E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Reihe: Concilium
Concilium 359
E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Reihe: Concilium
ISBN: 978-84-9073-109-3
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Autoren/Hrsg.
Weitere Infos & Material
Felix Wilfred *
RELIGIÓN E IDENTIDADES CONTRAPUESTAS
Dilemas y trayectorias de paz
Los llamados conflictos religiosos se caracterizan por su complejidad, y es preciso situar cada uno de ellos en su contexto social, político y cultural, en el que hay identidades contrapuestas basadas en la etnicidad, la lengua, la religión, la historia, las subnacionalidades, etc. La religión es un importante marcador de identidad y proporciona símbolos, mitos y fuerza emotiva a los conflictos, que son instrumentalizados por intereses. Está atrapada en un dilema entre el apoyo a uno de los bandos y su vocación de paz. Para ser verdaderas constructoras de la paz, las religiones necesitan tener en cuenta la naturaleza fluida y porosa de todas las identidades —incluidas las religiosas—, cultivar un sentido de identidad poliédrica en la vida de los individuos y de las comunidades, juntar fuerzas con iniciativas de la sociedad civil y de movimientos sociales, promover la equidad y la justicia, y ayudar a sanar recuerdos y reescribir la historia. Todo esto requerirá una nueva praxis educativa por parte de las religiones. Los conflictos con raíz en identidades étnicas y religiosas han seguido causando la pérdida de gran número de vidas humanas, muchas de ellas enterradas en fosas comunes. Han producido además incontables heridos y mutilados, expatriaciones forzosas, genocidios y limpiezas étnicas, un sinfín de desaparecidos, refugiados; violaciones en masa y otras agresiones sexuales; destrucción de lugares de culto y de símbolos culturales. Esos conflictos han sido verdaderas tragedias con crímenes contra la humanidad, como las guerras de Bosnia-Herzegovina, de Kosovo, de Sri Lanka y muchas naciones de África. Hoy, el reto para todas las religiones es abstenerse de la violencia y echar mano de sus propios recursos para contribuir a la causa de la paz. En tanto sea constructora de paz, no hay por qué temer a la religión. Pero eso no lo puede hacer simplemente predicando. La religión no es una entidad aislada, sino que está inmersa en otros sistemas y fuerzas sociales de carácter político, económico, cultural, etc. Religión e identidad étnica
En una sociedad occidental moderna que dice vivir con arreglo a los ideales de la Ilustración y promover la libertad individual y la construcción de un yo autónomo (el llamado proceso de «individualización»), la religión, al menos teóricamente, no debería figurar en ninguna parte. Como mucho pertenecería al ámbito de libre elección individual y no sería algo heredado e inherente a la identidad, cultura y tradición personal y colectiva. Sin embargo, para la mayor parte de las personas, la religión es un marcador muy importante de su identidad, ya que a menudo representa algunos de los valores e ideales fundamentales a los que ellas se aferran. Hay muchas sociedades en que la identidad religiosa coincide considerablemente con la étnica. Eso sucede con las identidades serbia y ortodoxa, croata y católica, y bosnia e islámica. En Sri Lanka, la identidad religiosa de los cingaleses es budista, mientras que la de los tamiles es hinduista. En Malasia, ser malayo es ser musulmán; ser indio es ser hindú, y ser chino es ser confuciano. Donde se dan múltiples identidades religiosas y étnicas surge la cuestión de sobre cuál de dichas imágenes se debe construir la nación-Estado moderna, cuestión que a fin cuentas es de poder. Incluso en el corazón de Europa hay una corriente de pensamiento de derechas que sostiene que ser europeo es ser cristiano (¡con perdón de los secularistas!), y ser «europeo musulmán» es, para algunos, un disparate intolerable. Parece que, al menos por algún tiempo, esta manera de pensar cobró fuerza durante la guerra en Bosnia. Aunque frecuentemente las personas se relacionan en la vida diaria a través de fronteras religiosas, hay veces en que las identidades étnicas entran en conflicto por razones políticas, económicas y culturales. En tales casos, el factor religioso añade intensidad emocional al conflicto, introduciendo símbolos y relatos, y exacerba las dificultades de convivencia de las comunidades étnicas en la misma nación. Las ambiciones políticas de las élites, por ejemplo, son un elemento importante en conflictos étnico-religiosos. La instrumentalización del extremismo religioso les ayuda a conseguir apoyo masivo. Cuando una identidad religiosa se convierte en la única identidad general, arrolladora, es propensa a causar conflictos y violencia. Debemos admitir también que en las mismas sociedades donde la religión cumple la función de marcador identitario hay individuos que se distancian de los aspectos negativos de la religión y muestran respeto, entendimiento y compasión hacia los religiosamente distintos, tratando de llegar a la humanidad de cada persona, en vez de quedarse empantanados en identidades socialmente construidas. Esos individuos desempeñan un papel crucial con respecto a sus comunidades. Configuración de identidades
