E-Book, Spanisch, 172 Seiten
Felicidad
1. Auflage 2018
ISBN: 978-84-291-9408-1
Verlag: Reverte-Management
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 172 Seiten
Reihe: Serie Inteligencia Emocional HBR
ISBN: 978-84-291-9408-1
Verlag: Reverte-Management
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Harvard Business Review es sin lugar a dudas la referencia más influyente en el sector editorial en temas de gestión y desarrollo de personas y de organizaciones. En sus publicaciones participan investigadores de reconocimiento y prestigio internacional, lo que hace que su catálogo incluya una gran cantidad de obras que se han convertido en best-sellers traducidos a múltiples idiomas.
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El profesor de psicología de Harvard Daniel Gilbert es muy conocido por su libro superventas publicado en 2006, Su trabajo muestra, entre otras cosas, los errores sistemáticos que todos cometemos cuando imaginamos qué felices (o desgraciados) vamos a ser. En esta entrevista realizada por Gardiner Morse, Gilbert presenta una visión general de la investigación sobre la felicidad y explora cuáles son sus límites.
HBR: ¿Por qué la investigación sobre la felicidad se ha convertido en un
Gilbert: Hace muy poco que nos hemos dado cuenta de que podíamos armonizar uno de los interrogantes más antiguos de la humanidad, «¿cuál es la naturaleza de la felicidad humana?», con nuestra más reciente forma de responder a las preguntas: la ciencia. Hasta hace unas pocas décadas, el problema de la felicidad estaba en manos de los filósofos y los poetas.
Los psicólogos siempre han estado interesados en las emociones, pero en las últimas dos décadas ha habido un florecimiento de su estudio, y una de las emociones que han estudiado con más interés es la felicidad. Recientemente, economistas y neurocientíficos se han unido a este interés. Todas estas disciplinas tienen intereses distintos pero con puntos en común: los psicólogos quieren entender lo que siente la gente, los economistas quieren descubrir lo que la gente valora y los neurocientíficos quieren saber a qué recompensas responde el cerebro de las personas. Con estas tres disciplinas distintas estudiando un mismo tema, la cuestión de la felicidad se ha puesto sobre el mapa científico.
Los artículos de investigación sobre la felicidad se publican en revistas como , la gente que investiga la felicidad gana el Premio Nobel y los gobiernos de todo el mundo están apresurándose para descubrir cómo medir y aumentar la felicidad de sus ciudadanos.
¿Cómo puede medirse algo tan subjetivo como la felicidad?
Medir las experiencias subjetivas es mucho más fácil de lo que te imaginas. Es lo que hace tu oculista cuando te gradúa las gafas. Te pone una lente delante del ojo y te pide información sobre tu experiencia, y entonces te pone otra lente, y luego otra. Usa la información que tú le das como si fueran datos, los somete a un análisis científico y diseña una lente que te permitirá ver perfectamente, y todo ello a partir del relato de tu experiencia subjetiva. Los relatos a tiempo real de la gente son aproximaciones muy buenas a sus experiencias, y nos permiten ver el mundo a través de sus ojos. La gente tal vez no es capaz de decirnos en qué grado era feliz ayer o cuán felices serán mañana, pero sí pueden decirnos cómo se sienten en el momento en que se lo preguntamos. La pregunta «¿cómo estás?» tal vez sea la más frecuente del mundo, y no deja a nadie sin respuesta.
Hay muchas formas de medir la felicidad. Podemos preguntar a la gente: «En este momento, ¿cuál es tu grado de felicidad?», y hacer que lo puntúen en una escala. Podemos usar imágenes de resonancia magnética para medir el flujo sanguíneo del cerebro, o la electromiografía para medir la actividad de los «músculos de la sonrisa» en la cara. Pero, en la mayoría de los casos, estas medidas tienen un elevado grado de correlación (y creo que tendrías que ser el ministro de Sanidad para escoger las formas de medir más caras y complicadas sobre las sencillas y baratas).
¿Pero esa escala no es bastante subjetiva? Tu 5 puede ser un 6 para mí.
Imagínate que una tienda ha vendido un montón de termómetros baratos que no están muy bien calibrados. Personas con temperaturas normales pueden obtener lecturas distintas de 37 grados centígrados y dos personas con la misma temperatura pueden obtener diferentes lecturas. Esas inexactitudes pueden hacer que la gente busque un tratamiento médico innecesario o que no reciba el tratamiento necesario. Así que los termómetros defectuosos a veces son un problema, pero no siempre. Por ejemplo, si llevo a cien personas a mi laboratorio, expongo a la mitad de ellos al virus de la gripe, y uso esos termómetros defectuosos para tomarles la temperatura una semana después, la temperatura media de la gente que estuvo expuesta será probablemente superior a la temperatura media de la gente de la otra mitad del grupo. Algunos termómetros subestimarán la temperatura y otros la sobrestimarán, pero siempre que se tome la temperatura a suficientes personas, las inexactitudes se eliminarán. Incluso con instrumentos muy mal calibrados podemos comparar a grandes grupos de personas.
