Amor Pan | Introducción a la bioética | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 480 Seiten

Reihe: GS

Amor Pan Introducción a la bioética


1. Auflage 2010
ISBN: 978-84-288-2307-4
Verlag: PPC Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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Reihe: GS

ISBN: 978-84-288-2307-4
Verlag: PPC Editorial
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La ética es un saber que nos orienta para actuar racionalmente en el conjunto de nuestra vida, consiguiendo sacar de ella lo más posible, para lo cual necesitamos saber ordenar inteligentemente las metas que perseguimos y arbitrar los medios oportunos para alcanzar dichos fines. Esto es especialmente importante en nuestra época, en que atravesamos un periodo de grandes cambios en lo más profundo de nuestras convicciones antropológicas y éticas, suscitando, por tanto, grandes dilemas, confusión y división. Después de regir nuestros pensamientos y decisiones sobre la vida y la muerte durante más de dos mil años, en estos últimos tiempos estamos asistiendo al derrumbe de la ética occidental tradicional; el conjunto de ideas, creencias y valores ha cambiado vertiginosamente, al ritmo de las grandes transformaciones políticas, económicas, sociales y tecnológicas que han convulsionado nuestras sociedades. Esta obra constituye un riguroso y completo estudio que, pese al título, sobrepasa con creces lo que se esperaría de una mera introducción. Se trata de un extenso trabajo que estudia desde el concepto mismo de ética -con sus diferencias con el derecho, la religión y la política- y su fundamento hasta un variado repertorio de cuestiones que plantean problemas bioéticos, y que van desde la atención al paciente crónico y terminal, hasta el respeto de la naturaleza y los derechos de los animales, pasando por la temática de las personas con discapacidad, la ancianidad, el uso de los recursos sanitarios, la reproducción humana asistida y la genética.

José Ramón Amor Pan (La Coruña, 1966) es doctor en Teología Moral, diplomado en Derecho y máster en Cooperación al Desarrollo. Sus principales áreas de trabajo son la bioética y la educación en valores. Ha sido profesor asociado y responsable del Área de Bioética en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), profesor en la Universidad Pontificia Comillas, en la Universidad San Pablo-CEU y en el Instituto Compostelano de Ciencias Religiosas. En la actualidad dirige la Residencia Universitaria 'José Sardina', en La Coruña, y es colaborador habitual de la revista Vida Nueva y del diario La Voz de Galicia.
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INTRODUCCIÓN


Nuestra generación se siente muy interesada frente a la ética. Buena prueba de ello son la cantidad de libros de ética y de educación en valores que llenan las estanterías de las librerías y la profusión de charlas, cursos y jornadas que existe. Puede ser cuestión de moda y simple estética, pero confío en que responda a algo mucho más profundo e interesante. La enorme cantidad de cuestiones éticas concretas, así como la conciencia de que hemos dejado de ser simples espectadores y tenemos en nuestras manos la posibilidad de dirigir la evolución, motivan ese interés. Además, el pluralismo y la interculturalidad han difuminado en buena medida los contornos de lo bueno y de lo malo. Me gusta o no me gusta, me apetece o no me apetece, me beneficia o no me beneficia, me complica la vida o no me la complica: Estos suelen ser los criterios rectores de nuestras decisiones. En este contexto, conducir la mirada hacia la profundidad de las cosas no resulta fácil. Los debates, en la mayoría de las ocasiones, son más apasionados que basados en argumentos. La demagogia campa por doquier. Así las cosas, las cuestiones de fundamentación –siempre necesarias– se tornan hoy ineludibles. Considero un error grave –que al final se paga muy caro, créanme– tomar decisiones morales meramente tácticas, sin una referencia rigurosa a los fundamentos; esta práctica tiene en ética un nombre casi insultante, decisionismo.

La bioética forma parte de un movimiento mucho más amplio por alcanzar un consenso mínimo sobre valores obligatorios, normas ineludibles y actitudes personales e institucionales necesarias para resolver los graves conflictos que amenazan nuestro planeta y prevenir la aparición de otros nuevos. Construye discursos normativos orientadores de la actividad pública en el ámbito de las ciencias de la vida. Le interesa la explicación mesurada y razonada de lo que debe ser nuestra actuación en ese terreno. Su enfoque no es descriptivo, sino prescriptivo, aunque, lógicamente, partiendo siempre de los datos que la tozuda realidad nos presenta. Debido a la erosión de la síntesis hipocrática, muchos médicos, enfermeras y científicos perdieron completamente la confianza en la ética como guía fiable para tomar decisiones acertadas. La mayoría, afortunadamente, está de vuelta de todo eso y reconoce el peligro de confundir sin más el derecho, la jurisprudencia o la economía con la ética y de reducir la ética profesional a una mera opinión personal.

Habremos de centrarnos en esclarecer cuáles son los presupuestos morales de mayor consistencia teórica desde los que cabe guiar el comportamiento no solo de los gobernantes y profesionales, sino también, y no en menor medida, de los ciudadanos en general en relación con el respeto de la vida. Y ello, quiero insistir, en un mundo plagado de diferencias en cuanto a ideas políticas, filosóficas, religiosas, con usos y costumbres culturales muchas veces diametralmente opuestos entre sí, que antes veíamos en el cine, en la televisión y en los libros, pero que ahora conviven con nosotros en el mismo portal, en la escuela, en el Centro de salud. Vivimos en los comienzos de lo que algunos denominan la primera revolución mundial, enfrentados a problemas de dimensiones globales, con inmensas posibilidades científicas y tecnológicas para la mejora de la condición humana, ricos en conocimientos, pero bastante pobres en sabiduría.

