E-Book, Spanisch, 384 Seiten
Reihe: Breve Historia
González-Ochoa Breve historia de los conquistadores
1. Auflage 2014
ISBN: 978-84-9967-562-6
Verlag: Nowtilus
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 384 Seiten
Reihe: Breve Historia
ISBN: 978-84-9967-562-6
Verlag: Nowtilus
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José María González Ochoa (La Rioja, 1964). Licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo) y Master en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1995 ha centrado su labor investigadora en la acción española en América. Autor de más de una quincena de libros y numerosos artículos en revistas especializadas, entre sus obras destacan América Hispana 1492-1598, Quién es Quién en la América del Descubrimiento, Atlas Histórico de la América del Descubrimiento, Pizarro (Fundación Obra Pía de los Pizarro, 2009), Cronistas de Indias Riojanos y La Conquista de América, (Volumen 22 de la Historia Universal de National Geographic -RBA, 2013). Ha coordinado y participado en numerosos congresos y seminarios sobre Historia de América, en España y en diversas universidades Iberoamericanas. Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en su proyecto de Diccionario Biográfico Español, aportando al mismo cerca de cuatrocientas entradas.
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La conquista del Caribe y Circuncaribe
Los éxitos de los viajes colombinos impresionaron a Europa, y las naciones con mayor potencial económico y marítimo comenzaron a pertrechar flotas que les permitiesen disputar a los peninsulares los beneficios que se suponía escondían las nuevas tierras o las nuevas rutas hacia Oriente. Los portugueses, gracias a las concesiones que les daba el Tratado de Tordesillas (1494), alcanzaron las costas brasileñas en 1500, casi de forma accidental, con la expedición de Cabral, y los hermanos Gaspar y Miguel Corte Real (1498-1502) bojearon la península del Labrador y, probablemente, Terranova, buscando el paso norte hacia las Indias Orientales. La Corona inglesa, ceñida por Enrique VII, apoyó al navegante veneciano Juan Caboto (1497-1498), quien tras arribar a Terranova creyendo haber llegado a las tierras de Cipango o del Gran Kan regresó a Bristol. Con apoyo de comerciantes, empresarios y la propia Corona británica, Caboto obtuvo financiación y licencia para armar seis naves que iniciasen la colonización británica en Oriente. Es dudoso que alcanzase de nuevo Terranova, mas la realidad fue que sólo un barco pudo salvarse. El estrepitoso fracaso desentendió a los ingleses de futuras aventuras americanas. Un poco más tarde, los franceses también realizaron sus intentos con algo más de éxito. Giovanni da Verrazzano desembarcó en Manhattan y Terranova en 1524, y Jacques Cartier exploró Canadá entre 1534 y 1536, pero ni el dominio efectivo ni la colonización pudieron realizarse hasta muchas décadas después. En 1604 establecieron la primera colonia francesa, Acadia, en el actual territorio canadiense.
Los viajes andaluces
Dejando al margen intentos más o menos fallidos de exploraciones por el Atlántico Norte, será la monarquía hispana quien, desde 1498 y hasta el descubrimiento del mar del Sur por Balboa en 1513, explore y colonice el área caribeña y la costa de Tierra Firme.
Entre 1499 y 1503 van a tener lugar una serie de viajes conocidos como «viajes menores», o más adecuadamente «viajes andaluces» ya que estuvieron protagonizados por marineros y armadores en su mayoría andaluces, y porque tuvieron su trascendencia para completar el mapa de las aguas y tierras desde el golfo de México hasta la desembocadura del Orinoco: un nuevo mare nostrum hispano en el Caribe.
Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca hacia 1470, fue un destacado militar durante la guerra de guerrillas en la campaña de Granada. Paje del duque de Medinaceli y bien relacionado con trato personal con Juan Rodríguez Fonseca, logró embarcarse en el segundo viaje de Cristóbal Colón. El almirante lo comisionó para que buscase la comarca del Cibao, en La Española, famosa entre los indios por su oro. Poco después tuvo que socorrer el fuerte Santo Tomás sitiado por el cacique Caonabó, a quien apresó con una añagaza que se hizo famosa: gracias a su simpatía y aspecto inofensivo, pues era pequeño, logró entrevistarse con el jefe indio, quien sentía fascinación por los metales sonoros, por lo que Ojeda le regaló una campana y unas extrañas pulseras que no dudó en ponerse; en realidad eran un par de esposas. Frente a estas habilidades, también destacaba su carácter excesivo y cruel, y dejó para la historia negra la invención de las guazavaras o carnicerías de indios. Algunas crónicas aseguran que en La Española había derrotado y masacrado a diez mil nativos con sólo cincuenta hombres. Ojeda también fue el responsable del primer cargamento de oro indiano traído a la Península con el que se hizo la custodia de la catedral de Toledo.
Todas estas historias le dieron gran fama a su regreso, por lo que no tuvo muchos problemas para obtener de los Reyes Católicos licencia para explorar la región de Paria, en las costas de Venezuela, ya descubierta por Colón. En mayo de 1499 organizó una expedición a Tierra Firme, en la cual algunos historiadores afirman que se embarcó por primera vez hacia las Indias Francisco Pizarro. Acompañado por Juan de la Cosa, y probablemente por Américo Vespucio, explorarán la isla Margarita, Curaçao, Barbados, Trinidad, las Bocas del Orinoco y toda la costa venezolana hasta el cabo de Vela, ya en tierras de la actual Colombia, arribando a La Española, en donde fue acogido con ciertos recelos, por lo que decidió retornar a España. En 1501, se le concede la gobernación de Paria y se asocia con Juan Vergara y García de Ocampo para organizar una nueva flota colonizadora. Sin embargo, los pleitos con sus socios arruinaron la empresa.
