Farmer | El oscuro designio | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 864, 518 Seiten

Reihe: Colección Popular

Farmer El oscuro designio


1. Auflage 2023
ISBN: 978-607-16-7648-1
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, Band 864, 518 Seiten

Reihe: Colección Popular

ISBN: 978-607-16-7648-1
Verlag: Fondo de Cultura Económica
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En El oscuro designio Farmer vuelve a llevarnos al Mundo Río, en este libro prepara el escenario para el final de esta saga. Nos encontramos de nuevo con Francis Burton, pero también surgen personajes nuevos, como Jill Gulbirra y Peter Frigate. Los misterios sobre los Éticos y el propósito de los seres humanos en este nuevo mundo sigue siendo un misterio, los personajes luchan por aclararlo, saben que las respuestas a sus preguntas están en la Torre Oscura, buscan llegar a toda costa. Pero hay obstáculos en el camino, antiguos enemigos, rencores pasados y traiciones, además regresa la amenaza de la muerte permanente, ya no hay más traducciones. Deberán moverse rápido y con cuidado para superar los obstáculos entre ellos y su destino.

Philip José Farmer (1918-2009) fue un autor de ciencia ficción y fantasía estadunidense. Conocido por introducir temas prohibidos dentro de su género literario: religiosos, sexuales, morales y políticos, además de utilizar famosos personajes históricos y literarios como protagonistas de sus cuentos y novelas. Entre sus obras más destacadas se encuentran Carne y Noche de luz.

