Gómez-Acebo | Lucas | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 696 Seiten

Reihe: Guías de lectura del Nuevo Testamento

Gómez-Acebo Lucas


1. Auflage 2011
ISBN: 978-84-7151-906-1
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, 696 Seiten

Reihe: Guías de lectura del Nuevo Testamento

ISBN: 978-84-7151-906-1
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



El libro contribuye al descubrimiento del Jesús de la historia dentro del evangelio de Lucas. Sus páginas nos enfrentan con los hechos que realizó el Nazareno y la forma de entenderlos sus oyentes, un texto que puede ser utilizado con mero interés histórico o con el deseo de conocer más a fondo un camino por el que quieren discurrir sus seguidores.

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  Introducción   Una guía de lectura El propósito de este libro se aleja de un comentario de texto, pues lo que pretende es suministrar al lector las herramientas necesarias para comprender el texto y el contexto en el que se hallaban inmersos el autor y sus lectores. La ventaja de conocer esas claves nos adentra en los problemas con los que se encontraron los que militaban en la comunidad de Lucas y la forma en que las enseñanzas de Jesucristo les podían ser aplicadas. Los cristianos de todos los tiempos se encuentran con obstáculos específicos que provienen de su momento histórico y de las particularidades de su comunidad. Nuestro autor fue capaz de dar respuestas esperanzadoras que impulsaron la fe de los suyos. Esta guía pretende que, siguiendo el modelo del evangelio, seamos capaces de unos logros semejantes.  Vamos a manejar el primer volumen de una obra que se continúa en los Hechos de los Apóstoles, pues su autor común ha querido unir la historia de la vida de Jesucristo con la historia de la Iglesia que conformaron sus seguidores. Está escrita desde una cultura que no es la nuestra y que debemos intentar comprender, ya que el texto crece y se abre a nuevas dimensiones cuando se lee en el contexto en el que vio la luz.  Si los interlocutores de antaño se vieron interpelados por los hechos narrados, nuestra situación no es muy dispar. Estas acciones pasadas que narra Lucas nos obligan a tomar parte y a decidir nuestra respuesta. Lo que pretende el autor es presentar el mensaje de Jesucristo como una tabla de salvación a la que se puede agarrar la humanidad entera, nosotros incluidos. Las palabras de Simeón, que escucharemos al comienzo del evangelio, demuestran el interés por ampliar el marco de la salvación a todos los pueblos, lo que se confirma cuando la genealogía de Jesús, que nos suministra Lucas, empieza en Adán. La comunidad donde nace el evangelio Toda obra literaria tiene un contexto en el que nace. Éste puede ser muy diverso, ya que su telón de fondo puede ser la guerra, el deporte, la liturgia, el trabajo... pero en cualquiera de estos escenarios, el escrito no es la creación de un solo individuo, sino que crece en el seno de una comunidad. De aquí nuestro interés por conocer las características del grupo en el que surgió este evangelio. Un colectivo que nos abre al mundo del primer siglo de nuestra era, lo que nos obliga a hacer un esfuerzo de comprensión doble. Pues, por un lado, debemos intentar entrar en los valores de una cultura que no es la nuestra, mientras que, por otro, debemos dejar los nuestros de lado.  Aunque todas las primeras comunidades cristianas comparten la cosmovisión típica de la cultura mediterránea del siglo I, también difieren en su composición y problemática. ¿Qué podemos conocer de la comunidad de Lucas? Parece claro que escribe desde y para los habitantes de una ciudad del Imperio romano con fuerte influencia helenista. Una característica común a la mayoría de los textos del NT, ya que los primeros cristianos no se fueron al desierto, sino que se extendieron por las ciudades. Cuando el autor habla del pequeño rebaño nos hace pensar que su número era reducido, lo que se confirma cuando la describe rodeada de lobos. Una comunidad que se ve a sí misma como pequeña, débil y, lo que es peor, perseguida. Se encuentra extranjera en un medio que la rechaza y por el que le gustaría ser aceptada.  El origen urbano se aprecia constantemente. En primer lugar, por el uso de la lengua, ya que el griego se hablaba dentro de las ciudades. Traspasadas las puertas de las murallas de las urbes, los respectivos pueblos usaban sus lenguas y dialectos propios. Por otro, por las profesiones que reflejan algunos personajes, como recolectores de impuestos o grados dentro del ejército, que nos sitúan dentro de la administración del Imperio que se llevaba a cabo en las ciudades.  No conocemos a ciencia cierta cuál era esa ciudad. Las posibilidades son diversas e incluyen Cesarea, Roma, Acaya... Muchos exegetas se inclinan por Antioquía de Siria, un centro que, como otros de Asia Menor, había prosperado gracias al empuje económico surgido por la paz del Imperio romano y sus vías de comunicación. La estrada conocida por camino común, koiné hodos, pasaba por esta ciudad y, junto con la via Egnatia, eran consideradas las dos rutas con mayor tráfico de personas y mercancías de la zona. Sumado al transporte marítimo, estas facilidades de comunicación multiplicaron la itinerancia y, por ende, la mezcla de distintos grupos humanos. Los viajeros eran portadores de noticias que transmitían, en primer lugar, a los que pertenecían a su etnia o a su pueblo de origen, con los que intentaban contactar.  