E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Reihe: Filosofía
E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Reihe: Filosofía
ISBN: 978-607-03-0832-1
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Matthew Chrisman y Duncan Pritchard (coordinadores).
Autoren/Hrsg.
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2. ¿QUÉ ES EL CONOCIMIENTO?
¿POSEEMOS CONOCIMIENTO?
DUNCAN PRITCHARD
INTRODUCCIÓN
Este capítulo te introducirá a un área de la filosofía llamada “teoría del conocimiento” o epistemología. En especial estaremos explorando dos preguntas filosóficas fundamentales para la epistemología. La primera pregunta es: ¿cuál es la naturaleza del conocimiento? ¿Qué es lo que determina si alguien sabe algo o no? Como veremos, la pregunta es mucho más difícil de contestar de lo que imaginas. La segunda pregunta es: ¿poseemos algún conocimiento? Esta segunda pregunta tiene que ver con el problema filosófico del escepticismo radical, que es el problema de demostrar que poseemos el conocimiento que solemos arrogarnos. En su forma más extrema, el escepticismo radical sostiene que el conocimiento es sencillamente imposible. Espero convencerte de que explicar qué es lo erróneo del escepticismo radical es todo un reto. Abordaremos estas dos preguntas por turnos, ya que necesitamos tener una comprensión razonable de qué es el conocimiento antes de entender qué es lo que el escéptico afirma que no poseemos. CONOCIMIENTO PROPOSICIONAL CONTRA CONOCIMIENTO DE HABILIDADES
Piensa ahora mismo en todas las cosas que conoces, o cuando menos que crees que conoces, Por ejemplo, sabes que la tierra es redonda y que París es la capital de Francia. Sabes que hablas español (o cuando menos lo lees), y que dos más dos son cuatro. Sabes, presuntamente, que todos los solteros son personas que no están casadas, que está mal herir a la gente por diversión, que El padrino II es una película magnífica y que la luna no es de queso. Y así sucesivamente. Pero, ¿qué es lo que todos estos casos de conocimiento tienen en común? Piensa otra vez en los ejemplos que acabamos de dar, que incluyen conocimiento de geografía, de lingüística, de matemáticas, de estética, de ética y de ciencia. Dados estos múltiples tipos de conocimiento, ¿qué es lo que los une, si es que algo los une? En todos los ejemplos de conocimiento que acabamos de dar, el tipo de conocimiento en cuestión es lo que se llama conocimiento proposicional, en el sentido de que es conocimiento de una proposición. Una proposición es lo que se afirma con una oración que afirma que algo es el caso, por ejemplo que la tierra es plana, que los solteros son personas no casadas, que 2 + 2 = 4, etc. El conocimiento proposicional será el meollo de esta sección del libro, aunque debemos reconocer desde el principio que no es la única clase de conocimiento que poseemos. Está también, por ejemplo, el conocimiento de habilidades, o know-how. El conocimiento de habilidades es claramente diferente del conocimiento proposicional. Sé nadar, por ejemplo, pero no por ello sé un conocimiento de proposiciones acerca de cómo nadar. No estoy completamente seguro de que podría decirte cómo nadar, pero de todos modos sé nadar (y podría demostrarlo manifestando esta habilidad lanzándome a una piscina y nadando de pecho, por ejemplo). El conocimiento de habilidades es ciertamente un tipo de conocimiento que es importante tener. Queremos muchos know-how, como por ejemplo saber montar a caballo, conducir un auto, u operar una computadora personal. Observa, sin embargo, que, mientras que solamente criaturas relativamente sofisticadas como los seres humanos poseen conocimiento proposicional, el conocimiento de habilidades es mucho más común. Es posible decir que una hormiga sabe cómo navegar en su terreno, pero ¿podríamos decir que una hormiga posee conocimiento proposicional, que existen cosas que la hormiga conoce? Por ejemplo, ¿podría una hormiga saber que el terreno que está cruzando es el porche de alguien? Intuitivamente no, y esto marca la importancia del conocimiento proposicional por sobre otros tipos de conocimiento, como el de habilidades, que es que dicho conocimiento presupone la suerte de habilidades intelectuales relativamente sofisticadas que poseen los seres humanos (maduros). De aquí en adelante, cuando hablemos de conocimiento lo que tendremos en mente será el conocimiento proposicional. CONOCIMIENTO, VERDAD Y CREENCIA
