E-Book, Spanisch, 208 Seiten
Reihe: Biblioteca Herder
Mele Intenciones efectivas
1. Auflage 2018
ISBN: 978-84-254-3918-6
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
El poder de la voluntad consciente
E-Book, Spanisch, 208 Seiten
Reihe: Biblioteca Herder
ISBN: 978-84-254-3918-6
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
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Las cuestiones acerca del libre albedrío, la conciencia y la libertad de acción humana han sido tema de debate entre teólogos, filósofos y científicos durante mucho tiempo. Desde hace algunos años, han surgido voces dentro campo de la neurociencia que dicen haber probado la inexistencia del libre albedrío. Ante tal perturbadora afirmación, Alfred R. Mele desarrolla en este libro un discurso a caballo entre la filosofía y la neurociencia para cuestionar a fondo este supuesto. Intenciones efectivas combina la evidencia científica con la argumentación y los análisis filosóficos para demostrar que las conclusiones obtenidas a partir de ciertos datos neurocientíficos no son concluyentes para negar la capacidad de elección. En el marco de una temática actualmente muy relevante dentro de la filosofía de la mente y la neurociencia, este libro, ganador del premio Sanders Book Prize 2013 de la American Philosophical Association, resultará iluminador para quien desee profundizar en el entramado de paradojas que suscita la relación entre el cuerpo biológico y la libertad de la conciencia y sus acciones.
Alfred R. Mele (1951) es Doctor en filosofía por la Universidad de Michigan y desde el año 2000 ejerce como profesor de filosofía en la William H. and Lucyle T. Werkmeister de la Universidad Estatal de Florida. Su principal campo de estudio se basa en el comportamiento humano. Ha sido editor de prestigiosas publicaciones académicas para Oxford University Press y ha publicado más de una decena de libros acerca de la filosofía de la acción, la filosofía de la mente y la filosofía moral.
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INTRODUCCIÓN Algunas afirmaciones científicas recientes acerca de la acción humana han provocado cierto revuelo. El neurocientífico Benjamin Libet (1985, 2004) argumenta que el cerebro decide emprender una acción un tercio de segundo antes de que seamos conscientes de la decisión de actuar y que el indicio de oportunidad para que el libre albedrío se manifieste es mínimo —cerca de 100 milisegundos—. El psicólogo Daniel Wegner (2002, 2004a, 2008) sostiene que las intenciones no están entre las causas de las acciones correspondientes. Si Wegner tiene razón, si solo son capaces de actuar con libertad aquellos cuyas intenciones son ocasionalmente las causas de las acciones correspondientes, incluso el indicio de oportunidad de Libet para el libre albedrío sería una ilusión. Uno de mis propósitos en este libro es mostrar que estas y otras afirmaciones cuando menos sorprendentes acerca del libre albedrío, la conciencia y la producción de la acción no están justificadas por los hechos; asimismo, que existe un soporte empírico bastante sólido para la tesis según la cual algunas intenciones conscientes se cuentan entre las causas de las acciones correspondientes. Aunque discuto el trabajo de muchos científicos, la mención, en primer lugar, de Libet y Wegner no es accidental. Azim Shariff et al. señalan que «casi todos los trabajos involucrados en el reciente aluvión de argumentos contra el libre albedrío han referenciado la obra de Libet» (Shariff, Schooler y Vohs, 2008, p. 186). Además, el pasaje que cité de Pockett, Banks y Gallagher (2006) en el prefacio ubica tanto a Libet como a Wegner en el centro de la controversia acerca de la acción humana que pretendo explorar en este libro. La evidencia científica es accesible a los filósofos, así como la argumentación y los análisis filosóficos son accesibles a los científicos. Aun así, algunos miembros de cada uno de estos grupos desdeñan lo que ofrece el otro. Después de escribir que «muchos de los neurocientíficos más destacados del mundo, no solo han aceptado nuestros descubrimientos e interpretaciones, sino que incluso han elogiado con entusiasmo estos logros y su ingenio experimental», y de nombrar una veintena de estas personas, Libet añade: «Es interesante que la mayor parte de la crítica negativa respecto a nuestros descubrimientos y sus implicaciones provenga de filósofos que no tienen experiencia significativa en la neurociencia experimental del cerebro» (2002, p. 292). Más adelante, en el mismo artículo, escribe sobre uno de sus críticos: Como filósofo, [Gilberto] Gomes exhibe características que a menudo encontramos en otros filósofos. Parece pensar que uno puede ofrecer reinterpretaciones a partir de suposiciones sin fundamento, suministrando información especulativa que no existe, y construyendo hipótesis que no son siquiera comprobables. (2002, p. 297) (Casualmente, algunos años antes, cuando le pregunté a Gomes acerca de su profesión, me dijo que trabajaba en el Departamento de Psicología). No se trata de un reproche unidireccional. Varios filósofos, después de escucharme hablar sobre el trabajo de Libet y Wegner, han sugerido a priori que de ningún modo podían estar en lo cierto. Una de las moralejas que se pueden extraer de este libro es que esta clase de desestimación es, en ambos casos, un error. En este capítulo bosquejo parte del marco de referencia conceptual a la luz del cual puede interpretarse y examinarse de un modo instructivo la información proporcionada por Libet y Wegner. Aunque es relativamente breve, es posible que algunos lectores se descubran a sí mismos deseando que hubiera sido aún más conciso. Por el momento, ofrezco a estos lectores