E-Book, Spanisch, 336 Seiten
Reihe: Breve Historia
Barreras Martínez / Durán Gómez Breve historia de los cátaros
1. Auflage 2012
ISBN: 978-84-9967-296-0
Verlag: Nowtilus
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 336 Seiten
Reihe: Breve Historia
ISBN: 978-84-9967-296-0
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David Barreras Martínez (París, 1976) es licenciado en Ciencia y Tecnología de Alimentos e Ingeniero Agrícola por la Universidad Politécnica de Valencia. En Ediciones Nowtilus ha publicado La Cruzada albigense y el Imperio aragonés. Cristina Durán Gómez (Ferrol, 1976) es licenciada en Historia y diplomada en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela. Junto a David Barreras ha viajado durante los últimos años por Europa y Asia Menor reuniendo el material bibliográfico y fotográfico necesario para preparar sus trabajos sobre Bizancio. En esta misma colección han publicado Breve historia del Imperio bizantino (2010).
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IRRUPCIÓN DEL DUALISMO EN EUROPA OCCIDENTAL
Mazdeísmo, zoroastrismo, gnosticismo, maniqueísmo, paulicianismo y bogomilismo. Como se ha podido ver en el primer capítulo, todos ellos son cultos religiosos dualistas que surgieron en Oriente, área geográfica en la que triunfaron y a partir de la cual, en algunos casos, extendieron sus redes también hacia Occidente. No obstante, la feroz represión a la que gnósticos y maniqueos se vieron sometidos por parte de las autoridades imperiales romanas provocó que sus sectas no superaran el umbral de la Edad Antigua, siendo totalmente silenciados en Europa occidental. Del mismo modo, paulicianos y bogomilos fueron duramente represaliados por los emperadores bizantinos, lo que causó la práctica aniquilación de los primeros en el siglo VIII y condujo a los segundos, en buena medida, a vivir en la clandestinidad a lo largo de su existencia, que se prolongó hasta el siglo XV. Se hace necesario señalar con respecto a paulicianos y bogomilos que, en Europa, sus sectas nunca llegaron a salir del ámbito balcánico.
En consecuencia, alcanzada ya la Edad Media, parece que no hay rastro de ideas dualistas en Europa occidental. Sin embargo, tenemos conocimiento de la existencia de una serie de documentos medievales, los cuales son especialmente destacados por algunos historiadores, en los que se hace mención acerca de la presencia de maniqueos entre los siglos VI y XI en el área geográfica en cuestión. En el 563 se celebra un concilio en Braga, en la Hispania visigoda, en el que se dictan varios cánones para poder combatir de forma más efectiva el maniqueísmo. Encontramos también una sentencia de excomunión, redactada en latín hacia el año 800, en la que se pone de manifiesto la persecución a la que los maniqueos eran sometidos en el viejo continente. En el 1060, el papa Nicolás II llega incluso a ordenar al clero de Sisteron, ciudad occitana en el sur de la actual Francia, que no administrase los sacramentos de la Iglesia a los numerosos feligreses presentes que eran de origen africano, dado que entre ellos existían muchos maniqueos y era preferible no correr riesgos innecesarios. Alcanzado el siglo XI, Adhémar de Cabannes y otros cronistas franceses como Raoul le Galbre y André de Fleury, así como el italiano Landulfo, escriben sobre la presencia de maniqueos en diferentes lugares de Occidente. Su existencia está documentada, desde principios hasta mediados de la decimoprimera centuria, en diferentes ciudades del ámbito franco, occitano y alemán. Los casos de Orleans (1017), Tolosa (1022), Monteforte (1030), Châlons (1045) o Goslar (1052) son ejemplo de ello.
¿Era falso que la doctrina de Manes hubiera desaparecido de Europa occidental tras las duras persecuciones sufridas en el siglo v por parte de los emperadores romanos? Muy probablemente, los documentos y cronistas citados utilizan el término maniqueo como sinónimo de ‘hereje’ para referirse a cualquiera de estos disidentes religiosos sin que por ello tuvieran relación de filiación alguna con las sectas adictas a Manes. El motivo de utilización del vocablo en cuestión quizá se deba al pánico que el maniqueísmo había provocado en la Iglesia primigenia, la cual siempre vio en sus creencias un serio competidor que acabó erigiéndose en una gran amenaza. El miedo provocado en los católicos tuvo una influencia de tal envergadura en Occidente que, incluso en la Edad Media, quedaban reminiscencias del «terror maniqueo» de la Edad Antigua. Que se haya confundido a lo largo de la Edad Media a todo creyente heterodoxo con los, probablemente ya extintos, devotos de Manes, también se deberá en parte a que los disidentes religiosos surgidos en el siglo XI posiblemente fueran, al igual que los maniqueos, dualistas. Sin duda, asimismo, tuvo su peso en este aspecto el hecho de que la doctrina dual que mayor éxito cosechara a nivel mundial fuera la religión de Manes, o bien, que los cronistas medievales únicamente conocieran a los maniqueos como seguidores de las enseñanzas dualistas. Es preciso destacar también que los herejes surgidos en Occidente hacia el año 1000 no estaban dirigidos por un carismático personaje como era el caso de los Marción, Manes o Pablo de Samotasa, influyentes predicadores, líderes absolutos o fundadores de sus respectivos credos, por lo que sus contemporáneos católicos no pensaban que las nuevas sectas heterodoxas hubieran podido surgir de forma espontánea en lugares tan dispares de Europa occidental como Francia, el norte de Italia o la Sajonia germánica. Todo ello llevó a estos cronistas a considerar que los herejes del siglo XI eran adeptos de la disciplina de Manes.