Dos cosas en las cuales casi todo epistemólogo concuerda son que un requisito para poseer conocimiento es que uno tiene una creencia en la proposición en cuestión y que esta creencia debe ser verdadera. Así que si sabes que París es la capital de Francia entonces debes creer que ése es el caso, y tu creencia también debe ser verdadera. Tomemos primero el requisito de la creencia. Ocurre a veces que explícitamente contrastamos creencia y conocimiento, como cuando decimos cosas tales como “No solamente estoy convencida de que él era inocente. Lo sé”; a primera vista podría pensarse que implica que después de todo el conocimiento no requiere de creencia. Sin embargo, si reflexionas sobre esta clase de aseveraciones con mayor detalle, entonces verás con claridad que el contraste entre creencia y conocimiento se usa aquí simplemente para enfatizar el hecho de que uno no solamente cree en la proposición de marras sino que también la conoce. De esta manera, dichas aseveraciones en realidad apoyan la afirmación de que el conocimiento requiere, y no socava, la creencia. Para evaluar mejor la plausibilidad del requisito de creencia para el conocimiento, imagina por un momento que no se sostenga. Esto significaría que uno podría tener conocimiento de una proposición en la que uno ni siquiera creyera. Supongamos, por ejemplo, que alguien afirmara que conocía la respuesta en un concurso, aun cuando por su comportamiento en aquel momento era claro que ni siquiera creía en la proposición en cuestión (quizá dio una respuesta diferente a la pregunta, o ni siquiera respondió). Es evidente que no estaríamos de acuerdo en que la persona tenía algún conocimiento en este caso. La razón de esto tiene que ver con el hecho de que decir que alguien tiene conocimiento es reconocerle cierto mérito a la persona. Pero para que el éxito sea tuyo, entonces es esencial creer en la proposición en cuestión, ya que de otra forma este éxito no se te puede acreditar en absoluto. Ahora considera el requisito de verdad. En particular, ¿es plausible suponer que uno podría conocer una proposición falsa? Naturalmente, a menudo pensamos que sabemos algo y luego resulta que estábamos equivocados, pero esto sólo para decir que para empezar ni siquiera conocíamos ese algo. ¿Podríamos genuinamente conocer una proposición falsa? ¿Podría yo saber, por ejemplo, que la luna es de queso aun cuando manifiestamente no lo es? Entiendo entonces que cuando decimos que alguien posee conocimiento nuestra intención es excluir dicha posibilidad. Y esto porque atribuir conocimiento a alguien es reconocerle que tiene el correcto entendimiento, y eso significa que más vale que lo que consideramos que esa persona sabe no sea falso sino verdadero. Observa que cuando decimos que el conocimiento requiere una creencia verdadera debemos cuidar de ser claros de que con ello no estamos diciendo que el conocimiento requiere infalibilidad, esto es, que no existe la posibilidad de cometer un error en este respecto. Presumiblemente sabes qué desayunaste esta mañana. La afirmación de que el conocimiento requiere una creencia verdadera implica por tanto que tu creencia acerca de lo que desayunaste esta mañana es verdadera. Pero un asunto como qué desayunaste esta mañana es ciertamente la clase de cosa en la que uno podría estar equivocado. El que el conocimiento requiera una creencia verdadera sólo significa que en efecto no estás equivocado en este caso: no significa que no habría posibilidad de que estuvieras equivocado (es decir, que algo hubiera cambiado, por ejemplo en el caso de que alguien te hubiera hecho una jugarreta y te hubiera cambiado el cereal, por decir algo). CONOCIMIENTO CONTRA MERA CREENCIA VERDADERA
Se dice a menudo que la creencia apunta a la verdad, en el sentido de que, cuando creemos una proposición, creemos que es el caso (es decir, que es verdadera). Cuando lo que creemos es verdadero, entonces hay una coincidencia entre lo que pensamos que es el caso y lo que es el caso. Así todo está bien. Sin embargo, si la mera creencia verdadera es suficiente para “que todo esté bien”, entonces uno podría preguntarse por qué los epistemólogos no ponen fin a su búsqueda de una definición del conocimiento ahí mismo y simplemente afirman que el conocimiento no es más que una creencia verdadera (esto es, que “todo está bien”). Existe, en realidad, una muy buena razón para que los epistemólogos no se contenten con la mera creencia como definición del conocimiento, y es que nadie puede adquirir una verdadera creencia enteramente por accidente, en cuyo caso no se te podría asignar todo el mérito de que las cosas te salieron bien. Tomemos el caso de Quique, que está convencido de que el caballo Lucero ganará la siguiente carrera exclusivamente sobre la base de que le gusta el nombre del caballo. Es evidente que ésta no es una buena base para formarse la creencia de cuál será el ganador en la siguiente carrera de caballos, ya que el que te guste o no te guste el nombre de un caballo no tiene nada que ver con su desempeño. Supongamos, sin embargo, que lo que Quique creía resultó cierto y que Lucero gana la siguiente carrera. ¿Es esto conocimiento? Intuitivamente no, pues es sólo una cuestión de suerte que su creencia fue verdadera en este caso. Recuerda que el conocimiento implica una especie de éxito acreditable al agente. No obstante, decididamente los...