Estuche Inteligencia Emocional HBR: Equilibrio | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 444 Seiten

Reihe: Serie Inteligencia Emocional HBR

Estuche Inteligencia Emocional HBR: Equilibrio

Buenos hábitos, Gestiona la ansiedad y Energía + motivación
1. Auflage 2025
ISBN: 978-84-291-9870-6
Verlag: Reverte-Management
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Buenos hábitos, Gestiona la ansiedad y Energía + motivación

E-Book, Spanisch, 444 Seiten

Reihe: Serie Inteligencia Emocional HBR

ISBN: 978-84-291-9870-6
Verlag: Reverte-Management
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



El estuche, de cuidado diseño, recopila en un único pack un ejemplar de los tres títulos de la exitosa serie de Inteligencia Emocional de HBR: «Buenos Hábitos», «Gestiona la Ansiedad», y «Energía + Motivación» Aprende a gestionar la ansiedad en el trabajo, diferenciando claramente entre estrés y ansiedad, y utiliza herramientas como la autocompasión y la atención plena para manejarlos. Descubre cómo adoptar hábitos positivos que aumenten tu productividad y reduzcan el estrés. Además, encuentra estrategias efectivas para mantener la energía y el enfoque, superar la procrastinación y mejorar tu rendimiento diario.

Harvard Business Review es sin lugar a dudas la referencia más influyente en el sector editorial en temas de gestión y desarrollo de personas y de organizaciones. En sus publicaciones participan investigadores de reconocimiento y prestigio internacional, lo que hace que su catálogo incluya una gran cantidad de obras que se han convertido en best-sellers traducidos a múltiples idiomas.

