E-Book, Spanisch, 10 Seiten
Reihe: Concilium
de Schrijver Estudio crítico del movimiento «Ortodoxia radical». Concilium 355 (2014)
1. Auflage 2014
ISBN: 978-84-9073-016-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Concilium 355/ Artículo 8 EPUB
E-Book, Spanisch, 10 Seiten
Reihe: Concilium
ISBN: 978-84-9073-016-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
En su libro Teología y teoría social: más allá de la razón secular (1990), el teólogo anglicano John Milbank se opuso a admitir cualquier forma de mediación secular en la reflexión teológica por temor a que pudiera distorsionar la fe ortodoxa. En su lugar, optó por una versión posmoderna del agustinismo, en la que la comunidad eclesial, en su diversidad, aparece participando en la coexistencia pacífica del Dios trino (en fuerte contraposición con la violencia que domina en la ciudad secular). El tema de la participación llegó a ser tan central en su pensamiento que posteriormente le dio un sabor sofiológico y panenteísta: el culto de la comunidad eclesial revitaliza la vida interna de la Trinidad. Pero esta concepción ya no es agustiniana. Así pues, la pregunta que nos hacemos es: ¿no es la ortodoxia de Milbank excesivamente radical?
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Georges De Schrijver *
ESTUDIO CRÍTICO DEL MOVIMIENTO «ORTODOXIA RADICAL»
En su libro Teología y teoría social: más allá de la razón secular (1990), el teólogo anglicano John Milbank se opuso a admitir cualquier forma de mediación secular en la reflexión teológica por temor a que pudiera distorsionar la fe ortodoxa. En su lugar, optó por una versión posmoderna del agustinismo, en la que la comunidad eclesial, en su diversidad, aparece participando en la coexistencia pacífica del Dios trino (en fuerte contraposición con la violencia que domina en la ciudad secular). El tema de la participación llegó a ser tan central en su pensamiento que posteriormente le dio un sabor sofiológico y panenteísta: el culto de la comunidad eclesial revitaliza la vida interna de la Trinidad. Pero esta concepción ya no es agustiniana. Así pues, la pregunta que nos hacemos es: ¿no es la ortodoxia de Milbank excesivamente radical? Ortodoxia radical» («Radical Orthodoxy») es un movimiento teológico fundado en 1999 por los teólogos anglicanos John Milbank, Catherine Pickstock y Graham Ward. Las publicaciones de este movimiento se encuentran en The Radical Orthodoxy Series. Sin duda, el protagonista del movimiento es John Milbank (1952), actual profesor de Religión, Ética y Política en la Universidad de Nottingham (Reino Unido). Más allá de la razón secular
Milbank consiguió un notable prestigio teológico con su libro Theology and Social Theory: Beyond Secular Reason, publicado en 1990, que fue catalogado como «tal vez la obra más brillante y ambiciosa —aunque cuestionable— de la teología inglesa desde la Segunda Guerra Mundial»1. Y, en efecto, contiene ya de forma embrionaria todo el programa de lo que llegaría a convertirse en el movimiento «Ortodoxia radical». Milbank polemiza en esta obra con los «metarrelatos» de la modernidad —los apuntalamientos sociológicos y filosóficos de la modernización política y económica—, a los que desacredita por haber establecido el imperio de la violencia. En este sentido, parece asumir las ideas de Jean-François Lyotard, que décadas antes había denunciado los efectos deshumanizadores de los «grandes relatos», pero Milbank los observa desde una perspectiva estrictamente teológica. El carácter devastador de la modernidad, según él, procede de la progresiva emancipación de la cultura occidental de la religión: la razón secular no es solo el vástago del cristianismo, sino que «está realmente constituida en su secularidad por la “herejía” en relación con la ortodoxia cristiana»2. La cuna de la herejía se encuentra en el siglo XIV: en el viraje de la teología hacia el nominalismo. En el nominalismo Dios es concebido como un monarca distante cuya voluntad inescrutable obliga a los seres humanos a procurarse construcciones racionales mediante las que vivir. Esta sustitución de la confianza en Dios y en «su voluntad» por la confianza en la razón humana llevó a Hugo Grocio (1583-1645) a afirmar que la mente humana era capaz de identificar por sí misma las leyes que rigen la propiedad y la soberanía, aun cuando no existiera un Dios (etsi Deus non daretur) a quien atribuirle su institución. Este paso decisivo inauguró el surgimiento del «sujeto autónomo» y su exploración del ámbito secular. Desde este trasfondo, Milbank trata de poner al descubierto los motivos teológicos y antiteológicos que operan en disciplinas supuestamente no teológicas, como la sociología (Durkheim, Weber, Parsons) y la filosofía política (Kant, Hegel, Marx). En su trabajo fue capaz de identificar con precisión las transformaciones sufridas por la religión en la reelaboración de la que fue objeto en estas disciplinas. La razón secular no solo trasplanta los temas fundamentales cristianos, como la «providencia» y la «elección divina», en la creencia en el progreso constante de la humanidad, sino que también relega la religión a los márgenes de la sociedad. Esta marginación ha tenido consecuencias de gran alcance: despojó a la religión de su función social general, a saber, la de mantener unidos a los