Temo que estemos olvidando tranquilamente que después de Auschwitz ya no se puede hacer moral ni política de la misma manera. A veces da la sensación de que lo moderno, lo ilustrado, lo progresista solo sirve para que cada uno haga lo que quiera, despreocupado de los asuntos públicos, para que todo quede igual, para que nada sea subvertido y para soslayar la conversión, que constituye para la ética un elemento epistemológico decisivo. La bioética es una disciplina intrínsecamente problemática y polémica, es cierto. Su finalidad es eminentemente práctica: responder al interrogante acerca de cómo hemos de comportarnos frente a los demás y frente a la Naturaleza. Sin embargo, aunque la pregunta sea práctica, resulta obvio que al responderla entraremos en disquisiciones teóricas acerca de la naturaleza y origen de los juicios morales. Un juicio moral, ¿acaso es solo la expresión de una opinión subjetiva? De ser así, realmente no hay nada más que decir o, si lo hay, lo que se diga será pura retórica. La bioética descansa siempre sobre una determinada concepción del ser humano y de la vida en sociedad, de sus relaciones recíprocas y, por consiguiente, también sobre una determinada ideología. Entra en el campo de lo razonable. Desde el principio quiero expresar sin tapujos mi convicción de que es posible encontrar a través del diálogo y la razón una ética secular canónica y concreta que sea capaz de unir a la comunidad de extraños morales que habita este pequeño y hermoso planeta azul que es la Tierra. No creo, sinceramente, que esto signifique tener una confianza exagerada en las posibilidades de la razón. A lo mejor los que opinan justamente lo contrario son los que tienen una visión estrecha y reducida del ser humano y de sus posibilidades en orden a organizar la convivencia.

Mi convicción profunda es que podemos formular enunciados valorativos y prescriptivos con contenidos sustantivos y capacidad para constreñir el asentimiento racional de los demás. Y que una parte de dichos contenidos habrá de convertirse en norma jurídica. Salvando, eso sí, el carácter histórico y dinámico de todo lo humano, que es nuestra debilidad pero también nuestra mayor grandeza. Es el peculiar enfoque de la bioética, y no su objeto, el que la diferencia de otras disciplinas. Se encuentra respecto a ellas en una relación que podríamos calificar como de complementariedad y superación. Complementariedad porque les proporciona el marco para una discusión en profundidad de las cuestiones que su práctica les plantea, y estas le proporcionan a ella, en el sentido inverso, un excelente banco de pruebas para los esquemas teóricos que ella produce. Podríamos hablar, de esta manera, de una relación constante y necesaria entre el ámbito científico-técnico y la bioética. Pero también hablamos de superación, porque el enfoque bioético no se asimila al científico, sino que lo trasciende críticamente, va más allá de él, busca la integración en una perspectiva global de las diferentes aproximaciones parciales que las diversas ciencias proporcionan, huye de la fragmentación que necesariamente caracteriza a los diferentes modelos científicos.

En el último siglo la investigación ha logrado que la medicina dejara de tener poco poder de curación de enfermedades graves y se transformara en una poderosa práctica capaz de notables formas de curar, aliviar, reducir riesgos y mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, el precio que se paga es a veces demasiado alto, y nos podemos olvidar del ser humano enfermo concreto. Por esa razón, y muchas otras, la actividad asistencial requiere una constante revisión a la luz de las exigencias de fidelidad y de los compromisos morales fundamentales de la humanidad. En verdad, las cuestiones asistenciales se han convertido en cuestiones públicas, debatidas en la prensa, la radio y la televisión. Es mucho lo que está en juego. ¿Podemos construir un marco de referencia ético que permita la discusión y resolución racionales de estas cuestiones? El marco de referencia de estos objetivos depende de las convicciones políticas comunes, del concepto de justicia y de la idea de vida buena que manejemos. Yo voy a plantear mi visión de las cosas, con el ánimo de contribuir a mejorar la calidad humana de nuestras sociedades. Si lo consigo o no, será algo que la aceptación del libro y sus lectores pondrán de manifiesto. Mi intención está clara y mi esfuerzo realizado, aunque esta no sea una obra acabada, sino llamada a irse perfilando y mejorando con el tiempo, como los buenos vinos, si es que la materia base lo permite, tal y como el propio título pone de manifiesto.

El compromiso de la obra está en que, por encima de todo, intenta ser armónica, interesante, útil, didáctica, comprensible y asequible para el gran público, convencido como estoy de que es básico que el conjunto de la ciudadanía tenga unos elementos mínimos de juicio sobre una temática que le afecta tan de lleno. Especialmente me preocupa el numeroso grupo de profesionales de la salud interesados por los dilemas éticos que el ejercicio cotidiano de su profesión les acarrea, las ganas de formarse en este terreno que manifiestan y, sin embargo, la frustración que expresan porque los materiales que encuentran en el mercado les resultan aburridos, difíciles de entender y, en definitiva, se les caen de las manos. Llenar esa laguna es mi pretensión. Sea como fuere, de lo que estoy convencido es de que la bioética debe ser accesible a todos y debe tener una mayor incidencia social y política de la que ha tenido en sus primeras etapas; de lo contrario estaría llamada a desaparecer o a quedar recluida en el mundo académico en tanto que saber vacío e inútil. Por eso no escribo desde una posición de sabiduría superior; a lo largo de las páginas que siguen procuro no dar nada por sentado, me he limitado a reflexionar honrada y abiertamente sobre estas cuestiones, tratando de exponer las cosas de la forma más clara y explícita posible, pues pienso que cuando la bioética se pierde en tecnicismos, se marchita y muere, y cuando se refugia en la oscuridad, solo sirve a los propósitos de quienes no se interesan por la verdad.

Espero que coincidan conmigo en que la filosofía de la vida en general, y de la asistencia...



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