor de las Rimas: Iba por un camino, yo por otro, cada cual su destino; miraba hacia la tierra, yo hacia el cielo; cruzaba su sendero y yo el mío; ella a la prosa del vivir humano, yo al vivir del espíritu. Meses después, todavía en la capital hispalense, dirigió, desde la calle Antolínez n. 8, la revista Andalucía. Revista Literaria Quincenal de Sevilla, entre octubre de 1911 (n. 1, 1 octubre 1911) y abril de 1912 (n. 9. abril)9. González Olmedilla formaría parte ese grupo literario sevillano nucleado en torno a José María Izquierdo y Miguel Romero Martínez, en 1910, en el renacer cultural del Ateneo hispalense. En la «Presentación del primer número» de la nueva revista apela a la Ilusión, a la Juventud y a la Belleza: Para vosotros los jóvenes, que tenéis fuego en el alma y aspiraciones e inquietudes; para los rebeldes que, encerrados en el estrecho círculo de la rutina, ansían campo para sus audacias; para los soñadores, que, ignorantes de la verdad sagrada de la vida, dormitan al arrullo de la Ilusión; para los derrotados, que arrastraron en su caída las más bellas presas del Ideal; para los humildes y...



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