Lutz | El gabinete de las hermanas Brontë | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 100, 324 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

Lutz El gabinete de las hermanas Brontë

Nueve objetos que marcaron sus vidas

E-Book, Spanisch, Band 100, 324 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

ISBN: 978-84-17151-82-9
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Este íntimo retrato de las hermanas Brontë, construido a partir de sus objetos personales, aporta un nuevo y original enfoque en la inagotable tarea de conocer más sobre su extraordinario legado literario. En esta biografía única y detallada de una familia literaria que ha cautivado a los lectores durante casi dos siglos, la experta en literatura victoriana Deborah Lutz arroja una nueva luz sobre las vidas complejas y fascinantes de las Brontë a partir de aquello que vistieron, cosieron, escribieron y dibujaron. A medida que se desvelan las historias de estos objetos tan significativos en su casa de Haworth, la autora nos sumerge en una recreación del día a día de las hermanas y, siguiendo un orden cronológico, nos hace partícipes de los acontecimientos más relevantes de sus biografías: la muerte de su madre, los reinos imaginarios de sus escritos infantiles, su época trabajando como institutrices y sus denodados esfuerzos por dejar huella en el mundo de las letras. Desde los libros en miniatura que confeccionaban de pequeñas a los bastones de endrino que llevaban en sus solitarios paseos por los páramos, cada objeto personal abre una puerta al mundo de las hermanas Brontë. Con una prosa cautivadora y rica en matices, Lutz nos revela el mundo físico que habitaron y cuán definitivo fue para inspirar sus obras.

