Ewen | Francis Plug: Cómo ser un autor público | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 376 Seiten

Reihe: Impedimenta

Ewen Francis Plug: Cómo ser un autor público


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-18668-96-8
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, 376 Seiten

Reihe: Impedimenta

ISBN: 978-84-18668-96-8
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
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Una obra a la vez hilarante y reflexiva que hará? las delicias de todos los amantes de la literatura y del humor británicos. Una desopilante representación del circo literario en la que Paul Ewen desdibuja la línea entre realidad y ficción. Francis Plug es un inadaptado entrañable, un alcohólico empedernido, un jardinero desequilibrado, un tipo desastroso, caradura, una caricatura de si? mismo. Lo que lo diferencia del resto de hombres de estas características es su obsesión por los autores contemporáneos. Concretamente, por los ganadores del Premio Booker, cuyos autógrafos e inestimables consejos se ha propuesto conseguir a toda costa. Irrumpe sin reparo en una presentación tras otra y hace pasar vergüenza a escritores de la talla de Salman Rushdie, Hilary Mantel, Kazuo Ishiguro o V. S. Naipaul. Y es que él también esta? escribiendo un libro: un manual de autoayuda para escritores noveles. En una deslumbrante sátira al más puro estilo inglés, Paul Ewen reflexiona sobre la soledad, el ansia de encajar y los escabrosos entramados de la industria editorial. Esta novela es un retrato despiadado de lo que significa ser un autor en el siglo XXI. CRÍTICA «No me reía tanto desde Dinero, de Martin Amis.» -Christopher Hart, The Sunday Times «La novela más divertida que he leído en mucho tiempo.» -Kate Saunders, The Times «Estamos, sin duda, ante una obra maestra de la comedia moderna.» -Ben Myers «Paul Ewen es un genio de la literatura de humor. Francis Plug es la novela más divertida de los últimos años.» -The New Statesman «Una historia tan punzante como un buen gin tonic.» -The Listener «Un estudio maravilloso del extraño mundo de los autores famosos. Sin duda una parábola de nuestros tiempos.» -Jane Housham, The Guardian «Para aquellos con gusto por la comedia oscura, impredecible y, a veces, surrealista, este es un libro de vigorizante originalidad.» -Charlotte Heathcote Daily Express

Paul Ewen es un escritor neozelandés. Ha escrito para Dazed & Confused, y es colaborador habitual de la revista en línea Five Dials, de Hamish Hamilton. Su primera novela, «London Pub Reviews», fue descrita como «un cruce entre 'Blade Runner' y 'Coronation Street'», y como «una obra de gran ingenio cómico». Su libro «Francis Plug: Cómo ser un autor público» (Impedimenta, 2023) ha sido libro del año para medios como The Guardian, The New Statesman; además, ha sido publicado en el Reino Unido, en Australia, en Alemania y en Serbia. The Sunday Times lo describió como «una nueva creación cómica brillante y trastornada», y The New Statesman como «una obra maestra cómica moderna». Actualmente vive en el sur de Londres.

