E-Book, Spanisch, 256 Seiten
Fuller Sobrevivir, existir, vivir
1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-254-3431-0
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
La terapia en cada fase de la psicosis grave
E-Book, Spanisch, 256 Seiten
ISBN: 978-84-254-3431-0
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
Un libro que desbanca muchos de los mitos que todavía persisten sobre la psicosis y abre una nueva perspectiva que combina la profundidad teórica con una metodología terapéutica muy práctica, estructurada en tres fases: sobrevivir, existir y vivir.
Sobrevivir, Existir, Vivir abre una nueva perspectiva para la psicoterapia de la psicosis grave y ofrece un modelo heurístico para comprenderla a lo largo de un continuo de gravedad, desde la experiencia extrema de la incapacitación de la psicosis aguda hasta una experiencia vital más plena. Pamela Fuller insiste en que, para facilitar la recuperación de la psicosis, es necesario considerar la situación de cada persona en base a tres fases: 1) Sobrevivir: preocupación por la supervivencia; 2) Existir: preocupación por restringir las experiencias vitales para poder afrontarlas; y 3) Vivir: preocupación por la calidad de vida y las relaciones. Fuller ofrece una guía detallada para adaptar el tratamiento a estas tres etapas y ayudar a las personas con psicosis a transitar desde el sufrimiento hacia una vida más plena. Para ello, describe con detalle las intervenciones terapéuticas específicas para cada fase, ofrece ejemplos de casos clínicos y propone estrategias para fortalecer la resiliencia en el profesional que trabaja con personas con psicosis.
'A través de su lectura, sutilmente se van destruyendo la mayor parte de mitos que aún persisten acerca de qué es la psicosis y cómo puede afrontarse. El asilo químico y la supuesta tragedia social, familiar e individual que se asocia con la psicosis, es reemplazada por una mirada optimista, que muestra que transitar por el proceso de la psicosis puede convertirse en una oportunidad no solamente de curarse, sino de salir fortalecido como ser humano. La meta no es solamente rehabilitar, sino habilitar aspectos de la personalidad, que de no haber existido un episodio psicosis seguramente jamás habrían salido de las profundidades del ser.
Pamela R. Fuller es doctora en psicología clínica por la universidad de Florida y ejerce actualmente como psicoterapeuta en Evanston, Wyoming, EE.UU. Desde 1993 ha adquirido una amplia experiencia como en todo el rango de la asistencia psicológica a niños, adolescentes y adultos con problemas psicológicos graves.
Autoren/Hrsg.
Weitere Infos & Material
Avanzando hacia formas de ayuda a las psicosis más integrales (y democráticas) Jorge L. Tizón El tiempo del tratamiento unidimensional de las psicosis, basado en psicofármacos administrados casi como «único remedio» contra una supuesta «enfermedad del cerebro genéticamente determinada y devastadora», ha comenzado a quedar atrás. Incluso en países como el nuestro, donde los profesionales han acabado desbordados por las pseudoinformaciones y los pseudoconocimientos que hipertrofian el valor de los tratamientos psicofarmacológicos. En efecto, uno de los resultados pragmáticos de tal situación consiste en que dichas terapias han acabado siendo casi las únicas administradas en la clínica, al menos para los sectores sociales con bajos ingresos. Por fortuna, en nuestro país, y también en otros, entre los profesionales y, desde luego, entre la población se perciben aires de cambio o, como poco, de duda. La población, y grupos enteros de profesionales, cada vez más conscientes y de forma organizada, están demandando tratamientos adaptados a las necesidades concretas de quienes los reciben: terapias que tengan en cuenta sus diferencias psicosociales y antropológicas y los diferentes momentos de evolución de su psicosis. Es decir, el tipo de tratamiento que hace más de veinticinco años Alanen y sus primeros equipos llamaron tan: «tratamiento adaptado a las necesidades». Para