Lefebvre / Pilario / Ross | Minorías | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 160 Seiten

Reihe: Concilium

Lefebvre / Pilario / Ross Minorías

Concilium 371
1. Auflage 2017
ISBN: 978-84-9073-339-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Concilium 371

E-Book, Spanisch, 160 Seiten

Reihe: Concilium

ISBN: 978-84-9073-339-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
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El nacionalismo de derechos está en ascenso, y las vidas de las minorías se ven colocadas bajo una constante amenaza: la reciente victoria de Donald Trump en los Estados Unidos y su 'America first'; el éxito del brexit y los mensajes de preferencia hacia el 'nativo británico' para el trabajo; Marine Le Pen y su Frente Nacional francés, que promete un referéndum por el frexit paralelo al del Reino Unido; Rodrigo Duterte, elegido en fecha reciente presidente de Filipinas, caso más complejo y ambivalente. Este número de Concilium quiere tratar la ambivalente relación con el poder en el fenómeno de las 'minorías', y cómo influye la presencia de minorías en la forma en que hacemos teología: ¿Cómo nos ayudan estas minorías a repensar nuestras categorías teológicas?

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EDITORIAL
El nacionalismo de derechos está en ascenso, y las vidas de las minorías se ven colocadas bajo una constante amenaza. Después de la reciente victoria de Donald Trump en los Estados Unidos abundan los grafitis que dicen: «This is Trump’s America. In other words, get out» [«Estos son los Estados Unidos de Trump. En otras palabras: marchaos»]; «Build the wall» [«Construid el muro»]; «You are no longer welcome here, Muslim!» [«¡Ya no eres bienvenido aquí, musulmán!»]. A pesar de las afirmaciones que se hacen en contrario, Nigel Farage, el líder británico responsable del éxito del brexit, ha sido fuertemente criticado como racista y despectivo hacia las minorías por preferir a un «nativo británico» para el trabajo o afirmar que los rumanos son responsables del 92 por ciento de los ataques contra los cajeros automáticos de Londres. Todo ello por no mencionar que es también un buen amigo de Trump. Otra dirigente de la Unión Europea, Marine Le Pen, del Frente Nacional francés, promete un referéndum por el frexit paralelo al del Reino Unido. La campaña de su partido durante el año 2015 retrató dos rostros de mujer: uno con el pelo suelto y una bandera francesa pintada en el rostro, y el otro vistiendo un burka. El pie de imagen decía: «Choisissez votre banlieue. Votez Front» [«Elija su barrio. Vote al Frente [Nacional]». Rodrigo Duterte, elegido en fecha reciente presidente de Filipinas, es más complejo y ambivalente. Por un lado, quiere incorporar a la vida política a los musulmanes de Mindanao, a los izquierdistas y a sectores marginados, pero, por el otro, promete dar muerte a todos los drogadictos y traficantes de drogas —su propia versión de una minoría inhumana—, la mayoría de los cuales vienen de los estratos pobres. Habiendo eliminado a 7 000 personas tras siete meses en el ejercicio de sus funciones, su gobierno es una curiosa mezcla de alianzas de izquierdas, políticas liberales, pronunciamientos dictatoriales y retórica populista que, irónicamente, goza de un índice de aprobación del 80 por ciento. El ensayo de Scott Appleby, que inaugura el presente número, titulado «La exclusión sacralizada», disecciona este presente: el populismo ultranacionalista y el nacionalismo religioso convergen en un punto: la sacralización de la nación. «La nación es absoluta porque participa de lo sagrado; lo sagrado está íntimamente asociado al destino de la nación». En efecto, se construye a las minorías como «impuras», haciendo de ellas «objetivos justificables de la violencia». En contextos ordinarios, puesto que las minorías pertenecen a los ámbitos de dominación de todo espacio social, son vulnerables al ejercicio descarado a la vez que sutil del poder social. Por la magnitud insignificante de su población, por su falta de capital económico y político, y por las parcialidades y prejuicios contra sus identidades culturales, sus religiones o sus lenguas, las minorías son fácilmente víctimas de violencia real y simbólica tanto por parte del Estado como de actores no estatales, con los cuales no puede contar para su protección. Las formas concretas de marginación, discriminación y exclusión abundan: negación de ciudadanía, estigmatización, violencia de actores no estatales e impunidad, desplazamiento interno durante conflictos armados, huida para convertirse en refugiados en otros países, prohibición de practicar sus religiones y de utilizar sus lenguas, denegación del acceso a la educación, a los cargos públicos y muchas otras cosas. En otros contextos, sin embargo, una «minoría» poderosa y elitista puede tomar el control del poder para dominar todo el discurso sociopolítico y, si se ve amenazada, no duda en tomar represalias con medidas socioeconómicas y políticas contra aquellos que ponen en peligro su hegemonía. Pensemos en la anterior minoría colonial blanca en la Sudáfrica del apartheid, en el dominio de los tutsi en Ruanda, en las políticas de hindutva en la India, en los crecientes movimientos ultranacionalistas y populistas en todo el mundo, etc. Este racismo de elite en las posiciones altas maneja todos los recursos políticos, religiosos, corporativos, mediáticos y