Pedro Alonso Niño, nacido en Moguer (Huelva), en el seno de una familia marinera, había sido piloto de la Niña durante la primera travesía de Colón a las Indias, participando también como piloto durante el segundo viaje del almirante. A su regreso fue requerido por el rey para que le mostrase cómo era la navegación atlántica. En la Corte aprovechó para solicitar licencia para descubrir. Tras obtenerla se asoció con el comerciante sevillano Cristóbal Guerra para iniciar los contactos comerciales con las Indias. Sin mucho capital, apenas pudieron reunir treinta hombres y una carabela. Zarparon de España con las bodegas llenas de abalorios, ropas y menudencias para intercambiarlas con los nativos. Siguiendo la ruta del tercer viaje de Colón, alcanzaron el golfo de Paria y descubrieron la isla Margarita justo una semana antes de que lo hiciera Ojeda. El viaje se les dio bien comercialmente y en poco tiempo llenaron las bodegas de perlas y oro mercadeando con los indios. De regreso a España, los vientos huracanados los desviaron de la ruta tradicional y terminaron arribando en el puerto de Bayona, en la ría de Vigo. Su llegada causó bastante revuelo, pues no era normal que allí llegase uno de los primeros barcos que volvían de las Indias, y con las bodegas llenas de perlas y oro. Además, la carga fue rápidamente confiscada y Alonso Niño, propietario del navío, fue acusado de querer evitar pagar el quinto real por lo que fue procesado y encarcelado durante unos meses. El viaje fue importante porque dio la impresión de que las Indias eran fácilmente alcanzables, y de que se podían realizar viajes muy rentables con escasa inversión y altos beneficios, lo que impulsó nuevas expediciones.
Otro marinero colombino, Vicente Yáñez Pinzón, el capitán de la Niña a quien gracias a su pericia el almirante logró regresar con vida de su primer viaje, obtuvo en 1499 capitulación para armar una flota de cuatro carabelas y emprender un viaje por debajo de la línea equinocial. Vicente Yáñez suponía que al sur del ecuador debían encontrarse las islas de la Especería, pero varias tormentas les hicieron variar de rumbo hasta terminar frente a las islas en el cabo de Santa María o de la Consolación. Aquella tierra era Brasil y Yáñez Pinzón su descubridor. Los vientos del noroeste los empujaron hasta alcanzar la desembocadura del río Marañón o Amazonas, que Pinzón llamó Río Grande de Santa María de la Mar Dulce. Navegaron por el estuario del gran río y contactaron con los nativos de las numerosas islas, que no los recibieron de buen agrado. De nuevo en el mar se encontraron con los barcos de Diego de Lepe y juntos costearon en dirección norte hasta el golfo de México y Las Bahamas, y regresaron a España en septiembre de 1500. La expedición dejó un poso agridulce: los barcos volvieron con las bodegas repletas de palo campeche y una veintena de indios esclavos, pero habían perdido la mitad de la tripulación y no habían hallado nada reseñable.
Pinzón volvería a embarcarse en 1502, para explorar las costas centroamericanas de Honduras y Nicaragua, siguiendo las derrotas ya establecidas por Colón, y desde ahí bojeó Belice y Yucatán. Más adelante volveremos a encontrarlo en una importante expedición por el Atlántico Sur.
El ya mencionado Diego de Lepe también era vecino de Palos, pero al contrario que sus compañeros no se le conocía vinculación con el mar. Se interesó por los descubrimientos del Nuevo Mundo gracias a Bartolomé Roldán, un vecino suyo que había acompañado al almirante en sus dos primeros viajes. Tras pedir y obtener licencia de exploración en 1499 inició un viaje hacia Tierra Firme siguiendo los pasos de Pinzón. La novedad de Lepe es que alcanzó latitudes más meridionales al cabo de San Agustín en Brasil, desembarcando y tomando posesión de aquellas tierras para la Corona española. Sus actos carecerían de validez jurídica, pues los portugueses se acogieron a las demarcaciones establecidas en el Tratado de Tordesillas (1494) y las exploraciones casi simultáneas de Álvares Cabral. El valor del viaje está en la rica información y en las cartas náuticas trazadas, que entre otras cosas insinuaban la posibilidad de que más al sur existiera un paso que llevara a las Indias Orientales. Lepe moriría poco después, cuando preparaba en Portugal un nuevo viaje hacia Brasil.
También merece la pena reseñar la expedición de Vélez de Mendoza y Luis Guerra, quienes entre agosto de 1500 y junio de 1501 alcanzaron el punto más meridional conocido hasta entonces de la costa brasileña, las llamadas tierras de Topia, cerca de la actual ciudad de Recife.
Rodrigo de Bastidas y las «Sociedades de Armada»
Con el trianero Rodrigo de Bastidas, se puede afirmar que el capitalismo comercial llega definitivamente al Caribe. Hombre...