E-Book, Spanisch, 272 Seiten
Reihe: Ágora
Aguirre Monasterio / Aldave Medrano / Álvarez Cineira De Jerusalén a Roma
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-9073-678-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
La marginalidad del cristianismo de los orígenes
E-Book, Spanisch, 272 Seiten
Reihe: Ágora
ISBN: 978-84-9073-678-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
El Grupo de Investigación sobre los Orígenes del Cristianismo se adentra en esta obra en el estudio de la actitud que los primeros cristianos adoptaron ante la sociedad. La pluralidad del cristianismo de los orígenes se refleja también en la forma de gestionar sus relaciones con el mundo. Pero en medio de su diversidad se descubre el carácter marginal de los grupos cristianos. El uso de esta categoría resulta muy iluminadora y responde al carácter interdisciplinar del estudio. Por marginal se entiende a un grupo que vive en su sociedad, sin evadirse ni encerrarse en un gueto, pero que no comparte los valores hegemónicos y establecidos. Hay una marginalidad voluntariamente asumida, que puede ser el lugar donde se fraguan valores alternativos y proyectos de transformación social. En este libro se proponen reflexiones sobre la relevancia que para el cristianismo actual puede tener redescubrir que la creatividad y fuerza de atracción en sus orígenes nacía de su carácter minoritario y marginal.
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Introducción
Los autores de este libro pertenecemos a un grupo que lleva muchos años estudiando los orígenes del cristianismo. El presente estudio ha sido precedido por dos libros anteriores. El primero1 estudiaba el proceso de surgimiento del cristianismo partiendo del movimiento entusiasta y plural que se originó en torno a Jesús y a los acontecimientos pascuales que siguieron a su muerte infamante. Fue un proceso complejo, contingente como todo lo histórico, es decir, no había decretos fundacionales de obligado cumplimiento, en el que, poco a poco, en medio de una gran pluralidad fue emergiendo una línea en la que iban convergiendo grupos distintos, que no dejaban de ser diferentes, pero establecían relaciones de aceptación recíproca; a la vez también se prestaba atención a los grupos que no se incorporaron a esta línea de gran capacidad integradora. Surgió lo que podemos llamar «la gran Iglesia» o línea «proto-ortodoxa», que aparece ya claramente perceptible a finales del siglo II. Posteriormente nuestro equipo estudió la evolución de las prácticas y creencias de estos grupos2. Esta tarea se realizó de una forma un tanto peculiar y diferente a los estudios habituales del cristianismo de los orígenes. Partimos de las experiencias originarias que acontecieron en torno a Jesús, durante su vida y en los acontecimientos pascuales, y que tuvieron una notable capacidad de innovación histórica. En segundo lugar estudiamos los ritos, es decir, unas acciones especiales en las que se rememoraban y, a la vez, se actualizaban las experiencias originarias. Tratamos los dos ritos que se encuentran prácticamente en todos los grupos cristianos: el de iniciación (bautismo) y el de pertenencia (eucaristía). En un tercer momento se veía que las experiencias originarias daban pie a formas de vida con muchos rasgos propios e identificativos, que se consideraban requisitos para participar en los ritos, a la vez que estos los fomentaban y fortalecían. El cuarto paso consistió en el estudio de las doctrinas que esos grupos se iban dando, mediante las cuales se configuraba su identidad y que eran más necesarias a medida que el tiempo iba transcurriendo. Esta sucesión de experiencias-ritos-formas de vida-doctrinas nos parecía que respondía a la realidad de la configuración de los grupos y se alejaba de una presentación de los orígenes cristianos en exceso racionalista, propia de planteamientos académicos del pasado y, con frecuencia, al servicio de instituciones interesadas en el control doctrinal. Las doctrinas tienen su importancia, pero no están al principio y, además, son el elemento más condicionado culturalmente. En este libro damos un paso más teniendo siempre en cuenta que los grupos cristianos de los orígenes eran plurales, pero que tuvieron que afrontar situaciones similares. Más aún, la pluralidad de estos grupos dependía en buena medida, aunque no solo, de las distintas formas de relacionarse con una sociedad muy heterogénea. La pluralidad fue muy grande en las formas de reaccionar por la rápida extensión del movimiento cristiano, que se encontró en lugares distintos, extendido por toda la cuenca del Mediterráneo, en circunstancias diferentes y formado por grupos de composición social y étnica muy diversas. A todos los grupos cristianos se les presentaban dos ámbitos de relaciones. El primero, el Imperio romano, sus autoridades y los pueblos muy diversos que convivían en su seno. Es obvio que a este respecto la problemática era muy diferente por su localización, por los vaivenes de la política de las autoridades, por lo variable de las relaciones de vecindad que se establecían con los diversos grupos étnicos o religiosos de la localidad. Las relaciones con el Imperio podían pasar de la oposición frontal al distanciamiento disimulado, pasando por la aceptación y hasta la acomodación fundamental. En segundo lugar, a todos los grupos de seguidores de Jesús se les planteaba la relación con el judaísmo. También aquí la situación era de lo más diversa. Algunos grupos se consideraban plenamente dentro