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El agua forma ondas en el vaso de Salman Rushdie. El vaso en sí está perfectamente inmóvil; reposa muy quieto sobre la superficie lisa de la mesa, pero hay ondas en el agua. Es agua mansa, pero se mueve. Sé que es agua mansa porque alcanzo a leer la etiqueta de la botella. Agua mansa de manantial. Estoy sentado en primera fila. Puedo verla con mis propios ojos. Salman Rushdie apenas ha tocado su agua, como es lógico. El agua la colocaron sobre la mesa poco antes de las 18:30, y él no tomó asiento hasta las 19:07. Así que ha estado ahí servida, calentándose, durante casi cuarenta minutos. Imagínense cómo sabrá ahora, sobre todo bajo todos esos focos tan potentes. Yo a veces bebo agua caliente de la ducha mientras me lavo la cara, pero no me la trago porque tiene el regusto de la que sale de la rana ornamental de un estanque de jardín un día de mucho calor. Así que escupo el agua y dejo que se deslice sobre mi vientre. Y luego le doy a mi tripa una buena enjabonada. Las bacterias proliferan en el agua tibia. Se multiplican a sus anchas en los colchones de agua. Sé de una pareja que nunca limpió su colchón de agua, ni una sola vez. Se supone que hay que añadir productos químicos para mantener libre de bichos el agua recalentada. Pero esta pareja no lo hizo. Quizá ellos no sabían que tuvieran que hacerlo, o puede que se les olvidara. El caso es que un día, antes de una mudanza, vaciaron el contenido del colchón en la bañera. En el agua que empezó a salir a borbotones por la válvula había docenas de seres escamosos con patas y sin ojos. Un montón de ácaros peludos diminutos que se pusieron a patear en la reluciente bañera blanca. La pareja se quedó horrorizada. Pero faltaba el remate final. Tras una expectoración flemosa, se escurrió del interior un gigantesco gusano viscoso de dos metros, o quizá más, de largo y más gordo que un pulgar. Habían estado durmiendo encima de eso. Durmiendo en una cama de lombriz. Conclusión: no beban el agua de cortesía que les sirvan en los eventos a los que los inviten como autores porque podrían pillar lombrices. Existen otros peligros, además. Su botella de agua podría haber sido manipulada mientras aguarda su llegada, sin supervisión, en el desierto salón de actos. Basta fijarse en lo que hemos aprendido de Agatha Christie. A los personajes de sus libros los envenenan todo el tiempo. La escritora hasta se molesta en revelar qué tipo de veneno se emplea y cómo se les administra. En sus bebidas. Los organizadores de este evento seguro que se conocen la obra de Agatha Christie de pe a pa, y sabrán de la existencia de la brugmansia, otrora conocida como datura, un arbusto nativo de Sudamérica, con flores en forma de péndulo y perteneciente a la familia de las solanáceas, cuyo célebre perfume nocturno es utilizado por las tribus amazónicas en forma de veneno destilado para impregnar las puntas de sus flechas. No hace falta ser un cerebrito para sacar conclusiones. Estaba programado que el evento de esta tarde comenzara a las siete, pero el profesor John Mullan, que es el que hará todas las preguntas, y su invitado, el novelista Salman Rushdie, no han tomado asiento a la mesa de pino claro hasta unos siete minutos después. Me he dado cuenta de que los autores siempre van con retraso. Esa es la razón por la que, a diferencia de lo que sucede con otras celebridades, no les pagan cantidades ingentes de dinero por publicitar relojes caros. Yo, sin embargo, he entrado en el Shaw Theatre a las seis y veinte minutos y por eso he podido hacerme con este exclusivo asiento en el mismísimo centro de la primera fila. Si estuviera viendo a Salman Rushdie por la tele, entonces tendría que colocarme más atrás para no dañarme la vista. Antes, una vez reservado mi asiento con mi abrigo, he estado correteando por el auditorio vacío jugando a polis y cacos. Tras asignarme el papel de caco, he recorrido a toda velocidad una fila, entre las butacas plegadas, con la mano derecha metida en la manga sosteniendo una pistola. Al alcanzar la pared del fondo y darme cuenta de que no tenía escapatoria, he dado media vuelta, sacado el arma y empezado a disparar a discreción, mientras gritaba ¡¡AAARRGHH!! Un poli me ha disparado a la cara, y he caído de espaldas sobre la hilera de asientos, pateando el aire con las piernas. Ha sido bastante realista, con una leve conmoción y todo, así que he dado por concluido el juego antes de tiempo y he regresado renqueando entre las butacas, abriendo todos los asientos a mi paso con gran