E-Book, Spanisch, 256 Seiten
Reihe: Nuevo Ensayo
Buesa / Baumert Juan Velarde. Testigo del gran cambio
1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-9055-799-0
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Conversaciones con Mikel Buesa y Thomas Baumert
E-Book, Spanisch, 256 Seiten
Reihe: Nuevo Ensayo
ISBN: 978-84-9055-799-0
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Mikel Buesa (Guernica, 1951), catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, se ha especializado en economía española, economía de la innovación y economía del terrorismo. En la década de los 2000 desarrolló una intensa actividad de lucha contra el terrorismo desde la sociedad civil, primero en el Foro Ermua, asociación que presidió durante varios años, y después en la Fundación para la Libertad, de la que es patrono. Recibió, por ello, en 2003, la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional. Es colaborador habitual en diversos medios de comunicación (COPE, 13TV, La Razón, Libertad Digital) y autor de una veintena de libros, entre los que se encuentran Economía de la secesión. El proyecto nacionalista y el País Vasco (2004), ETA, S.A. (2011) y La pachorra conservadora. Política y economía en la gobernación de Rajoy (2015). En Ediciones Encuentro ha publicado La crisis de la España fragmentada. Economía política de la era Zapatero (2010). Thomas Baumert (Flörsheim am Main, Alemania, 1976) profesor de Economía y de Estadística en el Colegio Universitario Cardenal Cisneros, se ha especializado en economía de la innovación, economía del terrorismo, historia del pensamiento económico, así como el análisis económico del Derecho Premial. Doctor en Economía (Premio Extraordinario) por la Complutense de Madrid, Licenciado en ADE (Universidad de Reutlingen e ICADE) y en Ciencias Políticas y Sociología (UNED), cuenta con estudios de postgrado en el Instituto Universitario Ortega y Gasset y las universidades de Oxford, London School of Economics, Harvard y George Washington. Autor de numerosas publicaciones, entre sus libros destacan The economic repercussions of terrorism (2010) editado junto con Mikel Buesa, La hora de los economistas (2010) editado junto con Luis Perdices de Blas y Die andere Seite... (2015)
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DE SALAS A MADRID
[Th.B.] Antes de iniciar nuestra entrevista creo que deberíamos congratularnos por la casualidad de que precisamente hoy sea el cumpleaños del padre de la ciencia económica, Adam Smith [20]… ¡Vamos a pensar que es señal de buen augurio!
Pues sí…
[Th.B.] Señalaba uno de sus maestros, Valentín Andrés Álvarez [21] —marcado por el hecho de ser hijo de una joven viuda— la importancia del entorno y de la familia en la trayectoria del intelectual. ¿Nos podría evocar sus primeros años de vida y ese trasfondo familiar? ¿Destacaría algún aspecto que hubiese favorecido especialmente su posterior evolución como economista?
Bueno, como economista no lo sé. Mi padrino de pila en el bautismo [22] fue Faustino de la Vallina Argüelles, [23] catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo, que estaba casado con una hermana de mi padre. No hace mucho descubrí en un ejemplar antiguo de la revista Anales de la Universidad de Oviedo, que mi tío Vicente Velarde Menéndez había sido distinguido por un trabajo que había realizado en el Concejo de Salas acerca de las figuras comunales. [24] Por cierto, este tío mío era muy amigo del autor de A.M.D.G., Ramón Pérez de Ayala. [25]
Por parte materna, mi abuelo era un farmacéutico de Salas que había estudiado en la Universidad de Madrid. En la botica del pueblo siempre había tertulias, y allí estaba mi padre con mi abuelo. Recuerdo que guardaba un ejemplar de la famosa Biblia de Reina-Valera, que había sido traducida por aquellos dos famosos protestantes españoles. [26] También me leí Los tres mosqueteros, que tenía allí en una edición muy original. Éste es el entorno por parte de madre... quien por cierto, según se aprecia en las fotografías de la época, fue una chica muy mona.
En su infancia mi padre fue, entre otros, muy amigo de los hijos de Leopoldo Alas «Clarín». [27] Me contaba cómo iban a ver por una rendija a Clarín trabajar en casa. En una ocasión, le anunciaron los hijos de Clarín que su padre se iba a batir en duelo al día siguiente, así que se fueron allí a la casa, a ver a Clarín entrenarse con el florete [28]… A mí, mi padre me hizo leer La Regenta —tendría yo diez u once años— y me explicó quiénes eran las personas que habían inspirado todos los personajes, aunque desgraciadamente se me han olvidado muchos… Sí recuerdo cómo una tía abuela mía, María Menéndez Suárez-Cantón, cuando hablábamos de La Regenta, me contaba: «¡Uy, las de Cantón éramos muy divertidas! Nos reuníamos en casa y bailábamos lanceros al son del piano. Solía asistir a esos bailes una chica muy guapa de Oviedo, que era muy lista y tenía cultura y en la que se inspiró Clarín para diseñar el personaje de Anita Ozores. [29] Pero aquella chica no tuvo ningún final malo, al contrario. Se casó con un ingeniero de los que vinieron a causa de la Revolución Industrial a Asturias, tuvo sus niños y vivió feliz». Porque Clarín, para crear el drama, tuvo que suprimir en la ficción la Revolución Industrial en Asturias.
Así, en casa se respiraba ese mundo intelectual derivado de la universidad, singularmente de la de Oviedo, ya que tanto mi padre como ese tío mío estudiaron allí. Ése es el ambiente en casa: culto aunque no de altísima cultura, evidentemente.
