E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Teología
Una teología del silencio
E-Book, Spanisch, 232 Seiten
Reihe: Teología
ISBN: 978-84-9073-737-8
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Autoren/Hrsg.
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1 Introducción 1.1. Fenomenología del silencio Premisa metodológica. Con la carmelita Edith Stein, sigo el método modificado de la fenomenología de Edmund Husserl, a saber, exponerse a un objeto como si fuera el único en el mundo, lo que en todo momento da un vuelco a las categorías y experiencias que llevo conmigo. Encuentro y «comunicación». El silencio es como un encuentro, una contemplación y un contacto con la fuente. Porque si uno se expone a ella el tiempo suficiente, se encuentra con la vida, la más viva, que es indestructible. Entiendo «fuente» aquí en el sentido de Juan Taulero como centro de la existencia. Estructura escatológica. Entre los seres humanos finitos, todo silencio se dirige hacia un fin, por lo que exhibe a escala reducida una estructura escatológica. Así como todo silencio tiene un final, así ocurrirá con la historia del mundo en su conjunto. Si el pasado ya carece de relevancia, con mayor razón lo que se mueve hacia el futuro. Anulación del recuento. En sí mismo y a través de sí mismo, el tiempo se detiene en el silencio. No se trata de un olvido superficial de los medidores de tiempo, ni de un desprecio por la división y la estructuración de los acontecimientos, sino más bien de no dejarse ya distraer por los números con los que se cuentan los minutos y las horas. Los números son y siguen siendo superficiales. Más bien, se puede entrar en la profundidad del acontecer. Es decir: podemos captar cómo crece y florece, de dónde nace, qué tormentas lo sacuden, qué tempestades lo amenazan. Experiencia de Dios. En el silencio se capta la ocultación y la presencia del invisible e incomprensible «Yo soy». Se percibe (con la «musicalidad» existente en este sentido) a través de una luz vislumbrada o parpadeante en su propia oscuridad. ¿Qué está enfrente? De entrada, me abstengo de determinar si lo que estoy mirando es persona o cosa, amigo o enemigo, ángel o ser humano. Renuncia a la autoproyección. En el silencio estoy dispuesto a escuchar y recibir. No quiero convertirme en una molestia para la otra persona señalando mis supuestas cualidades (humildad) o demostrando mi poder. Porque cualquier pasado, especialmente el «meritorio», se desvanece aquí. Sensualidad y percepción/razón. Solo soy completamente ojo o completamente oído o completamente mano que siente y toca. Por lo tanto, se trata primero de los sentidos y luego de un intento cauteloso de interconectar lo que se percibe. En sentido figurado, se aplica lo formulado en el himno Veni creator spiritus: Accende lumen sensibus (Enciende con tu luz nuestros sentidos). Así que existe una conexión entre el silencio y la sensualidad sensible. Lo contrario. La quietud, según la experiencia actual, se refiere a la ausencia de ruido de cualquier origen, mientras que callarse se refiere principalmente a las palabras. Así que podemos decir que la quietud es lo contrario al ruido, y el silencio lo es con respecto a las palabras. 1.2. La palabra de Dios y el silencio humano Nota preliminar de tipo personal. Hay o hubo dos monasterios cristianos masculinos donde se vivía en silencio en Alemania, el de Mariawald en Eifel (desde 1486) y el monasterio evangélico de Getsemaní en Riechenberg, Goslar (fundado en 1117). He estado relacionado con ambos durante mucho tiempo. Desde 1956 visitaba la cripta románica de Riechenberg más o menos cada dos semanas; décadas más tarde se convirtió en el corazón del monasterio protestante «Getsemaní» (llamado así por el famoso monasterio trapense del mismo nombre en Kentucky, Estados Unidos). En el monasterio trapense de Mariawald en Eifel enseñé exégesis a los novicios durante casi una década hasta su cierre en 2018. Mientras tanto, el monasterio cisterciense de Heiligenkreuz, cerca de Viena, se había convertido en mi «monasterio de referencia». Cualquiera que quiera enseñar exégesis bíblica hoy en día, al menos en lo que a mí respecta, anhela positivamente llevar una vida contemplativa. Recuerdo bien la revolución que supuso para el protestantismo anglosajón encontrarse con una fuente vigorosamente burbujeante de espiritualidad trapense en