Deborah Lutz es profesora de la cátedra Thruston B. Morton de Inglés en la Universidad de Louisville. Ha publicado artículos en numerosos periódicos, revistas y otras publicaciones, y la han entrevistado en importantes medios de comunicación, entre ellos The New York Times, NPR, Salon, The History Channel. Actualmente vive en Nueva York.
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Agradecimientos
Este libro no habría sido posible sin Amy Cherry, mi editora en W. W. Norton, que lo ha apoyado en todo momento con su inteligencia despierta, sus ideas y su forma de apostar por él de principio a fin. Una conversación con Amy, su ayudante, Laura Romain, y Renee Zuckerbrot, mi agente, sobre hallazgos, archivos, coleccionismo y un perro llamado Pilot (en honor al terranova de Rochester de Jane Eyre) contribuyó a dar forma al proyecto desde su nacimiento. Muchos amigos han leído pasajes de este libro. Polly Schulman me ha orientado sagazmente como editora y erudita con sus observaciones incansables y entusiastas de los borradores de cada capítulo a medida que los iba escribiendo. Kristofer Widholm enriqueció estas páginas con sus comentarios sensibles y diestros y con su talento como escritor, lector y confidente. Estoy agradecida a Talia Schaffer por apoyar siempre mi trabajo, no solo por leer casi todo lo que he producido (¡bendita seas!) y darme valiosos consejos sobre lo relacionado con la época victoriana, sino también por escribirme innumerables cartas de recomendación. Tengo la suerte de formar parte de un grupo de especialistas en el periodo victoriano, personas inteligentes y trabajadoras, muchas de las cuales han leído fragmentos de este libro: Carolyn Berman, Caroline Reitz, Tanya Agathocleous, Tim Alborn y, como siempre, Talia, tienen todo mi agradecimiento. A Dennis Denisoff le agradezco sus consejos para el capítulo sobre perros, por compartir sus conocimientos acerca de la naturaleza de estos animales y por las muchas (e insuficientes) conversaciones a la hora de la cena sobre burros y la importancia de mirar a los animales a los ojos. Tim Moreton, de la National Portrait Gallery de Londres, me ayudó con valiosas aportaciones para el capítulo dedicado a los paseos, me mostró numerosas máscaras mortuorias y me obsequió con sus vastos conocimientos sobre el arte del retrato, historia literaria y artefactos museísticos durante el transcurso de varias comidas maravillosas. Benjamin Friedman corrige y pule mi prosa con mano experta y me regala su amistad leal. Maggie Nelson contribuye con sus ánimos en cualquier ocasión. Este libro atestigua la amabilidad con la que me han tratado los conservadores, bibliotecarios y demás personal de bibliotecas, archivos y museos de los Estados Unidos, el Reino Unido y Europa occidental, muchos de los cuales contribuyeron con más que una simple ayuda. Sarah Laycock y Ann Dinsdale, del Brontë Parsonage Museum, en Haworth, en el condado de West Yorkshire, fueron infinitamente pacientes a la hora de mostrarme cientos de objetos, libros, manuscritos y trocitos de papel. Me permitieron sentarme en su silenciosa biblioteca durante mis numerosas visitas para manipular, estudiar, olisquear, girar y darles muchas vueltas a todos aquellos objetos, para mi gran alegría. Heather Millard, del Manor House Art Gallery and Museum, en Castle Yard, Ilkley, compartió conmigo su entusiasmo por los manuscritos que estudiamos juntas y me ayudó a investigar el clima de Haworth durante la vida de las Brontë. No tiene precio la buena disposición que mostró al abrirme los archivos de Bradford, enviarme fotos del monedero de Charlotte y otros artefactos Brontë, y regalarme su tiempo y su energía. La encantadora Elizabeth Denlinger y su personal en la Pforzheimer Collection rescataron toda clase de reliquias para mí, y ella me ayudó con sus conocimientos sobre artefactos en el área de Nueva York y Reino Unido. John Vincler y Maria Isabel Molestina, de la Morgan Library me obsequiaron con su tiempo, mostrándome cartas, manuscritos y ejemplares anotados, al igual que Isaac Gewirtz, Joshua McKeon y Lyndsi Barnes en la Berg Collection, que toleraron mis numerosísimas visitas y me colmaron de manuscritos y reliquias. Susan Halpert y Leslie Morris, y otros miembros del personal de la Houghton Library, de la Universidad de Harvard, me recibieron con los brazos abiertos. Estoy agradecida a Kathryn Jones, de la Royal Collection, y a Alexandra Barbour, del castillo de Windsor, que bucearon en Frogmore para desenterrar algunas de las joyas y objetos más oscuros de la reina Victoria. Gracias a Bruce Barker-Benfield de la Bodleian Library por su ayuda con las reliquias de Shelley y los libros encuadernados en piel humana, por darme un cálido recibimiento en Oxford y abrirme sus colecciones. Suzanne Canally, bibliotecaria de la Senate House Library de la Universidad de Londres, me contó muchas cosas relacionadas con la muerte en Londres. Gracias a Lisa Darms y Charlotte Priddle de la Fales Collection de la Universidad de Nueva York. Muchas gracias al