diferentes estratos sociales; la religión solo puede cultivarse en la privacidad de la conciencia de los creyentes, perdiendo, así, su relevancia y su influencia en lo público. El resultado fue la consolidación de un dominio secular en el que se dieron plenos poderes a la planificación racional, a la competitividad y a los antagonismos despiadados. Milbank no está en absoluto dispuesto a aceptar la realidad dominante; su objetivo es reivindicar la función pública de la religión. Se siente fortalecido en su propósito porque comparte con muchos otros contemporáneos la convicción de que ya han terminado los «grandes días» de la modernidad. En la era posmoderna se ha abierto una nueva perspectiva con respecto al retorno de tradiciones particulares que habían sido reprimidas por la conformidad generalizada con el pensamiento moderno. Pero antes de emprender este nuevo proyecto, Milbank juzga necesario denunciar dos tendencias teológicas que considera «desviadas» por su cercanía a la mentalidad secular: la teología neokantiana de Karl Rahner y la teología latinoamericana de la liberación de inspiración marxista. Reprocha a Rahner que usara como punto de partida de su teología la noción moderna (kantiana) de la aspiración humana a su realización más elevada en el plano horizontal de la existencia. Según él, el énfasis en la plenitud o realización plena en «este mundo», aun cuando en definitiva solo sea posible bajo la atracción de la gracia de Dios, conduce inexorablemente a una «naturalización» de lo sobrenatural. En la misma línea acusa a la teología de la liberación de encauzar la opción de Dios por los pobres en los esquemas marxistas de la emancipación humana. En suma, Milbank se opone a admitir cualquier tipo de mediación secular en la reflexión teológica. Esta mediación, según él, solo puede desembocar en una distorsión de la fe ortodoxa. Agustinismo crítico posmoderno
En las dos últimas secciones de Teología y teoría social, Milbank aborda el estudio del proyecto del quehacer teológico cristiano en el marco de la posmodernidad. Este marco resulta particularmente interesante porque es escéptico con respecto a «un único sistema de verdad basado en la razón universal, que nos dice cómo es la realidad». Así, la teología «no tiene que ajustarse más a las normas seculares aceptadas de la verdad científica: en la posmodernidad hay infinitamente muchas posibles versiones de la verdad»3. Las innumerables versiones de la verdad significan que, en la práctica, hay numerosas perspectivas diferentes que compiten entre sí. En efecto, además del escenario de perspectivas cambiantes, la posmodernidad es también el terreno de un combate incesante: el mundo posmoderno está poblado con una serie de voces diferentes y todas ellas tratan de convencer a las otras de la brillantez de su pretensión de verdad. Los posmodernos son conscientes de que tienen que vivir en el flujo del tiempo y de que «este flujo es un medio de conflicto permanente, un agon pagano, donde la retórica más poderosa acaba triunfando temporalmente»4. El estilo teológico de Milbank no constituye una excepción a esta regla. También él quiere, con su retórica potente, defender la belleza de su visión, que consiste en la celebración de la «paz» en medio de las tensiones diferenciales. Una y otra vez, propone la afirmación (polémica) de que la paz cristiana no es en absoluto inferior a la cultura nihilista de la competencia violenta. Su modelo para vivirla se encuentra en la concepción agustiniana de la «ciudad celestial» (el modo de vida fraterno en la comunidad eclesial), que en tiempos de Agustín era juzgada claramente superior a una vida vivida en la conflictiva sociedad del tardo Imperio romano. Si la modernidad aún trataba de ocultar la violencia inherente a los «grandes relatos» del progreso humano, los posmodernos profesan abiertamente «una ontología nihilista de la violencia». Los deconstruccionistas franceses (Derrida, Foucault, Deleuze, Lyotard) buscan constantemente lo «diferente» reprimido. Sin embargo, una vez que lo «diferente» ha sido recuperado, ellos lo contraponen a los restos de los sistemas totalitarios o a las escuelas que, según ellos, no han llegado tan lejos en la práctica de la deconstrucción. De este modo, dan pruebas de promover «la diferencia [que] es definida como diferencia de oposición, una diferencia que entra en el existente espacio cultural común para competir, desplazar o expulsar... Sin embargo», pregunta críticamente, «¿tenemos que interpretar toda perturbación, todo acontecimiento, como un acontecimiento bélico?»5. Al plantear esta cuestión, Milbank adelanta su posición. Para él existe claramente una alternativa a la «diferencia de oposición», en particular la «ontología armónica de la diferencia», que es tematizada en la teología cristiana. Desde esta posición ventajosa —la de la «ciudad celestial»—, Milbank se aventura a juzgar todo el ámbito secular. Para él es evidente que «el cristianismo comienza a aparecer —incluso “objetivamente”— no solo como diferente sino como la diferencia con respecto a todos los demás sistemas culturales, a los que se opone pues los ve amenazados por un nihilismo incipiente»6. El ethos de la «ciudad celestial» es la lente apropiada para descifrar la realidad. Lectura posmoderna de la Trinidad
Milbank da un...