La identidad, hablando en términos generales, es la cristalización de elementos y características únicos que permiten distinguir entre individuos o colectividades. Así pues, la identidad puede ser personal o grupal. Lo que conviene señalar es que una persona tiene múltiples identidades o capas de identidades. Cuando la gente, por diversas razones (peligro, percepción de injusticia, determinados recuerdos), afirma una sola identidad surgen conflictos, estos se agudizan y pueden acabar en violencia prolongada. La identidad se configura tanto interior como exteriormente. Mediante el proceso de socialización, las personas construyen sus identidades como pertenecientes a un grupo y dotadas de importantes características compartidas con los otros miembros de esa colectividad. En la construcción de la identidad de «los otros» suelen entrar lugares comunes y estereotipos, que forman parte del proceso de socialización y quedan hondamente alojados en la psique del individuo y de la colectividad. Por lo que respecta a la identidad, debemos prestar atención también a la diferenciación interna dentro de una religión. Las diferencias son muchas veces tan marcadas que dentro de la misma religión dos corrientes o denominaciones pueden entrar en conflicto y originar violencia. Por citar algunos ejemplos: el protestantismo y el catolicismo pueden enzarzarse en duras pugnas, como ponen de manifiesto no solo la historia de siglos atrás, sino también experiencias más recientes en Irlanda. Las ramas suní y chiita de la religión islámica pueden ser marcadores identitarios para dos grupos diferentes, capaces de chocar violentamente entre sí. Identidad: perspectivas de Oriente y Occidente
Entiendo que, en la cuestión de la identidad, la pertenencia a la parte oriental o a la occidental de Europa marca ya de por sí una diferencia. Encuentro mucha semejanza, por ejemplo, entre Bosnia-Herzegovina, un país con varios credos, y la situación de Asia. Pienso que la relación entre diferentes identidades —étnicas, culturales y religiosas— está muy marcada por la historia y el contexto particulares. En tanto hubo un imperio y una administración centralizada, las identidades locales no desempañaron ningún papel significativo. Cada identidad trataba de entenderse a sí misma en relación con la unidad mayor, la del imperio. En el caso de Europa tenemos el Imperio austro-húngaro, dentro del cual había una gran multiplicidad de identidades nacionales y étnicas. Bajo el Imperio otomano, el sistema dhimmi sirvió como salvaguardia contra conflictos interétnicos e interreligiosos. En el caso de la India hubo el Imperio mogol, seguido por el Imperio británico. Durante la época imperial, por la razón que he citado, prácticamente no surgió ningún conflicto étnico o religioso importante. Una vez que se derrumbó el imperio, y hubo autonomía local, empezó la competición entre las diversas identidades en una lucha por el poder y por obtener los mejores recursos disponibles. La aseveración izquierdista de que las identidades étnicas y religiosas desaparecerían al imponerse un enfoque de clase y de luchas obreras y campesinas ha resultado falsa. Futuras trayectorias de paz. Identidades fluidas y porosas frente a identidades estancadas
Las identidades no hay que verlas como inmutables. Las claramente definidas y bien marcadas llevan inevitablemente a su defensa. La realidad, en cambio, es que históricamente las identidades no han sido fijas, sino porosas. Ha habido diferentes tipos de interacciones y niveles de intercambio entre gentes de diferentes afiliaciones religiosas. Todo esto no se puede pasar por alto. Estudios empíricos muestran, por ejemplo, que ha habido mucho intercambio y comunicación incluso en lo concerniente a culto y símbolos, como se percibe en la religiosidad popular. A través de las fronteras religiosas, la gente se apropia de ideales, valores y símbolos de sus vecinos. Una concepción dinámica y flexible de la identidad puede, en suma, contribuir a evitar conflictos religiosos. Las identidades estancadas resultan peligrosas en la medida en que pueden ser semillero de violencia. Una identidad osificada trata de garantizarse un espacio por miedo a los «otros» y puede llegar al extremo de practicar la limpieza étnica para asegurarse de que tiene un espacio exclusivo. Es terrible pensar que haya religiones capaces de fomentar identidades de este tipo. Nuevo papel de las religiones:
promoción de identidades múltiples
Una vez libres de la idea de que las ideas son inmutables, estaremos en condiciones de...