[M.B.] Podríamos indagar un poco más en la figura de su padre…
Mi padre llegó a ser alcalde de Salas, si bien su trayectoria política no fue lineal. Inició su andadura en el Partido Reformista de Melquíades Álvarez. [30] Posteriormente pasó a ser alcalde, habiendo basado su campaña en la lucha contra el caciquismo (Salas era por aquel entonces un núcleo del Partido Conservador). Sin embargo, a raíz de un lío precisamente con el suegro de Valentín Andrés Álvarez, quien también militaba en el Reformismo, abandonó el partido y se hizo «Joven Maurista». [31]
Mi padre, cuando fue alcalde de Salas por el Partido Conservador, creó la Biblioteca Municipal que sigue existiendo. Más adelante, siendo ya alcalde maurista, montó un colegio de enseñanza media. La particularidad de este colegio radicaba en su sistema de financiación: a los mejores expedientes de las diversas escuelas municipales —siempre que no tuvieran dinero para estudiar bachillerato— les daban una beca que se financiaba con los Montes Comunales del Ayuntamiento. Y esas becas cubrían todos los gastos del colegio. Lo que pagaban los otros chicos por su matrícula se lo repartían en una especie de cooperativa, los profesores del colegio, reservándose el Ayuntamiento únicamente el nombramiento del director. Este hecho tuvo mucha importancia durante la guerra, cuando el colegio se llenó de catedráticos de instituto que, de momento, habían perdido sus cátedras, aunque luego las recuperaron. Y claro, yo tuve la suerte de estudiar con catedráticos de instituto verdaderamente espléndidos. Recuerdo a don Francisco Luque, catedrático de Física, enseñándonos a los críos una tiza —esto era el año 1940—, poniendo en el encerado la ecuación fundamental de Albert Einstein, [32] e=mc2, y diciéndonos: «En esta tiza hay energía para barrer toda Asturias». Probablemente exageraba… [se ríe]. Pero no tardamos en darnos cuenta de que aquello, además del bachillerato, era mucho más... Fue un conjunto de profesores verdaderamente excelentes de los que pudimos disfrutar. Por ejemplo, yo me sabía la tabla periódica por todos los lados. Recuerdo también al catedrático de Filosofía pintándonos en la pizarra el cerebro, aclarando:«Cuando se sueña se baja la censura». Allí, en el colegio de Salas, explicándonos a Freud [33] en el bachillerato… ¡Eso fue una gran suerte! Y aquello era, en parte, como consecuencia del reformismo maurista de mi padre.
[Th.B.] Y ese maurismo, ¿era dominante en su familia?
Veamos… Los Velarde —podemos distinguir dos ramas— llegan a Asturias con mi bisabuelo, que se traslada de Santander con la Revolución Industrial. Monta allí una casa comercial y una fábrica de productos lácteos. «Fundada en 1848» rezaba el letrero que conservamos en casa mucho tiempo después y yo recuerdo haber visto en mi niñez. [34]
Y este Velarde es quien luego se relaciona y entronca con gente de la burguesía de Oviedo. En cuanto a la filiación política, mi abuelo, Ladislao Velarde, era diputado provincial por el Partido Conservador. Mi padre, en ese sentido, salió algo rebelde —levemente rebelde—, pero estas cosas son habituales.
[M.B.] Y el origen familiar, ¿dónde está?
¿El origen de los Velarde? El Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País publicó hace algún tiempo un texto sobre este tema [35] que yo tengo por cierto. [36] De acuerdo con esta investigación, los vikingos montaron una base de operaciones en Mundaca, desde la cual hacían razias tierras adentro. Alfonso III decidió hacer una incursión en ese territorio para ponerle fin. ¿Y qué quiere decir Velarde en vasco? Pues «campo de hierba» o «el del herbazal». Claro, pastos había por doquier en toda aquella zona, hasta Asturias.
Aclarada la etimología del apellido, ¿cuál es el lema en escudo de los Velarde?: «Éste es Velarde que a la sierpe mató y con la infanta casó». Allí, en la base de Mundaca, el correspondiente rey vikingo (realmente un reyezuelo, porque había cientos de ellos), había mandado concentrar a las mujeres vikingas a fin de ponerlas a salvo de la cristianización. Entonces los cristianos, entre ellos Velarde, asaltaron aquello y «mataron la sierpe», porque los barcos vikingos llevaban como emblema una serpiente de mascarón de proa. Se ve que este Velarde hizo unas barbaridades tremendas, [37] debió asaltar aquello causando estragos. Y lo más probable es que se saliera de la incursión, a modo de «botín», con una de aquellas señoritas que estaban allí. Seguramente se tratara de alguna hija de uno de estos reyezuelos, de ahí lo de «y con la infanta casó».
En cuanto a mi nombre, Juan, el primer Velarde del que hay constancia se llamaba así. Y Juan es el nombre y es el patrón de la familia Velarde. Conservo aún una bonita figurita de madera, de reducido tamaño, del siglo XVIII, que representa a San Juan Bautista. Esa figurita recuerdo que la tenía mi bisabuelo en su oratorio… ¡Y eso es lo que puedo contar en cuanto a la familia!
[Th.B.] Hemos adelantado ya algunas de sus primeras lecturas… Decía Nietzsche [38] que «el futuro de un hombre depende en gran parte de la biblioteca que hubiera habido en su casa paterna». ¿Qué lecturas rememora de aquellos primeros años? Por lo que hemos podido recopilar, cubrían una variedad vastísima, con sólo dos salvedades: El Emilio de Rousseau [39] y el Dáfnis y Cloe de Longo, [40] que su padre había «indexado».
Sí, sí, ésas eran las únicas.
[Th.B.] Esta última me imagino que su padre la tendría en la traducción de Juan Valera... [41]
Exactamente....