dos cosas. La primera es una perogrullada: la paciencia es una virtud. La segunda es la afirmación, que podrá ser comprobada a medida que lean la discusión sobre el trabajo empírico en los capítulos siguientes: la precisión conceptual también lo es. Así pues, en el primer y en el segundo apartado, distingo entre diversas clases de intenciones y describo una manera de entender las intenciones ocurrentes que he desarrollado en otro libro (Mele, 1992); en el tercero, a partir de lo que presento en Motivation and Agency (2003, cap. 9), ofrezco algunos antecedentes acerca de la manera de tomar decisiones prácticas. El cuarto apartado es un anticipo general del libro. INTENCIONES OCURRENTES Y PERMANENTES El psicólogo Anthony Marcel escribe: «Extrañamente, muchos psicólogos parecen aceptar que las intenciones son, por su propia naturaleza, conscientes» (2003, p. 60). Aunque esta presunción es el tema principal del capítulo 2, es relevante aquí una distinción entre el surgimiento y la permanencia de las intenciones. En este apartado ofrezco un esbozo de esta distinción y una explicación del surgimiento de las intenciones ocurrentes. En este momento me pregunto: justo ahora, durante el mediodía de un domingo, qué he decidido hacer mañana. La reflexión sobre esta cuestión puede incitarme a que formule nuevas intenciones, y también a que recuerde haber formulado otras, es decir, haber decidido hacer varias cosas el lunes. (Como muchos filósofos, asumo decidir A como una acción —específicamente, una acción de expresar una intención respecto de A, tal como explico en el tercer apartado—).1 Recuerdo que el viernes decidí que el lunes llamaría a mi agente de viajes para reservar un billete de avión a Córcega y, una vez reservado el billete, una habitación de hotel. Soy consciente (ahora) de que estoy decidido a hacer todas esas cosas mañana. ¿Es posible que esté decidido a hacer esas cosas mañana sin que sea consciente de que ese es el caso? Consideremos mi condición diez minutos antes del mediodía —diez minutos antes de preguntarme sobre mis intenciones acerca de lo que haría mañana—. ¿Podría haber decidido llamar a mi agente de viajes el lunes —o volar a Córcega dentro de un par de meses— incluso sin ser consciente de esas intenciones? Le conté a mi padre sobre mi intención de ir a Córcega. Un día después, él le contó a mi hermana que yo tenía la intención de viajar a Córcega sin antes llamarme para saber si estaba despierto, consciente, pensando en Córcega o cualquier otra cosa semejante. Me atribuyó legítimamente la intención, sin suponer que yo era consciente de ella en el momento de la atribución. De hecho, podría haber creído que estaba profundamente dormido: conoce mi rutina, y su conversación con mi hermana ocurrió después de la medianoche. La intención que me atribuyó mi padre es una intención permanente que analizo en «Persisting Intentions» como una cierta clase de disposición a tener intenciones ocurrentes (Mele, 2007). Debido a que las intenciones permanentes no son el tema de este libro, les ahorro a los lectores los detalles del análisis. Quienes proponen que «las intenciones son, por su propia naturaleza, conscientes» (si entienden que eso implica que tenemos intenciones solo cuando somos conscientes de ellas), podrían sostener o bien que las intenciones ocurrentes no son de verdad intenciones o reivindicar que su visión se refiere exclusivamente a las intenciones ocurrentes. En otro libro he propuesto que hay dos maneras para que una intención de A sea además una intención ocurrente. Una manera es que esté «adecuadamente en funcionamiento en el momento de producir la acción intencional relevante, o al generar los ítems adecuados para producir la acción intencional relevante»; la otra es que sea una intención consciente en ese momento, siempre y cuando la intención «no esté totalmente constituida por una disposición a tener intenciones ocurrentes de A» (Mele, 2007, p. 740). (Por ejemplo, un modo para que una intención de ir a Córcega esté en funcionamiento consiste en iniciar y mantener la información reunida y razonada acerca de cómo llegar allí). Estas dos maneras de ser una intención ocurrente no son mutuamente excluyentes. La misma intención puede ser ocurrente de ambas formas al mismo tiempo. Este esbozo acerca de lo que para una intención supone ser ocurrente es suficiente en nuestro propósito actual. (Qué es lo que para una intención ocurrente implica ser una intención será discutido en breve. Los lectores interesados en los detalles pueden consultar «Persisting Intentions» [2007]. Con respecto a las intenciones conscientes, véase el capítulo 2). Las intenciones son un tema de discusión en distintos ámbitos de estudio, incluidos (pero no limitados a ellos) la neurociencia, la filosofía, el derecho y diversas ramas de la psicología. No se debe aceptar que el término «intención» se entienda igual en todas estas áreas, tampoco que en cada una de ellas se conciba de manera uniforme. De todos modos, en ocasiones las distintas concepciones sobre la intención convergen en un punto, tal como ilustraré a continuación. La siguiente es una explicación representativa de la intención en la neurociencia: La intención es un plan temprano para la realización de un movimiento. Especifica la meta de un movimiento y de un tipo de movimiento determinado […] Podemos tener intenciones sin llegar a actuar a partir de ellas. Además, el correlato neuronal de una intención no contiene necesariamente información acerca de los detalles de un movimiento, por ejemplo, la articulación de los ángulos, las torsiones y la activación muscular que se requieren para ejecutar un movimiento […] Las intenciones son inicialmente codificadas en las...