Massimi | Filosofía y ciencia para todos | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 248 Seiten

Massimi Filosofía y ciencia para todos

E-Book, Spanisch, 248 Seiten

ISBN: 978-607-03-1068-3
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



¿Cuál es el origen de nuestro universo? ¿Qué son la materia oscura y la energía oscura? ¿Cuál es nuestro papel en el universo como seres humanos capaces de conocimiento? ¿Qué nos hace agentes cognitivos inteligentes aparentemente dotados de conciencia? La investigación científica en las ciencias físicas y cognitivas plantea preguntas filosóficas fascinantes. La filosofía y las ciencias para todos presenta estas preguntas y más. Comienza preguntando de qué sirve la filosofía para las ciencias, antes de examinar los siguientes temas: el origen de nuestro universo; la materia oscura y la energía oscura; el razonamiento antrópico en filosofía y cosmología; la teoría evolutiva y la mente humana; la conciencia; las máquinas inteligentes y el cerebro humano; la cognición encarnada. Este libro es una excelente introducción para cualquiera que busque una visión general concisa de los temas clave en filosofía de la ciencia.

Michela Massimi (coordinadora).
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1. ¿QUÉ ES ESTA COSA LLAMADA CIENCIA? UN RAPIDÍSIMO RESUMEN FILOSÓFICO MICHELA MASSIMI y DUNCAN PRITCHARD ¿QUÉ ES LA CIENCIA? EVIDENCIA, AFIRMACIONES DE CONOCIMIENTO Y SU JUSTIFICACIÓN La investigación científica suele considerarse una forma paradigmática de adquirir conocimiento sobre el mundo que nos rodea. Pero ¿qué es la ciencia. ¿Y qué hace que el conocimiento científico sea “especial” en relación con otros tipos de conocimiento (véanse Achinstein, 2010; Chalmers, 1999; Goldacre, 2009)? Una posible respuesta a dicha pregunta es ésta: la ciencia no es más que lo que hacen los científicos profesionales (por ejemplo en los departamentos de ciencias de la universidades o en las áreas de investigación científica de las grandes empresas, etcétera). Así, por ejemplo, la astrología, que no es practicada por científicos profesionales (pero sí por columnistas de periódicos, entre otros) no es una ciencia, mientras que la astronomía, que es practicada por científicos profesionales, sí lo es. Basta reflexionar un poco para concluir que no se trata de una descripción de la ciencia particularmente útil. Por ejemplo, ¿no podría haber alguien que haga investigación científica pero que sea un aficionado y por lo tanto no forme parte de ninguna comunidad científica profesional? Es más, ¿todas las investigaciones que realizan los científicos profesionales como parte de su trabajo cuentan como investigaciones científicas? Hay que notar que ni siquiera el contraste entre astrónomos y astrólogos es muy útil en este sentido una vez que comenzamos a analizarlo más de cerca. Después de todo hay astrólogos profesionales que pueden considerarse a sí mismos (y ser considerados por otros, por ejemplo sus clientes) científicos genuinos. Está claro que tenemos que profundizar un poco más. Para delimitar mejor nuestra pregunta considérese la conocida controversia Bellarmine-Galileo sobre la validez del sistema geocéntrico de Tolomeo contra el sistema heliocéntrico de Copérnico. Este acontecimiento histórico está bien documentado, y ha sido el campo de batalla de discusiones importantes sobre lo que los epistemólogos llaman relativismo epistémico, es decir la noción de que las normas de razonamiento y las justificaciones para nuestras afirmaciones de conocimiento parecen ser relativas (véanse Rorty, 1979; Boghossian, 2006). El relativismo epistémico sostiene que si bien pueden existir hechos concretos sobre si nuestro sistema planetario en efecto es heliocéntrico o no, esto no quiere decir que el heliocentrismo sea la idea más racional de todas. El relativismo epistémico afirmaría que para juzgar el desacuerdo entre Galileo y Bellarmine sobre si la Tierra se mueve o no habría que evaluar los estándares y las normas epistémicas que estaban en operación en cada caso. Pero el problema es que para evaluar la validez de sus respectivas afirmaciones Galileo y Bellarmine usaron dos normas o principios epistémicos al parecer incompatibles. Mientras Galileo se basaba en evidencia observacional que provenía de su telescopio, el cardenal Bellarmine se basaba en el texto de la Biblia. En otras palabras, Galileo y Bellarmine recurrieron a dos principios epistémicos distintos para justificar sus respectivas creencias (Boghossian, 2006: caps. 5 y 6). Galileo recurría al principio epistémico que podemos llamar observación y Bellarmine empleaba el principio epistémico de la revelación. El primero dice básicamente que, dada la evidencia que Galileo había obtenido por entonces gracias a su telescopio, le parecía que la Tierra se mueve alrededor del Sol, y por lo tanto se justifica que Galileo creyera que la Tierra se mueve alrededor del Sol. El segundo principio, por el contrario, dice que puesto que la Biblia, la palabra revelada de Dios, dice que la Tierra yace inmóvil en el centro del universo, se justifica que Bellarmine creyera que la Tierra está inmóvil en el centro del universo. Los relativistas epistémicos se basan aquí en un argumento muy sólido conocido como el argumento de la “falta de terreno neutral” (véase Siegel, 2011). El argumento de la falta de terreno neutral afirma que por entonces Galileo y Bellarmine