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Nuestros hábitos rigen nuestra vida, literalmente. Los estudios demuestran que alrededor de la mitad de nuestras acciones cotidianas obedecen a una serie de actos que repetimos día tras día.1 Probablemente esta sea la razón por la que los investigadores del comportamiento y los psicólogos han dedicado tanto tiempo a escribir sobre cómo establecer y mantener hábitos positivos. Dormir y hacer ejercicio con regularidad, llevar una dieta sana, tener un horario organizado y practicar mindfulness son solo algunos de los ejemplos de prácticas que —de hacerse con regularidad— pueden mejorar nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestra salud mental. Pero ¿y qué pasa si nada de todo eso te sale de forma natural? ¿Qué es lo que se necesita para crear un nuevo hábito? Aunque hay un montón de trucos en internet que compiten por responder a estas preguntas, la neurociencia que subyace a la formación de hábitos no ofrece ningún método abreviado. Los expertos abogan por un enfoque a la antigua usanza: el progreso incremental. El compromiso adquirido es lo que, una y otra vez, ha demostrado conducir al cambio. Sorprendentemente, el primer paso para crear un cambio a largo plazo implica crear rutinas, no hábitos en sí. Rutinas versus hábitos La mayoría de nosotros asumimos que ambos términos son intercambiables. Pero Nir Eyal, autor de Indistractable: How to Control Your Attention and Choose Your Life, me dijo que se trata de una falacia habitual que suele acabar en una decepción. «Cuando fracasamos en la formación de nuevos patrones de conducta, a menudo nos culpamos a nosotros mismos», comentó, «en lugar de a los malos consejos que leemos de alguien que no entiende realmente lo que puede y no puede ser un hábito». Eyal explicó que un hábito es un comportamiento que se realiza con poca o ninguna reflexión, mientras que una rutina implica una serie de comportamientos que se repiten con frecuencia e intencionadamente. Para que un comportamiento se convierta en hábito, antes tiene que ser una rutina habitual. El problema es que muchos de nosotros intentamos saltarnos la fase de «rutina». Según Eyal, esto se debe a que pensamos que los hábitos nos permitirán poner las tareas tediosas o poco agradables en piloto automático. (Tu lista de tareas pendientes sería mucho mejor si se completara a sí misma de alguna manera). Y tiene su lógica. A diferencia de los hábitos, las rutinas son molestas y requieren un esfuerzo decidido. Levantarse temprano para correr cada mañana o meditar 10 minutos cada noche, por ejemplo, son rituales que —al principio— cuesta mantener. Los hábitos, en cambio, están tan arraigados en nuestra vida cotidiana que resulta extraño no hacerlos. Imagina que no te cepillas los dientes antes de acostarte o que no te tomas una taza de café con el desayuno. Si son hábitos ya adquiridos, dejar de hacerlos puede incluso sentarte mal. Para intentar convertir una rutina en un hábito, sigue los siguientes pasos. Define tus intenciones Ten en cuenta que algunas rutinas pueden convertirse en hábitos, pero no todas pueden hacerlo o lo harán. Y es que algunas cosas, aunque cuantificables, requieren demasiada concentración, reflexión y esfuerzo para conseguirlo. Por este motivo, tocar un instrumento, limpiar tu apartamento o escribir en tu diario no entran en la categoría de hábitos; no son comportamientos que se puedan realizar sin esfuerzo y sin un pensamiento consciente. Lo importante es lo siguiente: Elige bien el comportamiento que quieres convertir en hábito. Tal vez quieras beber más agua a lo largo del día o dejar de consultar el correo electrónico a primera hora de la mañana. Elijas lo que elijas, sé realista sobre este proceso. Te exigirá paciencia, autodisciplina y compromiso. «No existen los 21 días para empezar un nuevo hábito», señaló Charles Duhigg, autor de The Power of Habit. «El tiempo que se necesita varía de una persona a otra». Desarrollar un hábito que te resulte placentero, como comer chocolate para desayunar, por ejemplo, puede llevar un día, mientras que intentar hacer ejercicio a las 17:00 h de la tarde cada día puede llevar mucho más tiempo. Ximena Vengoechea, investigadora de la UX y autora del libro Listen Like You Mean It, añadió: «Reflexiona sobre lo que intentas conseguir y por qué. Digamos que tu objetivo es ser escritor. ¿Te interesa escribir una novela por la fama, el prestigio o el dinero? ¿Es para ganarte la aceptación o el amor de alguien que te importa? ¿O es simplemente porque te apasiona la escritura?». Comprender el «por qué» te ayudará a mantenerte motivado cuando surjan los inevitables obstáculos para crear nuevas rutinas. Prepárate para afrontar las dificultades Reflexiona sobre por qué, hasta la fecha, no has practicado regularmente este comportamiento. ¿Qué te lo ha impedido hasta ahora? ¿Ha sido el miedo o la vergüenza? ¿O la falta de tiempo? «Familiarízate ahora con tus propias dificultades para poder identificarlas y gestionarlas rápidamente cuando surjan más adelante, porque surgirán», afirma Vengoechea. Puede que una agenda apretada te haya impedido ir al gimnasio todos los días. Para evitar que esto ocurra en el futuro, reserva de 30 a 60 minutos sin interrupciones en tu calendario ahora mismo. También es posible que últimamente no te sientas lo suficientemente motivado. Para no perder tu motivación, busca un aliado (o dos) con quien compartir tus objetivos. Puede ser un jefe que te inspire confianza, un compañero, un amigo, un socio o un familiar. «Asegúrate de compartir tus ambiciones, intenciones, planes (¡y puede que incluso tus miedos!) con alguien que pueda apoyarte y recordarte por qué te has propuesto este objetivo cuando las cosas se pongan difíciles», señala Vengoechea. Los estudios demuestran que las probabilidades de éxito aumentan notablemente cuando damos a conocer nuestras intenciones a alguien que se percibe con un estatus superior al nuestro o a alguien cuya opinión valoramos.2 Empieza mediante empujoncitos Puedes poner en marcha pasos prácticos o empujoncitos que te ayuden a iniciar tu nueva rutina. Utiliza una o todas las sugerencias siguientes para organizarte y empezar. Establece un horario. Fija momentos regulares en tu calendario (cada día o cada dos días) para practicar el comportamiento que quieres convertir en hábito. Asegúrate de no excederte al principio. «Si te lanzas demasiado rápido y esperas resultados de inmediato, lo más probable es que fracases y te desanimes incluso antes de haber empezado», apunta Vengoechea. Crea microhábitos. Con el espíritu de simplificar las cosas, otra opción es empezar con microhábitos: ajustes graduales que (con el tiempo) te acerquen a la consecución de tus objetivos. Piensa en ellos como peldaños que te llevan a tu destino final. He aquí algunos ejemplos para que te hagas una idea: Objetivo: Leer más noticias relacionadas con tu sector. Qué puedes hacer: Crea una alerta Google sobre temas directamente relacionados o incluso afines a tus intereses profesionales, que te inciten a hacer clic y leer al menos una o dos alertas cada día. Objetivo: Mejorar la calidad del sueño. Qué puedes hacer: La luz azul de las pantallas dificulta conciliar un sueño reparador. Mantén tus libros favoritos junto a la cama y deja el teléfono cargando en otra habitación. Cuando te dispongas a dormir, es probable que elijas el libro más cercano en lugar de estar mirando la pantalla. Objetivo: Fortalecer tu red de contactos. Qué puedes hacer: Motívate a acercarte a los demás a través de estímulos visuales. Coloca en tu pantalla notas adhesivas con mensajes como «¿Has mostrado hoy tu gratitud a un compañero?» o «Contacta con alguien nuevo» como recordatorio de tu objetivo. Prueba la agrupación de tentaciones. Este último tipo de empujoncito pretende hacer más agradables las tareas obligatorias. El concepto fue acuñado por la investigadora Katie Milkman y sus colegas, y es bastante sencillo: Escoge una actividad que no te guste hacer y otra que sí te guste, y combínalas. En la práctica, la agrupación de tentaciones puede hacerse así: Combina un comportamiento que te proporcione una gratificación inmediata (mirar el TikTok, escuchar música o darte un atracón de tus podcasts favoritos) con una actividad beneficiosa pero menos divertida (correr en la cinta, rellenar una hoja de cálculo o hacer tareas domésticas). Permítete hacer las cosas «divertidas» junto con las «no tan divertidas». En el estudio de Milkman, por ejemplo, los investigadores dieron a los participantes iPods con cuatro audionovelas que estos querían escuchar, pero a las que solo podían acceder mientras hacían ejercicio. En general, la asistencia al gimnasio de los participantes aumentó porque estaba asociada a un capricho.3 Muéstrate compasivo contigo mismo Por último, no olvides ser compasivo contigo mismo al embarcarte en este viaje hacia rutinas más reflexivas, con la esperanza de adquirir mejores hábitos. Cualquier cambio a largo plazo va a llevar su tiempo. Es la pura realidad. Habrá altibajos. Pero eres capaz, y si has llegado hasta aquí, es que también estás sobradamente preparado. Deja que las herramientas que has aprendido hoy sean tu brújula. Deja que te guíen cuando te sientas fuera de la senda (que, por cierto, es una sensación totalmente...



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