Este hecho nos abre a preguntarnos por la composición de los cristianos que se integraron en esta comunidad. Todos los indicios apuntan a que era diversa. Una diversidad que empieza siendo religiosa, pues aparecen muchos gentiles junto a los judíos. Unos gentiles, temerosos de Dios, que era la forma de llamar a los que ya se habían aproximado a la religión judía como simpatizantes.  El autor no abandona al grupo judío minoritario que empezaba a ser perseguido o dejado de lado por los familiares, amigos o dirigentes que no habían abrazado el cristianismo. Esta situación de abierta confrontación con los suyos les inquietaba, a la vez que les hacía preguntarse por la validez de su opción. De aquí las frecuentes citas o alusiones a pasajes de la Escritura con los que el autor intenta tranquilizar a sus oyentes. Jesús no ha hecho más que cumplir todas las promesas que Dios había hecho a Israel.  Por otro lado, no parece que muchos paganos hubieran engrosado sus filas. No olvidemos que todavía nos movemos en las primeras décadas del cristianismo, cuando se empieza tímidamente a salir de las sinagogas y ampliar el cerco de los oyentes a otros círculos.  Las diferencias económicas entre sus componentes también han sido objeto de una gran controversia. La conclusión más lógica nos lleva a la afirmación de que no habría una enorme disparidad entre los diversos miembros, ya que si ninguno pertenecía al grupo de la élite dineraria, tampoco los había extremadamente pobres. Con esto no queremos afirmar que no hubiera algunos individuos que estuvieran bastante mejor situados, pues aparecen con esclavos, casas y posibilidades de viajar. A éstos se les pide que ayuden con sus limosnas a los menos favorecidos y que ofrezcan sus hogares para las distintas celebraciones cristianas, fundamentalmente la cena del Señor. Ayudas que se debían ofrecer sin esperar nada a cambio, a diferencia de las relaciones patrón-cliente, tan extendidas por todo el Imperio romano, que no eran desinteresadas, pues buscaban compensaciones.  Los numerosos pasajes que hacen alusión a las riquezas y que tienen tintes peyorativos no hacen en realidad referencia a miembros de la propia comunidad. Son más bien las reflexiones que nacen en el seno de un grupo, no muy rico, que mira a los ricos con prevención. De cualquier manera, las desigualdades existen en todo grupo social y pueden ser fuente de desavenencias, pero también se pueden convertir en vehículo de santidad entre sus miembros, que es por lo que aboga Lucas.  Nos queda por definir el sexo y la edad de estos cristianos. Seguramente el porcentaje de gente joven era grande, lo que no nos puede extrañar dada las malas condiciones sanitarias en las ciudades y la corta esperanza de vida que tenían sus habitantes. De aquí las numerosas referencias a niños a lo largo del evangelio. También el porcentaje de mujeres es elevado en toda la obra, lo que ha obligado a muchos exegetas a preguntarse por las razones que las empujaron a aceptar el nuevo credo. ¿Mayores niveles de libertad? ¿Composición de comunidades más igualitarias?  Posiblemente la característica más sorprendente en la composición de esta comunidad sería la mezcla étnica. Las ciudades del Imperio eran ya muy variopintas, pero a este cuadro había que añadir que la persecución y la necesidad de viajar para extender el cristianismo promovió el contacto entre gentes de muy diversos orígenes que se fueron sumando al grupo inicial. Personas con diferentes lenguas y oriundas de localidades muy distantes entre sí, lo que supondría la convivencia de identidades sumamente diversas.  Es para este grupo humano y sus problemas para el que escribió Lucas su obra, pero no sólo para ellos, pues sabemos que existía una gran conexión entre las diversas comunidades cristianas. Los escritos se copiaban para mandarlos a otros grupos, de forma que todos se pudieran enriquecer con sus aportaciones. Es así como el evangelio se fue repartiendo a lo largo de la geografía y del tiempo, llegando hasta nuestros días. El autor del evangelio Desde el siglo II, al autor del evangelio se le llama Lucas y se le relaciona con el colaborador de Pablo que aparece en la carta a Filemón, el mismo que en Colosenses 4,14 es tenido por médico. Una profesión que parece plausible, ya que, de ser un invento, éste no aporta nada especial. El problema de estas atribuciones es que nos encontramos con la posibilidad de que se haya adjudicado la obra a un autor cercano a los primeros apóstoles como un medio de añadir valor a lo escrito. Una costumbre muy extendida en esa época y por lo tanto real, cuyo ejemplo más cercano lo tenemos en muchas cartas atribuidas a Pablo.  ...



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