académicos con el fin de ayudar a mantener y reproducir su dominio del conjunto del espacio social. Por ejemplo, el ensayo de Michel Andraos sugiere cómo las comunidades cristianas de Medio Oriente, antes desaventajadas, se convirtieron al catolicismo romano durante el Imperio otomano, cosecharon la protección del Occidente cristiano, se convirtieron en una nueva burguesía y, a continuación, se convirtieron en la «extensión del poder europeo y de su misión civilizadora para el Oriente musulmán». O bien, desde otro contexto histórico, como lo observa Bryan Massingale en su entrevista, Donald Trump no obtuvo realmente la mayoría de los votos (Trump recibió 2,8 millones de votos menos que su rival): solamente ganó la presidencia, no las elecciones. En su entrevista, Massingale argumenta que, en el fenómeno Trump, «un segmento asediado de la población» —la mayoría blanca de una era pasada— está intentando desesperadamente hacerse con el poder en el contexto de «“morenización” de los Estados Unidos». Esta visión pone también en perspectiva la retórica racista que está emergiendo fuertemente en Europa y en otros lugares en la nueva situación de migración masiva global y de la crisis de los refugiados. Esta ambivalente relación con el poder en el fenómeno de las «minorías» es la que queremos tratar en este número de Concilium. No faltan de parte de las Naciones Unidas ni de los Gobiernos declaraciones y afirmaciones sobre la protección de los pueblos pertenecientes a minorías1. La Declaración de la ONU de 1992 se inicia con la siguiente frase: «Los Estados protegerán la existencia y la identidad nacional o étnica, cultural, religiosa y lingüística de las minorías dentro de sus territorios respectivos y fomentarán las condiciones para la promoción de esa identidad» (Art. 1. n.o 1). En el contexto de etnicidades reemergentes —en otro tiempo ahogadas por Estados hegemónicos en la era de la Guerra Fría— que comenzaron a afirmarse a sí mismas, Naciones Unidas y los Gobiernos nacionales reconocen que el derecho de las minorías no procede solamente de la benevolencia de Estado alguno, sino que son derechos humanos universales. Y esos Estados tienen que probar que han cumplido su obligación frente a tales pueblos olvidados: «Los Estados adoptarán medidas apropiadas, legislativas y de otro tipo, para lograr esos objetivos» (Art. 1, n.o 2). No obstante, en el actual contexto de migración global, de la crisis de los refugiados y de guerra contra el terrorismo, la visión que se tiene de las minorías experimenta un giro diferente. Tanto las minorías autóctonas situadas dentro del propio territorio nacional como las «nuevas minorías» —la mayoría de ellas migrantes, refugiados económicos o políticos con filiaciones lingüísticas o religioso-culturales «extrañas»— amenazan la seguridad política y económica del Estado. En este paso de «secularización» de los derechos de las minorías, los «Estados han invertido la carga de la prueba: el Estado no necesita ya probar el cumplimiento de sus obligaciones con respecto a las minorías, sino que las minorías deben probar su lealtad hacia el Estado»2. Y si no pueden probarla, el poder político y económico se ejerce en contra de ellas y de sus familias. Es en este contexto que el artículo de Neera Chandhoke insiste en dos conceptos complementarios en defensa de las minorías: democracia y secularismo. Por un lado, el secularismo prohíbe al Estado proteger una religión o legitimarse a sí mismo mediante autoridad religiosa alguna, sino que asegura, en lugar de ello, que todos los ciudadanos poseen el derecho a practicar sus propias creencias (o no creencias) individuales dentro del conjunto del espacio social. Por el otro, la democracia, entendida como igualdad fundamental, fuerza al Estado a proteger a los que pertenecen a grupos minoritarios frente a las mayorías hegemónicas. El reconocimiento de «derechos de las minorías» es una parte esencial de la democracia, en cuanto asegura que todas las personas tienen igual libertad para practicar la propia cultura o religión «con independencia de lo que crea una mayoría en un momento determinado del tiempo». ¿Cómo influye la presencia de minorías en la forma en que hacemos teología? ¿Cómo nos ayudan estas a repensar nuestras categorías teológicas? La reflexión de Rolando Tuazon sobre la tradición social católica afirma que el contexto posmoderno —en contraste con los períodos colonial y moderno— hace que la Iglesia y su teología sean más sensibles a las voces marginadas de culturas despreciadas, de razas degradadas, de géneros suprimidos y de religiones menospreciadas. La posmodernidad ayuda a que estas perspectivas olvidadas se autoafirmen en cuanto, irónicamente, se convierten en fuentes de crítica y de transformación de los sistemas dominantes que fueron los primeros en marginarlas. En contraste, el ensayo de Diego Irarrazaval afirma que algunos procesos globales posmodernos distorsionan y desintegran las vidas y las culturas religiosas de las minorías. El mercado liberal global ofrece una miríada de bienes para la salvación, incluyendo rituales y valores, devoción e incluso trascendencia en las formas neoespirituales y posmodernas. Pero, al igual que Tuazon, también Irarrazaval cree que una nueva esperanza amanece para el mundo a partir de las energías frágiles, fragmentadas pero inagotables que hay entre las...



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