E-Book, Spanisch, 168 Seiten
Baatz H.M. Enomiya-Lasalle
1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-254-3155-5
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
Jesuita y maestro zen
E-Book, Spanisch, 168 Seiten
ISBN: 978-84-254-3155-5
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
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Maestro zen, jesuita y pacifista, H.M. Enomiya-Lasalle (alemán de nacimiento y ciudadano japonés) es una de las grandes figuras espirituales de nuestros días. Vivió como misionero en Japón desde 1929 y tras sobrevivir a la bomba atómica de Hiroshima, H.M. Enomiya-Lasalle se convirtió en defensor del diálogo intercultural entre el budismo y el cristianismo. Como manifestó en 1987 Yamada Kôun Oshi, maestro zen de Kamakura (Japón), de quien fue discípulo el padre Lassalle: 'El hecho de que los católicos puedan practicar zazen ha llegado a ser posible gracias a que el padre Lassalle, como pionero, rompió el primer hielo'. Su mensaje refleja clramente su pensamiento: 'el verdadero zen no es contradictorio con ninguna religión, tampoco con el cristianismo. Puede ayudar a cualquir persona a avanzar en su camino.' Este es el cautivador retrato de una maestro zen que conmovió y emocionó a muchas de las personas con quienes se cruzó a lo largo de su vida.
Ursula Baatz (1951, Viena) se doctoró en Filosofía en la Universidad de Viena en 1981. Fue profesora en el Instituto de Filosofía de Viena de asignaturas relacionadas con el budismo, y de estudios religiosos en la Facultad de Teología protestante. Desde 1974 hasta 2011 trabajó como periodista en la ORF (Radiofusión Austríaca), en los departamentos de ciencia y religión de la radio informativa y cultural Ö1. Es co-editora de la revista Polylog de filosofía intercultural.
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PRÓLOGO Por ANA MARÍA SCHLÜTER RODÉS El recuerdo del padre Lassalle sigue vivo en muchas personas de este país, por lo cual es una gran alegría poder disponer de la presente biografía. Cuando en 1988 se celebró su noventa aniversario en Zendo Betania (Brihuega) acudieron personas de casi toda la península: de Andalucía, Aragón, Cantabria, Castilla, Cataluña, Euskadi, Galicia, Madrid, Murcia y Valencia. Todas ellas habían asistido a sus cursos de zen, que empezó a impartir en la Semana Santa de 1976 en Los Molinos (Madrid). Ésas eran las únicas fechas que aún tenía libres en su apretada agenda de Europa, cuando las Hermanas Reparadoras, que estaban al frente de la casa, junto con Ignacio Oñatibia, teólogo de Vitoria, lo invitaron por primera vez a España. Pocos meses antes, a mi paso por Fráncfort del Meno había tenido la posibilidad de participar en un sesshin suyo en la cercana ciudad de Oberursel, y allí me había enterado de su próxima visita a Los Molinos. Teniendo en cuenta mis escasos medios para poder participar, me ofrecí como traductora. Desde entonces estuve encargada de la traducción y de asistirle en los sesshin. Siguieron visitas anuales, luego semestrales, del padre Lassalle a Los Molinos, y a partir de 1981 también a Bilbao. El humor seco del padre Lassalle era capaz de superar la barrera de las traducciones, haciendo reír a todos, traducciones que, por otra parte, resultaban sorprendentemente fáciles. En tres ocasiones un grupo de practicantes zen de España visitó Shinmeikutsu, el centro zen que el padre Lassalle había fundado a orillas del río Akikawa en un parque natural de gran belleza, fácilmente accesible desde Tokio. En el verano de 1982 el grupo participó en dos sesshin suyos. En 1985, el sesshin corrió a cargo de la mujer que más tarde le iba a suceder en España y que, en esa ocasión, se estrenaba como maestra zen. En 1993, cuando el padre Lassalle ya había fallecido, se volvió a tener un sesshin a cargo de ella misma. En otoño de 1985, a partir del momento en que fui autorizada para transmitir el zen en España, el padre Lassalle dejó de impartir sesshin, pero su presencia beneficiosa sigue viva hasta el día de hoy. Más de una vez, cuando una persona le ha pedido ayuda en un momento difícil, se ha sentido aliviada. En octubre de 1986, después de su segundo retiro en el convento de San Juan de la Cruz de Segovia, bendijo el terreno del futuro zendo en Brihuega y plantó los dos primeros árboles, dos cipreses. Todavía vino una última vez a Brihuega. En 1988, cuando celebramos su noventa aniversario, puso la primera piedra del edificio del zendo. En esa ocasión, combinó su estancia con una visita a la cueva de San Juan de la Cruz en Pastrana. El padre Lassalle tenía mucho interés en conocer y orar en los lugares de los místicos españoles y, en especial, en los de San Juan de la Cruz (Segovia 1981, 1983, 1984, 1986, Pastrana 1988), en los de Santa Teresa (Ávila 1980, Alba de Tormes 1982) y, naturalmente siendo jesuita, en los de San Ignacio de Loyola (Loyola 1981, Montserrat 1984, Alcalá de Henares 1988). Tenía la impresión de que se notaba la profunda tradición mística de esas tierras en las personas que acudían a los sesshin. A lo largo de los años, Enomiya-Lassalle pronunció varias conferencias en España. En