E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Clásicos
Bécquer Rimas y Leyendas
1. Auflage 2018
ISBN: 978-84-675-9142-2
Verlag: Ediciones SM España
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Clásicos
ISBN: 978-84-675-9142-2
Verlag: Ediciones SM España
Format: EPUB
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Una sucesión de fenómenos inexplicables, una puerta al mundo del misterio, unos versos que enamoran y unos poemas que saben lo que significa estar solo. ¿Sigues pensando que los clásicos son cosa del pasado? Rimas y Leyendas, del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, representa el mejor romanticismo español. En las rimas, nos encontramos un referente poético, pues supondrá el comienzo de la lírica contemporánea española. Sus leyendas son un antecedente del modernismo que perdura en el imaginario colectivo. En este volumen, se reúnen todas las rimas de Bécquer y una selección de las leyendas más significativas. Todo ello, acompañado con una didáctica y amena introducción, notas aclaratorias a lo largo de la obra y actividades finales para afianzar conceptos.
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Rimas
Criterio de esta edición
Para el texto de las Rimas hemos seguido la edición póstuma, titulada Obras, publicada por los amigos de Bécquer en 1871 en la imprenta Fortanet. El orden que seguimos en las rimas es el de esta edición, ya que se trata de la ordenación tradicional, en números romanos. Junto a estos, incluimos entre paréntesis la numeración que se corresponde al orden que siguen las rimas en el Libro de los gorriones, manuscrito de Bécquer que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.
En toda la obra normalizamos la ortografía y corregimos errores sintácticos, incluido el leísmo de cosa, usual en Bécquer.
I (11)
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre [Nota]
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh, hermosa!
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, contártelo a solas.
II (15)
Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
sin adivinarse dónde
temblando se clavará;
hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde a caer volverá;
gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y no sabe
qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
ignorándose cuál de ellos
el último brillará;
eso soy yo, que al acaso [Nota]
cruzo el mundo, sin pensar
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
III (42)
Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;
murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo,
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;
deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul;
colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris
que nadan en la luz;
ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;
memorias y deseo
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar;
actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse,
sin rienda que lo guíe
caballo volador;
locura que el espíritu
exalta y enardece;
embriaguez divina
del genio creador...
¡Tal es la inspiración!
Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;
brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel;
hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit1;
inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;
armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás;
cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal;
atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción;
raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga;
oasis que al espíritu
devuelve su vigor...
¡Tal es nuestra razón!
Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan solo el genio puede
a un yugo atar las dos.
IV (39)
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía. [Nota]
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad, siempre avanzando
no sepa a do2 camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
V (62)
Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.
Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy del astro errante
la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares,
y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura,
y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.
Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezco entre los árboles
en la ardorosa siesta.
Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.
Yo, en bosques de corales
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades3 ligeras.
Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.
Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.
Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso
de que es vaso el poeta.
VI (57)
Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga;
símbolo del dolor y la ternura,
del bardo4 inglés en el horrible drama,
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa. [Nota]
VII (13)
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa. [Nota]
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! –pensé–: ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le...