del judaísmo, pero con mayores o menores dificultades, e interpretaban esta pertenencia de forma peculiar. Llegó un momento en que encontramos, probablemente ya en el mismo Nuevo Testamento, grupos que aceptaban su exclusión del judaísmo, pero en todo caso no podían dejar de reflexionar sobre su matriz religiosa y étnica. Es decir, en este libro nos planteamos la actitud de los grupos cristianos de los orígenes ante el mundo en el que se encuentran, pero no de forma genérica, sino teniendo en cuenta estos dos frentes, el Imperio y el judaísmo. Partimos también de otra constatación: los grupos cristianos de los orígenes son minoritarios y marginales tanto respecto al Imperio como al judaísmo. El carácter minoritario es obvio y no requiere explicación, aunque tendremos que ver las diferentes maneras de gestionar esta situación que se dieron entre los seguidores de Jesús. Cuando designamos como marginales a los grupos cristianos de los orígenes estamos utilizando un término sociológico, que está abierto a matizaciones diversas. Sin embargo, desde el inicio se puede dar una definición genérica: un grupo marginal es aquel que no comparte muchos de los valores centrales, establecidos y hegemónicos en su sociedad, porque tiene unos puntos de referencia propios y diferentes, lo que le lleva, con frecuencia, a vivir en los márgenes sociales porque no se integra plenamente en su sociedad, pero tampoco rompe con ella. Es una situación de tensión, de inestabilidad, porque la tendencia a acomodarse o a romper incluso físicamente con su sociedad es muy fuerte. Ejemplo de ruptura con su sociedad en el judaísmo eran los sectarios de Qumrán, que se instalaron en el desierto; en el mundo helenista, los filósofos cínicos, que hacían alarde de su ruptura con todas las convenciones sociales. Cuando hablamos de la marginalidad, en el fondo, estamos constatando que «el estar en el mundo sin ser de este mundo» se planteaba a todos los grupos cristianos de los orígenes. ¿Cómo gestionaron la situación marginal los diferentes grupos de seguidores del Crucificado? Es el gran tema que abordan los capítulos de este libro, en los que el lector encontrará observaciones sobre el fenómeno de la marginalidad que complementan las genéricas que se han hecho en esta introducción. La presentación de los pasos progresivos que se van dando en este libro puede orientar al lector y ayudarle a descubrir la unidad que lo recorre. Una obra de referencia sobre el Jesús histórico lleva como título Un judío marginal3. El artículo inicial de este libro presenta la figura de Jesús y utiliza la categoría de marginalidad de una forma precisa, y hace ver que lleva a la entraña de su experiencia y de su proyecto (Carmen Bernabé). De Pablo tenemos testimonio directo de su persona y obra. Fue una figura decisiva en los orígenes cristianos. Su relación con Jesús es una cuestión apasionada y secularmente debatida. El segundo artículo estudia la marginalidad en la estrategia de creación de asambleas de Pablo con un uso muy actual de esta categoría sociológica, y muestra que, junto a una transformación radical de las expresiones de Jesús, se descubre, sin embargo, una continuidad sorprendente en su actitud marginal y en la propuesta que ambos realizan (Carlos Gil). Otros tres artículos estudian la marginalidad en el Nuevo Testamento. En el evangelio de Juan, Jesús habla del reino que viene de arriba, que es una forma de evocar una referencia de marginalidad y que es presentado como una alternativa al Imperio en el diálogo con Pilato (Estela Aldave). «La piedra rechazada», cita del salmo 118,22, es un tema transversal, porque es el texto del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo, con una presencia singular en los evangelios sinópticos; y es una expresión de la marginalidad de Jesús reivindicada por Dios como punto de partida de una sorprendente novedad histórica, en la que es invitada a participar la comunidad (Rafael Aguirre). No podía faltar un estudio del Apocalipsis, siempre visto como literatura de un grupo marginal y enfrentado con el Imperio, pero que aquí es presentado de forma poco habitual como una alternativa marginal no violenta, que invita a salir del centro desde la adoración al Cordero, víctima inocente, que «ya está aquí a pesar de nosotros» (Sergio Rosell). Otros tres artículos abordan textos no canónicos, pero que son muy importantes en la evolución del cristianismo de los orígenes. La Carta de Clemente, procedente de Roma, refleja un estilo de cristianismo que acepta plenamente el orden imperial y llega a poner como ejemplo de «paz y concordia» (la gran divisa imperial) el orden militar existente en las legiones, y lo pone como referente a la comunidad cristiana de Corinto, en la que habían surgido graves disensiones (David Álvarez). Ignacio de Antioquía camina hacia el martirio en Roma y refleja en sus escritos el incipiente poder centralizador en el seno de las propias comunidades cristianas, que crea prácticamente nuevas marginalidades en su interior (Fernando Rivas). El artículo siguiente, partiendo de testimonios de la segunda y tercera generación presentes en el Nuevo Testamento, aborda otros testimonios cristianos un poco posteriores, en los que se muestra cómo fueron abordando las diversas situaciones que se iban presentando (trabajo, milicia, riqueza y bienes, formas de vida) y cómo se gestionaba la marginalidad a medida que el cristianismo penetraba en la sociedad (Elisa Estévez). Los autores de este libro tenemos presente la...