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II
UNA NEBLINA, gris y arremolinada, formaba el escenario y el telón de fondo. Burton estaba de pie en el foso, como un isabelino demasiado pobre para pagar un asiento. Sobre él había trece figuras, sentadas en sillas que flotaban sobre la bruma. Una de ellas estaba de cara a las otras, que estaban dispuestas en un semicírculo. Ese hombre era el protagonista: él mismo. Había ahí una decimocuarta persona, aunque estaba en las alas y sólo Burton podía verla desde el foso. Era una figura negra y amenazadora, que de cuando en cuando soltaba una risita hueca. Una escena similar, aunque no idéntica, había ocurrido una vez en la realidad y muchas veces en sueños; pero ¿quién podía saber con certeza cuál era cuál? Allí estaba él, el hombre que había muerto setecientas setenta y siete veces en un vano intento de eludir a sus perseguidores. Y allí estaban los doce que se hacían llamar “los Éticos”. Seis eran hombres y seis mujeres. Todos, excepto dos, tenían la piel muy bronceada o pigmentada y el cabello negro o castaño oscuro. Dos hombres y una mujer tenían leves pliegues epicánticos en los ojos, por lo que Burton pensaba que eran euroasiáticos, si es que su origen estaba en la Tierra. Sólo dos de los doce habían sido nombrados durante la breve inquisición: Loga y Thanabur. Ninguno de esos nombres parecía pertenecer a alguna lengua que Burton conociera, y conocía al menos un centenar; sin embargo, las lenguas cambian y era posible que fueran del siglo LII d.C. Uno de sus agentes le había dicho a Burton que provenía de ese tiempo, pero Spruce lo había dicho bajo amenaza de tortura y quizá había mentido. Loga era uno de los que tenían la piel relativamente clara. Como estaba sentado y no había nada material con que medirlo, podía ser alto o bajo. Era corpulento y musculoso, y su pecho estaba cubierto de vello rojizo. El cabello de su cabeza era rojo como un zorro. Tenía rasgos irregulares y fuertes: una barbilla prominente y hendida; una enorme quijada; una nariz grande y aguileña; espesas cejas amarillas; labios anchos y carnosos, y profundos ojos verdes. Era obvio que el otro hombre de piel clara, Thanabur, era el líder. Su físico y su rostro eran tan parecidos a los de Loga, que bien podían ser hermanos; sin embargo, su cabello era castaño oscuro. Tenía un ojo verde, aunque era un extraño verde hoja. El otro ojo había sobresaltado a Burton la primera vez que Thanabur volvió su rostro hacia él. En vez del verde que esperaba, vio una joya, parecía un enorme diamante azul, una piedra preciosa de muchas facetas destellantes engarzada en la cuenca ocular. Burton se sentía incómodo siempre que esa joya se posaba en él. ¿Cuál era su propósito? ¿Qué veía en él que un ojo viviente no pudiera ver? De los doce, sólo tres habían hablado: Loga, Thanabur y una mujer rubia, esbelta, pero de grandes pechos, con grandes ojos azules. Por la manera en que ella y Loga hablaban entre sí, Burton pensó que podían ser marido y mujer. Mirándolos desde fuera del escenario, Burton volvió a notar que encima de la cabeza de cada uno, incluido su otro yo, flotaba un globo. Estos globos, de muchos colores cambiantes, giraban y proyectaban brazos hexagonales, verdes, azules, blancos y negros. Los brazos se retraían hacia el globo, sólo para ser remplazados por otros. Burton intentó correlacionar las esferas giratorias y las mutaciones de sus brazos con las personalidades de los tres individuos y la suya propia, con su apariencia física, con el tono de su voz, con el sentido de sus palabras, con su actitud emocional. No logró encontrar ningún vínculo. Cuando la primera escena, la real, tuvo lugar, no vio su aura. Las palabras que se decían ahora no eran las mismas que en el suceso real. Era como si el Hacedor de Sueños hubiera reescrito la escena. Loga, el hombre pelirrojo, dijo: —Teníamos a algunos agentes buscándote. Eran muy pocos, considerando los treinta y seis mil seis millones nueve mil seiscientos treinta y siete candidatos que viven a lo largo del río. —¿Candidatos a qué? —dijo el Burton del escenario. En la primera ocasión, no había dicho eso. —Eso nosotros lo sabemos y tú debes averiguarlo —dijo Loga. Loga mostró unos dientes inhumanamente blancos, y continuó: —No teníamos idea de que estabas suicidándote para huir de nosotros. Pasaron los años. Teníamos otras cosas que hacer, así que retiramos a todos los agentes del caso Burton, como lo llamábamos, excepto algunos que estaban apostados en ambos extremos del río. De alguna manera, sabías de la torre polar. Más tarde supimos cómo. Burton, el que miraba, pensó: Pero no lo supieron por X. Trató de acercarse más a los actores para poder verlos más de cerca. ¿Cuál era el Ético que lo había despertado antes de su resurrección? ¿Cuál lo había visitado en una noche tormentosa, llena de relámpagos? ¿Cuál le había dicho que debía ayudarlo? ¿Cuál era el renegado al que Burton sólo conocía como X? Forcejeó contra la neblina húmeda y fría, tan etérea y tan fuerte como las cadenas que sujetaban al monstruoso lobo Fenrir antes del Ragnarok, el crepúsculo de los dioses. Loga dijo: —Te habríamos atrapado, de todos modos. Verás, cada espacio de la burbuja de restauración (el lugar donde despertaste inexplicablemente durante la fase de prerresurrección) tiene un contador automático. Cualquier candidato con un número de muertes superior al promedio es objeto de estudio, tarde o temprano. Suele ser más bien tarde, pues nos falta personal. ”No teníamos idea de que eras tú quien había acumulado el asombroso número de setecientas setenta y siete muertes. Tu espacio en la burbuja PR estaba vacío cuando la miramos durante nuestra investigación estadística. Los dos técnicos que te habían visto cuando despertaste en la cámara PR te identificaron por tu… fotografía. ”Programamos el resurrector para que la siguiente vez que se recreara tu cuerpo, una alarma nos notificara para poder traerte a este lugar.” Pero Burton no había vuelto a morir. De alguna manera, lo habían localizado con vida. Aunque había vuelto a huir, lo habían atrapado, ¿o no? Tal vez lo había fulminado un rayo mientras huía por la noche y estaban esperándolo en la burbuja PR. Esa gigantesca cámara que, suponía, estaba en las profundidades del planeta o en la torre del mar polar. Loga dijo: —Hemos registrado minuciosamente tu cuerpo. También hemos examinado cada componente de tu psicomorfo, o tu aura, como quieras llamarle. Señaló el globo giratorio sobre la cabeza del Burton que estaba sentado ante él. Entonces, el Ético hizo algo extraño. Se dio la vuelta hacia la neblina y señaló a Burton, el espectador. —No encontramos ninguna pista. La figura oscura en las alas soltó una risita. El Burton del foso exclamó: —¡Piensan que sólo hay doce de ustedes! ¡Hay trece! ¡Un número de mala suerte! —Lo que importa es la calidad, no la cantidad —dijo la figura fuera del escenario. —Cuando te enviemos de regreso al valle no recordarás nada de lo ocurrido aquí —dijo Loga. El Burton de la silla dijo algo que no había dicho en la escena original. —¿Cómo pueden hacerme olvidar? —Hemos borrado tu memoria como si fuera una grabación —dijo Thanabur. Hablaba como si diera un sermón ¿o acaso advertía a Burton, porque él era X? —. Por supuesto, nos tomó mucho tiempo recorrer tu memoria los siete años que has estado aquí y requirió una enorme cantidad de energía y materiales, pero la computadora que vigilaba Loga estaba programada para recorrer tu memoria a alta velocidad y detenerse sólo en el momento en que ese sucio renegado te visitó. Así que sabemos exactamente lo mismo que tú sobre lo que ocurrió entonces. Vimos lo que tú viste, oímos lo que oíste, sentimos lo que tocaste y lo que oliste, incluso experimentamos tus emociones. ”Desafortunadamente, el traidor o la traidora te visitó de noche, y disfrazado. Incluso su voz estaba filtrada por un distorsionador que impidió que la computadora analizara sus marcas vocales. Digo ‘él o ella’ porque sólo viste una figura pálida sin rasgos identificables, sexuales o de otro tipo. La voz parecía masculina, pero una mujer podría haber usado un transmisor para sonar como hombre. El olor corporal también era falso. La computadora lo analizó y es obvio que estaba alterado por un compuesto químico. ”En pocas palabras, Burton, no tenemos idea de quién de nosotros es el renegado y no tenemos idea de por qué él o ella está actuando contra nosotros. Es casi inconcebible que alguien que sabe la verdad trate de traicionarnos. La única explicación es que esa persona está demente, y eso también es inconcebible.” El Burton del foso sabía, de alguna manera, que Thanabur no había dicho esas palabras la primera vez, durante el drama verdadero. También sabía que estaba soñando, que estaba poniendo palabras en boca de Thanabur. El discurso del hombre estaba formado por los pensamientos, conjeturas y fantasías del propio Burton. A continuación, el Burton de la silla expresó algunas de esas ideas: —Si pueden leer la mente de una persona, por así decirlo, ¿por qué no leen las de ustedes? ¿Acaso no lo han hecho?...



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