la figura de Thomas Merton, OCSO, en el monasterio de Kentucky (fundado en 1848). La uniformidad protestante anglosajona se había roto en un punto importante. Un dicho no registrado en el Nuevo Testamento (ágrafon) atribuido a Jesús dice: «El que trata con Dios necesita diez cosas: una parte de soledad y nueve de silencio». El telón de fondo es el mundo de los primeros cristianos árabes, en el que principalmente los padres y las madres del desierto, figuras solitarias en un paisaje árido, eran los portadores del cristianismo. Según esto, el silencio es al menos aquí nueve veces más importante que la soledad. Una frase muy sorprendente en la religión judeocristiana de la palabra profética, en la que se predica constantemente «la palabra de Dios» (profundizaremos sobre esto en 2.5). En esta religión muchos piensan que lo que es agradable a Dios es ante todo una palabra amable para el prójimo, casi la mitad del amor. Pero es evidente que esto no es del todo correcto. Todavía oiremos en los labios de la Cordelia de Shakespeare: calla y ama (El rey Lear). Es necesario romper el predominio de la palabra que a veces se desborda en los servicios litúrgicos de la iglesia. Incluso si las «misas silenciosas» no fueran exactamente el ideal, «tenían algo» que a menudo «empapaba» la instrucción continua posterior. Pero como no quiero decidirme entre la «palabra» y el «amor silencioso», quizá haya uno u otro punto de vista en la extensa playa de arena de la mística que ayude aquí. En general se puede decir que en la esfera cultural occidental se valora por encima de todo la palabra para poder confiar en otra persona. En cambio, en el ámbito oriental, y esto ya comienza con algunos países musulmanes, el silencio es muy valorado, y lo es desde tiempos inmemoriales. En el ámbito de la religión, hay que reconocer que esta impresión requiere una diferenciación. Hablar del silencio en el contexto de una religión de la palabra significa desde el principio moverse en la tensión entre el habla y el silencio. Por lo tanto, hay que preguntarse inmediatamente: ¿Habla Dios realmente cuando «habla»? ¿Cómo de inteligible es su discurso? ¿O habla en silencio? ¿O es necesaria una hermenéutica especial para escuchar a Dios hablar en el silencio? ¿Habla Dios «en el trueno» o existe –al igual que en la encarnación– una conexión finalmente indisoluble entre la naturaleza divina y la humana en los profetas, «por medio de los cuales habla Dios» (Heb 1,1)? La forma exterior de esta última es perceptible como en la encarnación humana. ¿Se produce siempre, entonces, la revelación como en la encarnación, y la encarnación es una especie de suprema inspiración (lo que explica la función del Espíritu Santo en ella)? 1.3. Objetivos teológicos Una de las grandes sorpresas para mí al final de trabajar sobre este tema y en este libro es la constatación de que el «silencio» en el cristianismo es una forma y un modo de revelación de Dios. Esto es especialmente cierto cuando las personas son alcanzadas por el silencio de Dios, cuando lo representan y lo comprenden, cuando se envuelven como Dios en su propio silencio, se dirigen a él en silencio, y así llegan a sentir su voluntad. Y también lo es cuando aman en silencio. Sin embargo, el descubrimiento del papel del silencio al hablar de Dios concierne especialmente a las piedras angulares de la historia de la salvación, a saber: – Creación: Las tinieblas y el silencio (pagano y en parte judío) del principio son sustituidos por la palabra (de Dios) y la luz. – Cruz y muerte de Jesús: La configuración de la declaración sobre el silencio de Dios está totalmente en manos de la liturgia. – Cuestión de teodicea: ¿Cuándo y cómo cambia Dios o rompe su silencio? – Estructura sabática del fin del mundo: Al final, el silencio del sábado se convierte en una gran celebración. – Reino de los cielos: El silencio garantiza la estabilidad y la ausencia de amenazas y temores. Si ahora añadimos al conocimiento dogmático habitual sobre estos puntos clave todo lo que sabemos sobre el silencio como revelación, estos tratados tienen que ser reescritos en parte (por no decir nuevamente escritos). Cabe preguntarse qué sustancia teológica tiene el discurso sobre el callarse en los documentos que aquí se comentan, a lo que puede responderse: (1) Las afirmaciones despliegan su explosividad no en la descripción de lo que es callarse...