no compartían un terreno común o un estándar neutro que pudiera usarse para determinar inequívocamente quién tenía razón y quién no. Más exactamente, para establecer si uno de ellos en efecto estaba equivocado tendrían que ofrecerse razones y argumentos para probar que el principio epistémico de la observación de hecho es superior al principio epistémico de la revelación de Bellarmine. ¿Es posible encontrar estas razones y argumentos? Un partidario de Galileo seguramente invocaría la fiabilidad del telescopio y de la evidencia producida a través de él para justificar las ideas de Galileo. El telescopio era un instrumento científico que podía usarse para poner a prueba la hipótesis copernicana y contrastarla directamente con la evidencia observacional. La evidencia bíblica de la hipótesis geocéntrica era de un tipo totalmente diferente: era una evidencia textual, basada en la autoridad de la Biblia como palabra revelada de Dios. Así que parece que la superioridad de la evidencia observacional sobre la evidencia textual habla a favor de la superioridad de la observación de Galileo sobre el principio epistémico de la revelación de Bellarmine. No tan rápido. Para empezar, no resulta inmediatamente obvio por qué la evidencia textual deba ser inferior per se a la evidencia observacional. Piense en las humanidades y en disciplinas como la arqueología o la antropología, en las que la evidencia textual (o la evidencia oral de boca de miembros de una comunidad) suele usarse para justificar afirmaciones que creemos que son correctas sobre el pasado o sobre determinadas prácticas culturales. Por supuesto hay contextos en los cuales la evidencia textual es la evidencia primaria con la que se cuenta para justificar afirmaciones de conocimiento (en arqueología o antropología) que nos sentimos inclinados a creer válidas y científicas. Pero hay más. En tiempos de Galileo la evidencia observacional que permitía el telescopio era en sí mismo objeto de un enconada discusión. No todas las personas de la época creían que el telescopio era confiable, o que la evidencia recabada gracias a él debía tener prioridad sobre la evidencia textual de la Biblia. De hecho, la calidad científica de la evidencia obtenida gracias al telescopio estaba tan en discusión durante este debate como la creencia misma en el heliocentrismo. Para empezar, Galileo no tenía una teoría óptica completa que explicara cómo funcionaba su telescopio o si era confiable, aunque sí tenía una explicación causal sobre la forma en la que la lente del telescopio hacía que los objetos celestes se vieran más parecidos a su forma real en la naturaleza. Sin embargo, los adversarios de Galileo respaldaban la explicación causal opuesta sobre el funcionamiento del telescopio, cuya lente –pensaban– magnificaba y distorsionaba el tamaño real de los objetos celestes. Los enemigos de Galileo, desde Christopher Clavius hasta Lodovico delle Colombe y Cesare Cremonini, objetaron la confiabilidad del telescopio con el argumento de que no parecía magnificar las estrellas, a diferencia de otros objetos celestes: el tamaño de las estrellas parecía ser el mismo a simple vista y a través del telescopio. En este debate estaba en juego el problema de si los halos de las estrellas, visibles a simple viste, debían tomarse o no en cuenta al calcular su tamaño real: aristotélicos como Horatio Grassi pensaban que sí, y Galileo creía que no, puesto que eran ilusorios. El debate se desencadenó cuando Grassi (con el pseudónimo Lothario Sasi) publicó, en 1619, su objeción Libra astronomica, que Galileo refutó en El ensayador. El fallo fue a favor de Galileo, pues la comunidad científica terminó por adoptar su explicación causal sobre el funcionamiento del telescopio y las razones por las que era de fiar. Para usar la expresión de Rorty, todos estamos parados en la red que Galileo tendió con su victoria. Este ejemplo histórico ejemplifica el argumento de la “falta de terreno neutral” de los relativistas epistémicos, y lo difícil que es identificar un terreno o una medida comunes para analizar y evaluar las afirmaciones de conocimiento en su contexto histórico. Pero los relativistas pueden usar otro argumento, más sólido, contra la afirmación de que en ciencia existen normas de razonamiento universalmente válidas. Se llama “argumento perspectivista” (véase Siegel, 2011), y dice que dada la naturaleza contextual e históricamente situada de nuestro conocimiento científico, lo que podemos saber (lo que es al mismo tiempo verdadero y justificable que creamos) depende inevitablemente de la perspectiva del agente. Dejemos a un lado por ahora el tema de cómo deberíamos entender o definir una perspectiva –ya sea en términos del sistema de creencias que acepta el agente (véase Sosa, 1991) o en términos de la jerarquía de modelos científicos que definen una perspectiva científica (véase Giere, 2006)–; lo importante para fines de nuestra discusión es que si el argumento perspectivista es correcto, nuestras afirmaciones de conocimiento están vinculadas o determinadas por la perspectiva del agente, de modo que no existen normas o estándares universales para evaluar estas afirmaciones de conocimiento en las diferentes perspectivas. No tenemos espacio para entrar en detalles sobre el debate sobre el relativismo epistémico y sus trascendentales implicaciones para la ciencia y el...


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