A finales del siglo vi, el rey visigodo Recaredo se convirtió al catolicismo durante la celebración del III Concilio de Toledo, abandonando de esta forma la herejía arriana tradicional de sus antepasados. Con ello, el monarca conseguía unificar su reino desde el punto de vista religioso, ya que a partir de entonces tanto sus súbditos visigodos como hispanorromanos practicaron el cristianismo católico. Cruz calada visigoda, s VII. Almendralejo, Badajoz.
En definitiva, en la Edad Media continuaba utilizándose el término maniqueo, pero sin duda se empleaba esta palabra para referirse a cualquier hereje que pudiera surgir en el ámbito occidental, tuviera este o no algún tipo de relación con la religión creada por Manes.
Es preciso remarcar que, desde cierto punto de vista, puede no ser del todo correcto tildar a los disidentes religiosos del siglo XI, así como a los cátaros de los siglos XII y XIII, de herejes, ya que no constituían en sí un grupo de heterodoxos que surgieran en el seno de la doctrina católica, sino que, más bien, podemos considerar que llegaron a erigirse en una Iglesia independiente y que nada tenía que ver con este otro credo. En concordancia con lo anterior, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿no era el maniqueísmo de por sí una religión que había tomado ideas del cristianismo, entre otras creencias, y no por ello se lo considera hoy en día una herejía cristiana? Del mismo modo: ¿no adopta la religión de Jesucristo muchos elementos del judaísmo y no por ello, ni siquiera en sus inicios, estamos hablando de una secta herética perteneciente a este credo? Los heterodoxos occidentales del siglo XI y los cátaros de los siglos XII y XIII, del mismo modo, habían captado ciertos elementos del cristianismo, pero también del zoroastrismo, el gnosticismo y el maniqueísmo. No obstante, el hecho de negar la doble naturaleza de Jesucristo, divina y humana, parece justificar su condena como herejía.
Baptisterio Neoniano. Rávena, Italia. En la cúpula de este edificio religioso de finales del siglo V puede observarse la escena del bautismo de Jesucristo. Por esta época, en la ciudad de Rávena, el sacramento del bautismo, no reconocido por los herejes occidentales del siglo XI ni por los cátaros de los siglos XII y XIII, era recibido por los romanos católicos en este baptisterio.
Baptisterio arriano. Rávena, Italia. Los ostrogodos arrianos que habitaban en Rávena en el siglo V eran bautizados en este otro baptisterio de esta ciudad italiana.
El cronista francés del siglo XI Adhémar de Cabannes afirma sobre los herejes contemporáneos surgidos en Occidente que «niegan el bautismo y la cruz, se abstienen de tomar alimentos y fingen castidad. Algunos de ellos han sido descubiertos en Tolosa y han sido exterminados». Todos estos grupos de disidentes religiosos poseían varias características comunes. Detestaban el mundo material, llegando incluso a rechazar la sagrada cruz por considerarla no más que un pedazo de madera. Despreciaban los templos cristianos, ya que a su entender simplemente eran una construcción más (¿puede que también debido a ello los maniqueos no tuvieran templos?). A su vez, negaban también la habitual práctica cristiana de bautizar a los niños, al considerar que este sacramento carecía de sentido por no poseer estos uso de razón. Tampoco daban ningún valor a la eucaristía.
Todas las sectas heréticas surgidas en Europa occidental en esta época presentaban estas mismas particularidades. ¿Los diferentes grupos han bebido de una misma fuente? ¿O todos poseen similares características y surgen en la misma época pero en lugares diferentes como consecuencia de una misma necesidad? Estas son las dos teorías que el medievalista francés Paul Labal postula sobre el origen de la herejía en Europa occidental.
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