Una escala de clasificación es como un termómetro defectuoso. Sus imprecisiones hacen que sean inadecuadas para realizar algunos tipos de mediciones (por ejemplo, decir exactamente en qué grado era feliz Juan a las 10:42 h de la mañana del 3 de julio de 2010), pero es perfectamente adecuado para los tipos de mediciones que realizan la mayoría de los investigadores en psicología.
¿Qué han descubierto todos estos investigadores de la felicidad?
La mayoría de los estudios confirman cosas que ya sospechábamos. Por ejemplo, en general las personas que tienen una buena relación de pareja son más felices que los que no la tienen. La gente sana es más feliz que la gente enferma. La gente que participa de su religión es más feliz que la que no lo hace. La gente rica es más feliz que la gente pobre. Y así sucesivamente.
Dicho esto, ha habido algunas sorpresas. Por ejemplo, aunque todas estas cosas efectivamente hagan más feliz a las personas, es sorprendente la poca importancia de cada una de ellas. Sí, una nueva casa o una nueva pareja te harán más feliz, pero no mucho, ni por mucho tiempo. Resulta que las personas no somos muy buenas prediciendo qué nos hará felices o cuánto durará esa felicidad. Esperamos que los acontecimientos positivos nos hagan mucho más felices de lo que en realidad nos hacen, y que los acontecimientos negativos nos hagan mucho más infelices de lo que en realidad nos hacen. En los estudios de campo y en los de laboratorio, hemos visto que perder o ganar una elección, conseguir o perder una pareja, que te promocionen en el trabajo o no, o aprobar o suspender un examen son acontecimientos que tienen mucho menos impacto sobre la felicidad de lo que anticipamos. Un estudio reciente mostró que son muy pocas las experiencias que nos afectan más de tres meses. Cuando nos ocurren cosas buenas, las celebramos durante un tiempo y luego volvemos a estar como antes. Cuando nos ocurren cosas malas, lloramos y gimoteamos durante un tiempo, y luego nos recomponemos y seguimos adelante.
¿Por qué los acontecimientos tienen un efecto tan fugaz sobre la felicidad?
Una razón es que la gente es buena sintetizando la felicidad, encontrando los aspectos positivos. Como resultado, generalmente superamos mejor de lo que esperábamos cualquier tipo de trauma o tragedia que nos suceda. En cualquier periódico que hojees encontrarás montones de ejemplos. ¿Recuerdas a Jim Wright, el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que se vio obligado a dimitir debido a un turbio acuerdo para la publicación de un libro? Unos años después explicó al que estaba «mucho mejor, física, financiera, emocional y mentalmente y en casi todos los sentidos». Luego está Moreese Bickham, que pasó 37 años en la Penitenciaría Estatal de Luisiana; después de salir de prisión declaró: «No me arrepiento ni un minuto. Fue una experiencia fantástica». Parece que estos hombres están viviendo en el mejor de los mundos posibles. Pete Best, el batería original de los Beatles, fue sustituido por Ringo Starr en 1962, justo antes de que el grupo se hiciera famoso. Ahora es un batería de sesión. ¿Qué opinaba de haberse perdido la oportunidad de ser parte del grupo más famoso del siglo XX? «Soy más feliz de lo que habría sido con los Beatles».
Uno de los descubrimientos más sólidos sobre la felicidad es que no necesitamos ir corriendo al psicoterapeuta cada vez que se nos rompen los cordones de los zapatos. Tenemos una importante capacidad para sacar el mejor partido de las cosas. La mayoría de las personas son más resilientes de lo que creen.
¿No se engañan a sí mismos? ¿No es la felicidad real mucho mejor que la felicidad sintética?
Debemos ser cuidadosos con los términos que empleamos. El nailon es real, pero no natural. La felicidad sintética es perfectamente real; solo que está hecha por el hombre. La felicidad sintética es lo que producimos cuando no conseguimos lo que queremos, y la felicidad natural es lo que sentimos cuando lo conseguimos. Tienen orígenes distintos, pero no son necesariamente diferentes en términos de cómo se experimentan. Una no es obviamente mejor que la otra. Por supuesto, muchas personas no se dan cuenta de esto. La mayoría cree que la felicidad sintética no es tan «buena» como la natural, que la gente que la genera se engaña a sí misma y que en realidad no son felices. No tengo ningún indicio de que ese sea el caso. Si te quedas ciego o pierdes tu fortuna, te darás cuenta de que hay una nueva vida más allá de esos acontecimientos. Y descubrirás muchas cosas sobre esa nueva vida que son bastante buenas. De hecho, sin duda encontrarás algunas cosas que incluso son mejores que las de antes. No te estás mintiendo, no estás delirando: estás descubriendo cosas que no sabías, que no podías saber hasta que no estuvieras en esa nueva vida. Estás buscando cosas que hagan mejor tu vida, las estás encontrando y te están haciendo feliz. Lo que más me sorprende como científico es que la mayoría de...




