García Ruiz | John Henry Newman: el viaje al Mediterráneo de 1833 | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 46, 460 Seiten

Reihe: 100xUNO

García Ruiz John Henry Newman: el viaje al Mediterráneo de 1833


1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-9055-886-7
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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ISBN: 978-84-9055-886-7
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'No he pecado contra la luz': palabras intrigantes con las que John Henry Newman se defendía de sí mismo durante la enfermedad que lo puso a las puertas de la muerte en la primavera de 1833, perdido en lo más profundo de Sicilia. Los meses anteriores había recorrido el Mediterráneo, desde Gibraltar a Malta, Corfú, Nápoles y, sobre todo, Roma. La experiencia tuvo poco que ver con el consabido Grand Tour y mucho con una verdadera odisea interior de enormes repercusiones para este viajero enfrentado a una crisis de conciencia que él mismo analizó en Mi enfermedad en Sicilia, un brillante texto autobiográfico que se traduce aquí por primera vez al castellano. Recuperado y devenido clérigo radical, Newman desplegó una actividad vibrante y polémica que revolucionó Inglaterra al emancipar la Iglesia anglicana del poder civil y declarar a los cuatro vientos su autoridad divina. Muchos en Inglaterra tomaron partido por esa revolución contrarrevolucionaria: eso es el Movimiento de Oxford. Partiendo de las cartas que Newman escribió a su familia y amigos en esos meses, el autor del libro traza los orígenes del insólito viaje interior que, de manera insospechada, llevó a Newman desde un 'irresistible amor a Sicilia' hasta la Iglesia católica.

Víctor García Ruiz (Madrid, 1959) es catedrático de literatura española en la Universidad de Navarra. Ha editado y traducido al castellano diversas obras del cardenal Newman, entre ellas los Parochial and Plain Sermons (Sermones parroquiales, 8 vols.). Es autor de Suyo con afecto: autobiografía epistolar de John Henry Newman (2002), otro libro de corte biográfico, como el presente.

