E-Book, Spanisch, Band 88, 168 Seiten
Reihe: Obras fuera de colección
Estévez López Una extra-ordinaria singularidad
1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-277-2637-6
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda
E-Book, Spanisch, Band 88, 168 Seiten
Reihe: Obras fuera de colección
ISBN: 978-84-277-2637-6
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
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Elisa Estévez López, doctora en Teología (Universidad de Deusto, Bilbao) y licenciada en Ciencias Bíblicas (Pontificio Instituto Bíblico de Roma), es profesora titular del Departamento de Sagrada Escritura e Historia de la Iglesia de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).
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Ser la sal de la tierra: espiritualidad laical en el pensamiento de Pedro Poveda
Elisa Estévez López
Hace más de cien años Pedro Poveda, inició una obra de Iglesia, la Institución Teresiana, cuyos miembros habían de vivir al estilo de los primeros cristianos, insertos en las realidades temporales, dando testimonio del Evangelio en medio de las estructuras educativas y culturales, y vinculados por la caridad. Respondía con su iniciativa a la necesidad imperiosa de un diálogo entre la fe y la ciencia, entre la Iglesia y una sociedad cada vez más plural y secularizada que reclamaba su autonomía1. Se sumaba así a otras iniciativas que subrayaban el papel del laicado en la transformación social (más en concreto, en el ámbito educativo, objeto entonces de un agudo debate social). Frente a posturas creyentes integristas e intransigentes, la Obra de Poveda y él mismo, se decantaron por responder al laicismo agresivo, mostrando con obras y palabras alejadas de beligerancia y descalificaciones, que la plenitud de lo humano está en Cristo y que no hay oposición entre fe y ciencia2.
La institución laical que daba sus primeros pasos en 1911 necesitaba de una recia espiritualidad, que Poveda irá pergeñando en los años posteriores, y cuyo prototipo habían de ser los primeros cristianos, como señala en 1934: “La idea de tomar como modelo la vida de los primeros cristianos, nace con la idea misma de la Obra…” [451]3. El objetivo de este capítulo no es una exposición sistemática del modelo de espiritualidad laical propuesto por Poveda, sino centrarnos en su comentario a Mt 5,13: “Vosotros sois la sal de la tierra”. Se trata de un escrito del año 1920, en el que refleja muy bien cómo estar en el mundo, siendo uno más, y al mismo tiempo, sanando y dando sabor.
Contexto y género literario del comentario sobre:
“Vosotros sois la sal de la tierra”
La consideración “Vosotros sois la sal de la tierra” [157] pertenece a un conjunto documental, muy bien diferenciado en la obra povedana, que el autor comienza a escribir en febrero de 1920, dándolo por concluido en marzo de ese mismo año. Lo escribe en un momento en el que la asociación laical que había fundado se estaba afianzando con solidez4, y habiendo madurado él mismo, con la fuerza del amor de Dios, en el crisol del sufrimiento. El conjunto documental lleva por título: “Jesús, maestro de oración”. Consta de veinticuatro escritos en los que Poveda aborda ampliamente, primero, el tema de la oración, y a continuación plantea cómo han de vivir y actuar quienes han de vivir como seglares en medio de la sociedad. Plantea con claridad la finalidad de esta asociación laical, su programa y los rasgos propios de espiritualidad. De ahí la importancia de estos escritos del año 1920.
En cuanto al género literario, el conjunto documental contiene meditaciones, consideraciones y algún escrito de carácter epistolar5. En concreto, el que es objeto de nuestro estudio es una consideración, el género literario por excelencia de Poveda. Lo utiliza principalmente cuando toca asuntos de máxima importancia, para destacar rasgos esenciales de identidad, modalidad, misión y espíritu de la Institución Teresiana. La consideración parte de un texto de la Escritura que contiene la idea central a desarrollar. A continuación, el autor expone y argumenta las enseñanzas que se derivan del mismo, valiéndose, además, de otros textos bíblicos, o bien, patrísticos. Y, por último, exhorta a vivir de esa manera, dando indicaciones de cómo conducirse en la vida.
El texto elegido, escrito el 25 de febrero de 1920, parte de la siguiente cita evangélica: “Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida ¿con qué se le volverá el sabor? Para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes” (Mt 5,13)6. Su reflexión tiene dos grandes partes: una primera en la que desarrolla la comparación de la vida de apostolado con la imagen de la sal; y una segunda en la que reflexiona en qué condiciones la presencia en el mundo deja de ser evangelizadora.