esos pioneros, y para los que de alguna forma deseamos proseguir y desarrollar su trabajo, esto implica la necesidad de poner en pie nuevas perspectivas, dispositivos y programas para atender los diferentes momentos de la evolución de la psicosis en las personas afectadas, sus familias, su microgrupo social, etcétera. Y también ha de conllevar cambios culturales e ideológicos relevantes. De ahí la importancia de conformar equipos de detección y atención precoz, minirresidencias para crisis, pisos para pacientes en fases intermedias de tratamiento, «hospitales de día» con enfoques psicoterapéuticos (equipos de crisis), programas extrahospitalarios basados en las ayudas familiares, psicoterapéuticas y rehabilitadoras, programas a domicilio para los pródromos y los emar («estados mentales de alto riesgo»), y también nuevas actitudes de los servicios de ingreso. Y, al mismo tiempo, acciones que lleven a un cambio de mentalidad o de cultura en la población, sus administradores, los políticos y los profesionales. Hoy por hoy, diversas terapias alternativas al tratamiento unidimensionalmente psicofarmacológico ya han sido estudiadas desde múltiples perspectivas clínicas, empíricas e incluso económicas; es decir, desde el punto de vista de su eficacia, pero también de su eficiencia y efectividad, de su oportunidad, seguridad, capacidad de autonomización y de su «adaptación a las necesidades» —real y no solo teórica— de las subpoblaciones afectadas, sufrientes. Parte de los títulos de la colección 3p ha estado dedicada a esos fines. En ese avance existen, a mi entender, tres momentos fundamentales. El primero de ellos es el esfuerzo puesto en marcha por algunos psicoterapeutas, en principio por psicoanalistas, para, en medio de diatribas, incomprensiones, descalificaciones y acusaciones, defender el valor de las aproximaciones que intentan comprender al paciente con psicosis; para defender aproximaciones que, en consecuencia, lo consideran como un sujeto, intentan valorar y desarrollar sus aspectos «sanos» y ayudarle a reducir o contener sus núcleos más alterados, más entorpecedores, de la relación y el desarrollo. Afortunadamente, esas perspectivas psicoterapéuticas iniciales, de fundamento psicoanalítico, desde hace al menos tres decenios son complementadas por otras perspectivas psicoterapéuticas: sistémica, cognitivo-conductual, interpersonalista, racional-emotiva, etcétera, y con avances técnicos concretos, como la psicoterapia psicoanalítica adaptada, las terapias cognitivo-conductuales, las psicoterapias psicoanalíticas integradas en el tianc («tratamiento integral basado en las necesidades del sujeto y su familia en la comunidad»), las ayudas familiares específicas, el Open Dialogue, los grupos de diversa orientación y con diversos participantes (psicoterapéuticos, «de ayuda mutua», multifamiliares, psicoeducativos…). El segundo avance proviene del desarrollo de la psicofarmacología para las psicosis: a pesar de nuestras críticas —tanto personales como de la organización a la que pertenecemos Pamela Fuller y yo mismo, la isps (International Society for Psychological and Social Approaches to Psychosis)— a un uso aventurero, unidimensional y magnificado de los neurolépticos y otros psicofármacos, no cuestionamos la utilidad de estos en una clínica psicopatológica actualizada. Las críticas se deben, sobre todo, a que muchos de los clínicos que los utilizan no disponen ni de una teoría ni de técnicas precisas para su inclusión en los imprescindibles tratamientos integrales o combinados de los que hemos hablado en varios volúmenes de esta colección (entre otros, en los de autores como Read, Martindale, Johannessen, Penedés y Gastó, Brun, Tizón). Pero esto no debe significar la descalificación de la indudable utilidad que poseen dichos psicofármacos para determinados pacientes en determinados momentos de su evolución (y no para todos los sujetos en todos los momentos de su evolución). El tercer momento del desarrollo de una terapia más integral de