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Viajando a contrapelo Como mejor se disfrutan los viajes es preparándolos. Los prolegómenos dicen mucho también acerca del viaje mismo y del viajero. Por eso, antes de las cartas en que Newman empieza a relatar su experiencia viajera, he querido incluir una variada selección de cartas y diarios donde vemos surgir ya los motivos que serán dominantes en esta aventura que resultará crucial en la vida de Newman. Para orientar al lector en el cómo y el por qué de los muchos detalles que encontrará en las cartas, voy a proponer unos polos temáticos, relacionados naturalmente entre sí, y vinculados a las tres esferas espaciales de Oxford, el Reino Unido y el Mediterráneo. 1. El primer polo es el de la política, más concretamente el periodo de grandes reformas constitucionales en Gran Bretaña entre 1828 y 1833. Unas reformas que no se limitan a lo político, sino que tienen una fuerte carga ideológica y religiosa. 2. La segunda gran línea tiene que ver con otra crisis, pero de ámbito privado. Se trata de los conflictos de Newman en el mundo académico de su Oriel college. Tensiones agudas con su Provost y otros colegas que, sin llegar a sórdida riña, transparentan las profundas tensiones ideológicas que se viven en un país que era entonces la primera potencia en la esfera internacional. Si en un fellow del Oxford clásico no era fácil distinguir al académico del clérigo, en el caso de Newman esa dificultad se acentuaba, pues a sus labores docentes unía su condición de párroco de la iglesia de Santa María, secularmente vinculada por estatutos a Oriel college y, por costumbre y localización, a la Universidad de Oxford. Esta última nació, a finales del siglo XII, en gran medida en el entorno de Saint Mary’s, dado que muchos de sus miembros vivían en los límites de esa parroquia. En el interior de Santa María se celebraban reuniones, exámenes, y ceremonias. Hasta principios del XIV la Universidad no tuvo un edificio propio independiente; y este primer edificio, la Congregation House, como la cosa más natural del mundo, se construyó pared con pared con Santa María. Es decir, que la Universidad de Oxford nació visiblemente al amparo de la iglesia y parroquia de Saint Mary’s, en el mismo emplazamiento que esta tuvo, y tiene, desde el principio. Quiero decir con todo esto que Newman llevaba su condición clerical bastante más allá que un fellow corriente. El Vicario de Santa María, que era, a la vez, iglesia oficial de la Universidad y parroquia, podía llegar a tener una muy particular influencia en la vida de Oxford; y en el caso de Newman, la tuvo y muy notable, durante una larga década. 3. El tercer polo de este preámbulo se relaciona con su primer libro, Los arrianos del siglo IV, con el que Newman se inició en la investigación de la Iglesia primitiva, una orientación que resultará clave en su evolución posterior. 4. El cuarto tiene que ver con el viaje, los motivos de salud y amistad que lo motivaron, y la ampliación de horizontes que la experiencia trajo consigo. Si hay un factor que termina por unificar estos cuatro polos, ese es la necesidad de acción: luchar y sufrir por el bien de su Iglesia amenazada. 1. Los dos grandes asuntos que llevaron a una profunda remodelación del estado constitucional británico entre 1828 y 1833 fueron la Emancipación Católica y el Great Reform Bill.3 Las reformas de esos años suponen toda una Revolución en Inglaterra; incruenta, pero Revolución, como la Revolución Francesa y las demás revoluciones continentales, tan aborrecidas todas ellas por los pensadores conservadores. El propio Newman, al tocar puerto en Argel, posesión francesa, se negó a mirar la bandera tricolor, por revolucionaria (Apologia 82); y es muy consciente, como escribe a su madre en marzo del 29, de que «vivimos en una nueva era», que analiza a continuación en lo que se refiere a la Verdad religiosa, el ejercicio de la razón y su «teoría» sobre la tradición de los pueblos. Tanto la Emancipación como el Reform Bill modificaban seriamente la situación de la Iglesia anglicana. Desde finales del siglo XVII, con la Revolución Gloriosa (1688), los anglicanos tenían una posición de hegemonía absoluta en el gobierno y en la sociedad del Reino. Católicos y protestantes no anglicanos —los Disidentes— estaban al margen de cualquier cargo público y de los círculos sociales altos. El monopolio anglicano empezó a cuestionarse a lo largo del XVIII, pero los intentos de derogar las leyes (Test and Corporation Acts, de 1673 y 1661) que imponían la ortodoxia anglicana (y que consistían en recibir la Comunión según la fe anglicana, jurar Lealtad al rey y a su Supremacía sobre la Iglesia, y negar formalmente la doctrina de la Transustanciación) a cualquier cargo público fueron rechazados por tres veces en el Parlamento.4 Estos esfuerzos revivieron a partir de 1815, tras la Revolución y las guerras napoleónicas. Finalmente, en febrero de 1828 Guillermo IV firmó a regañadientes una legislación según la cual los Disidentes que fueran elegidos para un cargo público se comprometían a no perjudicar a la Iglesia Establecida. Podía considerarse como una derogación de las Test and Corporation Acts. Con eso podían ya ser miembros del Parlamento; un Parlamento que legislaba no solo para el Estado sino también para la Iglesia. En general, a Newman no le preocupaban especialmente las cuestiones políticas en sí mismas (Norman), pero cada vez le interesaron más las eclesiásticas porque veía con claridad que ese tipo de reformas terminarían por hacer de la Iglesia un simple ministerio del Estado, y de los clérigos un meros funcionarios, en vez de unos audaces y libres ministros de Dios y de la Iglesia de Cristo; en vez de unos apóstoles como Pedro o Pablo. Esto es justamente lo que empezó a ocurrir con la Cuestión Católica, suscitada desde Irlanda. Los católicos ingleses se conformaban con obtener el acceso a cargos públicos sin abjurar de su fe. Pero en Irlanda las cosas estaban bastante peor para los católicos locales. En 1821 había casi 7 millones de irlandeses, de los cuales menos de un millón eran protestantes. De los 1314 cargos menores abiertos a católicos solo 39 eran de hecho ocupados por católicos. Los casi seis millones de católicos pagaban diezmos a la Iglesia anglicana de forma obligatoria. Con frecuencia los terratenientes, protestantes, vivían fuera de Irlanda y gastaban fuera de la isla unas rentas que salían del trabajo de campesinos católicos, que subsistían malamente allí a base de patatas.5 En la década de 1820, la densidad de población en Irlanda (365 habitantes por milla cuadrada) era la más alta de Europa. Desde finales del XVIII hubo rebeliones de la población e intentos por parte del Gobierno británico de apaciguar a los irlandeses.6 En 1828 Daniel O’Connell fue elegido miembro del Parlamento por el condado de Clare; técnicamente podía ser elegido, pero no estaba claro si podía tomar posesión de su puesto porque, en principio, ello implicaba jurar contra su fe católica. El caso es que si se le negaba, dadas las circunstancias, las autoridades británicas temían una rebelión en Irlanda. Dos políticos muy importantes, el Duque de Wellington y Robert Peel, se pusieron de acuerdo para favorecer la Emancipación, contra el firme criterio de, entre otras muchas instancias, la Universidad de Oxford. Aquí es donde Newman comenzó a implicarse porque veía que los políticos sacrificaban los derechos de la Iglesia por motivos de conveniencia: pacificar Irlanda. Newman, Hurrell Froude y Keble preferían arriesgarse a una guerra en Irlanda antes que ceder y que los católicos, desde el Parlamento, pudieran tomar decisiones sobre la Iglesia.7 En su misma Common Room de Oriel college había también división: fellows más veteranos y más liberales en lo eclesiástico, como Richard Whately y el Provost Edward Hawkins, estaban a favor de la Emancipación. Newman y los suyos se salieron con la suya, en parte, cuando Peel fue rechazado como representante de la Universidad en el Parlamento; «a glorious Victory», escribe Newman. Precisamente en aquellos meses se estaban reorganizando sus amistades y afinidades ideológicas: Newman se distanciaba poco a poco de su incipiente liberalismo y se aproximaba a las posiciones High Church de Keble y Froude, dispuestos a defender el estatuto de la Iglesia. La Emancipación fue la primera causa en que los tres trabajaron juntos. Pero de nada sirvió la derrota de Peel en Oxford. La Emancipación pasó pronto a ser ley, la Roman Catholic Relief Act, de 1829. Tras la práctica derogación de las Test and Corporation Acts primero, y la Emancipación Católica después, los reformadores (mezcla de radicales, Whigs moderados, clases medias y proletariado) se propusieron reformar la composición del Parlamento, alterando el sistema electoral; es decir, la distribución de los escaños y las condiciones que debían cumplir los ciudadanos para elegir representantes. Antes de la Reforma Electoral (Great Reform Act, de 1832), cada circunscripción mandaba dos representantes al Parlamento, sin importar su tamaño o población. Hasta mediados del XVIII, antes de la Revolución Industrial, los miembros del Parlamento, o Casa de los Comunes, ofrecían una aceptable representación de la riqueza y la población del Reino Unido. Los grandes cambios de población llevaron a que ciudades como Birmingham, con 144.000 habitantes, o Manchester, con 180.000, no tuvieran representación parlamentaria. En cambio, distritos poco poblados (rotten boroughs, burgos podridos) enviaban...



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