estrépito. Otra cosa que puede usted hacer antes de que dé comienzo el evento literario de turno es dar buena cuenta del vino de cortesía. Mujer de la mesa de bebidas: ¿Otra vez por aquí? F . P. : Sí, estaba delicioso, gracias. Mujer de la mesa de bebidas: ¿Y quiere otra copa? F . P. : Sí, por favor. Mujer de la mesa de bebidas: [Levanta una botella.] ¿Blanco? F . P.: Hum, sí, blanco y tinto, gracias. Mujer de la mesa de bebidas: ¿Blanco y tinto? F . P. : ¡Por qué no! [Con risa nerviosa.] Mujer de la mesa de bebidas: ¿Una de cada? F . P. : ¡De acuerdo! [Con risa nerviosa.] Mujer de la mesa de bebidas: Llega usted un poco pronto, ¿no le parece? Todavía falta media hora… F . P. : Sí. ¿No tendrá licor de Cachemira? Mujer de la mesa de bebidas: ¿Licor de Cachemira? No… F . P. : ¿Y mercurocromo? ¿Tiene? Mujer de la mesa de bebidas: No, solo vino. F . P. : Ya. ¿Y alguno de los vinos contiene serpientes de agua encurtidas? Para la virilidad, digo. Mujer de la mesa de bebidas: No, son todos vinos normales y corrientes. De uva. F . P. : De acuerdo. Quizá podría llevarme una botella. Para ahorrarme… Para ahorrarle a usted la molestia de tener que estar sirviéndome todo el rato… [Con risa nerviosa.] Mujer de la mesa de bebidas: ¿Quiere usted llevarse una botella? F . P. : Ja, ja. Sí. Mujer de la mesa de bebidas: Estooo… Se supone que solo puedo servir una copa por persona. Y usted ya lleva tres. Tres copas más una botella entera vendrían a ser como… siete copas hasta los bordes… F . P. : Soy como un campo de césped, ¿eh? Un campo de césped. La botella vacía reposa ahora de pie junto a mi zapato mientras Salman Rushdie comenta Hijos de la medianoche, su novela premiada con el Booker. En este preciso momento habla sobre el empleo de temas de actualidad. Salman Rushdie: … tratar de incorporar en una novela contemporánea material histórico o político contemporáneo, en particular, da mucho miedo porque, ya sabe, los temas cambian de continuo, ya sea esta semana o el año que viene o en el transcurso de cinco años… El sauvignon blanc conservó su frescura mucho mejor que el agua de Salman Rushdie. ¿Por qué el Shaw Theatre no le ofreció una jarra de agua con hielo? Quizá creyeron que le impresionarían con la bonita botella y el hecho de que el agua fuera de manantial. Madre mía. Si hasta un memo como yo puede darse cuenta de esa ridícula pretensión, me temo que Salman Rushdie debe de estar horrorizado. Otros invitados tienen a gente correteando desde bastidores con bebidas frescas, pero a Salman Rushdie le han endosado un agua que probablemente huela como un guante de lana puesto a secar sobre un radiador. ¿Y si le da un buen sorbo y tiene que escupirla? ¿Dónde lo hará? ¿En la mano? ¿Y luego qué va a hacer con ella? ¿Vaciársela en el bolsillo? Pero ¿y si hay demasiada agua y no le cabe en el cuenco de la mano? Entonces ¿qué? ¿Se la dejará en la boca y se pondrá a hacer gárgaras? ¿O permitirá que rezume de su boca y discurra por su barba? No, no hará cosa semejante. Esto es un evento literario, y Salman Rushdie tiene una reputación que salvaguardar como distinguido hombre de letras. Se verá obligado, en contra de su voluntad, a tragarse el agua calentorra y resignarse al hecho de que no debe beber más, a pesar de que tiene la garganta seca de tanto hablar, cosa a la que obviamente no está acostumbrado porque es escritor, y los escritores no hablan, reposan en silencio. Solo a modo de reiteración, NO BEBAN del agua de cortesía en los eventos a los que asistan como autores invitados. Las ondas en el agua de Salman Rushdie, si no me equivoco, las están produciendo una serie de profundos suspiros. Suspiros que se le escapan por la nariz. Procedo a describir la nariz de Salman Rushdie del mismo modo que otros, llegado el momento, puede que describan, a su vez, la nariz de usted mismo. No es un órgano monumental, pero parece tener mucho que decir. De puente a proa tiene la longitud aproximada de un teléfono móvil moderno, y se asemeja a un ramillete de florecillas que le hubiesen plantado a Salman Rushdie en la cara boca abajo, sin una mísera nota. Los orificios tienen forma de relojes blandos, y su generosa holgura hace posible que por ambos senos circulen, como por sendas cañerías, importantes volúmenes de aire tanto hacia afuera como hacia dentro. Prendidas a la nariz lleva unas estilosas gafas —no estoy seguro de qué marca o de qué óptica, pero quizá un examen más de cerca en alguna imagen de internet podría confirmar este particular—. Es importante...



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