las psicosis ha consistido hasta hoy en la sistematización de la perspectiva clínica de que las psicosis evolucionan por fases que precisan terapias diferenciadas —una perspectiva que debería haber estado clara para todos los profesionales y estudiosos por lo menos desde Conrad— y mucho más si se tienen en cuenta los primeros escritos sobre el tema del propio Sigmund Freud. Son los tratamientos «fase-específicos», que se defendían en el libro de Johannessen, Martindale y Cullberg, mucho más comprehensivos y, por lo tanto, «adaptados a las necesidades», como defendió y promovió Yrjo Alanen. Claro que, para ello, se necesita una nueva perspectiva del desarrollo de las psicosis y una perspectiva mucho más amplia e integradora de las diferentes terapias o técnicas de ayuda a los pacientes con psicosis. Hay que tener en cuenta una serie de momentos diferenciables, como han defendido por ejemplo Cullberg, Yung, Phillips y McGorry o Klosterkötter y hemos esquematizado en Entender las psicosis1 en tablas como la que se detalla a continuación. Desde luego, hay que partir de las diferentes necesidades que implica tratar a los «menores altamente vulnerables» y sus posibles períodos premórbidos con respecto a contener y tratar los períodos prodrómicos y emar y con respecto a tratar mediante terapias integrales los primeros episodios de psicosis abierta o aguda (pep), como allí hemos defendido. Se trata de seguir avanzando desde modelos biologistas y unidimensionales, en los cuales parece que —según muchos profesionales— sujeto, familia y comunidad no tienen nada que hacer, hacia perspectivas dinámicas del desarrollo y técnicas más integrales; hacia perspectivas en las cuales puedan colaborar tanto los pacientes como sus familiares, su comunidad y los núcleos vivenciales organizados de esta. Por eso suelo hablar, con un interés más «provocador del pensamiento» que teórico, de la larga marcha hacia unos tratamientos más «democráticos» de las psicosis, hacia unos tratamientos que, en vez de heteronomizar aún más a los sujetos, sus allegados y su comunidad, les proporcionen más capacidades de autonomía, autogestión, aceptación, rechazo o críticas creativas de los tratamientos que hoy ofrecemos los profesionales. La aportación de Pamela Fuller ha consistido, desde hace años, en promover un nuevo desarrollo en ese sentido: en el libro que aquí prologamos, intenta proporcionar un «modelo heurístico» para atender el trastorno psicótico a lo largo de su evolución, partiendo de los diversos momentos de su gravedad o cronificación clínica. Tabla 1. Las fases o los momentos evolutivos de una psicosis1 A partir de su perspectiva de las psicosis desarrolladas y más cristalizadas, en las cuales el sujeto dedica casi todas sus capacidades psicológicas a «sobrevivir», Pamela nos propone su enfoque sel para diferenciar los diversos momentos evolutivos, así como una terminología espacialmente adaptada a las vivencias tanto de los propios pacientes como de los que estamos a su alrededor. Se trata de una terminología vivencial, pero teórica y técnicamente fundamentada. De hecho, basada en lo que, desde una conceptualización psicoanalítica actualizada, llamaríamos capacidades yoicas e integración/desintegración del self. Pamela lo intenta desde una terminología próxima, empática y vivencial, pero buscando no perder profundidad y sentido técnico: de ahí su demarcación de las fases fundamentales de las psicosis, no como psicosis crónica y defectual, subaguda o en fase de recuperación, sino menos médica y más humana: «sobrevivir», «existir» y «vivir». La fase o momento de la «supervivencia» se halla dominada por la falta de consistencia, cohesión y sentido del self, la conciencia limitada del otro, la sensación constante de estar amenazado y el resto de los elementos clínicos de una psicosis grave. Consecuentemente, las terapias fundamentales han de ir encaminadas hacia la diferenciación y estructuración del self, la mejoría de la adaptación a las necesidades de la vida cotidiana y la...