personal y a los conservadores de las siguientes colecciones por acogerme y satisfacer mis peticiones con generosidad. En el Reino Unido: la British Library, el Victoria and Albert Museum, el British Museum, la Wellcome Collection, la National Maritime Museum, la Keats House, el Hunterian Museum, el Foundling Museum, el Freud Museum, el Charles Dickens Museum, el Sir John Soane’s Museum, el Museum of London, el Florence Nightingale Museum, la Apsley House, el cementerio de Highgate y Pitt Rivers Museum. En los Estados Unidos: la sala principal de lectura de la Biblioteca Pública de Nueva York, así como la Sección de Investigación General, Colección de Arte y Arquitectura y Colección de Fotografía; la Butler Library de la Universidad de Columbia; la Bobst Library de la Universidad de Nueva York; la Thomas J. Watson Library del Metropolitan Museum of Art; y el Mütter Museum de Filadelfia. Otros lugares: la Keats-Shelley Memorial House de Roma; el Museo Sigmund Freud de Viena; el Kunstgewerbemuseum de Berlín; y el Tesoro de la Basílica de San Marcos de Venecia. Le debo un agradecimiento especial a Robert Douglas-Fairhurst, del Magdalen College, por su amable recibimiento en Oxford y por organizar mi conferencia en el Magdalen sobre reliquias victorianas. Gracias a las glamurosas comidas y a las palabras de ánimo y apoyo. Muchos miembros de la Facultad de Literatura Inglesa de Oxford fueron generosos con su tiempo y sus ideas, especialmente Stefano Evangelista y Sally Shuttleworth. Gracias a los asistentes al seminario de investigación victoriana por permitirme poner a prueba con ellos estas ideas sobre los artefactos Brontë, y por sus comentarios y críticas. La compañía, la conversación y el trabajo de muchos otros —compañeros, amigos, escritores, conservadores— me aportaron ideas, combustible, inspiración y visión. Estoy muy agradecida a las siguientes personas: Elaine Freedgood, cuya amistad significa tanto para mí; Will Murphy, por su ayuda al aconsejarme que saltara de las editoriales académicas a las comerciales, Sharon Marcus, Marcia Pointon y Claire Harman, por todas nuestras charlas sobre los Brontë; Wayne Koestenbaum, por enseñarme a usar verbos más atractivos; Eve Kosofsky Sedgwick, Avital Ronell y David McAllister, por nuestras conversaciones sobre la muerte y por su invitación a hablar de máscaras mortuorias en Birkbeck; Deborah Rubin, por enseñarme toda clase de cosas; Steve Kirschner y Janice Gitterman, por debatir los títulos de los capítulos; Melissa Dunn, Domenick Ammirati, Jean Mills, Rachel Szekely, Will Fisher, Tom Fahy, Cara Murray, James Bednarz, John Lutz, Duc Dau y Joanne Mariner, por prestarme su apartamento en Londres y su casa en el bosque, y por su reclamo nocturno; John Kucich, Richard Kaye, Pam Thurschwell, Anne Humpherys, Gerhard Joseph, Je Dolven y Sina Naja, de Cabinet, que también se mostró descorazonada cuando se enteró de que había muerto el delfín de Gowanus; el doctor Gabriel Heaton, de Sotheby’s, de Londres, por enviarme páginas de sus catálogos de subastas; y Roland Albrecht y Marianne Karbe del Museum der Unerhörten Dinge. Muchas personas se devanaron los sesos conmigo con los enigmáticos lacres adhesivos de Emily Brontë. Algunos miembros de la Liga Nacional de Rompecabezas, especialmente Ronnie Kon y Treesong, descodificaron varios. Deb Amlen también descifró algunos. Bill Lunsford, de la Asociación Americana de Criptogramas, también fue de gran ayuda, al igual que Betsy Rohaly Smoot y Rene Stein, del Center for Cryptologic History, de la Agencia de Seguridad Nacional. Hay tantos trabajos de investigación extraordinarios sobre la familia Brontë que podría escribir un libro entero de agradecimientos, y he intentado incluir el mayor número de referencias posibles en mis notas y en la bibliografía recomendada. El trabajo de Juliet Barker ha sido fundamental para mí y para cualquiera que trabaje sobre las Brontë. La edición de Margaret Smith de las cartas de Charlotte Brontë ha sido esencial: es un trabajo de investigación asombroso. Me he inspirado en los escritos de Steven Vine, Stevie Davies y Elisabeth Bronfen. Estoy agradecida a mis estudiantes de la Universidad de Long Island por los debates sobre las mujeres victorianas y por su colaboración, especialmente a ABC (Amanda Beth Campbell), Nikki Cosentino y Nicole McGovern. De la biblioteca, estoy en deuda con el personal de préstamo interbibliotecario, especialmente con Claudette Allegrezza, por toda su ayuda. Un año sabático me aportó el tiempo necesario para completar este proyecto, y gracias a una beca del Comité de Investigación de la Universidad de Long Island se adquirieron los derechos de las ilustraciones. Gracias al personal y a los encargados de varias cafeterías y bares donde fui explorando estos capítulos, especialmente al Ashbox, Troost, Propeller, Turl Street Kitchen, Kings Arms de Haworth y Black Bull. Estoy agradecida a mi familia por su afecto: Pamela, Sandy, Doug, Veronica y Leroy. Por último,...


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