octubre de 1979, dio tres conferencias sobre zen en Madrid en el Instituto Superior de Pastoral, en la Universidad de Comillas, así como en el aula del Colegio Alemán de Madrid, organizada esta última por el padre Gómez Caffarena SJ conjuntamente con la Conferencia de Religiosos, el Instituto Universitario de Teología y el Círculo Ecuménico de las parroquias católica y evangélica de habla alemana en Madrid. A principios de noviembre del mismo año dio una conferencia sobre zen en el Fòrum Vergés de los jesuitas de Barcelona. Siguieron dos conferencias en septiembre de 1981 sobre «Zen y la nueva conciencia», la primera de ellas en Madrid y la segunda en el Fòrum Vergés de Barcelona. En marzo de 1984 fue invitado a pronunciar una conferencia sobre «Zen y fe cristiana» en Bilbao. Dio dos últimas conferencias en octubre de 1986 en el Ateneo de Madrid sobre «La nueva conciencia» y en octubre de 1988 en Brihuega (Guadalajara) sobre «Hiroshima y la Paz». En 1981 quiso conocer el barrio periférico de San Blas en Madrid, en el que yo entonces vivía en una habitación alquilada a una anciana muy sensata. Después de la visita ella comentó el efecto que le produjo cuando Lassalle entró en el piso: «Parecía que entraba una luz». En España son muchas las personas que, de una u otra manera, lo conocieron personalmente; otras muchas lo han ido conociendo a través de una entrevista en Vida Nueva de 1984, de artículos en la revista Pasos de Zendo Betania, pero, sobre todo, a través de sus libros traducidos al castellano: Zen, un camino hacia la propia identidad, El zen, Zen entre cristianos, Zazen y los ejercicios de San Ignacio, La meditación, un camino para la experiencia de Dios, Zen y mística cristiana o ¿A dónde va el hombre? Sin embargo, uno de sus libros, Hiroshima, se publicó en su primera edición directamente en castellano. En él narra su experiencia vivida el 6 de agosto de 1945 en la ciudad nipona. Por razones obvias, no obtuvo permiso para publicarlo en inglés –como habría sido su intención–, motivo por el cual en 1948 se editó en Argentina, en lengua castellana, con ocasión de una visita a este país. Si en la actualidad tantas personas practican zen en España con mucha naturalidad, es gracias al trabajo pionero de Enomiya-Lassalle. Pocos saben lo mucho que le costó abrir este camino. La presente biografía lo refleja viva y fielmente. Como dijo en 1987 Yamada Koun Roshi, maestro zen de Kamakura (Japón), de quien fue discípulo el padre Lassalle: «El hecho de que los católicos puedan practicar zazen ha llegado a ser posible gracias a que el padre Lassalle, como pionero, rompió el primer hielo». Él participó, junto con otros jesuitas de la Universidad de Sofía de Tokio, en la redacción del artículo 18 del decreto conciliar Ad Gentes: «Consideren con atención el modo de asumir en la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuya semilla había Dios esparcido con frecuencia en las antiguas culturas antes de la proclamación del Evangelio». En 1976, cuando vino a dar el primer curso de zen en España, ya se habían abierto ventanas que permitían nuevas perspectivas. Había entrado un aire primaveral y esperanzador en la Iglesia, que se refleja también de manera clara en otro documento conciliar, la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas: «La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y vivir, los preceptos y doctrinas... Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe y la vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen» (artículo 2). Eso es lo que intentó poner en práctica el padre Lassalle cuando empezó a adentrarse en el mundo del zen, cuya práctica espiritual, el zazen, trató de transmitir con gran fidelidad. Repetía una y otra vez los aspectos básicos tal como él los había aprendido de sus maestros zen. Con ocasión del centenario de su nacimiento, Zendo Betania publicó en un folleto –que ya llega a su tercera edición– estas enseñanzas según las impartió en 1980 en Los Molinos (Madrid). Sus exposiciones se solían centrar principalmente en la práctica del zazen prestando especial atención a los siguientes puntos: I – ZAZEN 1. Postura corporal 2. Respiración 3. Actitud interior durante el zazen: Concentración en la respiración El koan Simplemente estar sentados (shikantaza) II – FRUTOS DEL ZAZEN 1. Fuerza del abismarse (jo-riki) 2. Intuición (chi-e) 3. Iluminación (satori) III – PROCESO Y ESTADO DE ABISMAMIENTO IV – ZAZEN Y ESPIRITUALIDAD CRISTIANA H. M. Enomiya-Lassalle ponía el énfasis en el parentesco profundo que veía entre el zen y la mística cristiana, sobre todo en el aspecto de la práctica. Fue un paso muy importante en su momento, teniendo en cuenta la prevención, la ignorancia y el juicio negativo que habían merecido durante siglos las religiones no cristianas por buena parte de la teología cristiana dominante. Asimismo, Lassalle intentó vencer la prevención ante la oración contemplativa y mística cristiana, que durante muchos siglos se había instaurado en la espiritualidad cristiana. Las diferencias que advertía entre zen y mística cristiana se refieren, en el orden de la práctica, al momento...