No se trata de un comentario exegético. Poveda no es un especialista en Biblia, sino un “hombre bíblico”7. Lee la Biblia teológica y espiritualmente en el seno de la tradición viva de la Iglesia, desde su profunda experiencia creyente. Trata de actualizar ese mensaje para la Obra que ha fundado y va perfilando, en diálogo con la Palabra, la espiritualidad laical que propone y los rasgos de identidad y misión propios8.
“Vuestra vida lo es de apostolado”
Poveda comienza su exposición con una afirmación central que vertebra todo su pensamiento: “vuestra vida lo es de apostolado”, y la comparación que elige es la de la sal. Al referirse a la Institución como “obra de apostolado”, y al calificar la misión y la vida de sus miembros como “apostólica”, “de celo”, el autor expresa su convicción de que la evangelización es el fin último, la razón de ser9 de una asociación laical, llamada a hacer presente el Evangelio en medio de las estructuras públicas de la sociedad civil (finalidad), y mostrando la fecundidad del diálogo fe-ciencia y fe-culturas-justicia (programa). Para Poveda la pasión por el Reino es la única que configura plenamente la vida del miembro de la Institución, unificándola y estructurándola de manera integradora. Desde ahí confronta otras aproximaciones a lo humano y se decanta por una vida que acoge y sirve a la causa de Dios en medio del mundo, dando testimonio de ello con las palabras y los hechos. De ahí que la misión de la Institución no queda circunscrita a colaborar en el surgimiento de una alternativa histórica, por muy buena que sea, sino que ha de posibilitar las condiciones que hagan posible el alumbramiento de una nueva creación (Rm 8). Dicho con otras palabras, la evangelización es una nota de identidad, inseparable del carácter laical de la vocación teresiana e inherente a su finalidad y programa, que ha de ejercitarse en “un apostolado especial que no consiste en predicar, ni administrar sacramentos, sino en enseñar, en instruir, en educar, en una palabra, en formar a la juventud, en hacer maestras cristianas. Es una misión sobrenatural, porque el fin que el apóstol se propone es siempre sobrenatural, el de santificar las almas a él encomendadas” (1919) [125].
En la segunda parte de su escrito vuelve sobre el apostolado de quien ha de vivir siendo sal de la tierra, y afirma con rotundidad:
“Toda su virtud, toda la fecundidad de su apostolado está en Cristo y cuando de Cristo se separa, poniendo su confianza en las criaturas, en los medios e industrias humanos, su obra ya no es de apostolado, es una labor natural más o menos estimable en el mundo, según las dotes que posea el que la ejecuta, pero sin valor alguno en orden a la vida eterna” [157].
Poveda incide en este escrito en otro aspecto esencial de su espiritualidad: la vinculación con Cristo, porque la sal no tiene sabor por sí misma, sino que lo recibe de otro10.
La unión con Dios que han de tener quienes aspiran a colaborar mediante la educación en la transformación de la historia en nueva creación, es una dimensión esencial para comprender la espiritualidad laical que propone.
Así lo expresa de nuevo en 1925 en un comentario al texto bíblico, “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” [210]. En éste reflexiona sobre la imprescindible unión que han de tener con Dios quienes aspiran a vivir con fecundidad evangélica (“frutos de vida eterna”, en contraposición al sarmiento que se “seca” y para nada sirve sino para tirarlo). No duda en afirmar: “la medida de vuestros frutos será esta unión con Dios” (1928) [260].
Ser la sal de tierra:
un modelo de espiritualidad laical
La imagen de la sal es muy sugerente, y con ella Poveda ilustra cómo entiende una vida laical, “una vida fundida con la de las gentes, con sus sufrimientos, sus angustias, sus esperanzas e ilusiones, y vida ‘sanadora’ a lo divino”11. Las dos dimensiones son esenciales para quienes, de acuerdo con su vocación laical, han de ser presencia de Dios insertos en las estructuras públicas y ciudadanas. La imagen de la sal habla de compartir las condiciones ordinarias de vida de los hombres y mujeres de nuestro mundo, y de ser fermento en la historia (cf. LG 31) dando sabor y sanando. Pero las afirmaciones povedanas aportan, además, una clave esencial para entender esa manera de ser compañeros de camino de otros hombres y mujeres, y cómo colaborar en la construcción de lo humano: la mirada a las realidades rotas, quebradas, heridas12. La clave transformadora del estar en el...




